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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

A los editores de Action Socialiste Revolutionnaire

A los editores de Action Socialiste Revolutionnaire

A los editores de Action Socialiste Revolutionnaire[1]

 

 

23 de agosto de 1935

 

 

 

Estimados camaradas:

 

Soy un lector atento y, podéis estar seguros, solida­rio con Action Socialiste Revolutionnaire; en calidad de ello envío esta carta. Habéis publicado vuestro progra­ma. Se trata de un documento muy importante, cuya publicación representa un gran avance. Pero a pesar del eje general absolutamente correcto de vuestro pro­grama, el texto contiene ciertas formulaciones ambiguas que lo hacen vulnerable a los ataques de vuestros enemigos (tenéis algunos) y que inclusive pueden origi­nar desviaciones dentro de vuestra propia tendencia. Lamento muchísimo que no hayáis sometido vuestro proyecto a una discusión preliminar, no sólo nacional sino también internacional: no se puede construir el socialismo en un solo país, como tampoco elaborar una política socialista revolucionaria. Los camaradas que hubieran deseado ansiosamente participar en una discusión preliminar ahora no tienen más remedio que opinar acerca del texto ya publicado.

1. Diferenciáis entre la "conquista del poder económico" y la "conquista del poder político". Esta diferenciación es incorrecta. Se presta a errores peli­grosos. Los anarco-sindicalistas, feroces antimarxistas, inventaron el concepto de "poder económico" para sos­layar el problema de cómo trasformar la sociedad sin la toma del poder estatal. Los reformistas acogen de buen grado la misma fórmula para sus "planes", que supuestamente deben permitir que un control "colec­tivo" (anónimo) le entregue el poder económico a la "colectividad" (también anónima). El señor De Man mago de la frase ambigua, falsificador del socialismo científico, necesita esta diferenciación entre poder económico y poder político. Pero precisamente por ello de­bemos repudiar esta trampa terminológica. No existe el "poder económico" per se. Existe la propiedad, distintas formas de propiedad. El poder estatal crea la oportunidad de mantener o, por el contrario, de abolir la propiedad capitalista, según el poder del estado esté en manos de la burguesía o del proletariado.

Estoy seguro de que no hay diferencias fundamentales entre nosotros. Pero la forma en que desarrolláis la distinción artificial entre los dos tipos de po­deres es peligrosa. Con respecto a Italia decís: "No fue la ocupación, sino el abandono de las fábricas lo que dio surgimiento al fascismo". También decís que los mineros de Charleroi, al ocupar las minas, "señalan el cami­no que desembocará en la expropiación de la burguesía capitalista". Esto es incorrecto. La ocupación de las fá­bricas y de las minas no basta, de ninguna manera. Si el poder estatal sigue en manos de la clase burguesa, los ocupantes serán desalojados y aplastados inexora­blemente.

Como véis, tanto los reformistas enmascarados y corrompidos tipo De Man, como los dos tipos de sindi­calistas -anarquistas y colaboracionistas- pueden usar esta formulación en contra vuestra.

En el penúltimo párrafo, que hace referencia a la dictadura del proletariado, decís: "Para nosotros, con­quista del poder significa... tomar los bancos, las fá­bricas, la tierra..." etcétera. ¿Por qué esta paráfrasis nueva y ambigua? Conquista del poder significa con­quista del poder, es decir, la conquista total del estado. Pero el estado conquistado debe actuar como instru­mento para la transformación de la propiedad, empe­zando por la expropiación de los capitalistas. Son dos etapas distintas, entre las que pueden pasar meses, inclusive años en el caso de ciertos tipos de pequeños capitalistas.

El poder es el poder, vale decir, la máxima concen­tración de fuerza de la clase dominante. Su carácter es político (en el sentido mas general del término), porque el estado, instrumento del poder, es la supe­restructura política por excelencia, que reposa sobre bases económicas. Pero este poder político sirve no sólo para regular las cuestiones "políticas" en el sentido estrecho y técnico del término (es decir, cuestiones internas del propio aparato de estado), sino también, y por encima de todo, las cuestiones económicas, cul­turales, eclesiásticas y de todo tipo.

2. Proponéis el "reparto equitativo de la tierra" entre los campesinos. ¿Y los trabajadores agrícolas? No habláis ni de granjas colectivas, ni de cooperativas campesinas subsidiadas por el estado obrero. De mane­ra que no presentáis una perspectiva socialista para la agricultura.

3. "¡Abajo el gran capital!" Pero no somos par­tidarios de perpetuar el pequeño capital. No habláis del monopolio estatal del comercio exterior, que en Bélgica revestirá una importancia enorme. El monopolio es una herramienta mediante la cual el estado obrero podría brindar una gran ayuda a los estratos productivos de la pequeña burguesía y, sobre todo, guiarlos hacia el socialismo.

Olvidáis mencionar la abolición del secreto comer­cial y el control obrero y campesino de los bancos y de la industria. Sin embargo, cualquier obrero y campesino comprenderá perfectamente bien que, en estos momen­tos en que se le piden sacrificios y más sacrificios, tiene derecho a investigar los "secretos" contables de los bandidos capitalistas. Esta consigna podría obtener una enorme popularidad. Los charlatanes como De Man siempre tienen preparado un nuevo "plan", pero se cuidan de mencionar los secretos comerciales, que son la clave de la explotación.

4. Levantáis la consigna vaga de "por una semana laboral más breve". ¿Por qué no la consigna internacional de la semana laboral de cuarenta horas?

5. Respecto del fascismo: "Estas pandillas -de­cís- gozan del apoyo o la protección de las fuerzas represivas que sirven a la burguesía capitalista." ¿Por qué usáis esta fórmula descriptiva? ¿Cuáles son las "fuerzas represivas"? Son la policía, los tribunales, las sedes centrales de Vandervelde, de De Man y de Spaak. Deberíais haber mencionado a estas honorables instituciones.

6. Proponéis crear "fuerzas de choque" para com­batir al fascismo. ¿Por qué usáis esta expresión técnica y apolítica? Todos los marxistas hablamos de milicia obrera. ¿Por qué no tomáis esta consigna precisa, que ha adquirido popularidad en Francia y en otros países?

7. "La lucha contra la guerra". Este es el mejor párrafo, por cuanto es el más preciso. Pero queda un hueco importante. Habláis en contra de la defensa na­cional. Tenéis razón. Pero dáis solamente la consigna negativa. Deberíais decir: no queremos perpetuar ni defender esas "celdas estrechas" conocidas con el nombre de estados nacionales. Por el contrario, quere­mos abolir las fronteras nacionales para crear los Estados Unidos Socialistas de Europa mientras nos prepara­mos para crear los Estados Unidos del mundo entero

8. Al final decís, "Abajo las ilusiones reformistas". Desgraciadamente, el texto no dice cuáles son esas ilusiones reformistas ni quién las representa en Bélgi­ca. Esta es, quizás, la mayor debilidad del programa.

Estimados camaradas, estas son las observaciones que me permito formular con un espíritu de plena amis­tad, y que no me impiden reconocer que vuestro pro­grama, a pesar de sus imperfecciones, está imbuido de espíritu revolucionario y proletario. Este espíritu es la señal inequívoca de vuestra victoria.

 

Posdata:

 

Observo con asombro que vuestro programa no menciona a las mujeres (salarios, trabajo nocturno, licencias por maternidad, etcétera). Una tendencia auténticamente revolucionaria que quiera asegurar su futuro jamás debe olvidar los problemas de la juventud, de las mujeres o de los pueblos oprimidos (¡vuestro programa no menciona a las colonias!).



[1] A los editores de Action Socialiste Revolutionnaire. Boletín de la LCI, 1° de septiembre de 1935 Firmado "Crux". Traducido del francés [al inglés] para esta obra por Dan Rosenheim. Action Socialiste Revolutionnaire fue el sucesor revolucionario de Action Socialiste. Tomó su nuevo nombre cuando Marteau, agente stalinista infiltrado en el POB, lanzó un periódico propio, difundido por militantes del PC, bajo el nombre de Action Socialiste.



Libro 4