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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

La política exterior de la Unión Soviética

La política exterior de la Unión Soviética

La política exterior de la Unión Soviética[1]

 

 

Publicado el 16 de Junio de 1934

 

 

 

La política exterior soviética tomó un cariz decidi­damente antileninista, en particular a partir del reco­nocimiento de la Unión Soviética por los Estados Unidos.

En primer lugar, ese reconocimiento sólo estuvo asegurado una vez que el capitalismo norteamericano se convenció por completo de que la Tercera Interna­cional[2] ya no sirve, en general, como instrumento de la revolución mundial y en particular como incitación e inspiración revolucionaria para la masa trabajadora estadounidense. En segundo término, y con el fin de recalcar su buena voluntad, la burocracia stalinista declaró oficialmente que el presidente Roosevelt representa al capitalismo estadounidense pacífico, que busca honestamente una solución democrática y pacifista para las contradicciones y conflictos impe­rialistas de nuestros días.

En fecha reciente el embajador soviético en Wa­shington, Alexander A. Troianovski,[3] declaró que la URSS y Estados Unidos deberían hallar un “terreno co­mún”, en un esfuerzo tendiente a “asegurar el desar­me total o parcial”. “La política externa de la Unión So­viética" -continuó- “muestra una creciente activi­dad en favor de la paz [...] Saludamos, desde este punto de vista, la reanudación de nuestras relaciones norma­les con Estados Unidos. Lo que nuestro país considera más importante en las relaciones amistosas con Estados Unidos no es la obtención de ventajas materiales sino el logro de la paz internacional.”

Difícilmente se pueda dudar del amor por la paz de Troianovski, especialmente cuando se toman en cuenta otras declaraciones suyas. La causa de la paz -afirmó- “era tan importante que debía prevalecer sobre cualquier otro problema.” Y entre ellos mencionó las más importantes contradicciones económicas de nuestra época. “Todos los problemas secundarios [!?], como los de las deudas, la competen­cia comercial, las tarifas, etcétera” -explicó- “deben solucionarse, tan pronto como sea posible, mediante convenios mutuos y la satisfacción mutua, porque estas cuestiones relativamente pequeñas [!?] vician la atmósfera internacional y desbaratan los esfuerzos amistosos por consolidar la paz.”

¿Es posible que el benemérito embajador stalinista realmente quiera decir eso? ¿Habrá olvidado por completo las enseñanzas de Lenin sobre las causas económicas de la guerra? Debiera recordársele a Troianovski que en El imperialismo: etapa superior del capitalismo, Lenin prueba realmente que las cuestiones “secundarias” y “pequeñas” que el emba­jador menciona constituyen la raíz misma de la guerra imperialista en particular, y de toda guerra en general. ¿O acaso esto es trotskismo contrarrevolucionario, Monsieur l’Ambassadeur?

En la misma línea, los stalinistas publicaron en el exterior una novísima interpretación del capitalismo y del imperialismo que consiste en dividir a las naciones capitalistas en dos categorías: las amistosas, democrá­ticas y pacifistas y las belicosas, fascistas y agresivas. (Esta es, precisamente, la teoría de la Segunda Interna­cional.[4]) En la primera categoría se alistan Estados Unidos, Francia, la Pequeña Entente[5] y probablemente Inglaterra; en la segunda se encuentran espe­cialmente Alemania y Japón.

Siguiendo adelante con esta filosofía política antimarxista, Litvinov[6] se encuentra empeñado en conversaciones tendientes a un “entendimiento” con la imperialista Francia. Frederick T. Birchall, corresponsal del New York Times en Berlín, dice que “[...] junto y paralelamente con el convenio militar se entiende que se ha llegado ya a un completo acuerdo en cuanto al ingreso de Rusia a la Liga de las Naciones. La incorporación tendrá lugar tan pronto como sea posible, con el entusiasta apoyo de Francia que, con la excusa de las negociaciones de desarme [¡nótese bien esto!], enviará a Ginebra, en fecha próxima, una imponente delegación [...] En Francia, está preparado el ambiente para saludar con entusias­mo el entendimiento con Rusia [...] como garantía adicional de paz para Europa y seguridad para Francia. Después, Francia estará dispuesta a conversar sobre el desarme

Esta maniobra se lleva a cabo en nombre de Marx y Lenin -explican los stalinistas- con el fin de asegu­rarnos aliados (?!)para el caso de un probable ataque a la URSS por parte del capitalismo fascista y belicoso, es decir de Alemania y Japón. Del mismo modo, se facilita también el ingreso de la Unión Soviética a la Liga de las Naciones, caracterizada por el Tercer Congreso Mun­dial de la Internacional Comunista como “el monopolio internacional formado por los estados victoriosos para la explotación de sus competidores derrotados y de los pueblos coloniales”

Actualmente, Pravda,[7] órgano oficial de la burocra­cia stalinista, explica la política de la Liga de las Nacio­nes de la siguiente manera: “De hecho, el que se hayan retirado de la Liga de las Naciones Japón y Alemania[8] -países que ni siquiera tratan de disimular su determi­nación de satisfacer sus ambiciones imperialistas me­diante la multiplicación de su armamento, las usurpa­ciones y las guerras- plantea la cuestión de que acaso la Liga pudiera, en cierta medida [¡cuánta cautela!] transformarse en el centro de las fuerzas conjuntas dispuestas a postergar la definición sangrienta de las disputas y generar, al menos, algún fortalecimiento de la paz.” Y Karl Radek[9] agrega: “El peligro de gue­rra contra la URSS no proviene de la Liga, sino de los que se oponen abiertamente a ella y de los reaccio­narios ingleses.”

Las Tesis y Resoluciones del Tercer Congreso Mun­dial de la Internacional Comunista sostienen otra con­clusión. “La nueva organización internacional del trabajo se establece con el propósito de organizar la acción unida del proletariado mundial, que aspira a una sola meta: el derrocamiento del capitalismo, el estable­cimiento de la dictadura del proletariado y de una repú­blica soviética internacional para la eliminación total de las clases y la realización del socialismo, primer paso hacia la comunidad comunista.”

El stalinismo liquidó todo eso. En su lugar, colocó las alianzas militares con el capitalismo y la insana teoría del socialismo en un solo país.[10] Al marxismo­-leninismo del Tercer Congreso Mundial se lo llama hoy trotskismo contrarrevolucionario. ¡Y como prueba de ello, el gobierno imperialista francés persigue, hoy, al camarada Trotsky por contrarrevolucionario! [11]

Si estalla una guerra imperialista, esta nueva política stalinista pondrá en peligro, no sólo a la Unión Soviética sino también las esperanzas de la revolución mundial. Si la URSS ingresa a la Liga de las Naciones y se ata así al carro imperialista de Francia y la Pequeña Entente, o si se transforma en miembro de la Conferen­cia Permanente de la Paz, quedará demostrado, en uno u otro caso, que la Unión Soviética está del lado de los bandidos capitalistas más poderosos. De ese modo se renuncia a la emancipación de los oprimidos por medio de la revolución proletaria y la Unión Soviética se trans­forma en peón (y a la larga, en víctima) del ajedrez imperialista.

Esta política, que hoy se dirige, principalmente, contra Alemania, es consecuencia inevitable de la co­barde traición del Partido Comunista Alemán a los obreros y las masas semiproletarias de su país cometida siguiendo las órdenes directas de Stalin. Antes se sabo­teó la revolución alemana en aras de la paz y los crédi­tos. Ahora, bajo la amenaza de Hitler, Stalin y Cía., se vuelven hacia la Francia imperialista para detenerlo. es decir, para desorientar su política de Drang nach Osten (expansión hacia el Este).

Como de costumbre, la burocracia stalinista no calcula el efecto que su orientación tendrá sobre las masas alemanas. Por haber perdido la fe en la revolu­ción mundial y, más particularmente, por desdeñar la ayuda revolucionaria que las masas alemanas podrían brindarle en caso de un ataque fascista, Stalin le hace, una vez más, el juego a Hitler. Goebbels ya ha dicho por radio, a lo ancho y a lo largo de la sangrante Alema­nia, que la Unión Soviética formó con la profundamente odiada Francia, una alianza técnica-militar contra el pueblo alemán. Y así se exprime la última gota de san­gre revolucionaria de las venas de los obreros alema­nes. Esta es la última puñalada por la espalda.

El inminente fracaso de la Conferencia de Desarme abre una peligrosa perspectiva para la Unión Soviéti­ca. Inglaterra no puede permitir que Francia aumente su poder en Europa continental. Tampoco tolerará que Alemania sea humillada y aplastada aun más. Apo­ya las propuestas alemanas de rearme[12] y mantiene buenas relaciones con Japón porque necesita tanto a Alemania como a Japón, al menos como aliados poten­ciales, para conservar su dilatado imperio.

Llevada hasta sus últimas consecuencias, la actual política de la Unión Soviética la conduce a enredarse con el imperialismo y asesta el golpe de gracia al movi­miento proletario mundial.

Obviamente, semejante situación, exige la creación de un nuevo partido y de una nueva (Cuarta) interna­cional.[13]



[1] La política exterior de la Unión Soviética. The Militant, 16 de junio de 1934. The Militant era entonces el periódico de la Communist League of America, CLA (Liga Comunista de Norteamérica). Sección de la Liga Comunista Internacional (ICL). El artículo, sin fecha, estaba firmado “Un simpati­zante”, pero no se sabe si éste fue un agregado de la editorial o de Trotsky; por la misma época este articulo circuló en Inglaterra con la firma “G”. Fue escrito en el lapso entre el reconocimiento de la Unión Soviética por el presi­dente Franklin D. Roosevelt (noviembre de 1933, diecisiete años después de la Revolución Bolchevique Rusa) y la admisión de la Unión Soviética en la Liga de las Naciones (setiembre de 1934). Ambos acontecimientos fueron estimula­dos por la ascensión al poder de los nazis en Alemania en 1933. Durante años Trotsky venía advirtiendo que ello conduciría inevitablemente a una guerra de Alemania contra la Unión Soviética. Con este articulo Trotsky se proponía alertar a su movimiento acerca de los síntomas que evidenciaban el comienzo de un profundo giro a la derecha de la politice exterior soviética. Este se hizo evidente a todo el mundo en mayo de 1935, cuando la Unión Soviética y Fran­cia firmaron un pacto de no agresión y Stalin aprobó personalmente el programa de rearme del gobierno capitalista francés. Esta política, a la que entonces llamaban “de seguridad colectiva”, fue la precursora de la “coexisten­cia pacífica”. El gobierno soviético siguió esta línea de apoyo a los gobiernos imperialistas buenos y democráticos contra los gobiernos imperialistas malos y fascistas hasta agosto de 1939, cuando firmó Otro pacto de no agre­sión... con Hitler.

[2] La Tercera Internacional (O Internacional Comunista, o Comintern): se organizó bajo la dirección de Lenin como continuadora revolucionaria de la Segunda Internacional. En la época de Lenin el congreso mundial se reunía una vez por año (el primero en 1919, el segundo en 1920, el tercero en 1921, el cuarto en 1922), a pesar de la Guerra civil y de la inseguridad en que vivía la Unión Soviética. Trotsky consideró las tesis de los cuatro primeros congresos de la Comintern como la base programática de la Oposición de Izquierda y posteriormente de la Cuarta Internacional. El Quinto Congreso de la Comin­tern, ya controlado por el aparato de Stalin, se reunió en 1924, el sexto recién en 1928 y el séptimo sólo siete años después, en 1935. Trotsky llamó al Sépti­mo congreso el “congreso de liquidación” de la Comintern, y fue, en reali­dad, el último (ver Escritos 1935-1936) antes de que Stalin anunciare su diso­lución en 1943 como concesión a sus aliados imperialistas.

[3] Alexander A. Troianovski (1882-1955): fue miembro del Comité Central del Partido Menchevique y adversario de la Revolución Bolchevique de 1917. Todavía en la Asamblea Constituyente de 1918 denunció a Lenin y Trotsky como agentes alemanes. Se reconcilió con el gobierno soviético después de la Guerra Civil (1918-1920) y logró notoriedad como diplomático después que la fracción de Stalin se apoderó del Partido Comunista y del Estado Soviético.

[4] La Segunda Internacional (0 Internacional Obrera y Socialista) se organizó en 1889 como continuadora de la Primera Internacional (O Asociación Obrera Internacional), que existió entre 1864 y 1876, dirigida por Karl Marx. Era una asociación libre de partidos nacionales socialdemócratas y laboristas, que nucleaba tanto a elementos revolucionarios como reformistas; la sección más fuerte y de más peso era la socialdemocracia alemana. Su rol progresivo acabó en 1914, cuando sus secciones principales violando los más elementales principios socialistas, apoyaron a sus respectivos gobiernos imperialistas en la Primera Guerra Mundial. Se disgregó durante la guerra pero revivió como organización totalmente reformista en 1923.

[5] La Pequeña Entente. Era la alianza entre Rumania. Checoslovaquia y Yugoslavia, dominada por Francia. La Entente fue la alianza que se constitu­yó en la Primera Guerra Mundial entre Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Rusia y posteriormente Italia.

[6] Maxim Litvinov (1876-1951); viejo bolchevique. Fue comisario del pueblo de relaciones exteriores entre 1930 y 1939, embajador en Estados Unidos de 1941 a 1943 y comisario diputado de relaciones exteriores entre 1943 y 1946. Stalin lo utilizó como personificación de la política de “seguridad colectiva” cuando buscaba alianzas con los imperialistas democráticos y lo hizo a un lado en el periodo del Pacto Stalin-Hitler y de la guerra fría.

[7] Pravda; fue el órgano oficial del comité central del Partido Bolchevique desde abril de 1912. Pasó a ser diario en marzo de 1917.

[8] Japón se retiró de la Liga de las Naciones en marzo de 1933, Alemania en octubre de 1933.

[9] Karl Radek (1885-1939): miembro del ala izquierda de las secciones pola­ca, alemana y suiza de la Segunda Internacional antes de la Primera Guerra Mundial; uno de los principales propagandistas de la Comintern en la época de Lenin; formó parte de la Oposición de Izquierda rusa contra el stalinismo basta 1929, cuando Trotsky fue deportado a Turquía. Después capituló anta Stalin, fue readmitido en el Partido Comunista y actuó como abyecto apologis­ta del Kremlin, especialmente de su política exterior. Fue acusado y condena­do en Moscú en la purga de 1937.

[10] El socialismo en un solo país: era la teoría proclamada por Stalin en 1924 e incorporada posteriormente al programa y las tácticas de la Comintern. Fue

la cobertura ideológica del abandono del internacionalismo revolucionario en favor de un estrecho nacionalismo y se la utilizó para justificar la conversión de los partidos comunistas de todo el mundo en dóciles peones de la política exterior del Kremlin. Sobre la critica de Trotsky ver su libro de 1928 La Terce­ra Internacional después de Lenin.

[11] Dado que en la época en que se escribió este articulo el gobierno francés estaba abocado a negociaciones secretas con Moscú -negociaciones que culminaron en el Pacto Franco-Soviético de mayo de 1935- la sospecha de que la persecución que ese gobierno lanzó contra Trotsky en abril de 1934 estaba relacionada con esas negociaciones no es del todo descabellada.

[12] La Conferencia de Desarme: a la que se ha referido, fue una más en una larga e inútil serie de tales conferencias llevadas a cabo por la Liga de las Naciones en la década del 30. En esta oportunidad la actitud del gobierno británico hacia la Alemania nazi fue bastante amistosa; en 1935 llegaron a un acuerdo sobre un programa de expansión naval.

[13] Cuarta lnternacional. Partido Mundial de la Revolución Socialista: hasta 1933 se denominó Oposición Internacional de Izquierda (bolcheviques leni­nistas) al movimiento político encabezado por Trotsky durante su tercer exilio. Luego se liquidó la política original de trabajar en pro de la reforma de la Comintern, se proclamó la necesidad de una nueva internacional, se le cambió el nombre por el de Liga comunista internacional (bolcheviques leninistas) (ICL) y se lanzaron a nuclear fuerzas para constituir partidos revolucionarios en todo el mundo. Trotsky propuso que se fundara la cuarta Internacional en una conferencia de la ICL reunida en Ginebra en julio de 1938, pero la conferencia no estuvo de acuerdo. Proclamando en cambio el Movimiento en favor de la Cuarta Internacional. La conferencia de Fundación de la cuarta Internacional tuvo lugar en Francia en setiembre de 1938. En vida de Trotsky se reunió un congreso más, la Conferencia de Emergencia para el Hemisferio Occidental, en mayo de 1940, que adoptó un manifiesto sobre la Segunda Guerra Mundial escrito por Trotsky (ver Escritos 1939-1940).



Libro 4