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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

La crisis en la sección alemana

La crisis en la sección alemana

La crisis en la sección alemana[1]

 

 

28 de diciembre de 1932

 

 

 

A la dirección de la sección alemana

 

 

Queridos camaradas:

 

La crisis de la sección alemana, provocada por el camarada Well y su grupo, me obliga a enviar este comunicado para aclarar el problema.

Cuando me reuní con el camarada Senin en Copenhague, éste me dijo que el camarada Well[2] se queja porque yo mantengo correspondencia únicamente con sus adversarios, no con él. La noticia me sorprendió enormemente, puesto que las frecuentes interrupciones de nuestro contacto epistolar siempre fueron culpa del camarada Well y se producían cada vez que yo le hacía alguna observación crítica o no estaba de acuerdo con él en tal o cual problema. Con el consentimiento del camarada Senin le dirigí una carta para aclarar expresamente el “malentendido” respecto de nuestra correspondencia. El objetivo de mi carta era contribuir a paliar las fricciones en el seno de la Oposición alemana, conflictos que, en mi opinión, fueron provocados siempre por el camarada Well sin causa suficiente.

En mi carta propuse que se convocara a un congreso con toda tranquilidad y armonía para delinear un curso de acción, sin sospechar de las diferencias de opinión expresadas recientemente por Well. Es cierto lo que dijo Lenin, que Well citó, sobre que no hay nada mejor que la política de principios. Lenin siempre se apoyaba en la necesidad de seguir una política de principios; pero también nos enseñó a dejar de lado las diferencias secundarias en los momentos críticos. A partir de las cartas, conversaciones y artículos de Well, hace tiempo me di cuenta de que, respecto de muchas cuestiones, tiene una posición vacilante. Insistí muchas veces en que el camarada Well formule sus dudas, respuestas, etcétera, de manera precisa. Nunca lo hizo. Expuse el problema del Termidor[3] y el del poder dual en una carta y un diálogo (publicados ambos en nuestra prensa alemana). Well jamás se ocupó de ello. Puesto que por su importancia bien podrían afectar todo el futuro, su obstinado silencio al respecto me hace pensar que no superó la etapa de la duda. Y la experiencia política me ha mostrado cientos de casos de camaradas que vacilan durante toda su vida pero que, de un modo u otro, “se las arreglan”.

La explosión provocada por las vacilaciones de Well fue una sorpresa para mí, tanto mayor cuanto que el camarada Senin, que tiene una posición bastante parecida, me aseguró en Copenhague, tras una discusión de dos horas, en la que pasamos revista a todos los problemas importantes, que existía un acuerdo total. Desde entonces toda mi experiencia con Well (cuestión de Landau, cuestión francesa, cuestión Mill, cuestión española) me convence de que, desgraciadamente, tiende a dar primacía a los factores puramente personales sobre los políticos y de principios. He querido sugerirle que, dada la crítica situación, no debería perturbar la actividad de la Oposición alemana y la armonía de la conferencia próxima con ideas mal elaboradas y acciones prematuras. Pero desde entonces he descubierto que las vacilaciones de Well de los últimos tres años, obviamente bajo la influencia de los “éxitos” del PC Alemán, han asumido ese carácter patológico que debemos calificar como instinto de capitulación. Todos los síntomas, “ideas” y formas de expresión repiten en forma estereotipada los síntomas patológicos análogos que mostraron tantos individuos entre 1923 y 1932. Naturalmente, mi vieja propuesta de celebrar una conferencia unificada ya no es valida. Por el contrario, es necesario librar una lucha sumamente decidida. Lo que Well le cuestiona ahora a la Oposición de Izquierda es nada menos que su derecho de existir. Well cree que todo andará bien aun sin el concurso de los bolcheviques leninistas, y que si entre Stalin y el Kremlin y Trotsky y Barnaul existen pequeños malentendidos, se debe a que todos ellos no comprenden las ideas de Well. Por esos mismos malentendidos la GPU asesinó a Butov, Blumkin, Silov, Rabinovich y tantos otros.[4]

En realidad, no creo que se pueda hacer una “discusión” fructífera sobre esta base puesto que, como dije antes, Well sólo repite lo que en el pasado dijeron Zinoviev, Radek[5] y otros en determinada etapa de su involución. Pero, desde luego, la Oposición de Izquierda no puede tolerar la existencia de tales posiciones en sus filas. No sé si el camarada Well aprenderá algo y cambiará. Si lo hace, enhorabuena. Pero lo que necesita la Oposición alemana es una dirección constituida por trabajadores de convicciones firmes, no sujeta a los caprichos de los eternos nómadas políticos. En mi opinión, la experiencia reciente así lo demuestra.

Con mis mejores saludos comunistas,

 

León Trotsky



[1] La crisis en la sección alemana. Boletín Interno de la Liga Comunista de Norteamérica, Nº 8, 28 de enero de 1933. Con esta carta Trotsky respondía a los informes que había recibido sobre la lucha fraccional que Roman Well había lanzado en la sección alemana y en el Secretariado Internacional. Una semana más tarde conoció los detalles más importantes. La lucha se inició en torno al artículo Con ambas manos y el intento de que la Oposición de Izquierda lo repudiara.

[2] Roman Well y Senin: seudónimos de los hermanos Sobolevicius, nacidos en Letonia. Con el seudónimo de Dr. Robert Soblen, Well fue procesado en EE.UU. por agente del servicio de espionaje soviético y se suicidó en 1962. Senin, que actuaba bajo el nombre de Jack Soblen, compareció ante un comité del senado norteamericano en 1957 y afirmó que había sido agente de la GPU infiltrado en la Oposición de Izquierda, a pesar de que los agentes infiltrados de la GPU generalmente no acostumbraban a polemizar con Trotsky.

[3] El Termidor de 1794 fue el mes, según el nuevo calendario proclamado por la Revolución Francesa, en que el ala jacobina, radical, de Robespierre fue derrotada por el ala derecha de la revolución; aunque el golpe inició un período de reacción que culminó en la toma del poder por Napoleón Bonaparte, no llegó a ser restaurado el régimen feudal. Trotsky calificó a la conservadora burocracia soviética de termidoriana porque pensaba que su política allanaba el camino para la contrarrevolución capitalista. la referencia a los artículos de la prensa alemana alude a Acerca de los problemas del Termidor y el bonapartismo (noviembre de 1930) y Una explicación en un círculo de amistades (2 de septiembre de 1931), publicados ambos en Escritos 1930-1931. Trotsky modificó su teoría de la analogía con el Termidor en un artículo de 1935 titulado El estado obrero, Termidor y bonapartismo (Escritos 1934-1935).

[4] Georgi Vasilievich Butov: colaborador de Trotsky en el secretariado del Consejo Militar Revolucionario durante la Guerra Civil, fue arrestado por negarse a presentar un testimonio falso contra Trotsky. Se declaró en huelga de hambre y murió en la cárcel en septiembre de 1928. Jakob Blumkin (l899-1929): social-revolucionario de izquierda, terrorista, que se pasó al bando comunista y fue funcionario de la GPU. Fue el primer militante de la oposición de izquierda rusa que visitó a Trotsky en Turquía. Al volver a Rusia con una carta de Trotsky dirigida a la oposición fue delatado a la GPU y fusilado en diciembre de 1929. Pocas semanas más tarde la GPU fusiló a otros dos militantes de la Oposición de Izquierda, Silov y Rabinovich, por supuestos actos de “sabotaje contra el transporte ferroviario”.

[5] Gregori Zinoviev (1883-1936) y Karl Radek (1885-1939): grandes dirigentes de la Comintern en vida de Lenin el primero fue su presidente y el segundo un propagandista destacado. Zinoviev formó un bloque con Stalin para lanzar la primera cruzada contra el “trotskismo” pero luego creó la Oposición Conjunta con la Oposición de Izquierda en 1926-1927; expulsado del partido en 1927, capituló ante Stalin. En 1932 fue expulsado nuevamente, pero volvió a capitular en 1933. Radek fue uno de los fundadores de la oposición de Izquierda y también uno de los primeros en capitular, en 1929. El primer juicio de Moscú condenó a Zinoviev a muerte (1936). El segundo (1937) condenó a Radek a diez años de prisión.



Libro 3