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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

El desarrollo desigual y combinado y el papel del imperialismo yanqui

El desarrollo desigual y combinado y el papel del imperialismo yanqui

El desarrollo desigual y combinado y el papel del imperialismo yanqui[1]

Actas de una discusión

 

 

4 de marzo de 1933

 

 

 

Camarada Trotsky: Considero que este material es excelente. Hay algunas formulaciones que no me quedan totalmente claras o no me parecen totalmente exactas. Pero son secundarias. En cuanto a las concepciones más importantes que se mencionan, quiero referirme únicamente a las siguientes:

El documento se basa en la ley del desarrollo desigual. En ciertos períodos esta desigualdad favoreció a Estados Unidos; ahora comienza a resultarle desfavorable.

Creo que nos interesa definir un poco esta ley, sobre todo porque los stalinistas la han deformado escandalosamente y siguen haciéndolo. Como ley es un tanto vaga; es, más bien, una realidad histórica. Refleja la idea de que no todos los países atraviesan simultáneamente el mismo proceso de desarrollo sino que se desarrollan de distintas maneras, con distintos ritmos, etcétera. La ley puede interpretarse de mil maneras diferentes.

Una de las interpretaciones más importantes, que conduce a malentendidos, es la siguiente: hasta la época imperialista Inglaterra fue la potencia hegemónica. (¡Stalin dice que la ley no existía en esa época y que Marx y Engels no la conocían!) Durante esa época la desigualdad era mucho mayor que ahora; bástenos recordar el contraste Inglaterra-India. Las diferencias eran diez veces mayores que hoy. El desarrollo de la India era totalmente distinto del de Inglaterra, Estados Unidos, etcétera. Pero mediante formas de desarrollo distintas y desiguales el mundo capitalista se ha vuelto más uniforme.

No se trata de negar la existencia de la ley, sino de explicarla. En una oportunidad traté de hacerlo a través de la fórmula “desarrollo combinado”. El desarrollo desigual expresa principalmente el hecho de que los distintos países atraviesan diferentes épocas. Países adelantados y atrasados: ésa es la expresión más elemental de la ley. Sin embargo, la evolución ha demostrado que los países atrasados complementan su atraso con los últimos avances. De ahí surge el desarrollo combinado, que demostré en la Historia con el ejemplo de Rusia.

En Estados Unidos existe otro tipo de desarrollo combinado. Tenemos el desarrollo industrial más avanzado combinado con la ideología más atrasada para todas las clases.

La colonización interna, que el proyecto de documento no menciona, fue la base de la conciencia atrasada de los obreros. Elaborando nuestras tesis atentamente, partiremos de la ley del desarrollo desigual y arribaremos a la ley del desarrollo combinado.

Me parece que el proyecto no da suficiente importancia al problema del campo, sobre todo en su ligazón con los objetivos y métodos del imperialismo norteamericano. Supongamos que no se produzca una revolución en Europa, es decir, que la socialdemocracia, con ayuda del stalinismo, desmoralice a los trabajadores hasta un grado tal que el fascismo llegue al poder. En ningún lugar está escrito que Europa tiene que avanzar también puede caer en la decadencia. Creemos que las posibilidades de que se produzca una revolución son muy grandes. Tomado en abstracto, Hitler, desde luego, no superará la crisis. Igualmente, la decadencia puede persistir durante décadas.

No hay que olvidar que Estados Unidos desplaza ya a Europa del mercado mundial, y está pasando a ser la potencia dominante en China y la India: como perspectiva histórica, como posibilidad y, sobre todo, como análisis teórico, esta variante es tan factible como cualquier otra. China y la India todavía brindan grandes posibilidades para la explotación y la expansión, y abarcan casi a la mitad de la humanidad. Pero, ¿qué pasará cuando el capital empiece a funcionar allí? Estos países comenzarán inmediatamente a exportar productos agrícolas y desplazarán totalmente al campesino norteamericano. Cuando el capital norteamericano desarrolle económicamente a China y la India, al mismo tiempo condenará a muerte al campesinado norteamericano, y provocará una revolución en el mercado agrícola mundial. El abaratamiento de materias primas y alimentos vendrá de inmediato, gracias a la gran mano de obra del continente asiático, a la que se puede satisfacer con un nivel de vida mucho más bajo.

Inglaterra sacrificó a sus campesinos en aras de su desarrollo capitalista. ¿Por qué Norteamérica no habría de hacer lo mismo? Porque no puede darse ese lujo. Tenemos el ejemplo de Alemania: la agricultura es un escollo para el capital financiero. Si la burguesía alemana hubiera mantenido las puertas bien abiertas para los productos agrícolas del mercado mundial, hubiera incrementado enormemente la capacidad competitiva de la industria alemana y le habría brindado al capitalismo alemán inmensas posibilidades de hacer ganancias. Pero no habría podido mantener el equilibrio social del país. De ahí que los capitalistas alemanes necesiten a los campesinos, no por sus productos sino por su idiotismo rural.

Es el mismo caso de Norteamérica. Cuando empiece la revolución, el capitalismo norteamericano se verá obligado a aferrarse a los campesinos. Pero para ampliar y profundizar su desarrollo Norteamérica tendrá que sacrificar a sus campesinos. Esa es la gran contradicción.

¿Es forzoso que Norteamérica atraviese una época de reformismo social? El proyecto plantea la pregunta y contesta que todavía no se puede dar una respuesta definitiva, pero que en gran medida depende del Partido Comunista. Eso es correcto en general, pero no basta. Aquí recurrimos una vez más a las leyes del desarrollo desigual y combinado. En Rusia se usaba el argumento de que el proletariado no había pasado aún por la escuela democrática, que en definitiva podría conducirlo a la toma del poder, para refutar la revolución permanente y la toma del poder por el proletariado. Pero el proletariado ruso atravesó el período democrático en el curso de ocho meses; de once o doce años si contamos desde la época de la Duma.[2] En Inglaterra ya lleva siglos y en Norteamérica este sucio embrollo ya dura bastante. La desigualdad también se expresa en que las distintas etapas no son combinadas sino recorridas muy rápidamente, como ocurrió con la etapa democrática en Rusia.

Podemos suponer que cuando caiga el fascismo en Italia la primera oleada que lo seguirá será democrática. Pero solo podría durar unos meses, no años.

Puesto que el proletariado norteamericano, en tanto que proletariado no ha librado grandes luchas democráticas, ya que no ha combatido por la legislación social, y por estar sometido a presiones económicas y políticas crecientes, es de suponer que la fase democrática de la lucha requerirá un cierto tiempo. Tal vez no será como en Europa, una época que duró décadas; más bien, quizás, un período de años o, si los acontecimientos se desarrollan con ritmo febril, de meses. Hay que aclarar el problema del ritmo, y también debemos reconocer que la etapa democrática no es inevitable. No podemos predecir si la próxima etapa obrera comenzará el año que viene, dentro de tres años, de cinco años, o tal vez en diez años. Pero sí afirmar con certeza que, apenas el proletariado norteamericano constituya en partido independiente, aunque al principio lo haga bajo una bandera democrático-reformista, atravesará esta etapa con bastante rapidez.

Acerca del Partido Comunista puede afirmarse que la contradicción entre la base económico-técnica y la superestructura política se expresa en el hecho de que en este país tenemos el Partido Comunista más pequeño, idiota y atrasado. Ese es el broche de oro de la contradicción. Y mientras el capitalismo norteamericano, hasta un período reciente, reunió todas las ventajas del capitalismo mundial, el Partido Socialista concentró en sí mismo todos los aspectos negativos del reformismo y ninguna de sus ventajas (son canallas sin una base de masas). El Partido Comunista norteamericano ha tomado los rasgos más negativos del stalinismo. Eso significa que el Partido Comunista pertenece al pasado más que al futuro, y que la Oposición de Izquierda aparece en escena como heraldo del porvenir. No se puede excluir que Estados Unidos sea el primer país donde la Oposición de Izquierda se vea obligada a asumir las funciones de segundo partido. No es necesario que hoy lo proclamemos con certeza, pero debemos tenerlo en cuenta como perspectiva.

Camarada Swabeck: La crítica nos será de gran ayuda. No creemos que surja la posibilidad de que el reformismo se desarrolle en demasía, dado, sobre todo, el ritmo actual de los acontecimientos. La perspectiva de una decadencia de Europa me parece un tanto improbable, y más teniendo en cuenta que la revolución que tenga lugar en Norteamérica afectará simultáneamente a Europa.

Camarada Otto: En Alemania hemos discutido este problema varias veces en relación con la fórmula: avanzar al socialismo o degenerar en barbarie. Seguimos discutiendo este problema con gran interés.

Camarada Trotsky: Todo depende de si planteamos esta perspectiva en términos de siglos o de décadas. El primer caso está más allá del análisis histórico. Pero en términos de décadas podemos plantear argumentos: si suponemos que el capitalismo se mantiene; si suponemos además que el fascismo triunfa, la clase obrera quedará descabezada, desmoralizada y su vanguardia se desangrará en una serie de putchs infructuosos; la Unión Soviética caerá víctima de sus propias contradicciones económicas, de los crímenes de la burocracia y de las consecuencias morales de la victoria de la contrarrevolución alemana. Nos resulta difícil evaluar la impresión que el derrumbe de la Unión Soviética le produciría al proletariado. Se desmoralizaría muchísimo. Las próximas generaciones obreras serían presas de la desilusión. Se producirían putchs y actos terroristas de tipo anarquista, pero las luchas organizadas y planificadas de la clase obrera serían aplastadas y desaparecerían por décadas. Grandes sectores morirían de hambre, el nivel de vida descendería a límites sobrecogedores. Sería el capitalismo en decadencia. No sabemos hasta qué punto avanzará el proceso. En este capitalismo decadente encontraremos formas de capitalismo en avance, pero reaparecerán de manera parcial. Los campesinos se volverán semibárbaros y las masas de desocupados serán arrojadas al campo como trabajadores agrícolas. Sin embargo, la producción en su conjunto seguirá basándose en las formas capitalistas; y también irá en aumento, sólo que los coeficientes no serán de dos, tres o cuatro sino simplemente de medio, tres cuartos, etcétera. En otras palabras, incremento negativo de la producción, vale decir, disminución del aumento de la producción capitalista. El capitalismo puede retroceder a bases precapitalistas. Desde luego que no es posible predecir el tiempo que ello requeriría. El hecho de que Europa sea un continente en decadencia, naturalmente no tiene porqué implicar la imposibilidad del socialismo en Norteamérica. Una victoria de éste ejercería un efecto renovador en Europa. El desarrollo combinado iniciaría, por así decirlo, un nuevo capítulo histórico.

Veamos Alemania. En 1923 existió la posibilidad de tomar el poder. Diez años han transcurrido desde la derrota de octubre; el sistema capitalista atraviesa una crisis aterradora: desocupación, agrarización del proletariado, pauperización del campesinado. Y en la culminación de estos diez años está el surgimiento del poder fascista. Ese es el efecto rebote -por darle un nombre- del desarrollo abortado de la revolución.

Observaciones posteriores: Las crecientes contradicciones y dificultades que experimenta el imperialismo norteamericano a escala mundial no tenderán a debilitar su poderío, dominación y peso económico en relación a las demás potencias rivales. Todo lo contrario. En el período de ascenso del capitalismo las demás naciones dependían en gran medida de Inglaterra; tanto mayor, pues, será la dependencia de otras naciones respecto de Norteamérica en el período de decadencia.



[1] El desarrollo desigual y combinado y el papel del imperialismo yanqui. Boletín Interno del Comité Nacional de la Liga Comunista de Norteamérica: sin fecha, sin número. Tras asistir a la preconferencia de febrero de 1933 en. París, Arne Swabeck, dirigente de la CLA, fue a Prinkipo y mantuvo una serie de reuniones con Trotsky. En una de ellas (28 de febrero), discutieron el problema de la autodeterminación de los afro-norteamericanos. La misma fue reproducida en el folleto Leon Trotsky on Black Nationalism and Self-Determination (Pathfinder Press). Otra de las discusiones, la del 4 de marzo, apareció en un boletín de circulación restringida para los miembros del CN de la CLA en 1933, pero no ha sido publicada en ningún idioma hasta el momento. Swabeck había llevado consigo un documento de la dirección de la CLA (llamado “proyecto de tesis”) que era un análisis del imperialismo yanqui. La discusión comenzó una vez que Trotsky hubo leído este documento que la CLA preparaba para la discusión nacional e internacional. Las tesis enmendadas aparecieron como suplemento de The Militant, setiembre de 1933, con el título Posición y perspectivas del imperialismo norteamericano.

[2] La Duma: parlamento ruso con poderes sumamente restringidos, creado bajo el zar Nicolás II en 1905.



Libro 3