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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

El desmentido de Stalin

El desmentido de Stalin

El desmentido de Stalin[1]

 

14 de enero de l933

 

 

 

 

No tengo en mi poder el ejemplar de Bolshevik donde Stalin refuta mi artículo Con ambas manos. Sin embargo, el comunicado semioficial publicado en Das Berliner Tageblatt [El Diario de Berlín] me basta para tener un panorama de esta refutación.

Stalin no reaccionó ante el libro de Campbell sino cuando la Oposición de Izquierda lo comentó. ¿Acaso le restó importancia al libro? Sin embargo, es cierto que le concedió a Campbell una entrevista que, según informa el norteamericano, duró hasta las primeras horas de la mañana y, según la refutación de Stalin, duró “tan sólo” dos horas. Dos horas bastan para confirmar la importancia de esta entrevista. Campbell recibió una copia dactilografiada de su entrevista: así lo confirma Stalin. Campbell no es un periodista sino un gran burgués rural. ¿Es posible que Stalin no se haya percatado de la aparición del libro? En absoluto. La oficina de prensa soviética probablemente después de la aparición del libro le había indicado los capítulos más importantes, sobre todo los que conciernen al propio Stalin. Sin embargo, Stalin calló. Sólo recientemente se decidió a hablar cuando apareció el comentario en Biulleten Opozitsi. Esto da una idea del valor de la negativa de Stalin.

En 1925, cuando el viraje hacia el kulak estaba en pleno curso, Stalin comenzó a preparar la desnacionalización de la tierra. Dispuso una conferencia para la prensa soviética. Ante la pregunta, formulada a su pedido: “¿No sería oportuno entregarle al campesino por un período de diez años la tierra que cultiva?”, Stalin respondió: “Sí, inclusive de cuarenta años”. El comisario del pueblo de agricultura de Georgia presentó, tras una reunión con Stalin en el Cáucaso, un proyecto de ley de desnacionalización de la agricultura. La Oposición de Izquierda libró una violenta campaña en contra del mismo. Como parte de la campaña sacó a luz la ya parcialmente olvidada entrevista sobre la suspensión de la nacionalización “por un período de cuarenta años”. Stalin consideró oportuno batirse en retirada. Declaró que el periodista “no lo había comprendido”. Lo que no pudo explicar, empero, fue por qué había permanecido tantos años en silencio respecto de la entrevista publicada.

En 1926 Stalin comenzó a preparar el ingreso de los sindicatos rusos a la Internacional de Amsterdam.[2] En la nueva edición de los registros de afiliación de los sindicatos se suprimió lisa y llanamente la sección dedicada a la afiliación a la Internacional Sindical Roja.[3] Al mismo tiempo, Kaganovich[4] pronunció un discurso en Jarkov de acuerdo con Stalin, a favor del ingreso a la Internacional Sindical de Amsterdam. Nuevamente la Oposición de Izquierda hizo oír su enérgica voz de protesta. Stalin retrocedió. Se dijo que el nuevo texto de los registros de afiliación se debía a un “malentendido”. Kaganovich declaró que el taquígrafo de Jarkov había confundido el significado de su discurso. Sin embargo, los miembros de la Oposición de Jarkov constataron que el propio Kaganovich había corregido concienzudamente el informe taquigráfico.

Allá por 1930 en conversación con Lominadze[5] y otros compinches, Stalin declaró: “La Comintern no representa nada, y sobrevive a duras penas, gracias a nuestro apoyo”. Pero cuando Lominadze, en lucha contra Stalin, le recordó esta frase, Stalin no tuvo problema en repudiar sus propias palabras.

Así que no es la primera vez que Stalin, atacado por la Oposición de Izquierda, recurre al ardid de negar sus afirmaciones. Se puede decir que este procedimiento es parte del arsenal de su política. Ante cada zigzag nuevo, Stalin actúa con cautela, hace experiencias piloto, frecuentemente obliga a otros a hacerlas, pero, mientras puede, mantiene abierta la posibilidad de retirarse. Repudiar sus propias palabras jamás le resultó un problema.

Además, la conversación con Emil Ludwig[6] - publicada por el propio Stalin - no difiere esencialmente de la conversación con Campbell, que tanto trata de negar. Y, más importante aun, la negativa no altera en un ápice la política hacia el Pacto Kellogg ni la táctica de Stalin-Litvinov en Ginebra. Eso es lo que importa.



[1] El desmentido de Stalin. The Militant, 11 de febrero de 1933. El artículo de Stalin titulado El Sr. Campbell distorsiona la verdad apareció en la revista quincenal moscovita Bolshevik y en el servicio de prensa stalinista Inprecor (Correspondencia de Prensa Internacional), 12 de enero de 1933; esta incluido también en el tomo 13 de la edición rusa de las Obras Completas de Stalin (1949) y en inglés en 1955. En la versión publicada en Inprecor el artículo de Stalin este fechado el 28 de diciembre de 1932; en la versión de Bolshevik, la fecha es 30 de diciembre (es decir, después de que Trotsky publicara el artículo Con ambas manos); en la versión publicada en el tomo 13 de las Obras, aparece con fecha 23 de noviembre de 1932; y la nota correspondiente menciona que fue publicado en Bolshevik del 30 de noviembre (es decir, anterior al artículo de Trotsky). Según un despacho de Associated Press, fechado en Moscú el 29 de diciembre de 1932 y reproducido por el diario New York Times en su edición del día siguiente bajo el título Stalin denuncia el libro de un norteamericano, el artículo de Stalin “aparecerá el 30 de diciembre”. En su artículo, Stalin caracteriza el informe que da Campbell de la entrevista de enero de 1929 de “notable”, porque “cada oración es un invento puro o un ardid sensacionalista destinado a publicitar el libro y su autor”. Stalin menciona concretamente cuatro hechos: 1) Campbell da rienda suelta a su imaginación al afirmar que su “conversación con Stalin, que comenzó a las 13 horas, ‘duró hasta bien entrada la noche, inclusive hasta la madrugada’. En realidad, la conversación no duró más de dos horas. El Sr. Campbell posee una imaginación verdaderamente norteamericana.” (Campbell dice en su libro que la conversación duró cuatro horas, “hasta bien entrada la noche”). 2 ) Campbell falta a la verdad al afirmar que Stalin tomó sus manos entre las suyas y dijo que podrían ser amigos. “En realidad, nada de eso ocurrió ni pudo haber ocurrido. El Sr. Campbell no puede desconocer que Stalin no necesita ‘amigos’ de esa clase.” 3) Todo ese asunto sobre la nota que agregó Stalin al registro de la conversación acerca de su posible valor histórico es un invento de Campbell: “En realidad, la transcripción de la conversación fue enviada al Señor Campbell: por el traductor Iarotski, sin ninguna clase de agregados”. 4) Y, desde luego, la versión de Campbell sobre lo que dijo Stalin de Trotsky también es ficticia: “Sólo los que han desertado al bando de los Kaustky y la Wels pueden creer semejante patraña, que tergiversa completamente los hechos. En realidad, la conversación no tuvo nada que ver con el problema de Trotsky y el nombre de Trotsky no apareció en ningún momento.” Luego se pregunta por qué Campbell no incluyó en su libro la transcripción de la conversación, e incluye esa transcripción como apéndice de su artículo por ser ésa “la mejor manera de descubrir las mentiras y mostrar cómo fueron los hechos”. Pero según B. Iarotski, ese texto no era completo ni literal. A juzgar por un despacho de Associated Press, fechado en Los Angeles el 30 de diciembre de 1932 y publicado en The New York Times del día siguiente, “Thomas D. Campbell, ingeniero agrónomo, sonrió al leer una declaración de José V. Stalin, jefe del Partido Comunista, donde dice que el libro del Señor Campbell sobre Rusia contiene mentiras. ‘Debe haber algún malentendido, alguna mala interpretación –dijo-. Siento una gran estima por el Señor Stalin. Lo considero un auténtico dirigente, tal vez el único hombre en Rusia capaz de sacar a ese país de sus problemas y su caos. En todas mis relaciones con el gobierno soviético, demostró ecuanimidad y seriedad comercial. Mis relaciones con los funcionarios soviéticos han sido siempre amistosas en grado sumo’.”

[2] La Federación Sindical Internacional (llamada a veces Internacional de Amsterdam, o “amarilla”), controlada por los reformistas, fue la gran organización sindical mundial hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

[3] La Internacional Sindical Roja (Profintern): rival de la anterior, controlada por los stalinistas. Ambas se unificaron en 1945 bajo el nombre de Federación Sindical Mundial, pero volvieron a separarse al comienzo de la guerra fría y los reformistas crearon en 1949 la Confederación Internacional de Sindicatos Libres.

[4] Lazar Kaganovich (n.1893): cómplice de Stalin, stalinista fiel en todos los puestos estatales y de partido que ocupó. Jruschov lo expulsó de todos los cargos acusándolo de elemento “antipartido” en la década del 50.

[5] V.V. Lominadze: stalinista leal en la década del 20, fue uno de los instigadores de la malhadada Insurrección da Cantón. En diciembre de 1930 fue expulsado del Comité Central por criticar a Stalin. Se suicidó en 1934.

[6] Emil Ludwig (1881-1948): escritor alemán, autor de novelas y biografías, entrevistó a Stalin el 13 de diciembre de 1931; el texto aparece en el tomo 13 de las Obras de Stalin, edición rusa, con el titulo de Conversación con el escritor alemán Emil Ludwig. Cuando Trotsky afirma que las entrevistas con Campbell y Ludwig son esencialmente iguales, se refiere indudablemente a que ambas demuestran una actitud conciliadora hacia el capitalismo estadounidense. Ludwig, que posteriormente escribió una biografía de Stalin, entrevistó a Trotsky (Living Age, 15 de febrero de 1930). En 1932 Trotsky escribió una crítica del método de Ludwig, publicada en Leon Trotsky on the Suppressed testament of Lenin (New York, Merit Publishers, 1969).



Libro 3