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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Mi conspiración

Mi conspiración

Mi conspiración[1]

 

 

19 de julio de 1938

 

 

 

Durante los ocho meses de mi permanencia en este hospitalario país he sido acusado de varias conspiraciones terribles.

Hace pocos meses, el señor Toledano declaró en varios mitines que yo estaba preparando una huelga general contra el gobierno del general Cárdenas. ¡Ni más ni menos! El líder del Partido Comunista (creo que se nombre es Laborde) declaró en un mitin público de masas en presencia del presidente de la república, que yo participaba en una conspiración fascista con los generales Cedillo y... Villareal. En la mañana cada uno de los acusadores hizo a un lado su acusación como si fuese colilla de cigarrillo, se olvidó de ella, y pasó a nuevas invenciones.

En la actualidad, mi viaje de vacaciones a Patzcuaro, Jiquilpan, Guadalajara y Morelia está a la orden del día. Ahora ya no me acusan de preparar una huelga general y un levantamiento fascista, sino de un viaje alrededor de México, parando en los hoteles, reuniéndome y conversando con ciudadanos mexicanos. Sí, realmente he cometido todos estos crímenes. Y debo agregar que los he cometido con gran placer.

Por parte de diferentes sectores de la población -obreros, maestros, soldados, artistas, autoridades gubernamentales y municipales- no encontré sino la consideración y hospitalidad que en general distinguen brillantemente a los mejicanos. En Patzcuaro, algunos maestros que por su propia iniciativa nos visitaron a Diego Rivera y a mí, conversaron conmigo respecto a la situación en la URSS y particularmente acerca de la educación pública. Les planteé los mismos puntos de vista que he expresado muchas veces en mis libros y artículos. Con el objeto de asegurar una completa claridad en la exposición, les di un documento escrito. Ninguno de estos maestros, hasta donde yo sé, se consideraba o se llamaba a sí mismo "trotskista".

En Jiquilpan, Guadalajara y Morelia, lamento decirlo, no tuve tales reuniones porque en cada uno de estos lugares sólo me detuve pocas horas.

En Guadalajara, el campo de operaciones de mi "conspiración" eran el palacio de gobierno, la universidad y el orfanato, donde examiné los frescos de Orozco. Varias personas se me acercaron pidiéndome autógrafos o simplemente para estrechar mi mano. A algunos de ellos les pregunté bromeando, como lo hice a los maestros en Patzcuaro: "¿No les da miedo acercarse a un contrarrevolucionario y fascista?" Casi invariablemente recibí la respuesta, "ni una sola persona sensible cree eso". Sobra decir que esta respuesta me proporcionó gran satisfacción moral.

Respecto a la conspiración con el doctor Atl,[2] sólo puedo decir que oí su nombre por primera vez a los "desenmascaradores". Nunca vi al doctor Atl y no tengo el honor de conocerlo.

No dudo de que estas palabras, que contienen en sí mismas la refutación a una falsa denuncia, también serán interpretadas por mis detractores como una "interferencia en la vida interna de México". Pero este truco no engañará a nadie. Yo me comprometí con el gobierno de este país, es decir, con el gobierno del general Cárdenas y no con el gobierno de Lombardo Toledano. Nadie me ha informado que la tarea de mantener mi comportamiento bajo observación le ha sido encargada al señor Toledano. Nunca me comprometí a callar ante las calumnias y los calumniadores. Tanto en mi casa como en mis viajes, me reservo el derecho a respirar el aire mejicano, a conocer ciudadanos de este país, a conversar con ellos, a visitar monumentos de arte; y en los casos en que lo considere necesario, a denunciar abiertamente y por su nombre a aquellos "demócratas", "socialistas" y "revolucionarios" que vergonzosamente se han asignado la tarea de entregarme a las manos de la GPU por medio de mentiras y calumnias.



[1] Mi conspiración. Socialist Appeal, 30 de julio de 1938

[2] Doctor Atl: seudónimo de Gerardo Murillo, pintor y maestro de Diego Rivera. Antiguo revolucionario, a finales de los años 30 se volvió simpatizante del fascismo.



Libro 5