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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

El buró de Londres ayuda a los fraudes de Stalin negándose a integrar la comisión investigadora

El buró de Londres ayuda a los fraudes de Stalin negándose a integrar la comisión investigadora

El buró de Londres ayuda a los fraudes de Stalin negándose a integrar la comisión investigadora[1]

 

 

5 de setiembre de 1937

 

 

 

El “Buró de Londres de partidos socialistas revolu­cionarios” fue invitado, junto con la Segunda Interna­cional y la Tercera, a participar en la Comisión Investi­gadora Internacional de los procesos de Moscú. El 21 de mayo, Fenner Brockway, vocero del Buró de Lon­dres, rechazó la invitación. El párrafo que nos interesa dice lo siguiente:

“El Buró Internacional no puede suscribir a la Comisión Investigadora Norteamericana, ni tener representación en la misma, porque considera que se ha cometido un error catastrófico al iniciar la investi­gación un comité que se autotitula ’Comité de Defensa de León Trotsky’.”

Diríase que si bien para el Buró de Londres es de vital interés que la investigación culmine con éxito, se niega a ayudarla debido únicamente a que la misma fue iniciada por el Comité de “Defensa”. Sin embargo el señor Brockway se niega a decir quién debía iniciar la investigación. ¿Iejov, nuevo jefe de la GPU? ¿Dimitrov secretario de la Comintern? ¿El abogado Pritt? ¿El secretario del Buró de Londres Fenner Brockway? ¿Acaso el arzobispo de Canterbury?

Se diría que el más “imparcial” de los candidatos arriba mencionados es el propio Brockway. Pero su carta de febrero pasado al socialista norteamericano Devere Allen demuestra que Brockway no sólo se negó a iniciar la investigación, sino que hizo todo lo posible por impedir que otros tomaran la iniciativa. Por otra parte, sus argumentos no responden a los intereses de la imparcialidad, sino a los de la burocracia soviética.

He aquí lo que Brockway le escribió a Allen: la investigación “... sólo servirá para suscitar prejuicios en Rusia y en los círculos comunistas”. ¿No es asom­broso? En esta carta, no destinada a la difusión pública, Brockway comete el desatino de aparecer como miem­bro del “Comité de Defensa” de... Stalin, Dimitrov, Vishinsid, lagoda. En su momento lo mencioné en la prensa. Brockway no respondió. Pasaron varios meses. En su carta del 28 de mayo, Brockway se pronunció nuevamente contra la investigación, empleando una nueva serie de argumentos. Pero, en esencia, sigue siendo miembro del “Comité” clandestino “de Defen­sa” de los falsificadores contra sus víctimas.

Las suspicacias que Brockway, en nombre del Buró de Londres, trata de sembrar contra la investigación, carecen de todo fundamento jurídico o moral. El Comi­té Norteamericano se limitó a tomar la iniciativa. Y. además, esa iniciativa consistió esencialmente en garantizar, en colaboración con otras organizaciones, una investigación objetiva y seria por intermedio de una Comisión Internacional especial, que sería absoluta­mente independiente de sus iniciadores.

El comité norteamericano no es de composición homogénea. Algunos de sus miembros comprendieron desde el comienzo que las acusaciones de Moscú son una mezcla de disparates y vileza. Otros no tenían opi­nión definitiva al respecto, pero los alarmaba o indig­naba el carácter “totalitario” de la justicia de Moscú y el hecho de que los lacayos “socialistas” noruegos de la GPU me hubieran encerrado bajo llave en momentos en que me era indispensable estar en libertad para defenderme a mí mismo y a centenares de personas. De más esta decir que si los integrantes del comité norteamericano fueran todos hipócritas, podrían haber tomado el nombre de “Comité para la Defensa de los Preceptos Eternos de la Moral”. Pero el comité resol­vió actuar de manera franca. El comité no asumió el nombre de “Defensa de Trotsky” con el fin de encu­brir la alianza de Trotsky y Hitler, sino para que Trots­ky tuviera la oportunidad de refutar públicamente las acusaciones en su contra. ¡Nada más! Ni nada menos.

Los miembros del comité comprendieron tan bien como Brockway que el veredicto de la Comisión Inter­nacional sólo tendría peso si la investigación se reali­zaba con todas las garantías de seriedad y objetividad necesarias, en particular, con la participación de repre­sentantes de las distintas corrientes del pensamiento político. Para empezar su labor, el comité invitó públi­camente al gobierno de Moscú, a la Comintern, a los “Amigos de la Unión Soviética”, a la Segunda Interna­cional, al Buró de Londres, etcétera, a enviar repre­sentantes. Naturalmente, no se trataba de la evaluación política o moral del stalinismo, del trotskismo, del marxismo, o del bolchevismo. Ninguna tendencia polí­tica aceptaría la evaluación de una comisión interpar­tidista; ninguna comisión racional asumiría esa tarea imposible. La evaluación de las tendencias políticas es tarea de las masas en el curso de la lucha política. El veredicto pertenece a la historia.

La tarea de la Comisión Internacional en su investi­gación consistía y consiste en verificar ciertas acusa­ciones específicas lanzadas contra ciertos individuos. Cada tendencia sacará sus propias conclusiones polí­ticas del veredicto de la comisión. Por eso era tanto más esencial que toda la organización interesada en conocer la verdad participara en la investigación. Pero los agentes y “amigos” directos e indirectos de la GPU, y los amigos de los amigos, se negaron lisa y llana-mente a participar. Algunos se pronunciaron en el espíritu de la primera carta de Fenner Brockway, aduciendo que era ilícito suscitar prejuicios contra Stalin y su Comintern; otros, en el espíritu de la segun­da carta de Fenner Brockway, prejuzgaron la falta de “imparcialidad” de la comisión. Tanto éstos como aquéllos tenían sobrada razón para temer una inves­tigación. El Buró de Londres protegía su retaguardia.

Para exponer más claramente el papel indigno de este Buró, veamos un ejemplo más reciente. Los criminales de la GPU española asesinaron a Andrés Nin, dirigente del POUM. Nin era mi adversario político. Fenner Brockway consideraba a Nin su correligionano. Si el Buró de Londres y otros poncios pilatos “imparcia­les” hubieran participado en una investigación de los fraudes inmediatamente después del proceso de Zino­viev y Kamenev, quizás la GPU no hubiera osado difun­dir la acusación patentemente falsa de que los diri­gentes del POUM colaboran con el general Franco. No lo hicieron. Los “imparciales” protegieron a la GPU. Resultado de ello fue el asesinato de Nin y de decenas y centenares de otros militantes. El POUM ha sido aplastado. Lo perdido no puede recuperarse. ¿No creen los brockways que ha llegado la hora de efectuar una investigación internacional de los crímenes de la GPU en España: de los fraudes. saqueos y asesinatos? ¿O acaso esperan que la investigación sea iniciada por los sacerdotes esterilizados de la impar­cialidad? Que Brockway me envíe sus direcciones y teléfonos. Me pondré en contacto con ellos inmediata­mente. Pero si, tal como sospecho, semejantes indi­viduos no existen en la naturaleza, que el Buró de Lon­dres asuma la iniciativa de llamar a la realización de una investigación. Que el Buró imite el ejemplo del comité norteamericano: que apele a las internacionales obreras existentes y a los representantes más desta­cados de la ciencia, la literatura y el arte, célebres por su honestidad e integridad. Y si alguien acusara a Brockway de cometer un “error catastrófico” por iniciar una investigación en lugar de dejar el asunto en manos de Negrin y Stalin, cualquier persona racional y honesta calificaría al tal “acusador” de hipócrita des­carado.

Para terminar, debo recordar aquí otro hecho que no carece de importancia. En la misma carta de febre­ro en la que expresa su conmovedora preocupación por los intereses de Stalin, lagoda y Dimítrov, Fenner Brockway propuso crear una comisión internacional con el fin de investigar... mi actividad política. Con una “premura” que no deja de suscitar asombro, propuso que la misma fuera integrada por Norman Thomas, Otto Bauer, Branting y otros enconados adversarios políticos míos. La mera idea de realizar una evalua­ción “oficial” de la actividad política de un individuo o partido mediante una comisión investigadora, es un disparate tan grande que no tiene cabida fuera de las páginas de una revista provinciana de humor. Eviden­temente, esto debía resultar claro para el mismísimo Brockway. Pero trató de utilizar las sangrientas amal­gamas de Moscú para asestarle un golpe a ese bolche­vismo (“trotskismo”) que tanto odia; y trató de enmas­carar su lucha fraccional bajo el disfraz de una “inves­tigación imparcial. Es conocida la afición de los espe­cialistas en asuntos de moral por la pesca en aguas tur­bias.

Nosotros, bolcheviques “amorales”, actuamos de otra manera. En vida de Nin, criticamos abiertamente su política. Su muerte no nos hizo alterar nuestra eva­luación. Pero en la medida en que jamás cuestionamos la integridad de este combatiente proletario, estamos dispuestos a hacer todo cuanto está en nuestro poder para rehabilitar su nombre y repudiar implacablemente a sus verdugos. Sepan Fenner Brockway y demás espe­cialistas en cuestiones morales que ninguno de nuestros amigos y partidarios tratará de utilizar la investigación del asesinato de Nin como pretexto para ajustar cuentas con la política de Nin. Nuestra lucha contra el oportunismo y el centrismo no necesita ocul­tarse tras una “comisión” creada para fines entera­mente diferentes. Dejamos esos métodos a los Tartufos de la moral idealista. Nosotros, materialistas groseros, preferimos llamar “a la ortiga una mera ortiga y a las faltas de los necios, necedades”. Cuando golpeamos a nuestros adversarios lo hacemos abiertamente y lo firmamos con nuestros verdaderos nombres.



[1] El buró de Londres ayuda a los fraudes de Stalin negándose a integrar la comisión investigadora. Socialist Appeal, 18 de setiembre de 1937.



Libro 5