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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

El caso Diego Rivera (I)

El caso Diego Rivera (I)

El caso Diego Rivera (I)[1]

Carta a James P. Cannon

 

 

30 de octubre de 1938 a abril de 1939

 

 

 

Querido amigo:

 

Debo molestarlo con la cuestión de Diego Rivera, quien está totalmente en desacuerdo con la resolu­ción del congreso.[2]

1) Diego Rivera protestó enérgicamente contra el último párrafo de la resolución, que recomienda que no forme parte de la sección mexicana y que tra­baje directamente bajo la supervisión del Subcomité Latinoamericano.

¿Cómo surgió esta decisión? He observado el tra­bajo de Diego Rivera en la Liga durante un año; repre­sentó para él una serie de inútiles sacrificios y ofensas personales. En repetidas ocasiones expresé mi opi­nión de que Diego Rivera no debía ocupar ningún cargo administrativo en la Liga. Pero como miembro de la Liga lo nombraban continuamente para distintos puestos y no encontraba la manera de negarse. Y entonces se producían los conflictos. De esta forma sur­gió la idea de que Diego no debía ser considerado miembro de la Liga Mexicana sino miembro de nuestro equipo panamericano. Esta era mi opinión personal. La discutí con el propio Rivera, que no se opuso. En ese momento él mismo se daba cuenta que lo mejor para él como pintor y revolucionario era no estar mezclado en el trabajo de rutina de la Liga Mexicana. En este sentido discutí la cuestión con usted. Mi planteo era, como seguramente recordará: “Diego es una adquisición de la Cuarta Internacional demasia­do preciosa para nosotros como para permitir que su suerte política dependa de la actitud de Galicia y com­pañía”. Usted, Shachtman y Dunne tenían exactamente la misma opinión.[3]

Estoy absolutamente seguro de que éste es el ori­gen del último párrafo de la resolución. Pero debo reconocer que la formulación no es feliz y puede dar motivo a malas interpretaciones e insinuaciones. Personalmente no creo que haya sido necesario pu­blicar esta parte de la resolución[4] Pero ya está hecho y ahora es necesario explicar el significado real de esta decisión, a saber: (a) Por supuesto, la conferen­cia no le prohibía a Diego pertenecer a la Liga Mexi­cana. Una decisión así sería realmente incompatible con su dignidad revolucionaria. A la sazón, todo miembro de la Cuarta Internacional está obligado a pertenecer a la sección nacional. La conferencia hizo una excepción con Diego, dándole el derecho y el consejo de que no pertenezca a la sección mexicana sino que desarrolle su actividad en un ámbito mayor: el panamericano y el internacional. La razón de esa decisión fue que algunos dirigentes mexicanos no comprendieron suficientemente la importancia que reviste para la Cuarta Internacional en su conjunto contar en sus filas con una figura del prestigio mun­dial de Diego Rivera. Creo que de una manera u otra, esta idea, que interpreta el sentido genuino de la decisión de la conferencia, debería expresarse a través de nuestra prensa internacional. Podría hacerse, por ejemplo, como una declaración del Comité Panamericano respondiendo a preguntas sobre el signifi­cado real de la decisión con respecto a Diego Rivera. En mi opinión, se lo debería hacer cuanto antes y lo más categóricamente posible.[5]

2) Las otras objeciones que me hizo Diego Rivera en discusiones personales antes de la publicación de la resolución, parecen disiparse en su texto: a) la Liga de Galicia no es reconocida como nuestra sec­ción; b) la nueva sección debería reconstruirse sobre la base de la tarea común, de acuerdo a las decisiones de la conferencia, especialmente en lo que hace al trabajo sindical. A Galicia y Fernández se los privó del derecho a ocupar un puesto responsable en la sección mexicana durante un año;[6] c) se nombra a C representante del Buró Internacional en México.[7]

Todas estas decisiones corresponden, en mi opi­nión, a las propuestas elaboradas aquí de común acuerdo con el propio Diego. (Yo, por mi parte, estaría en contra de poner a Fernández al mismo nivel que Galicia: preferiría, por ejemplo, que sólo se lo bajara de la dirección durante seis meses. Pero esto no tiene importancia.)

El camarada C dice que todos los ex miembros de la Liga están tratando de restablecer su reputación. No deberíamos confiarnos. La experiencia del pasado es aquí muy mala. Por mi parte, estoy casi convencido de que Galicia volverá a comenzar con sus manio­bras. La resolución de la conferencia nos arma como para impedir tales maniobras y para no permitirle ganar nuevamente el apoyo de la abrumadora mayo­ría de la organización. El futuro dirá cómo sigue la selección. Ahora se impone ser cuidadosos. Pero está claro que toda la experiencia mexicana comienza ahora en un nivel nuevo, más elevado y bajo la supervisión de nuestra organización internacional. Esta nueva experiencia tendrá un gran valor educativo para los miembros de la futura sección mexicana.

En lo que respecta a la revista teórica, en mi opi­nión debería seguir absolutamente independiente de la futura sección mexicana. Clave está dirigida a todos los militantes y simpatizantes de habla espa­ñola de la Cuarta Internacional. El Consejo de Redac­ción está compuesto de tres miembros de la Cuarta Internacional (Diego Rivera, C, y yo mismo) y tres simpatizantes (los hermanos Zamora y Ferrel). Para el próximo período creo que la revista deberla continuar como está. Esa es también la opinión de Diego y de C. Sería bueno que el Comité Panamericano nos confirme en el Consejo de Redacción y que se man­tenga nuestra dependencia directa del Comité Pa­namericano.

Fraternalmente,

 

L.Trotsky.



[1] El caso Diego Rivera. Las trece cartas y declaraciones que siguen fueron escritas entre octubre de 1938 y abril de 1939. Las presentamos jun­tas para dar un panorama claro de la evolución del famoso artista que se apartó del marxismo revolucionario y de la Cuarta Internacional, evolución similar a la de muchos intelectuales en el período inmediatamente anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Los editores [norteamericanos] desean expresar su gratitud a Charles Curtiss, que en este período repre­sentó al Comité Panamericano y al Secretariado Internacional en México, por facilitarnos este material de sus archivos personales.

[2] La resolución sobre el problema de México apoyaba las recomendaciones del Comité Panamericano sobre la reorganización de la sección mexicana. El párrafo final, dedicado a Rivera, dice: “en vista de las dificultades que se presentaron en el pasado con este camarada en sus relaciones internas con la sección mexicana, no formará parte de la organización reconstituida; su trabajo y actividad para la Cuarta Internacional quedarán bajo el control directo del Secretariado Internacional”. El texto completo se encuentra en Documents of the Fourth International.

[3] Referencia a la comisión que se nombró en Estados Unidos para inves­tigar los hechos. V.R. Dunne (1890-1970): uno de los dieciocho prisione­ros en el juicio laboral de Minneapolis. Miembro fundador del movimien­to trotskista en Estados Unidos, fue dirigente de la huelga de camioneros de Minneapolis. Activó en el SWP hasta su muerte.

[4] Esta resolución y varios otros documentos de la conferencia se publicaron en inglés en Socialist Appeal del 22 de octubre de 1938. Ver texto com­pleto en Documents of the Fourth lnternational.

[5] El Comité Panamericano se constituyó para ayudar a la preparación de la Conferencia de Fundación de la Cuarta Internacional, y después de la conferencia se le asignó la tarea de coordinar el trabajo de la Internacional en Latinoamérica y el Lejano Oriente. Su declaración del 8 de noviembre de 1938 explicando el sentido de su resolución respecto a Diego Rivera se publi­có en Socialist Appeal del 12 de noviembre de ese mismo año.

[6] Octavio Fernández. Administrador de Clave y dirigente de la sección mexicana antes de la reorganización.

[7] C es Charles Curtiss (n. 1908), miembro del Comité Nacional del SWP y representante del Secretariado Internacional en México. En 1951 abandonó el SWP y entró al Partido socialista. El Buró es el Comité Panamericano, también llamado Buró Panamericano y del Pacífico.



Libro 6