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Boletín Anual (2008)

La Nueva Política Económica, la revolución alemana y los debates en el partido bolchevique - parte 2

La Nueva Política Económica, la revolución alemana y los debates en el partido bolchevique - parte 2

 

Andrea Robles

 

El 7 de marzo de 1923, Lenin fue víctima de un nuevo ataque del cual no se recuperará jamás y que lo excluiría definitivamente de la vida política. Es sabido, por medio de unas de sus secretarias, que Lenin preparaba “una bomba contra Stalin” para el XII Congreso del partido. Su testamento, donde recomienda remover a Stalin del cargo de Secretario General es una prueba innegable de la batalla que Lenin había lanzado contra Stalin y contra la burocratización del aparato del partido. Aún cuando Trotsky se unió al partido bolchevique en mayo 1917, para Lenin, desde ese momento no había habido mejor bolchevique que él y, en el último tiempo, era claro que lo veía como el único capaz de encabezar la lucha contra Stalin. Los nombres de Lenin y Trotsky, los grandes líderes de la revolución, eran aclamados en cada una de las asambleas partidarias. En esta situación, Stalin, conciente del prestigio de Trotsky, junto a otros dos integrantes del Politburó, Zinoviev y Kamenev, se asegurará la mayoría en éste, el máximo órgano del partido y comenzará la campaña “antitrotskista”. Por su parte, Trotsky e importantes dirigentes del partido enfrentarán a la fracción de Stalin conformando la Oposición de Izquierda.

 

 

Un año después de aplicar la Nueva Política Económica (NEP), votada en 1921[1] ya hubo importantes progresos económicos que permitieron recobrar el desarrollo del campo y la vida en las ciudades[2]. El avance de la producción agrícola fue notorio[3] y aunque hubo una recuperación en la industria, ésta se dio de manera más lenta, y sobre todo en la ligera respecto a la industria pesada y en la privada en comparación con la estatal. Estas diferencias entre el campo y la ciudad, trajeron como resultado que, mientras los precios agrícolas disminuían, los de los productos industriales aumentaban y consecuentemente, privaban al consumidor campesino de una porción de sus beneficios al mismo tiempo que se producía una caída relativa del poder adquisitivo del proletariado industrial[4]. A partir de fines de 1922, el aumento de los precios industriales suscitó la extensión de la desocupación al igual que la diferenciación salarial, más elevados en la industria de bienes de consumo que en el sector estatal. A esto había que sumar el aumento de la diferenciación social que las directrices de la NEP ocasionaba siendo los más beneficiados el kulak (campesino rico), y los nepman, grupo compuesto por los intermediarios, comerciantes privados y "los cuadros técnicos de la pujante industria, administradores e ingenieros, reclutados entre los especialistas de extracción burguesa y preocupados tan sólo por el rendimiento y la productividad, [que] cobran una importancia que inquieta a los sindicatos"[5].

El XII Congreso y la “crisis de las tijeras”

Para el XII Congreso (abril de 1923), la crisis económica se había agravado y Trotsky, en su Tesis sobre la Industria la denominará la “crisis de las tijeras” [6], por la brecha que se abría entre los precios industriales y los bajos precios agrícolas: los campesinos no podían comprar los productos industriales y no tenían estímulos reales para vender sus propios productos conllevando el peligro que las “tijeras” corten nuevamente el nexo económico entre la ciudad y el campo y por ende la alianza política entre los obreros y campesinos, cimiento de la dictadura del proletariado. En opinión de Trotsky, las “tijeras” debían cerrarse mediante la reducción de los precios industriales. Para ello, era necesario un plan general tendiente a racionalizar los recursos existentes y a aumentar las inversiones en la industria pesada, a partir de fondos recabados mediante el cobro de impuestos a los sectores más enriquecidos, los kulaks y los nepman. Trotsky, planteó en primer lugar el rol general que debía tener la industria en la economía soviética: "Las relaciones mutuas que existen en nuestro país entre la clase obrera y el campesinado se basan en último análisis sobre las relaciones mutuas entre la industria y la agricultura. En última instancia, la clase obrera puede mantener y fortalecer su rol dirigente, no mediante el aparato del Estado o el ejército, sino por medio de la industria que da origen al proletariado (...) Sólo en la medida en que la industria haga progresos reales y que la industria pesada -que constituye la única base firme para la dictadura proletaria- se recupere, y en la medida en que el trabajo de electrificación sea completado, será posible, y en verdad inevitable, alterar la importancia relativa en nuestra vida económica de la agricultura y la industria y desplazar el centro de gravedad desde la primera a la segunda (...) Cuánto tiempo durará el período de la importancia predominante de la economía campesina en el sistema económico de nuestra federación dependerá no sólo de nuestro progreso económico interno (...) sino también del proceso de desarrollo que tiene lugar más allá de las fronteras de Rusia, esto es, sobre todo de los caminos que tome la revolución en Occidente y Oriente. El derrocamiento de la burguesía en cualquiera de los países capitalistas más avanzados rápidamente imprimiría su marca al ritmo del conjunto de nuestro desarrollo económico, ya que multiplicaría de inmediato los recursos técnicos y materiales para la construcción socialista"[7]. Trotsky planteó también la perspectiva de superar gradualmente la NEP, fortaleciendo al sector de la economía nacionalizada, expresión del poder del proletariado en la economía, respecto de los sectores de la economía librados al dominio del mercado, a su vez apoyados en el capitalismo mundial, mediante el control de estos sectores y la transferencia de recursos de la agricultura a la industria.

Frente a la nueva crisis económica, la posición mayoritaria en el Politburó, en cambio, restó importancia al problema y puso el centro en seguir otorgando créditos a los campesinos, mientras que condenaba toda postura a favor de una mayor planificación como "una vuelta a los tiempos del comunismo de guerra". En el XII Congreso, que se realizó con Lenin ya enfermo y sin poder intervenir, la “troika”, como se llamaba al bloque de Stalin, Zinoviev y Kamenev, sin confrontar abiertamente con las posturas de Trotsky, sembrará confusión, distorsionando sus ideas y propagando entre los delegados la idea de que Trotsky estaba en contra del campesinado, de la NEP o de los obreros, según fuera el destinatario del embuste.

En torno al burocratismo en el partido, el XII Congreso hará gala de numerosas denuncias por la falta de democracia, la suplantación a todos los niveles del sistema de elección por el de recomendación, la cuestión nacional expresada brutalmente por Stalin contra los mismos comunistas georgianos[8], etc. Sin embargo, Stalin, que mediante componendas ya se había “preparado” para el Congreso, logrará ser reelegido Secretario General consiguiendo que la mayoría del Comité Central apoye a la “troika” y logrando el acuerdo del Politburó y el mismo Congreso para que no se haga público el texto conocido como el “Testamento” de Lenin, donde su figura era fuertemente cuestionada y se recomendaba sacarlo de ese puesto central.

La revolución alemana de 1923 y el surgimiento de la Oposición de Izquierda

Sin embargo, el triunfo conseguido por Stalin no será la última palabra en torno a las cuestiones que se plantearon en el XII Congreso del partido. En cierta manera, los problemas rusos se pospusieron debido al inicio, en ese mismo momento, de una situación revolucionaria en Alemania y cuyo desenlace, de triunfar, tendría enormes implicancias para la misma Rusia. A mitad de año, el partido bolchevique vibraba de entusiasmo y sus militantes festejaban de antemano el triunfo de la revolución por múltiples carteles, pancartas y artículos. La dirección de la Internacional, la Comintern, los dirigentes bolcheviques y la dirección del partido alemán comenzaron los preparativos para la toma del poder. Estos últimos terminaron aceptando esa posibilidad como real pero, abrigando dudas sobre su capacidad para llevar a cabo la insurrección, solicitaron a Trotsky y a Zinoviev, la presencia del primero para dirigirla. El mismo Trotsky pidió que se le enviara al extranjero, pero Zinoviev, como presidente de la Internacional, se negó y Stalin esgrimió el pretexto de la imposibilidad de prescindir de sus servicios en Rusia. La derrota sin lucha de los comunistas alemanes (ver al final "La situación en Alemania y el factor tiempo en política"), sumado a la de Bulgaria[9], provocará una profunda desmoralización en los militantes rusos, que sin lugar a dudas, junto al reflujo de la lucha de clases internacional, va a contribuir al fortalecimiento del ala burocrática del partido.

Entre julio y agosto, la situación económica empeoró. Los obreros consideraban que se les estaba obligando a soportar una parte excesiva del peso de la recuperación industrial y debido a que los sindicatos se negaban a presentar demandas para no afectar la recomposición industrial, una serie de huelgas salvajes sacudieron Petrogrado y Moscú, sin que la dirección del partido recibiera la más mínima señal previa de las dificultades que se aproximaban. La única medida que tomó el politburó dirigido por la troika fue detener a aquellos integrantes del partido que, de una manera u otra, habían alentado estas manifestaciones además de pretender ordenar a los miembros del partido que delataran a quienes se oponían a los dirigentes oficiales. Rechazando esta última moción, presentada por el jefe de la GPU, Dzerzhinsky, Trotsky dirigirá una carta al CC el 8 de Octubre, que lo constituirá de ahí en más, en jefe de la naciente Oposición de Izquierda. En dicha carta, Trotsky cuestionó la falta de medidas en relación a la crisis económica, es decir, a las causas de las manifestaciones obreras, y el aumento del dominio del poder del aparato a partir del XII Congreso siendo que “La burocratización del aparato partidario ha alcanzado proporciones inauditas a través de la aplicación de los métodos de selección secretarial”[10].

Pocos días después, 46 destacados dirigentes del partido, entre los que se encontraban algunos de sus miembros más eminentes y héroes de la guerra civil (Ver al final "Breves Biografías de algunos de los firmantes de la Plataforma de los 46") dirigieron una declaración en los mismos términos que los planteados por Trotsky (ver al final "Fragmento de la Plataforma…"). La troika conciente de la profundidad de la crisis interna se vio obligada a tomar medidas para canalizar el descontento y prometiendo restaurar la democracia en el partido, abrió el periódico, Pravda, a la discusión para que los militantes escribieran sus quejas. La medida se vio ampliamente sobrepasada[11]. La troika por un lado condenó, a través del CC, de “ataque fraccionalista” las cartas de Trotsky y la de los 46 para evitar publicarlas al partido y desató una campaña de calumnias en las células del partido para desacreditar sus ideas. Por el otro, formularon una resolución especial que condenaba enérgicamente “el régimen burocrático dentro del partido” en términos que parecía plagiados de Trotsky y los 46, y proclamaron el “Nuevo Curso” que habría de garantizar plena libertad de expresión y critica de los miembros del partido, para confundir a la oposición arrebatándoles su propia bandera.

Para impedir la maniobra, Trotsky publicó en Pravda unos cuantos artículos breves, artículos que aparecieron luego como folleto bajo el nombre de “El nuevo curso”. Esta última publicación, cuyas ideas son un arma poderosa contra el burocratismo del partido, marcará el punto álgido de la controversia. La troika a partir de ese momento va a cerrar el debate e iniciará una campaña de persecución y ataques contra los oposicionistas que representan en ese momento una importante minoría en el partido, provocándoles una primera derrota. Estos temas serán abordados en la próxima entrega.

 


[1] Ver Nota anterior.

[2] Petrogrado, cuya población había disminuido hasta alcanzar 740.000 en 1920, llegó a los 860.000 en 1923 y muy pronto al millón de habitantes. Ver Pierre Broue, el Partido Bolchevique, cap. VIII.

[3] La cosecha de trigo alcanzó las ¾ partes de la obtenida antes de la guerra.

[4] La presión del partido sobre la industria, en cuyo poder tiene las principales ramas, operaba en función de disminuir los gastos generales y aumentar la productividad, cuyos efectos son precisamente el aumento de la desocupación y el estancamiento de los salarios.

[5] Pierre Broue, op.cit.

[6] Este término que Trotsky acuñó vino a formar parte en poco tiempo del lenguaje de los economistas de todo el mundo.

[7] Trotsky, Naturaleza y Dinámica del capitalismo y la economía de Transición, Tesis sobre la Industria, CEIP, 1999, pág. 266. Ver también en este libro “Producción y Revolución”.

[8] Ver nota anterior.

[9] En junio de 1923, el gobierno búlgaro del jefe campesino Stambulisky, fue derrocado militarmente por fuerzas reaccionarias, encabezadas por Zankov, posteriormente jefe del fascismo búlgaro. Caracterizando la situación como una lucha entre camarillas burguesas y olvidando tanto el problema campesino como el nacional (los macedonios), el Partido Comunista se declaró neutral. Una vez triunfante, el régimen de Zankov sometió a los comunistas a una feroz persecución, declarándolo ilegal. Kolarov, representante oficial de los comunistas búlgaros en Moscú, negó, sin embargo, que el partido hubiese sufrido una derrota. En septiembre del mismo año, desatendiendo el cambio producido en la situación como resultado de su pasividad en junio, los comunistas trataron de reivindicarse con un “putch” aventurero, que naturalmente, fracasó por completo.

[10] El 24 del mismo mes, enviará una segunda carta para responder y clarificar, no las difamaciones que ya anticipaban el objetivo de enfrentarlo con Lenin, sino ciertas posiciones de éste que había expresado en el último tiempo.

[11] Las células de Moscú estaban en actitud de rebelión y aclamaban a la oposición, en algunas asambleas en las grandes fábricas, la troika perdió votaciones por amplio margen, un tercio de las guarniciones habían tomado partido por la oposición al igual que el CC de la Juventud Comunista (KOMSOMOL) y la mayoría de sus células en Moscú. Las universidades y una amplia mayoría de células estudiantiles declararon su apoyo entusiasta a los 46.


La situación revolucionaria en Alemania y el factor tiempo en política

La ocupación francesa del Ruhr en enero de 1923 y una inflación sideral, puso a la orden del día la revolución proletaria[1]. Los obreros desertaron en masa de los sindicatos y la Socialdemocracia que dirigía al proletariado a través de ellos, perdió el control. Pero la dirección del Partido Comunista alemán también fracasó en la prueba de la revolución. Su debilidad, como la de otros PCs, ya se había hecho visible en 1921, momento que tuvo una desviación ultraizquierdista[2]. Pero en 1923, la situación exigía, un cambio brusco de orientación que finalmente el PCA hizo sin convicción, con un retraso considerable y cuando era demasiado tarde.

Sin embargo, el balance de la dirección del PCA y posteriormente de la Internacional Comunista en su V Congreso, en 1924, conducido por la fracción de Stalin a través de su presidente Zinoviev, va a ser liviano aún cuando constituyó su derrota más importante, al considerarla un simple episodio perdido del cual habría otros o directamente planteando que se habían exagerado las condiciones para la revolución impidiendo así que la Internacional extraiga las conclusiones y se prepare para el porvenir.

Trotsky, quien consideró que la derrota de la revolución alemana fue el punto decisivo para la formación de grupos en Rusia –particularmente para el surgimiento de la Oposición de Izquierda-, dada la escala gigantesca de la lucha de clases desde donde se expresaron las diferencias, respondió en forma categórica en torno a las posibilidades objetivas. “¿Estaban dadas todas las condiciones para el triunfo de la revolución en Alemania? Pienso que tendríamos que responder con absoluta claridad y firmeza, sí, todas excepto una (…) Alemania no tenía un partido bolchevique, no tenía una dirección tal como tuvimos en Octubre”[3]. Y que el error fundamental fue no haber comprendido “a tiempo” la necesidad de un viraje táctico abrupto: “Lo que es más difícil para una dirección revolucionaria es saber en el momento oportuno tomar el pulso a la situación política, percibir su inflexión brusca y cambiar firmemente de rumbo. Semejantes cualidades de dirección revolucionaria no se obtienen simplemente por el hecho de prestar juramento de fidelidad a la última circular de la Internacional Comunista; se conquistan, si las premisas teóricas indispensables existen, por la experiencia adquirida por sí mismo y practicando una autocrítica verdadera.”[4]

Y planteará que “Dos grandes lecciones marcan la historia del PCA: marzo de 1921 y noviembre de 1923. En el primer caso, el partido confundió su propia impaciencia con una situación revolucionaria madura; en el segundo, fue incapaz de reconocer una situación revolucionaria madura y la dejó escapar. Estos son los peligros extremos de la “izquierda” y la “derecha”; estos son los límites entre los cuales pasa, generalmente, la política del partido proletario en nuestra época.”[5]

[1] Esta situación no caia del cielo. Alemania había sido derrotada en la primera guerra interimperialista, y aún cuando la Socialdemocracia había logrado desviar la revolución de 1918, asumiendo bajo su gobierno los intereses de la burguesía e implantando la república de Weimar en reemplazo de la monarquía, el país vivía continuas crisis políticas y económicas.
[2] Ver nota anterior.
[3] Publicamos en Documentos de la Epoca la traducción de dos discursos de Trotsky inéditos en español sobre la Revolución Alemana, de abril y junio de 1924. El que aquí citamos es “Camino a la revolución europea”.
[4] León Trotsky, Stalin, el gran Organizador de Derrotas, Editorial Olimpo, Bs. As., 1965, pág. 147.
[5] León Trotsky, Los cincos primeros años de la IC, Ediciones Pluma, Bs. As., 1974, pág. 22


Breves Biografías de algunos de los firmantes de la Plataforma de los 46

RAKOVSKI, Christian (1873-1941): influyente revolucionario en los Balcanes antes de la Primera Guerra Mundial. En 1916 participó de la Conferencia de Zimmerwald y en 1917 ingresó al Partido Bolchevique Ruso. De 1919 a 1923 presidió el Consejo de Comisarios del Pueblo de la República Socialista de Ucrania. Miembro del CC de 1919 a 1925. Ataca la política de “rusificación” de Stalin siendo uno de los pocos oradores que se atreve a criticarlo en el XIII Congreso. Es apartado de Rusia por un nombramiento de Embajador en París entre 1925 y 1927. Se une a la Oposición Unificada. En el XV Congreso se pone al lado de los irreconciliables agrupados en torno a Trotsky, siendo expulsado del partido en 1927. Fue uno de los dirigentes de la Oposición de Izquierda. Exiliado en Kazajstan, sufriendo condiciones climáticas terribles. Capituló en 1934, siendo poco después detenido y condenado a la cárcel por el tercer Juicio de Moscú.

PREOBRAZHENSKY, Evgueni (1886-1937): bolchevique desde 1904. Economista sobresaliente. Miembro del CC desde 1917 a 1920. Fue el encargado de presentar las tesis de la oposición en 1923. Mantuvo una polémica con Bujarin, convirtiéndose en un defensor de la industrialización. Dirigente de la Oposición Conjunta, fue expulsado en 1927. Disiente con Trotsky en lo referente a la teoría de la revolución permanente. Finalmente capituló ante el stalinismo en 1929. Fue nuevamente expulsado en 1931 y nuevamente rehabilitado poco después. Apareció en público por última vez en el Decimoséptimo Congreso del Partido (1934). Durante las purgas siguientes se negó a firmar una confesión y fue fusilado sin juicio previo.

KOSSIOR, Vladimir (1891-1938): bolchevique desde 1908, organizador sindical después de la revolución. Miembro de la Oposición de Izquierda. Expulsado y deportado. Fue fusilado en el campo de concentración de Vorkuta.

MURALOV, Nikolai (1877-1937): bolchevique desde 1903, participa en la revolución de 1905. Es uno de los dirigentes del Soviet de Moscú después de febrero de 1917. Jefe de los Guardias Rojos que ocupan el Kremlin en octubre. Miembro del Estado Mayor de Trotsky durante la Guerra Civil. Participa en la Oposición de 1923 y en la Oposición Unificada. Expulsado y deportado en 1927. Puesto en libertad, se niega a firmar una declaración contra Trotsky. Luego se retira de la actividad política. Condenado a muerte y fusilado en el segundo Juicio de Moscú.

KASPAROVA, Varsenika (1875-1937): bolchevique desde 1904. Secretaria de Propaganda del Buró de Comisarios Políticos. Colaboradora de la Internacional Comunista sobre la cuestión de la mujer en Oriente. Miembro de la Oposición de Izquierda. Deportada en 1928, capituló en 1935.

ELSIN, Boris (1875-1937): intelectual bolchevique desde 1903. Presidente del Soviet de Ekaterinoslav en 1917. Elegido en noviembre para el Ejecutivo Pan-ruso de los Soviets. Participa en todos los combates contra la burocratización, dirigiendo en 1928-29 el pequeño núcleo de supervivientes aún en libertad. Fue arrestado en 1929 y desapareció en los campos de concentración, al igual que sus dos hijos también militantes de la Oposición de Izquierda.


Fragmentos de la Plataforma de los 46

"La extrema gravedad de la situación nos obliga (en interés de nuestro partido, en interés de la clase trabajadora) a manifestar con entera claridad que continuar con la política que sigue la mayoría del Politburó amenaza con acarrear a todo el partido lamentables reveses. La crisis económica y financiera iniciada a fines de julio del presente año, con todas las consecuencias políticas e internas del partido que se derivan de ella, ha revelado inexorablemente la incapacidad de la jefatura del partido, tanto en el dominio económico como en el de las relaciones internas del partido (…)
Si no se toman desde ahora medidas enérgicas, meditadas y planificadas, si continúa la falta de dirección, nos enfrentaremos con la posibilidad de un colapso económico muy grave que, inevitablemente, acarreará complicaciones políticas internas y una parálisis total de nuestra efectividad externa y de nuestra capacidad de acción. Y esto último, como todos pueden comprender, nos es ahora más necesario que nunca; de ello depende el destino de la revolución mundial y de la clase trabajadora de todos los países (...).

Igualmente, en el dominio de las relaciones dentro del partido vemos cómo la misma inepta dirección lo paraliza y desarticula; esto se deja ver con especial claridad en la crisis por la que ahora atravesamos (...).

El régimen instituido en el interior del partido es absolutamente intolerable; destruye la independencia del partido, sustituyendo el partido por un aparato burocrático reclutado que actúa sin oposición en tiempos normales, pero que inevitablemente la provoca en los momentos de crisis, y que amenaza con transformarse en completamente ineficiente frente a los serios acontecimientos provocados por la crisis (…)

Si la situación así creada no es modificada radicalmente en un futuro inmediato, la crisis económica en la Rusia soviética y la crisis de la dictadura de fracción en el partido infligirán duros golpes a la dictadura obrera en Rusia y al Partido Comunista Ruso. (…)