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Boletín Anual (2008)

"No sólo de política vive el hombre"

"No sólo de política vive el hombre"

“No sólo de política vive el hombre”[1]

Cecilia Rodríguez 

Durante los duros combates entablados contra los triunviros, Trotsky también le dedicó tiempo a los problemas que surgían en el terreno de la cultura. Entre 1923 y 1924 escribirá una serie de artículos para la Pravda, que luego serán reunidos en el libro Literatura y Revolución[2].
 
En discusión con distintas escuelas de vanguardia que peleaban por ser reconocidas como la verdadera escuela revolucionaria, Trotsky afirmará que no podía haber un arte oficial, ya que un arte nuevo y socialista no dependía de la actividad de un determinado grupo, sino del desarrollo social, cultural e histórico de las masas. Advirtiendo que el arte solo podía desarrollarse a la par del desarrollo material y espiritual de las masas planteará que las tareas urgentes eran organizar la economía y en el terreno cultural la prioridad era terminar con el analfabetismo.

“El proletariado será capaz de preparar la formación de una cultura y literatura nuevas, es decir socialistas, no por métodos de laboratorio, basándose en nuestra pobreza, necesidad e ignorancia actuales, sino partiendo de vastos medios sociales, económicos y culturales. El arte tiene necesidad de bienestar material, incluso de abundancia.” [3]

En debate con algunos círculos artísticos que pretendían crear una cultura y un arte “proletario”, señaló que no podría existir una cultura proletaria en oposición a la cultura burguesa, porque el régimen proletario constituía un período transitorio hacia la construcción de una sociedad sin clases, a diferencia de la burguesía que se había consolidado en el poder y anteriormente había contado con varios siglos para desarrollar su cultura propia. “El significado histórico y la grandeza de la revolución proletaria residen en el hecho de que está sentando las bases de una sociedad sin clases y de la primera cultura verdaderamente humana.”[4]

También en 1924 escribió una serie de artículos sobre la vida familiar bajo el régimen soviético, la burocracia, el alcohol, la iglesia, y los insultos, entre otros temas, que luego fueron reunidos en el libro Problemas de la vida cotidiana. Otorgaba importancia a las costumbres y la moralidad, percibiendo como afectaban estas cuestiones a los asuntos de estado. Consideraba que “La revolución, sin embargo, es primordialmente el despertar de la personalidad humana en las masas, en esas masas que supuestamente no poseían ninguna personalidad. Pese a la crueldad ocasional y a la sanguinaria inexorabilidad de sus métodos, la revolución…se caracteriza por el creciente respeto a la dignidad del individuo y por una atención cada vez mayor a los débiles.”[5] Intentaba combatir el atraso cultural de las masas rusas, ese atraso que constituyó una de las bases que cimentaron el triunfo de Stalin.


[1] Así nombró Trotsky uno de los capítulos de su libro Problemas de la vida cotidiana; Isaac Deutscher también utilizó este título en su obra Trotsky. El profeta desarmado, en el capítulo dedicado a la investigación y estudio de Trotsky sobre el arte, las ciencias y la cultura.

[2] Publicado por primera vez en 1924, se tradujo en varios idiomas y fue aceptado como una visión no oficial pero sí muy sustanciosa de las discusiones que tenía el partido bolchevique frente al arte en ese momento. Luego con el ascenso del estalinismo esto va a cambiar completamente y el libro será sacado de circulación. Se impondrá el control de la burocracia en la vida cultural, la persecución y la regimentación, cuestiones a las que Trotsky dará respuesta en sus escritos posteriores. Ver por ejemplo en La revolución traicionada de León Trotsky.

[3] L. Trotsky, Literatura y Revolución, Prefacio, Buenos Aires, Editorial Antídoto, 2004.

[4] Op.cit.

[5] L. Trotsky, Pravda, 16/05/1923; Obras (ed. Rusa), vol. XXI, pp. 26-31, citado en I. Deutscher, “Trotsky. El profeta desarmado”, México DF, Ediciones Era, 1989.