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Boletines y Cuadernos

El trotskismo argentino frente a la Segunda Guerra Mundial

El trotskismo argentino frente a la Segunda Guerra Mundial

 

Por Alicia Rojo 

Introducción

 


La Segunda Guerra Mundial fue indudablemente un hecho clave de la lucha de clases del siglo XX. Frente a ella, como frente a todas las guerras y revoluciones, los revolucionarios fueron probados en su política y en su acción.

Desarrollaremos en este artículo las posiciones de los primeros grupos trotskistas argentinos frente a la Segunda Guerra Mundial. El planteo de estas políticas se dio en el marco de discusiones en el terreno ideológico y programático, mientras que, en el terreno práctico, los grupos trotskistas buscaron la forma de intervenir con su política aún tratándose de pequeños grupos iniciales. Así, fueron parte de un debate en el que intentaron elaborar sus posiciones a partir de los planteos de León Trotsky y la IV Internacional, y en contraposición con las concepciones del stalinismo.

Queremos destacar en este artículo la discusión central que se entabló en esta etapa, en torno al carácter y las tareas de la revolución en la Argentina, y la forma en que esta discusión se expresó tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y en las políticas que frente a ella desarrollaron los trotskistas argentinos.

Mostraremos también sus posiciones frente al carácter de la guerra. El stalinismo cuestionó en distintos momentos, la definición leninista de la guerra interimperialista, como veremos en este artículo, con enormes consecuencias políticas. Entre los trotskistas se dieron una serie de discusiones1 en torno a la aplicación de la política que expresaron diferencias sobre el carácter mismo de la guerra. Los grupos trotskistas argentinos de la época que estudiamos, plantearán claramente su posición al respecto.

También se ve reflejada una cuestión clave que recorrió a las secciones de la IV Internacional en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial: la política hacia el Estado Obrero burocratizado en la Unión Soviética. Esta cuestión dividió a parte del trotskismo internacional alrededor de la discusión sobre «defensismo-antidefensismo», dando origen a escisiones que, a partir de las que se producen en el SWP norteamericano, afectarán también a corrientes latinoamericanas2. Esta ruptura no afectó a los grupos argentinos que plantearon una política de defensa de la URSS.

Definimos como límites cronológicos de este trabajo, el período que abarca entre 1939 y 1941. Nos concentraremos en tres aspectos: la definición del carácter de la guerra, la política de los grupos trotskistas frente a la contienda (en el marco de lo cual, nos referiremos a la polémica en torno a la cuestión de la «liberación nacional») y la política frente a la Unión Soviética.

La Argentina en la Segunda Guerra Mundial

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, una misión británica llegó a la Argentina para establecer los términos en que el país participaría en la guerra. El ministro de Relaciones Exteriores argentino Julio A. Roca dijo: «Somos y queremos ser neutrales. Mientras tanto, compláceme ofreceros toda nuestra colaboración en la vasta empresa en que vuestra misión hállase enfrentada»3. El acuerdo al que se llegó con Inglaterra consistía en la neutralidad argentina, su no intervención en la guerra aseguraría la exportación a Inglaterra de todo lo que ésta necesitase, a precios fijos, a crédito, sin interés; en compensación, Inglaterra pagaría con los títulos de la deuda argentina radicada en Londres, y con acciones de empresas ferroviarias y de otras igualmente deficitarias.

Así, el carácter dependiente del imperialismo británico de la Argentina forjado desde 1880, se reforzó tras la crisis de 1930 con la firma del pacto Roca-Runciman4, transformando al país en una semicolonia5.

Sin embargo, los años previos a la guerra presenciaron la decadencia del imperialismo inglés y la emergencia de Estados Unidos como potencia. La Segunda Guerra Mundial debía dirimir qué potencia reemplazaba la hegemonía británica en el mundo. El capital norteamericano reforzó su expansión en Latinoamérica, y esta penetración no excluiría a la Argentina.

Estados Unidos entró en la guerra en 1941. Entre tanto, se desarrollaron una serie de discusiones en la burguesía norteamericana en torno a la política a adoptar ante la guerra. Frente al gobierno de Roosevelt, un sector «aislacionista» planteaba la dilación de la entrada del país en la contienda6. Mientras, definiendo el apoyo a los Aliados y la «defensa de la democracia», Estados Unidos impulsaba su ofensiva sobre América Latina. Con su entrada en la guerra Estados Unidos presionaría por obtener la declaración de guerra de los países latinoamericanos al Eje (Alemania, Italia y Japón) y la intervención en su bando. Inglaterra, por su parte, impulsaba la neutralidad argentina como forma de impedir el paso completo del país a la órbita norteamericana (similar objetivo perseguía el imperialismo alemán con su apoyo a la neutralidad, aunque con menor peso en la Argentina).

Así, tras el estallido de la guerra, la burguesía argentina se dividió frente a esta disputa imperialista.

La burguesía industrial y sus políticos, como Patrón Costas o Pinedo7, impulsaban la activa colaboración con Estados Unidos. Tras la entrada norteamericana en la guerra, esta política se acompañó de una intensa agitación por la intervención argentina en la contienda militar. Pero el gobierno de Castillo mantuvo su fidelidad a Inglaterra y la neutralidad frente a la guerra: «La neutralidad argentina bajo el presidente Castillo tenía la aprobación total, aunque no pública, de los intereses británicos en la Argentina... Los grupos representativos del capital británico comprenden que la ruptura con el Eje colocará a la Argentina íntegramente en el bloque panamericano y bajo el dominio económico de Estados Unidos, rival comercial de Gran Bretaña en la Argentina.»8

No eran sólo los políticos conservadores quienes apoyaban la política norteamericana, también la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista impulsaban la declaración de la guerra al Eje. Y desde mediados de 1941, el Partido Comunista planteó también una política de apoyo a los Aliados.

El Partido Comunista argentino adoptó una política errática acorde con la del PC soviético y la III Internacional estalinizada. Hasta el pacto Stalin-Hitler, el stalinismo había definido su política de formación de frentes democráticos contra el avance del fascismo. En este momento decía el PC argentino: «Las naciones del continente han comprendido que una colaboración estrecha con Roosevelt -que no puede ser considerado como la expresión de las fuerzas imperialistas que existen en el Norte- no disminuye ni un adarme la autonomía de cada país ni afecta su decoro personal»9. Después del pacto con Alemania en 1939, el stalinismo caracterizaba la guerra como imperialista y denunciaba el avance del imperialismo norteamericano sobre Latinoamérica. En este momento decía: «Estados Unidos busca poner todos los recursos económicos y militares de los países latinoamericanos al servicio de su política de guerra. Se trata del afianzamiento de los intereses imperialistas de Wall Street en Centro y Sudamérica. En nombre de la lucha contra el nazismo, el imperialismo yanqui conspira contra las libertades públicas de los países americanos».10 Cuando Alemania invadió la Unión Soviética en julio de 1941, el Partido Comunista argentino llamó a la lucha contra el nazismo y su principal consigna fue: «Debemos luchar en común y organizar la acción obrera y popular con el fin de conseguir que el gobierno cambie su política exterior actual y coordine su acción con la de los pueblos y gobiernos de la América Latina y de los Estados Unidos, con el objeto de asegurar la defensa del continente contra la agresión interior y exterior de los nazifascistas»11. Aquí quedó definida la política de neutralidad y «defensa de la democracia»12.

En el marco de la guerra, la economía argentina prosperaba al compás del desarrollo del comercio y el proceso de industrialización por sustitución de importaciones. El proletariado industrial crecía alimentado por la inmigración de origen rural.

El régimen, que desde el golpe de 1930 sostenía el artificio de una democracia fraudulenta, perseguía a los sindicatos, atacaba las libertades democráticas más elementales, reprimía a los trabajadores y perseguía a sus organizaciones políticas. La «década infame» estaba en su culminación.

El trotskismo argentino entre 1939 y 1941

El trotskismo argentino, como en la mayor parte de Latinoamérica, surgió de las rupturas que tuvieron lugar dentro del Partido Comunista producto de la profundización de su burocratización tanto en el partido local, como en la Tercera Internacional. Algunos de los dirigentes que dieron origen al trotskismo argentino, provinieron también del Partido Socialista y de experiencias en países europeos. El primer grupo trotskista surge en 1929.

Nos concentraremos aquí en la etapa que nos ocupa.

Los dirigentes más destacados del momento fueron Antonio Gallo, Pedro Milesi, Liborio Justo y Mateo Fossa13. En 1938 Milesi impulsó la publicación de Inicial. En 1939 Liborio Justo y Fossa fundaron el Grupo Obrero Revolucionario (GOR) y publicaron La Internacional. La polémica central alrededor del problema de la «liberación nacional» se entabló, en esta etapa, entre Inicial y La Internacional.

Según Coggiola14, el GOR contaba con unos 15 militantes15. Hacia el 40, Justo y Fossa junto a grupos del interior transformaron el GOR en la Liga Obrera Revolucionaria (LOR) y publicaron La Nueva Internacional16. Más adelante, este grupo con algunos aportes de sectores juveniles publicarán Lucha Obrera.

Hacia el 40, Gallo y Milesi, quien publicaba Inicial, fundaron la Liga Obrera Socialista (LOS). Adhirieron un grupo de obreros de los talleres ferroviarios de Liniers, el grupo de La Plata, uno de Rosario, militantes de Córdoba y luego se sumará Abelardo Ramos.

Para octubre de 1941, la LOR contaría con 27 miembros, y el conjunto de los demás grupos sumarían unos 75 militantes17.

En estos años, el trotskismo argentino aparece dividido en estos dos grupos principales. Es necesario advertir, sin embargo, sobre la movilidad de los pequeños núcleos e individuos que pasan de un grupo a otro o bien permanecen fuera de los principales grupos integrándose, a veces temporalmente, a alguno de ellos.

En 1941 se produjo la visita del delegado de la IV Internacional, Phelan (Sherry Mangan), para impulsar la unificación de la LOR y la LOS18, negociaciones de las que se retira la LOR de Justo en oposición a los planteos de concretar primero la unificación para luego discutir las diferencias políticas. En 1942 Liborio Justo rompió con la IV Internacional y Mateo Fossa se retiró de la LOR.

Este año una serie de grupos fundaron el Partido Obrero de la Revolución Socialista (PORS)19 que publicó «Frente Obrero» hasta 1948.

Este breve panorama resulta necesario para ubicar las publicaciones, grupos y personas que intervienen en la definición de las políticas frente a la guerra.

 El carácter de la Segunda Guerra Mundial y la política revolucionaria frente a la guerra

 León Trotsky definió el carácter de la Segunda Guerra Mundial: «La guerra actual, la segunda guerra imperialista, no es un accidente; no es la consecuencia de la voluntad de tal o cual dictador. Hace ya mucho se la previó. Es el resultado inexorable de las contradicciones de los intereses capitalistas internacionales. Al contrario de lo que afirman las fábulas oficiales para engañar al pueblo, la causa principal de la guerra, como de todos los otros males sociales (...) es la propiedad privada de los medios de producción y el estado burgués que se apoya en este fundamento (...) Mientras el estado nacional siga siendo una herramienta manejada por estas camarillas, la lucha por los mercados, las fuentes de materias primas, la dominación del mundo asumirá inevitablemente un carácter cada vez más destructivo.»20

Ya la Primera Guerra fue expresión de la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y los límites de los estados nacionales. La extensión del capital nacional fuera de las fronteras de los estados llevó a una competencia -en la que se involucraron los estados y sus ejércitos- cada vez mayor por los recursos y los mercados. La Primera Guerra -definida así como una guerra interimperialista- dividió el mundo en beneficio sobre todo de Inglaterra y Francia. Países como Alemania y Japón quedaron excluidos del reparto. Estados Unidos, por su parte, con una gran potencialidad, necesitaba una nueva guerra para dar salida al constreñimiento de las fuerzas productivas transformando al mundo entero en su mercado.

El carácter fundamental de la guerra fue entonces el de guerra interimperialista por el reparto del mundo y para dirimir la hegemonía mundial. Además, los objetivos contrarrevolucionarios -la recuperación de la URSS para el sistema capitalista, la colonización de China y la derrota de los procesos revolucionarios a que dio lugar la guerra- se expresarían permanentemente en su transcurso.

Esta definición sobre el carácter de la guerra ataca de plano la concepción de la Segunda Guerra Mundial como un enfrentamiento de regímenes, entre fascismo y democracia, y por lo tanto, el engaño de los aliados de presentarla como una guerra «en defensa de la democracia»21.

Hacia el final de la guerra podrá verse que ésta ha combinado cinco conflictos diferentes:

«1.Una guerra inter-imperialista por la hegemonía mundial y ganada por EUA (aunque su dominio se vería territorialmente truncado por la extensión del sector no-capitalista en Europa y Asia).

2.Una guerra justa de autodefensa de la Unión Soviética contra un intento imperialista por colonizar el país y destruir los logros de la Revolución de 1917.

3.Una guerra justa del pueblo chino contra el imperialismo que se desarrollaría dentro de una revolución socialista.

4.Una guerra justa de los pueblos coloniales asiáticos contra varias potencias militares y por la liberación nacional y la soberanía, que en algunos casos (por ejemplo, Indochina) se mezcló con una revolución socialista.

5. Una guerra justa de liberación nacional llevada a cabo por las poblaciones de los países ocupados de Europa.»22

Trotsky fue asesinado meses después del estallido de la guerra, sin embargo, con una notable capacidad de previsión, logró armar a la IV Internacional programáticamente y dotarla así de distintas políticas en cada país y de acuerdo con cada tipo de enfrentamiento. Estas políticas se condensaron en el Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial, de mayo de 1940.

En los países imperialistas, Trotsky planteó la necesidad de levantar permanentemente una política independiente de la burguesía. Siguiendo la política de Lenin, la IV Internacional planteaba la transformación de la guerra imperialista en guerra civil. En el marco de la guerra, la lucha de clases se continuaba contra la propia burguesía imperialista, aunque esto significara la derrota del propio país en la guerra. El «derrotismo revolucionario» significaba la negación de cualquier «unión sagrada con la burguesía» y la confraternización con los proletariados de los demás países bajo la consigna de que «el enemigo está en casa». Y previendo la posibilidad de que los sufrimientos inauditos de las masas generara una oleada de revoluciones, como sucedió efectivamente a la salida de la guerra, los proletariados volvieran sus armas contra su propia burguesía.

Trotsky también desarrolló en la guerra la continuidad de la política de la Tercera Internacional en vida de Lenin hacia los países coloniales y semicoloniales.

La lucha de los pueblos oprimidos por su independencia debe ser apoyada incondicionalmente por los revolucionarios: la ruptura de los países dominados con el imperialismo, impone a éste un duro golpe y alienta los procesos de liberación de los pueblos oprimidos y los proletariados del mundo. Sin embargo, «la lucha por la independencia nacional de las colonias es, desde el punto de vista del proletariado, sólo una etapa transicional en el camino que llevará a los países atrasados a la revolución socialista internacional»23. Así como las colonias y semicolonias encontrarán su verdadera independencia a través de la revolución socialista, así también: «La lucha de esta gran masa de desposeídos para liberarse representa una de las dos grandes fuerzas progresistas de la sociedad moderna. La otra es el combate del proletariado de los países avanzados para su emancipación. Es el logro de esta conjunción en donde reside la clave de toda la estrategia de la revolución socialista mundial.»24. No existen compartimentos estancos entre la revolución en los países atrasados y los avanzados, al contrario, la combinación de ambas, es la clave de la revolución mundial. Así también, no hay tales compartimentos entre las revoluciones democráticas y las socialistas. Las tareas democráticas, como la liberación nacional o la revolución agraria, serán resueltas por la revolución proletaria. Este carácter de la revolución no niega la existencia de tales tareas democráticas, sino que significa que no será la burguesía quien las resuelva. «La burguesía nacional de los países atrasados es incapaz de efectuar esta transformación [salir del atraso, organizar el país sobre bases democráticas], incluso parcialmente, porque esto significaría la supresión del sistema de explotación sobre el que descansa su propia posición en la sociedad (...) las revoluciones nacionales y democráticas en las colonias sólo pueden triunfar con el proletariado a la cabeza, y con la colaboración de los trabajadores de los países avanzados»25.

La dirección del proletariado es condición para la resolución efectiva de las tareas democráticas como la liberación nacional, pero a su vez, es condición también conservar la independencia del proletariado y su partido de la burguesía y sus instituciones, y desplegar sus propios métodos de lucha. «No hay que dejar la lucha democrática en manos de la burguesía nacional, pero, en una situación de ascenso del movimiento de masas, es necesario que se exprese en la formación de consejos obreros, campesinos y de soldados, a nivel local, provincial y nacional, como organismos de la lucha de masas, y tarde o temprano, como organismos de poder de los trabajadores. Tal poder, opuesto al de la burguesía nacional, será el único capaz de llevar a término la revolución democrática al liberar a los campesinos y a la tierra de las garras de los explotados nacionales y extranjeros. En esta lucha, la línea de conducta del partido de los trabajadores debe ser la de preservar su propia independencia, y la independencia de la clase obrera como fuerza política separada y distinta.»26

En el marco de la guerra mundial, los pueblos oprimidos deben utilizar el enfrentamiento entre los explotadores y la crisis que provoca la guerra, para alcanzar su liberación. Es que la guerra abre la posibilidad de procesos revolucionarios que el partido revolucionario debe aprovechar.: «Al crearles enormes dificultades y peligros a los centros metropolitanos imperialistas, la guerra abre amplias posibilidades a los pueblos oprimidos. El tronar del cañón en Europa anuncia que se aproxima la hora de su liberación.»27

¿Qué planteaban los trotskistas argentinos acerca del carácter de la guerra?

 Liborio Justo tomando escritos de Trotsky de 1937 analiza la guerra como resultado del desarrollo del capitalismo, discutiendo claramente contra las posiciones, como las de socialistas y comunistas, que la caracterizan como una lucha entre fascismo y democracia, es decir como guerra de regímenes. «La guerra es una consecuencia inevitable de las contradicciones capitalistas exacerbadas al máximo en la etapa imperialista (...) en su necesidad de expansión fuera de esas fronteras del estado nacional -que se han transformado en un círculo de hierro para el desarrollo de las fuerzas productivas choca inexorablemente con una situación análoga de los otros grupos financieros nacionales provocando un problema que sólo se resuelve por medio de la guerra.

No es una guerra entre regímenes. No es cierto que de un lado se agrupen los países democráticos y del otro lado los fascistas. Su posición en uno u otro grupo depende de los intereses circunstanciales de cada uno de esos países»28.

Inicial, publicación de la Liga Obrera Revolucionaria (LOS), afirma este mismo carácter: «¿Qué clase de guerra es la que libran actualmente EE.UU. y sus aliados contra el Japón y aliados?

Es una guerra imperialista. Luchan por el derecho a la explotación de los millones de obreros y campesinos, no solamente de los países en guerra sino del mundo entero, pelean por un nuevo reparto del mundo en beneficio del capital financiero.»29

Así, la caracterización de ambos grupos sobre la guerra coincide con los planteos de Trotsky y la IV Internacional.

¿Y qué política plantearon los trotskistas argentinos frente a la guerra y la intervención argentina en ella?

 La discusión sobre la «liberación nacional»

 Partiremos de plantear a agrandes rasgos, la polémica sobre la «liberación nacional» que, desarrollándose desde los primeros años de la formación de los grupos trotskistas argentinos, se manifestó claramente en la etapa que nos ocupa. Lo haremos en tanto es necesario para la definición de la política frente a la guerra pero aclaramos que se trató de una discusión muy extensa, con una cantidad de matices y diferencias incluso dentro de una misma postura y expresada en una serie de publicaciones que no podemos tener en cuenta aquí en toda su amplitud.

Como dijimos, la polémica central en esta etapa se da entre dos grupos, el GOR, después LOR, cuyo dirigente más destacado, desde el punto de vista de la elaboración de sus posiciones fue Liborio Justo, y la LOS, cuyas elaboraciones más acabadas estuvieron a cargo de Antonio Gallo, y se expresaron en su publicación Inicial.

Para comprender esta discusión es necesario partir de las caracterizaciones que estas corrientes hacían de la Argentina y su relación con el imperialismo.

Para Liborio Justo y la LOR, la Argentina era un país semicolonial sometido al imperialismo y dependiente de Inglaterra. Esta relación «deformó por completo el desarrollo armónico de las fuerzas productivas del país, paralizando su evolución industrial y la consiguiente creación de un mercado interno, al mismo tiempo que permitiendo a la oligarquía ganadera argentina -con intereses paralelos al imperialismo inglés- eternizarse en el poder (...)

De esa comunidad de intereses entre la oligarquía ganadera y el imperialismo, que la sostenía, se deriva, en buena parte, nuestra actual situación de país semicolonial».30.

La LOS caracteriza al país como «de tipo ´intermedio´ y ´transitorio´ entre los avanzados de gran industria e independencia económica y política y los países coloniales sin industria ni independencia de ninguna clase»31. Lo define como un «país semicolonial avanzado»32. Se caracterizaba por su alto porcentaje de obreros y las tradiciones teóricas, organizativas y políticas del proletariado y «sobre todo las condiciones de la actual época imperialista, de madurez para una economía socialista mundial»33, así como por la ausencia de «supervivencias feudales en el campo argentino»34.

Ambas organizaciones coinciden en afirmar que el imperialismo era dueño de los centros vitales de la economía argentina. Sin embargo, siguiendo la posición de la LOS Jorge Lagos plantea que el imperialismo no «deformó» la economía argentina ni frenó el desarrollo industrial, describiendo el desarrollo de la industria argentina y afirmando que «la dependencia de la economía capitalista semicolonial de nuestros países respecto del imperialismo, no consiste solamente en el carácter fundamentalmente agropecuario de aquélla -eso para Argentina y Brasil sería objetivamente falso- (...) sino también y principalmente en que la crisis general del capitalismo mundial ha colocado a nuestra clase dominante en la imposibilidad de seguir su marcha de clase burguesa nacional hacia el imperialismo, debiendo al contrario entrelazar sus aspiraciones y sus intereses por miles de lazos de toda especie a los del imperialismo dominante. Las características económicas actuales de nuestros países no denuncian deformación alguna de la economía capitalista; por el contrario, la suya es la forma natural de existencia del capitalismo en las semicolonias en «la época del capitalismo moribundo»35.

De acuerdo con estas caracterizaciones, los grupos trotskistas consideran de manera diferente las tareas de la revolución en la Argentina. Anticipándonos un poco y en líneas generales, podemos decir que Justo y la LOR plantearán la necesidad que tendrá la revolución de resolver tareas democráticas y fundamentalmente la «liberación» del país de la dominación imperialista, y considerará que sectores de la burguesía nacional pueden iniciar acciones en este sentido, aunque no las resolverán hasta el final; de ahí la necesidad de que sea el proletariado quien encabece esta lucha hacia la revolución socialista. La LOS, considerando que se trata de un país sin «restos feudales» que destruir y maduro para el socialismo, planteará que el proletariado debe encarar la conquista del poder en una revolución que será netamente socialista; así también negará la posibilidad de que algún sector de la burguesía pueda enfrentarse al imperialismo, entrelazada con él como se encuentra.
La LOS a través de Antonio Gallo planteará claramente «En la Argentina hay proletariado y capitalismo, beneficio y plusvalía y por lo tanto, lucha de clases y la estrategia del proletariado debe ser la revolución socialista. El único antiimperialismo de buena ley es el socialismo (...) El problema, planteado de tal modo, elimina toda consideración oportunista y demagógica de liberación nacional.»36
Discutiendo contra la consigna: «la lucha contra el imperialismo es, en primer lugar contra la burguesía nacional» que, en términos más o menos similares, planteó la LOS en distintos momentos, Liborio Justo planteará: «...es el error principal de nuestros compañeros; olvidar que la Argentina se cuenta entre los países semicoloniales y querer aplicar mecánicamente a éstos las consignas y directivas que los maestros del socialismo dieron para los países imperialistas. Es cierto que nuestra posición debe ser de lucha acerba contra la burguesía argentina porque, como dice Trotsky respecto de los países coloniales y semicoloniales, no se debe esperar que sea más progresista o revolucionaria que la de los países imperialistas. Pero de ahí a luchar contra ella en primer término como la mejor forma de luchar contra el imperialismo, es no tener una noción definida del significado de la liberación nacional que lleva en sí un sentido esencialmente antiimperialista.»37
La LOS, por el contrario, se expresó abiertamente en contra de la política de liberación nacional. «La LOS ataca sin contemplaciones la fórmula de liberación «nacional». La nación se expresa siempre por la clase dominante. Hoy domina la burguesía. ¿Se trata entonces para hablar con propiedad, de la liberación de la burguesía? Esa liberación puede interesarle a la Unión Industrial Argentina, pero no a los trabajadores. Si se trata de la liberación nacional que llevará a cabo el proletariado entonces no hay que valerse de fórmulas que utilizan el enemigo de clase y el stalinismo. En el lenguaje marxista hay expresiones más exactas: liberación del proletariado, conquista del poder por los trabajadores. La liberación «nacional» del proletariado es su liberación de la burguesía, es una liberación social.»38
No se trata sin embargo de un problema de formulación. Acorde con la caracterización del país desarrollada más arriba, la LOS plantea: «Argentina es un país semicolonial avanzado (...) de madurez para una economía socialista. Esto determina la estrategia de la vanguardia proletaria, es decir, la estrategia de la lucha de clases y de la revolución socialista. La revolución no puede detenerse en las medidas democráticas ni en los límites nacionales. Se extenderá a los demás países americanos y buscará la solidaridad de los trabajadores estadounidenses. El problema así planteado elimina toda consideración oportunista y demagógica de «liberación nacional.»39
Como se ve, la discusión planteada implica la de la relación entre la resolución de las tareas democráticas y la revolución socialista. Para Liborio Justo «el proletariado se ve obligado a terminar, en primer término, las tareas democrático burguesas para las que se muestra incapaz la propia burguesía lo que le impide plantearse directamente, como en los países imperialistas, la revolución socialista.(...) el proletariado en el poder, realizando la revolución agraria antiimperialista, no podrá detenerse en ella y de acuerdo con las condiciones económicas del país y siempre que cuente con suficiente fuerza o con la ayuda adecuada del proletariado mundial, pasará de inmediato a las tareas socialistas»40.
La LOS sintetiza las tareas del momento así: «La lucha por un programa transicional [se refiere a la escala móvil de salarios y control obrero de la producción]. Esta es la táctica positiva y no negativa de la IV Internacional en todos los países, tanto en los semicoloniales como la Argentina y los capitalistas avanzados como los Estados Unidos»41.

La oposición de la LOS a la política de liberación nacional se liga a su posición frente a las clases dominantes nacionales. «El principal agente del imperialismo es la clase dominante nacional... Dentro del régimen capitalista no puede ser de otra manera. Por eso es una mentira reaccionaria la llamada «liberación nacional». Sirviendo por igual a los terratenientes, ganaderos e industriales como clase, los radicales se apoyan preferentemente en la incipiente burguesía industrial, la clase media y las masas populares. Y los conservadores, en los núcleos agropecuarios.»42
Liborio Justo plantea «...en los países coloniales y semicoloniales, ciertos sectores de la burguesía pueden iniciar una acción contra el imperialismo la que, desde luego, nunca llevarán hasta el fin, pero que, mientras ella se desarrolle, es deber del proletariado apoyarla, manteniendo su independencia de clase, haciendo ver claramente a la clase obrera el carácter de esa lucha de parte de la burguesía y tratando de ganar la dirección de la misma a fin de proseguirla hasta el fin.»43
Frente a posiciones de este tipo la LOS planteaba: «Está claro que si en la Argentina hubiera un grupo burgués capaz de expropiar a las empresas imperialistas nosotros apoyaríamos críticamente cada movimiento progresivo que dicho grupo realizara, pero nosotros constatamos que dicho grupo no existe.»44

Se trata en definitiva de una discusión alrededor de la aplicación de la teoría de la revolución permanente en la Argentina. Ambos grupos plantean que el sujeto de la revolución es el proletariado y ambos afirman el carácter internacional de la revolución socialista. Las diferencias aparecen alrededor de las particularidades de Argentina y las tareas que tiene planteadas aquí la revolución. Para la LOS las tareas democráticas tienen un peso similar al que tienen en un país avanzado. Para Liborio Justo y la LOR ocupan un lugar central y su resolución constituye el primer paso de la revolución obrera. Así también surgen diferencias en torno a la posibilidad del surgimiento de sectores de la burguesía que realicen acciones contra el imperialismo. La LOS la niega, y Justo y la LOR la afirman, a la vez se plantea la política a seguir en ese caso.
No es nuestro objetivo aquí hacer una crítica a fondo de estas posiciones. Un trabajo de este tipo implicaría la presentación del conjunto de los documentos y un análisis minucioso de las posiciones. Podemos sí hacer una evaluación general a partir de los análisis de Trotsky sobre los países latinoamericanos en esta etapa.
Durante los años de su exilio en México, Trotsky dedica parte de sus trabajos al estudio de Latinoamérica. Estos resultan fundamentales para comprender la relación particular entre el imperialismo, la burguesía nacional y las masas en los países semicoloniales. En ellos Trotsky analiza particularmente el surgimiento de movimientos nacionalistas burgueses y pequeño burgueses (como el cardenismo en México o el APRA peruano). El concepto de «bonapartismo sui generis» por ejemplo, ofrece una herramienta clave para comprender estos fenómenos, que establece la relación dialéctica entre clases y estado en los países semicoloniales y entre éstos y el imperialismo45. Trotsky afina la teoría de la revolución permanente en los países semicoloniales, la lucha de liberación nacional como uno de sus motores fundamentales y la estrategia de la conquista del poder por la clase obrera acaudillando a las masas campesinas46. Así también, establece la posibilidad de que la burguesía de los países semicoloniales pueda tomar medidas de enfrentamiento con el imperialismo (como lo fue la nacionalización del petróleo en México), diferenciando la actitud a tomar frente a esas medidas concretas, de la política general frente a los gobiernos que las aplican47.

Los análisis de los grupos trotskistas se oponen a las concepciones del Partido Comunista que planteaban que la existencia de una economía semifeudal en la Argentina hacía necesaria una revolución de carácter democrático-burgués, como etapa previa a la revolución socialista, y en función de esto, se planteaba la alianza con un sector de la burguesía nacional «industrialista» y «democrático». La LOS resalta correctamente el carácter capitalista de la economía argentina y la estrecha interrelación entre las clases dominantes nacionales y el imperialismo y el carácter socialista de la revolución en la Argentina. Sin embargo, su caracterización (ya planteada, como ellos mismos lo reconocen, por los reformistas Juan B. Justo y Del Valle Iberlucea) no considera el carácter de país oprimido por el imperialismo, y en consecuencia, no incorpora los análisis de Trotsky acerca de la particular relación que se establece entre los países latinoamericanos y el imperialismo y sus consecuencias sobre la relación entre las clases al interior de estos países. De esta manera, ignora también el peso de las tareas democráticas no resueltas, comenzando por la liberación de la dominación imperialista.
Los análisis de Liborio Justo plantean más correctamente el carácter semicolonial del país y la relación con el imperialismo, y en consecuencia la importancia de la resolución de las tareas democráticas, si bien carecen de la riqueza de los análisis de Trotsky, particularmente en relación con las clases dominantes en los países oprimidos, sus divisiones y su actitud frente al imperialismo. Sin embargo, poco después Justo rompe con la IV Internacional, evolucionará hacia posiciones nacionalistas48, y terminará planteando años más tarde su oposición a la política que Trotsky había planteado frente a las expropiaciones del cardenismo en México.

La política de los trotskistas argentinos frente a la Segunda Guerra Mundial

Adentrándonos ahora en la política específica frente a la guerra, los dos grupos hacen en sus publicaciones extensos análisis sobre la situación de la Argentina y la política del gobierno frente a la guerra imperialista. Ambos denuncian los preparativos frente a la posibilidad de la entrada de Argentina en la guerra, denuncian también la ligazón del régimen con el imperialismo expresada en esta cuestión, y los efectos que la intervención argentina en la contienda tendría para los trabajadores y el pueblo.
En función de estos análisis, los grupos desarrollarán su política, ambos rechazan de plano la intervención del país en la guerra; sin embargo, sus visiones diferentes sobre las tareas de la revolución les plantearán políticas y tácticas distintas.

Liborio Justo y La Nueva Internacional (publicación de la LOR) denuncian los preparativos de la Argentina para entrar en la guerra, así como la propaganda de los medios burgueses a favor de la intervención junto a los Aliados. Caracterizaban que «Una de las exigencias del imperialismo, la mayor y la más urgente, es la entrada de la Argentina en la guerra a favor de su amo inglés.»49
También son blanco de sus críticas los partidos de la izquierda, el Partido Socialista y el Partido Comunista, y corrientes nacionalistas como FORJA.50 Denuncian la acción de grupos profascistas que impulsan la intervención argentina en apoyo a los países del Eje.
La certeza de la entrada argentina en la guerra los llevaba a decir: «la Argentina es un país semicolonial sometido a la influencia del imperialismo, y ésta se ejerce en el sentido de utilizar todos los recursos disponibles para derrotar a sus adversarios, lo que ya ha provocado la intervención de todas las colonias, que será seguida, bien pronto, por las semicolonias.»51
Acorde con esto plantea «que nuestro proletariado comprenda la gravedad del momento (...) para apreciar (...) los preparativos de quienes se alistan para llevarlo a la matanza a favor de sus explotadores, para venderlo como carne de cañón del imperialismo»52.
También analizaban los sucesores de la LOS, la posibilidad de la intervención de la Argentina en la guerra resaltando el papel del imperialismo norteamericano: «las bases que la República Argentina deberá proporcionar al imperialismo yanki serán medios de penetración directa del imperialismo. Consumada la incorporación argentina al bloque «democrático», la intervención directa en la guerra será una intervención imperialista, provocada por el imperialismo anglo-yanky y con la cual nada ganarán las masas productoras del país.»53

En este punto ambos grupos coinciden en la denuncia del imperialismo y su influencia en el país, Liborio Justo decía: «...el sometimiento de la Argentina al imperialismo inglés, es cada día más acentuado. Aparte de los tratados comerciales que ligan al país a la Gran Bretaña, ésta (...) quedará como comprador único. Y si ya hoy impone su voluntad al punto de que las carnes y cereales del país, en vez de aumentar sus precios -como lo esperaba la burguesía argentina pensando repetir el negocio de la guerra anterior- han bajado, en tanto que aumentó el de las mercaderías manufacturadas procedentes de Inglaterra que debemos comprar, ¿cómo es posible dudar que no lo haga cuando quede como único mercado a nuestras carnes, momento en que, como condición para sus adquisiciones -desde luego a mejores precios- exigirá el envío de tropas a Europa para luchar al lado del ejército anglo-francés? Si la burguesía argentina, para continuar sus ventas a Inglaterra, frente a la amenaza que significaban los tratados de Ottawa, entregó íntegramente la economía del país al imperialismo británico, ¿cómo es posible pensar que no volverá a hacerlo ahora que aquella amenaza nuevamente se presenta (...)?»54
O frente al imperialismo norteamericano: «Los Estados Unidos no sólo tratan de dominar económica y militarmente a nuestros países, sino que también están preparando el camino para arrastrarlos tras de sí a la matanza mundial, cuando le llegue el turno de dirimir la supremacía mundial con Alemania, que domina Europa, y del Japón que domina el Asia. De manera que si la Argentina no es arrastrada tras de Inglaterra, en los próximos meses, lo será inevitablemente más tarde detrás de los Estados Unidos.»55
Por su parte, Inicial planteaba, denunciando al imperialismo inglés y los acuerdos establecidos con el gobierno argentino: «se hace al imperialismo inglés el regalo de pagar sus compras en el país, no en oro como las paga en EE.UU. -«tome y pague»- sino con la entrega de valores argentinos, acciones ferroviarias, títulos, etc., con lo que de hecho se convierten todas las obligaciones a largo plazo en «al contado» y al propio tiempo se facilita el traspaso al imperialismo yanki de la dependencia actual del país, respecto de Gran Bretaña».56
Y refiriéndose al imperialismo norteamericano: «Así practica EEUU su política de buena vecindad, así se entiende el panamericanismo. ¿Qué significa la democracia en EEUU? Roosevelt acaba de declarar a través de un vocero autorizado que derogará la semana de 40 horas, para intensificar la producción bélica. Es necesario convencerse de que el problema más importante de la hora presente es el de la penetración imperialista yanqui en Latinoamérica. Nosotros tenemos que enseñar al proletariado que no existe ninguna contradicción entre la política de apoyo a las democracias en el orden exterior y la supresión violenta de las libertades democráticas del movimiento obrero en el orden interior. Eso no destaca más que la hipocresía de la clase dominante. La vuelta de Ortiz o el retorno de los radicales al poder, no traerían las libertades democráticas más que por el plazo estrictamente necesario para que el Parlamento vote y el gobierno ejecute, la cesión de bases, los empréstitos yanquis, la entrada en la guerra.»57
Así, ambos grupos denuncian la relación de la Argentina con el imperialismo y vinculan la intervención del país en la guerra con el sometimiento a aquél. En función de esto se llama al proletariado a luchar contra la participación argentina en la guerra. Aunque, como veremos a continuación, los dos grupos se diferencian en sus posiciones.

Liborio Justo impulsará una política de neutralidad, que significaba la movilización de las masas contra todo tipo de intervención del país en la guerra. «El proletariado argentino, arrastrando detrás de sí a toda la masa del país, debe proclamar su neutralidad frente al conflicto imperialista y exigir que ella sea efectiva. Nada tiene que hacer la Argentina en la guerra entre los bandidos imperialistas que luchan por un nuevo reparto del mundo.»58
¿Qué características tenía esta neutralidad para la LOR de LIborio Justo? La posición de esta corriente parte de diferenciarse de la misma política que un sector de la burguesía tenía y que de hecho era la que el gobierno argentino venía llevando a la práctica. «Los radicales de Sabatini y de FORJA, así como los stalinistas de «La Hora», se amparan en la figura de Yrigoyen para pedir el mantenimiento de la neutralidad argentina. Nosotros, fieles a los principios del marxismo leninismo, también exigimos una posición neutral del país, pero no en nombre de Hipólito Yrigoyen, sino en nombre del internacionalismo obrero. Sabemos que esa neutralidad argentina no depende de la voluntad de los gobernantes servidores de los intereses imperialistas sino de la decisión del proletariado para hacerla efectiva.»59
Sin embargo, encuentran que un sector del partido radical resiste la política oficial de la UCR: «en el partido de Yrigoyen (...) no todos están de acuerdo con la posición belicista adoptada por sus principales dirigentes. La neutralidad adoptada por el caudillo radical en la guerra de 1914-18, durante su primera presidencia es un fantasma que difícilmente ahuyentarán quienes actualmente se proclaman sus herederos».60
En función de su política general hacia la guerra, la LOR plantea políticas más concretas hacia la clase obrera: «Es por eso que, desde un principio, hemos proclamado la necesidad de la formación de Comités de Frente Unico contra la participación argentina en la guerra. Sólo la existencia de núcleos de esa naturaleza en cada fábrica, en cada taller, en cada barrio, en cada colegio, en cada facultad, pueden ser una garantía de que la Argentina no será arrastrada a la masacre y de que nuestro pueblo no irá a morir en los campos de batalla extranjeros para defender intereses bastardos que no son los suyos.»61 «Para que no salga ni un centavo, ni un grano de trigo, ni un kilo de carne en ayuda de los bloques imperialistas a que asesinen a nuestros hermanos de clase en Francia, Inglaterra, Alemania o cualquier país del mundo».62
La LOR presenta un ejemplo de esta política: el Sindicato Unico de Obreros de la Madera, a propuesta de Mateo Fossa, adoptó una resolución que establecía: «Frente a los rápidos y gravísimos acontecimientos de la lucha interimperialista en Europa y ante la inminencia del peligro de que la acción del imperialismo y su cómplice la burguesía nacional, traten, como ya se insinúa, de arrastrar al proletariado argentino a la masacre, la asamblea del Sindicato Unico Obrero de la Madera y Anexos, se dirige a todas las organizaciones del país para que realicen asambleas extraordinarias para tratar este asunto, dediquen volantes y números especiales de sus periódicos contra la guerra y por la neutralidad argentina, realicen actos con idénticos propósitos, propongan la formación de Comités de Frente Unico contra la participación argentina en la guerra imperialista y se realice un Congreso extraordinario de todas las organizaciones obreras para encarar la gravedad de la situación.»63
Finalmente, la LOR vincula su política hacia la guerra con una política más general, la lucha por la liberación nacional: «La clase obrera no debe permitir que se la llegue a utilizar como carne de cañón para defender los intereses de sus opresores y, en caso de ser llevada bajo las armas, debe usarlas, no para asesinar a sus hermanos de clase de otros países, sino para liberarse de sus cadenas y romper su esclavitud.»64. «Sólo la clase obrera a través de un Frente Unico Proletario, controlando los destinos de la república, puede detener la entrada de la Argentina en la matanza y lograr la liberación nacional a través de la expropiación sin indemnización y nacionalización de los Bancos, empresas y propiedades imperialistas y de los latifundios, del desconocimiento de la deuda externa y del monopolio del comercio exterior.
El pueblo tiene ante sí, un solo camino en que abre esta doble perspectiva: luchar por la liberación nacional o someterse e ir a morir al servicio del imperialismo que lo oprime y explota.»65. «Luchemos pues por la liberación nacional como único medio de mantener la neutralidad argentina en la contienda entre los bandidos imperialistas. (...) ¡Por la liberación nacional, alcanzada por medio de la revolución proletaria!»66

Pasemos ahora a la LOS. Para esta corriente, la cercanía de la guerra era una certeza: «Sin la entrada en acción de la tercera fuerza, es decir, de los trabajadores organizados en partidos, grupos y tendencias, sin la lucha por la conquista del poder, la guerra será inevitable.»67 «Nosotros decimos que (...) la lucha obrera contra la guerra imperialista está unida a la tarea de combatir a la clase dominante argentina, socia del imperialismo anglo-yanqui»68.
Si la necesidad era evitar la entrada del país en la guerra, ¿cuál era la política para lograrlo?: «la tarea fundamental del momento consiste en explicar el carácter de la penetración imperialista yanqui en estos países, en explicar que EEUU e Inglaterra, tanto como Alemania e Italia, representan hoy todos los horrores y miserias de la guerra, en explicar que la neutralidad frente a la guerra es absurda, oportunista y suicida, en plantear la lucha obrera contra la guerra imperialista aquí, en América Latina y en Europa, en sostener el mantenimiento de los salarios y su aumento en proporción al aumento del costo de vida, en organizar a los trabajadores por la defensa de sus derechos inmediatos, en el mantenimiento de una política sindical de clase, en desnudar el carácter completamente reaccionario de la burguesía argentina y su dependencia del imperialismo anglo yanqui, en plantear como objetivo estratégico la conquista del poder por el proletariado, la clase social de peso en la economía argentina y en la vida política, en crear los cuadros del nuevo partido revolucionario»69. Así, la lucha contra la guerra se vincula a la lucha contra la propia burguesía, lo mismo que se postula para el resto de América Latina.
En este sentido es que se combate contra la política de «neutralidad». «La LOS sostiene la lucha contra los explotadores de adentro y de afuera, contra la burguesía nacional en primer término y contra el capital financiero internacional. (...) La guerra no podrá impedirse con el sabotaje pacifista de la «neutralidad», ni de los movimientos para favorecer o perjudicar a uno u otro de los bandos imperialistas»70.
Vinculando la consigna de «neutralidad» a la política de «liberación nacional», se opone a ambas: «Quienes afirman que la burguesía es capaz de aprovechar la guerra imperialista para ponerse a la cabeza de «todos los oprimidos» y encarar una guerra de «Liberación Nacional», desconocen el rol del imperialismo en nuestros países y del imperialismo yanqui en Sudamérica. Este grupo de capital financiero, convertido actualmente en la columna vertebral del régimen burgués maniobra actualmente para desplazar de nuestros países a sus rivales imperialistas especialmente a Inglaterra, sin perjuicio de ayudarla contra el bloque rival. (...)
No se trata de ser «neutrales» para mantener a la burguesía nacional en el poder. Se trata de luchar activamente contra toda participación o preparativo de guerra. Se trata de reanudar el trabajo antimilitarista que no por casualidad han abandonado los stalinianos. Se trata de vincular la guerra contra el imperialismo a la lucha contra la guerra, teniendo en todo momento presente que «el enemigo está en nuestro país» y la única guerra justa... es la que libramos y libraremos contra este enemigo...»71
Así, la política de neutralidad aparece para la LOS como resultado de la posición que «esperaba» encontrar un sector de la burguesía que luchara contra el imperialismo. Es atacada como una política pasiva para enfrentar la guerra, y considera que la única política efectiva es la lucha contra la burguesía nacional y por lo tanto, impulsar la revolución socialista. Además, la consigna de neutralidad «está desprovista de todo espíritu de lucha contra los dos bandos imperialistas. En su aparente actitud de indiferencia hacia la victoria de ambos campos no se puede descubrir la posición proletaria de que ambos campos son, en realidad, la misma cosa y tienen que ser destruidos los dos».72
¿Qué política concreta plantea la LOS? Frente a la perspectiva de la guerra «llama a los trabajadores a luchar contra la guerra por los métodos del internacionalismo revolucionario, a vincular las luchas por el salario, contra la racionalización del trabajo, etc. a la lucha contra la guerra, a organizar en las fábricas, talleres, barrios y pueblos, comités de acción por las reivindicaciones de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, contra toda participación del país en la guerra, contra todo preparativo de guerra, contra los créditos militares, en defensa de la Unión Soviética contra sus enemigos de afuera y de adentro»73. «Formación de comités en todo el país para transformar la lucha de los bandos imperialistas que quieren arrastrar al país a la guerra en lucha contra los explotadores internos y externos. Por la transformación de la guerra imperialista en guerra civil»74.

La política de la LOS traduce mecánicamente a una semicolonia la planteada por Lenin para los países imperialistas, el derrotismo revolucionario. Partiendo de denuncias correctas de la política del imperialismo y la ligazón de la burguesía nacional con aquél, niega la posibilidad de la contradicción que puede surgir entre la burguesía de los países semicoloniales y el imperialismo (negación que se da cuando se estaba produciendo la emergencia de fenómenos nacionalistas burgueses en América Latina). La caracterización de las particularidades del desarrollo capitalista argentino que planteamos en este artículo, se encuentra en la base de estas definiciones.
En cambio, como dijimos más arriba, Liborio Justo advierte la ligazón existente entre la resolución de las tareas democráticas, en particular la liberación nacional, y la revolución socialista en los países semicoloniales. Así, para Justo, la guerra ofrecía un terreno para el surgimiento de movimientos antiimperialistas de masas. Sin embargo, al plantearse durante la guerra la consigna de neutralidad, ligada, si bien tangencialmente, a un sector de la burguesía nacional (por ejemplo, el sector del partido radical que sostiene la neutralidad contra la política oficial del partido), deja abierto el terreno para sostener una política de concesión a las burguesías nacionales que resistieran parcialmente a algún imperialismo.

La política de los trotskistas hacia la Unión Soviética

Finalmente, nos referiremos a los planteos de los trotskistas argentinos en relación con la defensa de la Unión Soviética.
Trotsky planteó la necesidad de defender el enorme progreso histórico que significaba la economía planificada, enfrentando las posiciones que postulaban que, tras los pactos entre el Kremlin y países imperialistas, no había diferencia entre éstos y la URSS. Trotsky planteaba que la derrota de la URSS a manos del imperialismo significaba la restauración de las relaciones de producción capitalistas y por lo tanto un retroceso. Por esto Trotsky combatió la posición de que el principal enemigo era la burocracia soviética y planteó la defensa de la URSS con los métodos de la lucha revolucionaria, es decir que esta defensa era inseparable de la lucha por el derrocamiento de la burocracia del Kremlin, pero no una condición. Y finalmente, contra quienes planteaban que defender al Estado Obrero burocratizado significaba claudicar ante sus aliados, y por lo tanto tenían una política derrotista frente a la URSS, Trotsky planteó la necesidad de distinguir la defensa de la Unión Soviética de la política hacia los países capitalistas y sus proletariados. Estos debían levantar la política de derrotismo de su propia burguesía, al mismo tiempo que levantaban el defensismo del Estado Obrero burocratizado, apoyando acciones como el envío de armas a la URSS. Esta fue la política planteada por la IV Internacional frente a la invasión alemana a la Unión Soviética en 1941.
En cuanto al trotskismo argentino, ambos grupos adoptan posiciones acordes a las sostenidas por León Trotsky y la IV Internacional.
Daremos dos citas como ejemplos. La LOR planteó de esta manera su política: «Si Hitler llegó al poder, en Alemania; si la revolución fue aplastada en Europa en beneficio de Hitler; si el ejército nazi está a las puertas de la tierra de Octubre y amenaza avasallarla, contó con la ayuda de la banda de traidores, que encaramados en el Kremlin, sobre las espaldas del pueblo ruso, se proclama heredera de la Revolución de 1917 sólo para destruir las conquistas de ella.
Nosotros dijimos siempre que el primer paso en la defensa de la Unión Soviética era el derrocamiento revolucionario de la camarilla bonapartista de Moscú.
En este momento nosotros sostenemos una vez más nuestra consigna(...) de la defensa incondicional de la URSS contra sus enemigos imperialistas. La verdadera defensa de la URSS no se hace a través del apoyo a sus actuales «aliados» y «amigos» imperialistas, sino por medio de la más intensa y aguerrida lucha de clases contra los gobiernos de esos países imperialistas con el fin de llegar a la conquista del poder».75
Por su parte la LOS76 planteó: «...Solamente nosotros, integrantes de la IV Internacional (...) hemos combatido por igual, sin una sola concesión, a los imperialistas de todos los matices y países (...) hemos combatido a la burocracia soviética y a sus lastimosos burócratas locales (...) fuimos el único partido que bregó por la lucha de toda la clase obrera contra el fascismo y advirtió que el único modo real de defender a la Unión Soviética es la lucha por el socialismo internacional, sin hipotecar jamás la independencia de clase.
Así como los trabajadores y campesinos soviéticos, a pesar de la «sovbour» («burguesía» soviética) de los «dornoyedniky» (despojos que comen lo que no han ganado), de los «bezdelniki» (ociosos que malgastan el tiempo) y a pesar de Stalin y Molotov, jefes de la pandilla totalitaria, termidoriana y bonapartista, (...) luchan en el frente contra el invasor, así los trabajadores argentinos y latinoamericanos (...) deben ocupar su puesto en defensa de la Unión Soviética.
¡Nada de pasividad! ¡Estos son momentos de acción! En todos los sindicatos, en todos los organismos populares, los trabajadores deben hacer oír su voz de solidaridad con la Unión Soviética. ¡Por la reanudación de las relaciones comerciales con la URSS! ¡Por el frente único de los trabajadores de todos los partidos y organizaciones sindicales! ¡Por los derechos democráticos de prensa, reunión, asociación y huelga! ¡Lucha independiente de los trabajadores contra la guerra, por la transformación de la lucha política de oprimidos contra opresores! ¡Por el socialismo!»77

A modo de síntesis

En este artículo nos hemos concentrado en tres aspectos: la definición del carácter de la guerra, la política hacia la clase obrera frente a la posibilidad de la entrada argentina en la guerra y la política hacia la Unión Soviética.
Como vimos, ambos grupos caracterizan a la guerra como interimperialista y refieren a la contradicción esencial del capitalismo entre el desarrollo de las fuerzas productivas y los límites de los estados nacionales. Se trataba de una lucha por el reparto del mundo en la que la diferenciación fundamental no pasaba por los regímenes políticos que rigieran en cada país. En este sentido el rechazo a la caracterización de «guerra de regímenes», es decir de un enfrentamiento entre fascismo y democracia, se expresa claramente. Las consecuencias de esta caracterización sobre la política implicaban la oposición a los países aliados, que ejercían la dominación directa sobre la Argentina y el rechazo a la posición de «defensa de la democracia» contra el fascismo que caracterizó, al resto de los partidos de la izquierda.
Es importante destacar, además, la denuncia contra el imperialismo y el sometimiento del país que distingue a ambos grupos del trotskismo argentino. Particularmente en un momento en que la guerra interimperialista ponía esta relación con el imperialismo en primer plano y en que los partidos de izquierda argentinos sostuvieron el apoyo a los imperialismos inglés y norteamericano, cediendo a la presión de los países que sometían a la Argentina.
El aspecto más polémico lo constituye la política en la Argentina frente a la guerra. La caracterización de la cercanía de la intervención argentina se expresa en ambos grupos en el planteo de políticas de acción contra la guerra, dirigidas al conjunto de la clase obrera. Más allá de las políticas concretas, quedan expresadas las concepciones en torno a la relación de la Argentina con el imperialismo, la burguesía nacional y el régimen, la ubicación de los países atrasados frente a una guerra imperialista y las tareas de la revolución en la Argentina.
Acorde con la caracterización de la guerra, ambos grupos rechazan las presiones del imperialismo por la participación argentina en ella y llaman al proletariado a evitarla. La LOR plantea que el proletariado debe proclamar la neutralidad, debido a que ambos bandos son imperialistas, partiendo de que sostenerla no depende del gobierno sino de la voluntad de las masas para hacerla efectiva. Para la LOS la consigna de neutralidad significaba colocar a las masas detrás de un sector de la burguesía nacional, en este sentido la critica como parte de la concepción de buscar un sector de la clase dominante que encabece una acción antiimperialista. Su política partirá de que es el proletariado el que puede evitar la entrada de Argentina en la guerra, pero sólo lo logrará en una lucha por la conquista del poder.
Así, entramos en el tema central de la discusión sobre la liberación nacional y su relación con la guerra. La LOR afirma que el proletariado debe aprovechar ésta para luchar por la liberación nacional contra el imperialismo. Plantea el desarrollo de la movilización de las masas contra la guerra y por la neutralidad, como parte de la lucha contra el imperialismo y, en este sentido, parte de la lucha por la liberación nacional; planteando que impulsar esta lucha era el único camino para mantener a la Argentina fuera de la guerra. Para la LOS el objetivo del proletariado debe ser la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, aplicando para la Argentina la política del derrotismo revolucionario que Lenin planteó para los países imperialistas. Esto se relaciona con la caracterización del país, al que se considera maduro para la revolución socialista y se devalúan las tareas democráticas, considerando completada la revolución democrático-burguesa.
Finalmente, en cuanto a la política frente a la Unión Soviética, ya aclaramos los efectos que esta discusión tuvo en algunas de las secciones de la IV Internacional, llegando a la ruptura de uno de sus partidos fundamentales. Los grupos argentinos sostienen esencialmente las posiciones planteadas por Trotsky y las de la IV Internacional. Señalando el carácter de la burocracia soviética y denunciando su política y la de la III Internacional ya estalinizada, enfatizando la responsabilidad de la burocracia stalinista en el triunfo del fascismo en Europa, afirman la necesidad de defender incondicionalmente a la URSS de las agresiones imperialistas y de movilizar al proletariado en esta defensa. Así también, señalan que esta defensa no implica el apoyo a los aliados de la URSS aunque sí a las acciones que impliquen hacer llegar la ayuda necesaria al gobierno soviético. Por último, se plantea la necesidad de luchar por el derrocamiento revolucionario de la burocracia soviética.

Nuestro objetivo aquí ha sido reflejar el posicionamiento de los dos principales grupos trotskistas frente a un hecho trascendental como la Segunda Guerra Mundial y poner de manifiesto un momento de la evolución teórica y política de estos grupos, que se encontraban inmersos en una realidad muy dinámica y en los prolegómenos del surgimiento de fenómenos políticos complejos, como luego será el peronismo. Esta evolución se desarrolló a «contracorriente» y de manera tortuosa, aunque con el mérito de buscar intervenir en un debate que se daba a escala local e internacional y difundir sus posiciones frente a hechos fundamentales de la lucha de clases mundial.

1 El IKD (Internationale Kommunisten Deutschlands), el grupo de los exiliados alemanes, planteaba que frente al avance del fascismo los revolucionarios debían formar parte de los movimientos de lucha antifascista, postulando una política etapista, de revolución democrática contra el fascismo, asumiendo en consecuencia una concepción de «guerra de regímenes».
2 Las posiciones contrarias a la defensa de la Unión Soviética comenzaron a plantearse a partir de la firma del pacto de no agresión entre la URSS y Alemania en agosto de 1939 y de la invasión soviética a Finlandia, por parte del Ejército Rojo en septiembre de ese año. El intento de la burocracia stalinista de «sovietizar» Finlandia a través de la imposición burocrática del ejército despertó la oposición de sectores de la IV Internacional a levantar una política defensista de la URSS, y postulaban una política derrotista. Así, dentro del SWP, la sección norteamericana de la IV Internacional, un grupo encabezado por Shachtman, Burnham y Abern planteó el abandono de la defensa de la URSS frente a un ataque imperialista igualando el carácter de la burocracia al del estado obrero, y negando, en consecuencia, el carácter de estado obrero degenerado de la Unión Soviética. Este grupo rompió el partido, enfrentado con la dirección representada por Cannon, Novack, Dobbs y Hansen. Trotsky emprendió una dura lucha teórica con los «antidefensistas» expresada, por ejemplo, en su obra «En defensa del marxismo». En Latinoamérica el antidefensismo tuvo su expresión en Brasil a través de las posiciones de Mario Pedrosa, y ejerció su influencia en los primeros grupos uruguayos.
3 Citado en Milcíades Peña, Masas, caudillos y elites, Ediciones Fichas, Bs. As. 1973, página 47.
4 Aquí se daría inicio a lo que se conoce como «década infame», una etapa caracterizada por el mayor sometimiento del país a Inglaterra (cuya máxima expresión fue precisamente el pacto Roca-Runciman que aseguraba el comercio con Inglaterra a cambio de enormes concesiones), el fraude electoral y la represión contra el movimiento obrero y los sectores populares. Tras el gobierno de Uriburu (iniciado con el golpe de 1930), asumió la Concordancia, con Agustín P. Justo en 1932. En 1938 asumió el gobierno de Ortiz y Castillo, el primero gobernó hasta junio de 1940, cuando le siguió el vicepresidente hasta el golpe militar de 1943.
5 «Paralelamente al tratado en sí, se formaron un conjunto de pactos... que constituyeron el estatuto legal del coloniaje... Ese conjunto de acuerdos... transformó al país directamente en una semicolonia inglesa. El país perdía su situación de dependiente.» (Nahuel Moreno, Método de interpretación de la historia, Ediciones Pluma).
6 «Con uno u otro pretexto y con cualquier consigna Estados Unidos intervendrá en el tremento choque para conservar su dominio del mundo... La guerra con Japón tendría como objetivo conseguir más «espacio vital» en el Océano Pacífico. La guerra en el Atlántico, aunque en lo inmediato se dirija contra Alemania, sería para conseguir la herencia de Gran Bretaña...
Contra la posición oficial de la Casa Blanca se levantan las ruidosas protestas del aislacionismo norteamericano, que constituye sólo una variante distinta del mismo imperialismo... Con el pretexto del aislacionismo y el pacifismo, un sector influyente de la burguesía prepara un programa para la expansión continental de Norteamérica y para la lucha contra el Japón. De acuerdo con este plan, la guerra con Alemania por la dominación del mundo únicamente queda diferida.» (Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial, mayo de 1940), Escritos, León Trotsky, CD, CEIP)
7 Robustiniano Patrón Costas: poderoso industrial azucarero del norte del país. Federico Pinedo: ministro de hacienda de Castillo hasta 1941.
8 Peña, op. cit. pág. 52
9 Orientación, diciembre 1938, citado en Peña, op. cit. pág. 46
10 La Hora, julio de 1940, citado en Peña, op. cit. pág 54.
11 La Hora, julio de 1941, periódico del PC, citado en Peña, op. cit. pág 54.
12 Esta política tendrá una de sus expresiones más claras en la gran huelga de la carne en 1943, cuando el PC traicionó la huelga al llamar a levantarla con el argumento de permitir los embarques de carne para los Aliados.
13 Antonio Gallo provenía del socialismo, formó con Héctor Raurich (proveniente de una ruptura del PC, los llamados «Chispistas» por su publicación «La Chispa») uno de los primeros grupos trotskistas a comienzos de la década del 30, y publicó uno de los primeros análisis marxistas acerca del golpe de estado de 1930, «Sobre el golpe de septiembre» y «A dónde va la Argentina». Pedro Milesi era un obrero y militante sindical municipal de origen anarquista que había pasado por el PC, del cual fue expulsado en 1932; formó en 1933 otro de los primeros grupos que se reclamará de la Oposición de Izquierda en Argentina. Los grupos de Milesi y Gallo se unieron en 1935. Liborio Justo o «Quebracho», era hijo de quien fue presidente argentino entre 1932 y 1938 (su acción pública más notoria fue el grito de «Abajo el imperialismo» en el Congreso cuando su padre recibía al presidente norteamericano); militó en el Partido Comunista con el que rompió en 1936 adhiriendo a la Oposición de Izquierda; fundó el GOR en 1939. Abandonó la IV Internacional en 1942. Mateo Fossa: su primera militancia fue en el Partido Socialista con el que rompió durante la Primera Guerra Mundial, entrando al Partido Comunista; formó parte del grupo de los «chispistas» en 1927 en oposición a la dirección del PC, fue secretario general de gremio de la madera; desde aquí tuvo una destacada participación en la importante huelga de la construcción de 1936; habiendo declarado su adhesión a la Oposición de Izquierda y luego de una experiencia de «entrismo» en una ruptura del PS, el PSO, viajó a México con motivo de un congreso sindical y se entrevistó con León Trotsky (ver las entrevistas en Escritos Latinoamericanos, Ediciones CEIP, 1999).
14 Osvaldo Coggiola, El trotskismo en la Argentina, tomo 1, Bs. As. CEAL, 1985, página 30.
15 Según Galasso serían una docena de los cuales sólo dos eran obreros. Norberto Galasso, Socialismo, liberación nacional y clase obrera, Bs. As., Ed. Ayacucho, 1991, pág. 107. Según Coggiola, editaban entre 5000 y 10000 ejemplares de su prensa, cifra seguramente exagerada.
16 Se separaron después los grupos de Córdoba y La Plata y Abelardo Ramos funda otro grupo (Bolcheviques Leninistas), Coggiola, op. cit.
17 Informe del delegado de la IV Internacional al Comité Ejecutivo Internacional, Ernesto González, El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina, tomo 1, Ed. Antídoto, 1994, pág. 75.
18 A raíz de esta visita se desarrollaron una serie de discusiones con implicancias sobre el tema que tratamos en este artículo, aunque no nos referiremos a ellas en esta ocasión.
19 En la reunión de fundación estuvieron presentes representantes de la LOS (ya sin Gallo y Milesi), el grupo de La Plata y Berisso, el núcleo de Córdoba (en el que militaba Posadas), Rosario y Santa Fe, el grupo del transporte nucleado alrededor de Medurnich Orza, la VOL (Vanguardia Obrera Leninista, orientada por Abelardo Ramos), Adolfo Perelman, entre otros.
20 Manifiesto de la Cuarta Internacional... op. cit.
21 Trotsky combatió ampliamente contra esta concepción, incluso antes del inicio de la guerra (ver «Combatir al imperialismo para combatir al fascismo», 21 de septiembre de 1938, en Escritos Latinoamericanos, Ediciones del CEIP, 1999, página 86-88).
En los años 80 se expresaron posiciones que caracterizaron la guerra como un enfrentamiento de regímenes, planteándola como continuidad del enfrentamiento entre fascismo y democracia que se habría expresado en la guerra civil española. Así, por ejemplo, el dirigente del Movimiento al Socialismo, Nahuel Moreno planteaba en 1984: «...la guerra civil española demostró hasta qué grado el régimen democrático burgués era antagónico con el fascismo, no sólo la clase obrera y sus organizaciones.
La II Guerra Mundial presenta, como mínimo elementos similares. Sin desarrollar el tema, creemos que hay que estudiar seriamente si no fue el intento de extender la contrarrevolución fascista imperialista a todo el mundo, derrotando principalmente a la Unión Soviética, pero también a los regímenes democrático-burgueses europeos y norteamericano. Esto no quiere decir que la Segunda Guerra Mundial no haya tenido también un profundo contenido de lucha interimperialista. Lo que decimos es que hay que precisar bien, al igual que en la guerra civil española, cuál fue el factor determinante. ¿Fue la lucha del régimen fascista esencialmente contra la URSS pero también contra la democracia burguesa? ¿O fue el factor económico, la pelea entre imperialismos por el control del mercado mundial?» (Nahuel Moreno, Las Revoluciones del siglo XX, Cuaderno de formación N° 3, pág. 51, Buenos Aires, 1989)
22 Ernest Mandel, El significado de la Segunda Guerra Mundial, Ed. Fontamara, Puebla, 1991, pág. 45.
23 Manifiesto de la Cuarta Internacional ... op. cit.
24 El mundo colonial y la Segunda Guerra Mundial, resoluciones adoptadas por la Conferencia de Emergencia de mayo de 1940.
25 Idem.
26 Idem.
27 Manifiesto de la Cuarta Internacional... op.cit. La India ofrece un buen ejemplo de esta previsión, aquí, el movimiento nacional resurgió al comienzo de la Segunda Guerra. La burguesía india pactó con Inglaterra su apoyo en la guerra a cambio de la independencia. En 1942 tuvolugar un amplio movimiento huelguístico. Mientras el Partido Comunista reafirmaba su apoyo a los aliados anglo-norteamericanos, la lucha que se desarrollaba anunciaba la perspectiva de una guerra de liberación nacional del pueblo indio. La IV Internacional apostaba al desarrollo de la movilización antimperialista en la India, a la conjunción de este movimiento con el descontento del proletariado inglés expresado en las huelgas que se daban contemporáneamente. Aplicando la política hacia los países coloniales y semicoloniales, la IV llamó a los revolucionarios indios a intervenir en este movimiento de liberación nacional levantando una política independiente de la burguesía india.
28 Liborio Justo, La Argentina frente a la guerra mundial, Ediciones Acción Obrera, Bs. As., 1940, págs. 3 y 5.
29 Inicial, periódico quincenal de la Liga Obrera Socialista, N° 25
30 Justo, La Argentina frente... op. cit., pág. 7.
31 Inicial N° 19.
32 Idem.
33 Idem.
34 Jorge Lagos, La IV Internacional y la lucha contra el imperialismo, 1940
35 Idem, pág. 19 y 20.
36 Antonio Gallo, Revolución Socialista o liberación nacional, 1940.
37 Justo, op. cit.
38 Inicial, N° 19.
39 Idem.
40 Liborio Justo, Las posiciones de la LOR y el centrismo, febrero de 1942.
41 Inicial N°19.
42 Inicial N° 16, marzo-abril de 1941.
43 Liborio Justo, Frente al momento del mundo, qué quiere la IV Internacional, Acción Obrera, abril, 1939.
44 Inicial N° 18.
45 «En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o bien maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros». (Escritos Latinoamericanos, «La industria nacionalizada y la administración obrera, 12 de mayo de 1939, Ediciones CEIP, pág. 151)
46 «En este sentido, durante el curso de la lucha por las tareas democráticas, oponemos el proletariado a la burguesía. La independencia del proletariado, incluso en el comienzo de este movimiento, es absolutamente necesaria.» («Discusión sobre América Latina», op. cit. pág. 111)
47 «...esta apreciación y esta diferencia de actitud, no son permitidos más que a condición de que nuestra organización no participe en el APRA, en el Kuomintang o el PRM y que conserve una libertad de acción y de crítica absoluta», op. cit.
48 Coggiola, op. cit., pág. 65
49 Justo, La Argentina frente... op. cit., pág. 11.
50 Así, por ejemplo, Liborio Justo plantea «Los anquilosados «socialistas» de la Casa del Pueblo tienen alma de felpudo: siempre están a los pies de la oligarquía y del imperialismo. Reeditando en forma acentuada su actitud de 1914, se han colocado en la primera fila entre las fuerzas de choque del imperialismo anglo-francés en la Argentina». Sobre el Partido Comunista dice: «Hasta la concertación del pacto nazi-staliniano, los genuflexos del asesino de obreros del Kremlin, constituían la vanguardia bélica del imperialismo anglo-francés... Sin embargo, desde su entendimiento con el sangriento dictador nazi, descubrieron al imperialismo anglo-francés... Y, finalmente, los guerreristas de ayer... se transformaron en los más empedernidos pacifistas y amantes de la neutralidad.» En cuanto a FORJA y su defensa de la neutralidad, Liborio Justo plantea: «hay derecho a dudar que esa posición sea efectiva cuando ha podido comprobarse su descarada connivencia con los peores elementos «nacionalistas» y nazi-fascistas en el diario Reconquista.» (L. Justo, Argentina frente...p 20-21)
51 Idem, pág. 14.
52 Idem, pág. 16.
53 «Frente Obrero, antes Inicial» N°25.
54 Justo, Argentina frente... op. cit. páginas 14 y 15.
55 La nueva Internacional, Organo del Grupo Obrero Revolucionario, N° 9.
56 Inicial N° 11.
57 Inicial N° 16.
58 La Nueva Internacional, junio de 1940.
59 Idem.
60 Justo, La Argentina frente..., op. cit., pág. 20.
61 Idem.
62 Idem.
63 La nueva Internacional, junio de 1940.
64 Idem.
65 Justo, La Argentina frente... op. cit., pág. 36.
66 La nueva Internacional, junio de 1940.
67 Inicial N° 19.
68 Inicial N° 18, junio de 1941.
69 Inicial N° 16.
70 Inicial N° 19.
71 Lagos, La IV Internacional..., op. cit.
72 Inicial, junio de 1940.
73 Inicial N° 16.
74 Inicial N° 19.
75 Volante de la LOR, 23 de junio de 1943, posterior al período que anallizamos pero representativo de sus posiciones.
76 En el número 16 de Inicial, marzo-abril de 1941, la LOS informa de la expulsión de Pedro Milesi de la organización debido a su participación en la redacción y el informe al Congreso de USA (una de las centrales sindicales argentinas) de una resolución en la cual se afirmaba su oposición al fascismo que «han sufrido las naciones como Checoslovaquia, Polonia, Holanda, Noruega, Finlandia, etc.» y que era interpretada como una igualación del fascismo y la URSS (al hacer mención al ataque a Finlandia) y como una política de «lucha contra el fascismo». Para la LOS esa declaración «No significa otra cosa que repetir, en distintos planos políticos, la fórmula que definió la traición anarco-stalinista-republicana a la revolución española: «Primero ganar la guerra; luego hacer la revolución». Con lo cual perdieron la guerra, estrangularon la revolución y entregaron al pueblo español al fascismo. En lo que respecta a la agresión soviética a Finlandia y el carácter de la URSS, la Liga Obrera Socialista -Cuarta Internacional- declara a la clase obrera que, de acuerdo con las tesis centrales de su Congreso de Fundación y con el Manifiesto de Emergencia, la lucha soviética contra el territorio finés, brutalmente realizada por la burocracia stalinista, fue una medida defensiva llevada a cabo por el Kremlin para acorazarse de un sensible ataque imperialista franco-británico, cuya punta de lanza se hallaba en Finlandia. La Cuarta Internacional considera a la URSS como Estado Obrero degenerado, porque aun conserva aún las bases económicas instauradas por la revolución de octubre. (...) El comité ejecutivo rechaza como infames diatribas los cargos formulados por el órgano stalinista La Hora, contra el ciudadano P. Milesi (...) decide expulsar[lo] de sus filas... por violar la disciplina política de la organización al hablar ante un Congreso obrero sin su control y por adoptar principios políticos que desconocen la dictadura del proletariado, niegan las tradiciones del bolchevismo y transgreden totalmente el programa marxista de la Cuarta Internacional.»
77 Inicial N° 20.