Entrevista sobre problemas británicos[1]
verano de 1936
Pregunta: ¿El Grupo Marxista debe oponerse O aceptar la afiliación del PC al Partido Laborista?
Respuesta: La pregunta es absolutamente pedante y carece por completo de significado en vista de que el propio grupo es pequeño, débil y no tiene perspectivas claras. Pero sea cual fuere la posición del grupo, es esencial prestar apoyo crítico a la afiliación del PC por dos razones: 1) si negamos el apoyo nos opondremos a las aspiraciones unitarias de las masas; 2) los errores del PC y su inevitable alianza con la burocracia del Partido Laborista nos brindará la oportunidad de ganar a sus mejores elementos. Pero eso sólo ocurrirá si nosotros mismos entramos al Partido Laborista. Todo el problema gira alrededor de la frase subrayada. Ignorando eso, toda especulación es metafísica y no tiene nada que ver con el marxismo.
P: ¿Quién, cree usted, tiene razón -Cooper o Matlow- con respecto a las perspectivas del grupo?[2]
R: Opino que
Matlow tiene razón en un cien por ciento. Dada la situación internacional,
Inglaterra se desarrollará paralelamente al resto de Europa. Eso suscitará una
oleada de huelgas en un futuro próximo, que será el último clavo del ataúd del
ILP. El ILP no es una organización de masas, sino de propaganda, y dado que no
es una propaganda revolucionaria sino centrista, un ascenso de la clase obrera
terminará por liquidar al moribundo. Considero que la posición rígida y formalista
del periódico de Cooper no tiene nada que ver con el marxismo. Demuestra una
falta total de comprensión de la lucha de clases. La idea de permanecer en el
ILP durante un período más para ganar a los elementos vacilantes, mientras el
PC penetra rápidamente en las organizaciones de masas, es ridícula. Sólo ganaremos
a los elementos vacilantes del ILP entrando al Partido Laborista y realizando
un trabajo eficaz en su seno. Los vacilantes del ILP lo repudiarán en forma
inevitable a medida que prosiga su desintegración y, al buscar una nueva
orientación, se acercarán ineludiblemente a nosotros en el Partido Laborista
si sabemos aplicar una línea correcta ahora mismo. El argumento de que se
pueden ganar algunos elementos vacilantes del ILP es formal, dado que por cada
uno que ganamos en el ILP, podríamos ganar a cientos en el Partido Laborista.
El argumento de que podríamos quedarnos con el aparato del ILP es, en el mejor
de los casos, hipotético, y para lograrlo deberíamos librar una lucha de varios
años, considerando la fuerza de la burocracia. No disponemos de una eternidad.
Somos demasiado generosos con nuestro tiempo, que es muy valioso; no somos tan
ricos como para venderlo a semejante precio. La experiencia de las secciones
belga y francesa demuestra taxativamente que en las organizaciones reformistas
de masas se abren posibilidades inmensas. Si no aceptamos esa perspectiva no
podremos desempeñar un papel revolucionario importante en la historia de Gran
Bretaña.
P: Puesto que hemos perdido la oportunidad creada por el plebiscito,[3] ¿qué debemos plantear para romper con el ILP?
R: Es esencial
elegir un problema político que resulte comprensible para las amplias masas
trabajadoras. Pelearnos por la existencia de grupos legales en el ILP sería
absolutamente inútil. Desde aquí sólo puedo ofrecer algunas sugerencias. Una
posibilidad podría ser la de obligar al ILP a pronunciarse sobre las tesis de
nuestra conferencia reciente, sobre todo la tesis del ascenso revolucionario,
publicada en el periódico francés. Otra posibilidad mejor sería la de la
afiliación del ILP al Partido Laborista. Debemos plantearlo inmediatamente y
con toda energía.
P: ¿Debe plantear el grupo alguna condición para que el ILP entre al Partido Laborista?
R: La cortesía caballeresca no tiene cabida en política. Dado que la burocracia del ILP ilegalizó a nuestro grupo y suprimió nuestro periódico, sería ridículo que lucháramos para obtenerle privilegios al ILP. Nuestro deber es entrar al Partido Laborista, con o sin el ILP, lo antes posible. Desde aquí no puedo determinar el problema o el momento preciso para la ruptura.
Si recordamos que el tiempo es oro y el asunto urgente,
difícilmente nos equivocaremos. En todo caso, la sugerencia de esperar a la
próxima conferencia anual del ILP en abril me resulta incomprensible. La
situación europea se desarrolla tan rápidamente que la historia no esperará la
conferencia del ILP.
P: ¿Cómo entraremos al Partido Laborista y cómo trabajaremos en él?
R: Dada la
debilidad del Grupo Marxista posiblemente debamos entrar como individuos y
dedicar uno, dos o tres meses a explorar las posibilidades. Lo importante es
entrar. Una vez adentro, las oportunidades aparecerán rápidamente. Se comprende
que, no importa cómo entremos, tendremos desde el comienzo una fracción
secreta. Lo demás dependerá de nuestros avances en el Partido Laborista. Es
importante que al comienzo no quedemos expuestos a los ataques de la burocracia
laborista, que nos expulsaran sin dejarnos ganar fuerzas. Nuestro primer ataque
debe dirigirse contra la inconsecuencia de los centristas, no contra la burocracia.
Nuevamente, eso dependerá de lo que encontremos al entrar. Es evidente que no
podremos plantear de entrada el problema de la Cuarta Internacional. La
historia nos brindará la oportunidad de plantearlo. La cuestión de la Cuarta
Internacional no es en la actualidad un problema candente para las masas
británicas. Si adoptamos una posición revolucionaria respecto de los problemas
que preocupan a las masas hoy, podremos acercarnos inexorablemente a la cuestión
de la Cuarta Internacional. Debemos cuidarnos a toda costa de caer en el
sectarismo o en el oportunismo: debemos tener el dedo puesto constantemente
sobre el pulso de las masas. Conviene recordar que a medida que se desarrolla
el proceso político, el trabajo revolucionario se volverá cada vez más peligroso,
y estaremos mucho mejor protegidos dentro de las amplias masas del Partido
Laborista, que en el cadáver aislado y putrefacto del ILP, si es que para
entonces queda siquiera un cadáver. Indudablemente, corresponde que queden
algunos camaradas capaces dentro del ILP para hacer trabajo fraccional. En
cuanto al Grupo Marxista, cuando entremos al Partido Laborista quizás surja
rápidamente una situación tal que obligue a uno o dos de nuestros mejores
oradores a exponer nuestra posición revolucionaria, invitando, así a que se los
expulse, dado que todo movimiento necesita mártires. Esos camaradas expulsados
encontrarán buenas oportunidades de trabajo, por ejemplo, en el Club Lenin.[4]
P: ¿Cree usted que la idea del Club Lenin, tal como la desarrolló el grupo del ILP, será útil para nuestro trabajo en el Partido Laborista?
R: Eso también
dependerá de la situación concreta que encontremos en el Partido Laborista,
pero desde aquí parecería que puede cumplir una función útil. Pero para que
sirva de algo debemos controlarlo democráticamente, con representantes de
todos los bolcheviques-leninistas, no sólo del grupo del ILP. Cualquier otra
cosa sería sectarismo puro.
P: ¿El periódico propuesto por James debe ser un órgano independiente de los trotskistas reconocidos dentro de las organizaciones políticas como el Partido Laborista, o el órgano del Club Lenin sin afiliación partidaria?[5]
R: Es difícil
responder a esa pregunta, porque evidentemente depende de la situación
objetiva. En todo caso, primero debemos hacer esfuerzos para unirnos al grupo Groves-Dewar y utilizar Red Flag.[6]
El camarada Collins me dio a entender que nuestros intentos de
acercarnos a Groves-Dewar fueron rechazados. Aunque eso fuera cierto, una vez
que entremos al Partido Laborista los partidarios de Groves-Dewar comprenderán
que estamos con ellos en un cien por ciento, y si sus dirigentes siguen
rechazándonos pasarán a nuestro grupo. Si no conseguimos a Red Flag como
órgano de nuestra tendencia, entonces deberemos resolver qué nos conviene más:
un órgano independiente del Club Lenin, o un periódico de nuestro grupo en el
Partido Laborista. No se trata de un problema de primera magnitud, considerando
que los stalinistas denunciarían nuestro vínculo con el periódico del Club
Lenin. Podemos anticipar sin temor a equivocarnos que los stalinistas no
tardarán en hacerlo. Así como la burocracia laborista es la policía del
capitalismo en el seno de la clase obrera, los dirigentes stalinistas serán la
policía de la burocracia laborista. Esta identificación de las burocracias
laborista y stalinista nos brindará una gran oportunidad para ganar a la base
del PC. Toda la cuestión del periódico y del Club Lenin es formal e irreal si
permanecemos fuera del Partido Laborista y aislados de las masas.
P: ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia los Comités de Paz?[7]
R: El problema del Comité de Paz se asemeja en cierta forma al del Frente Popular. Por ejemplo, en Francia decimos a los obreros que el Frente Popular es una equivocación. Mientras los obreros lo apoyan, les decimos que estamos dispuestos a colaborar lealmente con las organizaciones obreras, el PC y el PS, pero nos negamos a tener algo que ver con los miembros burgueses del Frente Popular. Nuestra consigna es “¡Abajo los ministros radicales!”, no “¡Abajo el Frente Popular!”, porque no tenemos nada con qué reemplazarlo por el momento. Asimismo, no podemos volver la espalda a los Consejos de Paz y decir "¡Abajo los Consejos de Paz!" porque todavía no existe un partido revolucionario que proporcione a las masas una dirección clara sobre asuntos de guerra y paz. Sin embargo, la analogía presenta una diferencia fundamental. En el primer caso se trata del poder estatal en una situación revolucionaria. En el otro se trata de utilizar los comités existentes, mientras los apoyen las organizaciones obreras de masas. Por lo tanto, corresponde tener representantes en los Consejos de Paz y, al comienzo, dirigir nuestro ataque contra los participantes burgueses (¿contra cuáles? depende de cómo reaccionen los obreros ante nuestra propaganda).
Se entiende, desde luego, que la primera tarea de los
revolucionarios en una organización de masas consiste en exigir que la misma
sea controlada democráticamente por los obreros. Esa agitación será la primera
oportunidad de atacar las invitaciones privadas de los burócratas del PC a los
llamados burgueses progresistas. Al atacar a los principales pacifistas
burgueses y posteriormente a todos los elementos burgueses, chocaremos
inevitablemente con la política de colaboración de clases de los burócratas
del PC y del laborismo. Entonces podemos decirles a los obreros: “Tenemos
nuestras diferencias con los camaradas Morrison, Pollitt y Lansbury, pero
estamos perfectamente dispuestos a colaborar lealmente con ellos. Sin embargo,
ellos quieren expulsarnos porque nos negamos a trabajar con los enemigos
declarados de nuestra clase.” Así los burócratas laboristas y del PC serán los
responsables de la colaboración de clases ante los obreros. Utilizada
correctamente, esta situación desacreditará no sólo a los burócratas, sino
también a la concepción misma de los Consejos de Paz. Pero primero es necesario entrar.
P: ¿Cuál es la mejor manera de tratar el problema colonial, cuestión fundamental que hasta el momento prácticamente hemos ignorado?
R: Es esencial
estudiar los cuatro primeros congresos de la Comintern. Además, las tesis
generales de la Cuarta Internacional sobre el problema colonial servirán para
indicar la línea general, pero su aplicación concreta será determinada por la
situación particular.
P: ¿En esta etapa se puede hablar de llevar una existencia independiente fuera de las organizaciones de masas?
El hecho de que Lenin haya roto sin temor con Plejanov en
1905 y permanecido con un pequeño grupo aislado no tiene nada que ver, porque
Lenin permaneció en la Socialdemocracia hasta 1912 y en 1920 instó al PC
británico a afiliarse al Partido Laborista. Si bien el partido revolucionario
debe mantener su independencia en todo momento, un grupo revolucionario de un
par de centenares de camaradas no es un partido revolucionario. La manera más
eficaz de realzar su trabajo es en oposición a los social-patriotas dentro de
las organizaciones de masas. En vista de la gravedad creciente de la situación
internacional, es esencial trabajar dentro de las organizaciones de masas
mientras exista la posibilidad de hacer un trabajo revolucionario en su seno.
Semejante interpretación sectaria, estéril y formalista del marxismo [negarse a
militar en las organizaciones de masas con el fin de oponerse a los
social-patriotas, en aras de la independencia organizativa] sería una deshonra
para un niño inteligente de diez años.[8]
[1] Entrevista sobre problemas británicos. Internal Bulletin, Grupo Marxista, 1936. La entrevista fue concedida a Sam Collins, militante del Grupo Marxista del ILP, quien abandonó el movimiento trotskista en 1945.
[2] Arthur Cooper: miembro del ILP, entró al Grupo Marxista. En 1936 se opuso a que los trotskistas entraran al Partido Laborista y propuso que permanecieran en el ILP; fue expulsado meses más tarde. Con C.L.R. James quedó fuera del Partido Laborista en un grupo al que siguieron llamando "Grupo Marxista". Albert Matlow, miembro del ILP, fue uno de los fundadores del Grupo Marxista en el ILP. En el verano de 1936 planteó que los trotskistas británicos debían entrar al Partido Laborista. Sin embargo. una vez que entraron, se pasó a la Izquierda social-demócrata.
[3] Cuando Maxton amenazó con renunciar al ILP después de que el congreso de pascua de 1936 resolvió apoyar las sanciones obreras contra Italia, Brockway logró que por decisión mayoritaria se planteara el problema ante el partido bajo la forma de un plebiscito. El cuestionario diluía la diferencia esencial entre la política de sanciones obreras y la política de sanciones de la Liga de las Naciones propuesta por los stalinistas y reformistas; los pacifistas ganaron por un estrecho margen.
[4] Club Lenin: propuesta para que algunos trotskistas quedaran fuera del Partido Laborista con el fin de hacer pronunciamientos públicos en favor de la Cuarta internacional, publicar materiales trotskistas y a la vez presentarse como alternativa a quienes se oponían al entrismo en el Partido Laborista por cuestiones de principio. Jamás pasó de los papeles.
[5] C.L.R. James (n. 1901): escritor antillano, autor de The Black Jacobins y World Revolution. James fue activista del movimiento trotskista inglés en 1935 y uno de los que más se opuso a salir del ILP para entrar al Partido Laborista en 1936. Permaneció en el ILP después de que la mayoría del Grupo Marxista se separó de éste para entrar en el Partido Laborista con el nombre de Grupo Bolchevique-Leninista. Sus partidarios tomaron el nombre de "Grupo Marxista'' y fueron expulsados del ILP en noviembre de 1936 al asociarse al mensuario "independiente' Fight for the Fourth lnternational.
[6] El grupo dirigido por Reg Groves y Hugo Dewar se opuso a entrar al ILP y permaneció afuera publicando el periódico iniciado por la LC. Red Flag. En 1935 entraron a la Socialist League del Partido Laborista. En 1935-36 estudiaron la posibilidad de reunificarse con las demás organizaciones trotskistas inglesas, pero se negaron a enviar representantes al primer congreso mundial pro cuarta internacional. En mayo de 1937 la Socialist League se disolvió a pedido de la burocracia laborista y algunos de sus miembros, como Groves, abandonaron la actividad organizada. Otros se agruparon en torno al Grupo Marxista de C.L.R James.
[7] Consejos de Paz: organizaciones del PC carentes del apoyo de las masas.
[8] En el texto mecanografiado de esta entrevista, que se encuentra en el Archivo Trotsky de la Universidad de Harvard, hay dos líneas borradas entre la oración que termina "...trabajo revolucionario en su seno" y la que comienza "Semejante interpretación sectaria..." La frase entre corchetes fue agregada por nosotros para aclarar el sentido del pasaje (N. del T)