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Cuadernos del CEIP N°3 (Agosto 2002)

Sobre la declaración de los oposicionistas indochinos

Sobre la declaración de los oposicionistas indochinos

El presente artículo es el único texto de Trotsky conocido en el que se refiere específicamente a Indochina y en especial a los oposicionistas vietnamitas. Sólo nueve años después vuelve a referirse a ellos poniéndolos como ejemplo a seguir por los revolucionarios en las colonias, luego del aplastante triunfo electoral de La Lutte sobre el stalinismo y las corrientes burguesas en 1939. Pero lejos de lo que proponen algunos investigadores, estas pocas referencias específicas al proceso indochino, no implican en forma alguna un desprecio del problema colonial, ni una subordinación de la lucha de clases en las colonias a un supuesto eurocentrismo. Por el contrario Trotsky desarrolla extensamente en sus escritos sobre China, India, etc., la mecánica de la revolución en los países coloniales y semicoloniales, su relación con la lucha del proletariado en las metrópolis, la necesidad de la alianza obrera y campesina, generalizando la teoría-programa de la revolución permanente a estos países. Publicado en Escritos 1929-1940, CEIP, versión digitalizada.

León Trotsky -18 de setiembre de 1930

Por lo que puedo juzgar a partir de mis conocimientos totalmente insuficientes sobre la situación de Indochina, la declaración expresa correctamente, en sus rasgos más generales, las tareas de los comunistas indochinos. Las siguientes observaciones tienen por objeto ampliar y precisar la declaración y eliminar posibles malentendidos.

1. Es necesario aclarar, ampliar y precisar la cuestión agraria: el papel e importancia de los propietarios terratenientes semifeudales y los grandes terratenientes en general, de cuánta tierra dispondría la revolución para repartir entre los campesinos más pobres después de expropiar a los grandes propietarios terratenientes. La declaración no hace la menor mención a la cuestión campesina. Es imposible expropiar a los terratenientes grandes y medianos sin antes derrocar el régimen de esclavitud colonial. Necesitan inculcar en la conciencia de los obreros y los campesinos que entre estos dos problemas, el nacional y el de la tierra, existen los vínculos más estrechos. Esta cuestión exige, desde luego, un estudio profundo. Quizás ya se ha realizado esta investigación. En todo caso, la declaración debe pronunciarse con toda claridad respecto de la revolución agraria.

2. En la segunda página de la declaración se dice que las masas «creían ingenuamente que la independencia nacional las liberaría de la pobreza, pero últimamente muchos han comprendido su error». Se trata, obviamente, de una formulación errónea. Como se desprende de la propia declaración, la independencia nacional es un factor necesario para la revolución indochina. Sin embargo, es muy dudoso que el conjunto del campesinado indochino tenga conciencia de la necesidad de derrocar el dominio imperialista francés mediante una revolución. Y es todavía más dudoso que las masas indochinas ya tengan conciencia del carácter limitado e ilusorio de una liberación puramente nacional. Esto les da a los comunistas un gran terreno para desarrollar su propaganda y agitación. Sería muy peligroso creer que las masas ya comprenden algo que en realidad se les debe explicar, o que sólo se les puede explicar en el contexto vivo de la lucha de masas. Es precisamente en aras de esa tarea pedagógica que se deben ligar, como dijimos más arriba, las necesidades, reivindicaciones y protestas de los campesinos por la tierra, por ayuda financiera, contra el militarismo, etcétera, con la lucha contra el imperialismo extranjero y sus agentes «nacionales», es decir, la burguesía indochina.

3. En la página 3 encontramos lo siguiente: «Toda teoría de colaboración de clases sirve de camuflaje ideológico para el régimen de la clase capitalista.» Este concepto es absolutamente correcto, pero está formulado de manera tal que puede dar lugar a un malentendido. No rechazamos toda colaboración de clases. Al contrario, existe cierta colaboración de clases que buscamos con todas nuestras fuerzas: la colaboración del proletariado con el campesinado pobre, así como con las capas inferiores de la pequeña burguesía urbana, explotadas y oprimidas. Esta colaboración revolucionaria entre las clases, que sólo puede convertirse en realidad con la condición de combatir sin concesiones a la burguesía nacional, tiene la propiedad de transformar al proletariado en el verdadero dirigente de la nación, si por nación se entiende la abrumadora mayoría de las masas oprimidas y explotadas de la ciudad y el campo, en oposición al bloque antinacional de las clases poseedoras y el imperialismo.

4. En la página 4 se afirma que el nacionalismo, «que siempre ha sido una ideología reaccionaria, sólo puede forjar nuevas cadenas para la clase obrera». Se trata de una concepción abstracta del nacionalismo como idea trascendental y suprasocial que es siempre reaccionaria. Esta forma de plantear el problema es antihistórica y antidialéctica y da lugar a conclusiones erróneas. El nacionalismo no ha sido siempre una idea reaccionaria, de ninguna manera, ni lo es ahora en todos los casos. Por ejemplo: ¿puede afirmarse que el nacionalismo de la Gran Revolución Francesa fue una fuerza reaccionaria en la lucha contra la Europa feudal? De ninguna manera. Y hasta el nacionalismo de la morosa y cobarde burguesía alemana fue, en el período de 1848 a 1870 (la lucha por la unificación nacional) una fuerza progresiva frente al bonapartismo. En la actualidad, el nacionalismo del campesino indochino más atrasado, dirigido contra el imperialismo francés, es un factor revolucionario en oposición al cosmopolitismo abstracto y falso de los francmasones y de otras corrientes democrático-burguesas, o al «internacionalismo» de los socialdemócratas, que roban o ayudan a robar al campesino indochino. La declaración afirma correctamente que el nacionalismo de la burguesía es un instrumento para subordinar y engañar a las masas. Pero el nacionalismo de las masas populares es la forma elemental que reviste su odio, justo y progresista, por el más hábil, astuto e implacable de sus opresores, el imperialismo extranjero. El proletariado no tiene derecho a volverle la espalda a esta clase de nacionalismo. Al contrario, debe demostrar en la práctica que es él quien lucha de la manera más consecuente y abnegada por la liberación nacional de Indochina.

5. Se afirma, también en la página 4, que «los mismos obreros indochinos exigen» una lucha simultánea por la independencia nacional, las libertades democráticas y la revolución socialista. Aquí caben muchas críticas. En primer lugar, con una mera referencia a la opinión de los obreros no se demuestra nada: en el seno del movimiento obrero existen varias tendencias y puntos de vista, muchos de ellos erróneos. Además, es poco probable que los elementos nacionales, democráticos y socialistas de la revolución ya conformen una totalidad única en la conciencia de los obreros indochinos. Nuevamente, se presenta como un hecho consumado una tarea que debería constituir el eje principal del trabajo del Partido Comunista. Por último, y no menos importante, no está claro de qué «libertades democráticas» se trata. La frase siguiente habla de la «conquista de las libertades democráticas mediante la dictadura del proletariado». Esta formulación es, en el mejor de los casos, imprecisa. Para los demócratas vulgares el concepto de libertades democráticas significa libertad de palabra y de prensa, libertad de reunión, elecciones libres, etcétera. La dictadura del proletariado no pone en manos del proletariado estas libertades abstractas, sino los medios materiales y las herramientas de su emancipación (en particular, las imprentas, salas de reunión, etcétera). Por otra parte, la revolución democrática no se limita únicamente a las llamadas libertades democráticas. Para los campesinos la revolución democrática es, antes que nada, la solución del problema de la tierra y su liberación del yugo de los impuestos y del militarismo, todo lo cual es imposible sin la liberación nacional. Para los obreros la reducción de la jornada laboral es la piedra fundamental de la democracia, porque es lo único que les da la posibilidad de tener participación real en la vida social del país. Estas tareas sólo se pueden realizar y serán realizadas bajo la dictadura del proletariado, que se apoya en las masas semiproletarias de la ciudad y el campo. Sobra decir que esto es lo que les deberíamos estar explicando a los obreros de vanguardia en este preciso instante. Pero la dictadura del proletariado es algo que todavía tenemos que alcanzar, es decir, todavía tenemos que ganar a los millones y millones de trabajadores para esa perspectiva. No obstante, para nuestra actual labor de agitación, debemos partir de lo que existe. Para luchar contra el sanguinario régimen de la ocupación francesa debemos levantar las consignas de la democracia más completa y consecuente. Los comunistas deben ser los mejores y más valientes combatientes contra la injusticia militar, por la libertad de palabra y de reunión y por una asamblea constituyente indochina. No podemos llegar a la dictadura del proletariado negando la democracia a priori. Sólo en la lucha por la democracia la vanguardia comunista podrá acaudillar a la mayoría de la nación oprimida y avanzar así hacia la dictadura que también creará las condiciones para la transición hacia la revolución socialista en inseparable unión con el movimiento proletario mundial. Me parece que una buena parte de lo que se afirmó a ese respecto en el manifiesto dirigido a los comunistas chinos rige también para Indochina.

6. También en la página 4 se dice que últimamente tres partidos comunistas y tres partidos nacionalistas se unificaron en un Partido Comunista de Indochina. La mención de este hecho ocupa dos líneas y se la hace al pasar. Sin embargo, tanto desde el punto de vista de la Oposición como de la revolución indochina en su totalidad, éste es el problema central. ¿Qué representan estos seis grupos, en particular los tres grupos nacionalistas? ¿Cuál es su programa y composición social? ¿No existirá el peligro de que se esté creando un Kuomintang indochino con el nombre del Partido Comunista? La declaración dice con todo acierto que nuestra tarea en relación a este partido es obtener la claridad ideológica. Pero para hacer justamente eso, la propia declaración debería, en la medida de lo posible, definir con mayor profundidad y precisión la verdadera naturaleza del partido recientemente constituido. Unicamente sobre estas bases podremos determinar nuestra política hacia el mismo.

7. Las consignas que rematan la declaración (página 5), son en parte demasiado abstractas y en parte incompletas. Sería necesario precisarlas y ampliarlas a la luz de lo ya anotado (problema agrario, el factor nacional, las consignas democráticas en función de consignas transicionales, la jornada de ocho horas, etcétera). Para hacer estas críticas partí de mi plena confianza en nuestra identidad de pensamiento, de la cual la declaración no permite dudar. Estas observaciones tienen por objeto lograr una declaración formulada más cuidadosamente. Por otra parte, tengo plena conciencia de que mi crítica también es abstracta, dado que no estoy lo suficientemente familiarizado con la estructura social y la historia política de Indochina. Por eso no propongo ninguna formulación en particular. Al hacer estos comentarios tengo en mente un solo objetivo: señalar en qué dirección se deben buscar respuestas más precisas y concretas a los problemas de la revolución indochina.