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Boletín Nº 5 (Diciembre 2003)

Revolución boliviana: terminó el primer round

Revolución boliviana: terminó el primer round

Equipo Internacional del PO, Prensa Obrera N° 822
periódico del PO de Argentina, 23 de octubre de 2003

 

Con la caída del sanguinario Sánchez de Lozada, terminó la primera etapa de la revolución boliviana Los enemigos democratizantes de la revolución - tanto bolivianos como del exterior - se las han ingeniado para usurparle el triunfo a las masas y reemplazar a Sánchez de Lozada por otro ‘neoliberal’, el hasta ahora vicepresidente Carlos Mesa. El ‘nuevo’ gobierno es un punto de apoyo de la contrarrevolución contra el pueblo.

Hacia la insurrección

Después de tres semanas de rebelión popular, fracasó el intento de Sánchez de Lozada - dictado por la embajada norteamericana - de ahogarla en sangre. La extensión de las movilizaciones y huelgas de masas a todo el país (Cochabamba, Oruro, Santa Cruz, Chuquisaca, Potosí, Tarija), la entrada en el combate de la clase media capitalina y, por sobre todo, las excepcionales movilizaciones de masas que tuvieron lugar en La Paz del miércoles 15 al viernes 17, en medio de una huelga general total, hundieron las posibilidades de Sánchez de Lozada. Las manifestaciones de La Paz - que reunieron 250.000 personas - fueron las mayores de los últimos veinte años y, según algunos (Página/12, 19/10), incluso a las que se registraron durante la revolución de 1952. La Paz se había convertido en el centro de una inmensa movilización nacional que venía de El Alto, de Huanuni, de Yungas, de Achacachi. Durante 72 horas, el poder político y sus fuerzas represivas estuvieron virtualmente cercados y paralizados. Las consignas, dicen los diarios, eran cada vez más radicalizadas. Después del fracaso de la represión en El Alto, renunció el vicepresidente Carlos Mesa y luego, de lunes a miércoles, continuaron renunciando ministros, secretarios de Estado y hasta el vocero presidencial.

El aspecto más explosivo de la crisis política, sin embargo, ocurría en los cuarteles. El diario La Nación de Santiago de Chile da cuenta de que "las diferencias internas en las filas militares que han salido a la luz pública revelan que ya no existe una posición castrense unitaria, sobre todo a nivel de la tropa (...) Los altos mandos apoyan al presidente pero no se puede saber qué harán los cuadros medios y bajos, los que estarían mayoritariamente con las demandas de los grupos alzados" (reproducido por El Diario, La Paz, 16/10). Las tropas utilizadas en la represión de El Alto habían sido traídas de Santa Cruz y, al parecer, ni siquiera a estas tropas se les tenía "confianza": desde el miércoles, durante las grandes manifestaciones en La Paz, el ejército sale de las calles.

 

Organismos de doble poder

El levantamiento popular se dirige a terminar con el régimen político hambreador y entreguista y, de una manera instintiva, a instaurar su propio poder. Esto se puso de manifiesto claramente en El Alto, una ciudad de 800.000 habitantes cercana a La Paz.

"Allí, tras combatir a piedra en cada cuadra, a palo en cada esquina, sangrando sábado y domingo, aguantando la metralla enloquecida de tanques y militares carapintadas, hay ya desde el lunes un nuevo poder. A las zonas empobrecidas de El Alto, nadie entra ni sale sin la autorización de los comités de vecinos, organizados para pelear contra las tropas, para marchar a La Paz, para cuidar a los niños y a los heridos. Allí hay una olla co mún en cada cuadra (...) todos son la autoridad de la comunidad organizada. Es otro estado, con sus propias normas..." (Econoticias, 16/10). El poder lo ejercen las 562 juntas vecinales de El Alto, coordinadas por un comité. Todas las comisarías han sido destruidas y no es admitido ningún policía que no sostenga la revolución.

 

Golpe de Estado democratizante

El desarrollo revolucionario (arriba y abajo) planteó la posibilidad de la conquista del poder por las masas insurrectas.

Para abortar esta perspectiva - la de una victoria histórica de los explotados bolivianos - se puso en marcha un golpe de Estado de características democratizantes que, desprendiéndose del lastre de Sánchez de Lozada, diera una "salida constitucional" al régimen político y social.

La cabeza ideológica del golpe democratizante, y su principal organizador, fue la Iglesia. La curia boliviana fue la primera "institución" del poder establecido en pedir la "salida" de Sánchez de Lozada, aún cuando todavía no había renunciado el vicepresidente Mesa (Página/12, 19/10).

Le siguió la prensa. "El presidente debe renunciar", editorializó la revista Pulso (15/10), "dentro de la legalidad constitucional y en respeto al orden sucesorio". "Aún es tiempo para una transición pacífica" advertía El Diario, de La Paz, (16/10) "... que el primer mandatario abandone su cargo dejando que su acompañante de fórmula y actual segundo mandatario sea el que continúe el fortalecimiento y la vigencia de la democracia".

Luego se sumaron los empresarios, defensores de Goñi hasta último momento, y miembros de las organizaciones de derechos humanos. Los militares asintieron con su silencio...

El operativo golpista fue apoyado por los enviados de Lula y Kirchner (ver aparte) y por la propia embajada norteamericana, convencida por la fuerza de los hechos de la inviabilidad de la permanencia de Sánchez de Lozada en el poder.

 

Las direcciones y el golpe

Las direcciones del movimiento de masas - la COB, el MIP de Felipe Quispe y el MAS de Evo Morales - habían entrado en la lucha con el objetivo, no de echar a Sánchez de Lozada sino de negociar con el gobierno la derogación (o modificación) del decreto sobre la exportación de gas. El MAS, sólo se sumó a la lucha (y de una manera parcial) a partir del 10 de octubre, tres semanas después de iniciada la movilización. Sólo la radicalización del movimiento frente a las masacres puso en la agenda, de una manera inamovible, la caída del mandatario.

De una manera unánime, estas direcciones plantearon la caída "constitucional" de Sánchez de Lozada. No tenían una estrategia revolucionaria (lucha por el gobierno obrero-campesino) sino democratizante, que se fue transformando en contrarrevolucionaria ante la transformación de las movilizaciones en revolución.

Un dato sintomático, denunciado por el dirigente sindical Antonio Pavón: "las direcciones que se presentaron como instancias de giro a la izquierda, como la COB de Solares o la COD de El Alto han comenzado a girar lentamente a la derecha (...) han terminado cediendo en salidas de corte constitucional al régimen (y, coincidentemente) han eliminando la posibilidad de realizar ampliados con la participación de delegados de las juntas vecinales y las organizaciones sociales y políticas que están en la lucha (...) la conexión con las bases está prácticamente rota. (Artículo distribuido por correo electrónico, fechado el 15/10).

El MAS de Evo Morales tuvo una directa participación en el armado del golpe democratizante, al punto de recibir el elogio de los enviados de Lula y Kirchner, que lo encontraron "muy sereno" y en la búsqueda "no de la insurrección sino de un nuevo consenso político" (Página/12, 19/10).

Las pruebas de la participación de Evo Morales en el golpe están a la vista. Según un despacho de la agencia Bolpress, fechado el 15/10, "luego de una serie de contactos telefónicos con intelectuales, políticos (incluso de la coalición de gobierno), además de policías y militares de alto rango, el diputado cocalero sostuvo que, ante la presión del pueblo boliviano, en las próximas horas, ‘Goñi está dispuesto a renunciar’. Sin embargo, la sucesión presidencial no recaería en el actual vicepresidente Carlos Mesa sino en el presidente del Senado Hormando Vaca Diez (MIR) por decisión de Estados Unidos y los militares y policías. ‘Si el gobierno toma esta decisión por imposición del gobierno norteamericano, la respuesta del pueblo será la guerra civil’, agregó Morales. El Estado Mayor del Pueblo (organismo en el que interviene el MAS) convocó al pueblo boliviano a intensificar el bloqueo de caminos, calles y puentes y la movilización callejera hasta lograr que Goñi renuncie de acuerdo a la Constitución política del Estado...".

El papel de las direcciones de las masas fue decisivo para lograr que Mesa - un neoliberal, millonario, privatista, proyanqui y responsable de las masacres del pueblo como Sánchez de Lozada - pudiera asumir la presidencia. Mesa tuvo que pedir a los dirigentes obreros que permitieran el paso de los parlamentarios que se dirigían a la sesión del Congreso que lo designaría presidente.

 

El "nuevo" gobierno

Carlos Mesa es un usurpador democratizante.

El programa que anunció en su asunción fue pactado con la Iglesia (Clarín, 18/10): 1) referéndum sobre la exportación del gas; 2) Asamblea Constituyente; 3) elecciones anticipadas.

El referéndum sobre el gas revela que no existe siquiera el compromiso de parar la entrega del gas. La Constituyente no se presenta en oposición al régimen político sino a la revolución, en carácter distraccionista.

Las primeras medidas de Mesa han sido confirmar al frente de la policía y el ejército a los jefes responsables de las masacres y apartar del gabinete a los partidos políticos, para que los integrantes de la depuesta coalición puedan recomponer sus fuerzas a la sombra.

No es cierto que el gobierno de Mesa sea un "gobierno débil, incluso más débil que el de Sánchez de Lozada" (Econoticias, 18/10). La demostración obvia es que logró desarmar la rebelión popular y puso a todo el mundo detrás suyo, incluidos los antiguos opositores.

Tampoco es cierto que el nuevo presidente sea un "nuevo prisionero de palacio" o que el parlamento sea "rehén de las masas". Más bien, la realidad es la contraria: las masas son prisioneras de Mesa y del Congreso como consecuencia de la política democratizante de sus direcciones.

Es cierto que el nuevo gobierno enfrenta contradicciones monstruosas. Pero para que esta incapacidad histórica dé lugar a una salida favorable a las masas laboriosas es necesaria una intervención política revolucionaria, algo que hoy está ausente en las grandes organizaciones de las masas.

La capitulación de las direcciones de las organizaciones de masas ante el gobierno neoliberal encabezado por Mesa es total y completa.

La COB ordenó el "repliegue" de los trabajadores movilizados a sus distritos, la suspensión de la huelga general y el levantamiento de los bloqueos en el Ampliado realizado el pasado fin de semana. El mismo Ampliado estableció un pliego de reivindicaciones pero no fijó fecha ni plazo para su cumplimiento. "La COB hace una pausa en la ofensiva anti-neoliberal aguardando que el nuevo presidente constitucional muestre hasta dónde es capaz de ir" (Econoticias, 20/10)... justamente en el momento que Mesa anunciaba su gabinete "conformado por tecnócratas y personalidades vinculados al esquema neoliberal que se mantiene en pie desde 1985" (ídem).

El apoyo del MAS al "nuevo" gobierno es abierto y directo. "El MAS, a través del diputado Antonio Peredo, calificó de positivo el mensaje de Mesa ‘porque recoge lo que el pueblo está esperando’... (Peredo) explicó que su partido determinó un cambio en su proceder para apoyar al primer mandatario en los planteamientos positivos para el país, y en la manera en que estos se vayan dando, el apoyo incondicional se irá concretando..." (El Diario, La Paz, 18/10).

Felipe Quispe, del MIP, aunque no dejó de anunciar "una guerra civil y ríos de sangre"... para el futuro, "aceptó la sucesión constitucional" (Página/12, 19/10), dejó en manos de la confederaciones campesinas regionales el levantamiento de los bloqueos camineros y se declaró dispuesto a negociar con Mesa.

 

Revolución y contrarrevolución

El levantamiento de características insurreccionales protagoñizado por las masas bolivianas, de un mes de duración, que movilizó a los sectores más explotados del pueblo, que se extendió nacionalmente y que creó organismos susceptibles de convertirse en los órganos del poder obrero, muestra que en Bolivia ha comenzado una revolución.

El derrocamiento de Sánchez de Lozada, sin embargo, no es una victoria de las masas porque el poder político fue usurpado por sus enemigos "democráticos", que se valdrán de él para hacer retroceder a la revolución. Sin embargo, las contradicciones que enfrenta el nuevo gobierno - el estado de ánimo insurgente de las masas, la crisis del capitalismo, tanto en Bolivia como en el plano mundial - no permiten que la victoria obtenida por la contrarrevolución democrática alcance para cerrar el proceso revolucionario abierto.

La lucha entre la revolución y la contrarrevolución está abierta. La victoria de la revolución depende de una sola condición. De la conciencia de la vanguardia acerca de la naturaleza contrarrevolucionaria de la democracia y de los democratizantes, especialmente de los centroizquierdistas y la burocracia sindical, y consecuentemente, la estructuración de un partido revolucionario.