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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Respuestas al Chicago Daily News

Respuestas al Chicago Daily News

Respuestas al Chicago Daily News[1]

 

 

23 de abril de 1932

 

 

 

1. La causa fundamental de la crisis se puede definir en una sola palabra: capitalismo. El carácter especifico de la crisis se explica con otro término; imperialismo, es decir, el capitalismo monopolista, que comienza a descomponerse, encerrado en sus contradicciones insolubles. El ascenso y la caída de Ivar Kreuger[2] simbolizan todo el capitalismo de hoy. Ahora, después de los acontecimientos, los moralistas oficiales enfilan sus baterías contra el rey de los fósforos. Pero éste hubiera podido responderles: ¿Por qué me dieron vía libre para disponer a mí gusto de fuerzas productivas, que, bajo la dirección de una sociedad humana, tendrían que servir a esa sociedad?

¿Sobrevivirá el orden capitalista mundial a la crisis actual? La respuesta depende de lo que se comprende por el término crisis. La historia del capitalismo está plagada de oscilaciones coyunturales. En el pasado la curva capitalista las superó siempre. Hoy esta curva declina. Esto no excluye las variaciones coyunturales para el futuro; por el contrario, son inevitables. Pero la única forma de atenuar la actual crisis aguda llevará, en la próxima etapa, a un paroxismo mayor. Este proceso trágico sólo acabará con la transformación de todo el sistema social.

2. ¿Albergo alguna esperanza de que la conferencia de desarme tenga éxito? Ni la más mínima. Pero al respecto no soy una excepción. Al ser presentado por el gobierno de Tardieu,[3] el proyecto francés quedó suficientemente caracterizado. Mientras Francia apoya la sangrienta actividad de Japón en el Lejano Oriente, Japón, agradecido, apoya la iniciativa pacifista de Francia en Ginebra. ¡Una lección incomparable para todo el mundo! El proyecto de Francia supone la creación, bajo el manto de la Liga de las Naciones, de una nueva entente, con el único fin de estabilizar la hegemonía del capital financiero francés con la colaboración de un ejército “internacional”.

Pero el proyecto norteamericano tampoco abre ninguna perspectiva. Hoy las guerras no se libran con las armas que la nación que participa en el conflicto poseía antes de éste sino con las que fabrica en el transcurso de la propia guerra. Desde este punto de vista, Estados Unidos dio una lección a todo el mundo y especialmente a Alemania. Los resultados de la futura guerra estarán determinados por la capacidad técnica de los países beligerantes. Cuanto más avanzado sea el desarrollo industrial de un país, más interesado estará éste en una “limitación” provisoria del armamento, pues así le será más fácil satisfacer las necesidades de su ejército.

A lo sumo, la conferencia terminará en una serie de frases vacías. El fracaso de la conferencia de Ginebra dará un nuevo impulso al armamentismo y aumentará el peligro de guerra.

La política franco-japonesa, tanto en su aspecto belicista como en el “pacifista”, se orienta cada vez más abiertamente no sólo contra China sino también contra la Unión Soviética. Ningún observador atento puede dudar de la honestidad de Litvinov cuando expresa en la conferencia de Ginebra que la URSS no quiere entrar en guerra. Pero yo habría preferido que la delegación soviética hubiese dejado de lado las propuestas técnicas de paz, que incluso desde el punto de vista educativo no son muy importantes, para encarar una política más activa, para decir abiertamente ante la conferencia las cosas tal como son y de este modo prevenir al pueblo sobre el peligro que lo acecha. Porque si hay en nuestro planeta alguna fuerza capaz de “limitar” el armamento de los ejércitos de mar y tierra, es el deseo de las masas populares.

3. Los rumores difundidos por la prensa sobre mi próximo retorno a la URSS no se basan en ninguna información seria. Son más que nada un invento originado en la confusa situación general. Sobra decir que la fracción a la que pertenezco se pondrá total y absolutamente a disposición del gobierno soviético. Como precedente puedo señalar que en la época de la Guerra Civil (1918-1920) Stalin, Voroshilov y otros se oponían acerbamente a los métodos de conducción de la guerra que yo aplicaba, en total acuerdo con Lenin. Eso no fue obstáculo para que los opositores de esa época participaran activamente en las luchas.



[1] Respuestas al Chicago Daily News. Chicago Daily News, 18 de mayo de 1932.

[2] Ivar Kreuger (1880-1932): financista sueco, el “rey del fósforo” encabezaba un monopolio mundial de producción y comercialización de fósforos. Entre 1931 y 1932 cayó en bancarrota y se descubrieron sus especulaciones financieras, etcétera. Se suicidó en París en marzo de 1932.

[3] André Tardieu (1876-1945): premier del gabinete francés de derecha, desalojado de su cargo pocas semanas después de esta entrevista, en unas elecciones parlamentarias en las que se dio un vuelco a la izquierda.



Libro 2