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Red Internacional

EDICIONES IPS RECOMIENDA. Lenin: el retrato a través de los ojos de Trotsky

Ponemos a disposición el libro Lenin, escrito por su camarada León Trotsky. Acercamos a los y las lectoras una extensa y detallada reconstrucción de dos momentos de la vida de Lenin: desde su infancia hasta su apropiación del marxismo y desde la Revolución de Octubre hasta el otoño de 1918.

Viernes 21 de enero de 2022 | 09:00

Quizás resulte novedoso este libro para las jóvenes generaciones. Ya su título se impone: “Lenin”.

Trotsky lo comenzó a escribir en 1923 y se publicó por primera vez en Rusia en 1924, aunque su título original iba a ser “Recuerdos de Lenin”. Ediciones IPS lo publicó por primera vez en castellano en 2009 pero hoy se encuentra agotado, por lo que está a disposición online en nuestra biblioteca. Para una información detallada sobre la compilación, recomendamos la presentación de Gabriela Liszt. Así que hoy no hay excusas, este libro es para leer y disfrutar.

Dos aclaraciones deben alertar a los y las lectoras. La primera, es que las memorias que relata el libro constan de un trabajo profundamente detallado y minucioso de León Trotsky sobre la vida de Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin. ¡No es recomendable que se pase por alto ningún detalle! El fundador de la IV Internacional les va a contar muchas cosas que no querrán perderse. Aunque Trotsky prefiere no llamarle biografía, ya que algunos períodos de la vida de su protagonista quedan sin abordar, es lo más cerca que se puede estar de la vida del dirigente del Partido Bolchevique. Se trata de “un libro inacabado, según su propio autor, quien no quería ver en él más que materiales para una futura obra”.

Lo segundo que hay que saber es que no encontrarán ni una historia fantástica ni una biografía común y corriente. Contra quienes quisieron canonizarlo e idealizarlo, haciendo de él una leyenda, contra quienes quisieron defenestrarlo, tergiversándolo con falsificaciones como el estalinismo, las pinceladas de Trotsky sobre el retrato de Lenin constituyen un trabajo exhaustivo próximo a la realidad. Contra “estos discípulos devotos (...) que quieren un Lenin mejor. Le atribuyen en su primera juventud la potencia intelectual que no pudo adquirir más que al precio de un trabajo titánico. Le atribuyen por exceso de devoción, cualidades suplementarias. Así, ellos se crean otro Lenin, un perfecto Lenin. A nosotros, nos basta con el que existió en la realidad”.

Y ese que existió en la realidad fue el líder de la revolución más grande de la historia, el dirigente del partido que dirigió dicha revolución, el camarada de mayor confianza de Trotsky y su maestro, con el que se tiraban juntos sobre el piso del Smolny a charlar, conspirar y descansar en los días decisivos de la Revolución rusa, y por eso vale la pena este libro. Gracias al relato de sus hermanos y hermanas, los (pocos) documentos escritos en la adolescencia de Lenin, algunas anécdotas contadas por el protagonista a amigos de confianza y algunos registros institucionales, Trotsky pudo reconstruir esta historia. Pero... ¡Alerta spoiler! Lo más curioso y sorprendente lo descubrirán cuando lleguen a la mitad de este libro, si llegaste hasta acá, tenés que terminar de ver de qué va la cosa.

Lenin y Trotsky en 1919
Lenin y Trotsky en 1919

Derribando mitos

Aunque Trotsky reniegue de que no se trata de una biografía, el lector o la lectora se sentirán rápidamente sumergidas en una minuciosa historia sobre la vida de Lenin que comienza con su infancia en la comuna de Simbirsk. Sería imposible elegir sintéticamente algunas de las anécdotas más relevantes pero el recorrido les dará una idea acabada de la vida en la aldea, el trabajo de un padre liberal en muchos ámbitos de la vida pero creyente e incondicional al Zar, profundamente querido y respetado en la comunidad por su trabajo en Educación. La infancia de Lenin fue una infancia sin necesidades, en el seno de una familia convencional, un paso exitoso por la escuela y ningún sobresalto.

Su niñez coincidió con la época en que el aire opresivo, patriarcal y represivo del régimen zarista se hacía irrespirable. El populismo ruso de los ‘70 había adquirido prestigio, “se caracterizaba por un odio revolucionario hacia la sociedad de clases y por un programa utópico”, En los ‘80 se volatilizó su intransigencia revolucionaria y mantuvo el utopismo además de que “negaba todo porvenir al capitalismo ruso” y no le atribuía al proletariado “ningún papel autónomo en la revolución”. En 1880 surge Narodnaia Volia (Voluntad del Pueblo), una organización clandestina –que se reivindicaba de esta corriente- de quienes se oponían al régimen zarista y conspiraban atentados contra sus funcionarios. “No faltaban muchachos y muchachas dispuestos a saltar por los aires con su bomba”, que profesaban un odio profundo contra aquel régimen canalizado en dinamita e inmolaciones. Su gran –y última– jugada fue el asesinato del Zar Alejandro II con un atentado el 1º de marzo de 1881. Qué tendrá que ver Lenin con esto, se preguntarán. Paciencia que hacia allá vamos.

Narodnaia Volia mantuvo su prestigio y especialmente el de sus ideas, aún durante su ocaso. Fue en esa organización que Alejandro, el hermano mayor de Lenin, se alistó durante su paso por la ciudad como estudiante universitario. Dice Trotsky que entre Alejandro y Vladimir no existía mayor intimidad, parece ser cierto según otros testimonios. Sin embargo, la adolescencia de Lenin estuvo marcada por un acontecimiento que lo marcó a fuego en el desarrollo de su pensamiento político.

Alejandro a la horca

El hermano mayor llegó a la ciudad a estudiar en la universidad. Los detalles los dejamos para la lectura del libro. Pero no pasaremos por alto el hecho más relevante. El odio contra el zarismo había progresado en la cabeza del mayor de los Ulianov luego de tres años de abocarse estrictamente a sus estudios, y fue entonces que adhirió a Narodnaia Volia. No queda muy claro cómo y cuándo se involucró, pero lo que es seguro es que participó de la preparación del que pretendía ser un nuevo gran atentado contra el nuevo Zar.

El 1° de marzo pero de 1887 fueron descubiertos seis estudiantes transportando dinamita para un nuevo atentado y la policía rusa llegó hasta Alejandro. El joven asumió plena responsabilidad por la conspiración, exagerando incluso su compromiso en aquella conspiración para intentar salvar al resto. El Zar no tuvo ninguna compasión y lo condenó a la horca. Alejandro fue ejecutado sin tener siquiera la posibilidad de despedirse de su madre y de su hermana –que fue detenida sospechada de una complicidad que no era tal– y Lenin se enteraba en sus primeros pasos en la universidad.

Alejandro Ulianov

“La ejecución del hermano despertó un odio ardiente hacia los verdugos. El futuro revolucionario estaba ya en potencia, en el carácter del adolescente y en las condiciones sociales que lo habían formado, pero faltaba un primer impulso. Y éste lo dio la inesperada ejecución del hermano. Los primeros pensamientos políticos de Vladimir debieron inevitablemente originarse en una doble necesidad: vengar a Alejandro y a través de la acción rectificar su desconfianza”.

Pero la ejecución de Alejandro no sería razón suficiente para que Lenin se alejara de las ideas que comulgaba su hermano: “podemos decir definitivamente adiós a la divertida leyenda según la cual Vladimir ‘repentinamente’ condenó el terrorismo en mayo de 1887, el día que se enteró de la noticia de la ejecución de Alejandro”. De hecho Lenin “no las rechazaría de cuajo sin antes tomarse varios años para involucrarse, conocerlas y compartir el prestigio que tenía todavía aquella corriente del populismo terrorista en decadencia para finales de la década de 1880”.

El momento en que Lenin abrazó las ideas del marxismo revolucionario

“El régimen zarista estaba gestando una revolución cuya base social residía en las contradicciones entre las supervivencias feudales y las necesidades del desarrollo capitalista: las conspiraciones y los atentados de la intelligentzia no eran sino los dolores de parto de la revolución burguesa. Pero si la tarea más inmediata de esta era la emancipación de la clase campesina, es en el proletariado donde ésta debía concentrar su fuerza decisiva”

Fue al compás de esos cambios que se iba moldeando el pensamiento político de Lenin. Su ingreso a la universidad para estudiar abogacía, lo ubicó rápidamente como un organizador frente a sus compañeros, en el momento en el que el país entraba en una profunda reacción como respuesta al intento fallido de atentado al Zar. “Los primeros gritos de protesta resonaron en los muros de la Universidad de Petersburgo a partir de la primavera ‘¿Para qué esos desdichados se hicieron abrir las puertas de nuestra universidad? Ingresaron a nuestra encantadora familia universitaria para deshonrarla”, decía el rector frente a la condena del Zar por haber permitido actos de despotismo estudiantil. El resultado de aquellos hechos: la ejecución de 5 estudiantes. Lenin fue expulsado y debió culminar sus estudios en su casa, bajo tutela.

Su estadía en la casa de Samara, capital del Volga, junto a su familia, le permitió involucrarse en varios grupos de lectura y debate. Cientos de jóvenes conocieron al marxismo por esa época, aún cuando allí no existía un movimiento obrero, por lo que el desarrollo de los debates se desarrollaban lentamente. La lectura del marxismo no significó todavía para Lenin una ruptura con la tradición de Narodnaia Volia. “La tendencia general del desarrollo de Vladimir no era, a decir verdad, una excepción: a comienzos de los años ‘90, la joven generación de la intelligentsia en su conjunto giró bruscamente hacia el marxismo. Las causas históricas de este giro no eran tampoco un misterio: la transformación capitalista de Rusia, el despertar del proletariado, el callejón sin salida al que había llegado la marcha revolucionaria independiente de la intelligentsia. Pero no se debe hacer desaparecer una biografía en la historia: es necesario mostrar cómo, de forma general, las fuerzas históricas y las tendencias se cristalizan en un individuo con todos sus rasgos y peculiaridades personales”.

Fue allí donde estudió los dos primeros tomos de El Capital (el tercero no había aparecido aún y ya en Kazan su hermano Alejandro lo había introducido en la obra de Marx). Es muy importante destacar que el marxismo ruso no fue la consecuencia del capitalismo ruso, sino una “combinación de toda la experiencia de la lucha revolucionaria rusa con la teoría del socialismo científico nacida en Occidente. Sobre los cimientos construidos por Plejanov se educó la generación marxista de los años ‘90”.

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“Lenin y la vieja Iskra"

Atenti, que acá viene la mejor parte. Cuando te encuentres exactamente en la mitad del libro, Trotsky te va a contar de qué va la otra mitad. Y ahí viene la magia. Spoileo a medias para que se animen a buscarlo. Pero ahí va una pista: todavía Vladimir no es Lenin y cómo llegue a serlo, de acá en adelante, dependerá casi exclusivamente de la memoria de Trotsky. “Disponemos, para determinar la etapa más importante en la evolución de Vladimir Ulianov, de un testimonio absolutamente inapreciable, sobre el cual, sin embargo, los biógrafos oficiales, porque está en contradicción con la leyenda, cierran habitualmente los ojos. En una hoja de encuesta del partido, en 1921, el mismo Lenin ha indicado como fecha de su iniciación en la actividad revolucionaria: 1892-1893. Samara”.

El encuentro entre los dos futuros dirigentes de la revolución se dio en el otoño de 1902, en Londres. Si se imaginaban un encuentro entre trincheras, en el galpón de alguna fábrica o alguna otra escena épica, es momento de dejar de leer. Lenin recibió a Trotsky –que se había fugado de Rusia– muy temprano en la mañana... ¡en pijama! en la casa que compartía con su compañera Krupskaia. Ahí empezaron a conocerse, los dos fuera de Rusia, dando los primeros pasos de su conspiración revolucionaria.

Lenin dedicaba la mayor parte del tiempo a la publicación de Iskra, de quien era su director, junto a Plejanov, Zasulich, Axelrod, Martov (quien durante muchos años fue su entrañable amigo) y Potresov. Luego el transcurrir de la historia y las diferencias entre ellos los haría dividir entre “duros” y “blandos” y para eso también habrá que recorrer el capítulo que lleva el nombre de este apartado.

Trotsky, el memorioso

“Hasta las jornadas de Julio, estuve dos o tres veces en la oficina editorial de Pravda, en los momentos más críticos. En estos primeros encuentros, Lenin daba la impresión de hallarse en una concentración de todo su ser avanzando hacia el más alto nivel y de un formidable recogimiento interior bajo una apariencia de calma y una simplicidad prosaica”.

Ninguna de las memorias de Trotsky tiene desperdicio. No solo porque los capítulos siguientes recorrerán los momentos más difíciles de la revolución sino porque muchas de esas memorias solo las conocieron ellos dos, y Trotsky tuvo el mérito de dejarlas por escrito.

Para terminar este recorrido, hay dos anécdotas que valen la pena compartir. La primera tiene que ver con la oratoria de Lenin y sus ideas “la manera de hablar de Lenin era siempre plena de seguridad, de vehemencia (...) pero cuando no estaba cómodo, su voz sonaba algo extraño, impersonal, como envuelta por un eco. Cuando, por el contrario, Lenin sabía que su auditorio era precisamente aquel que tenía una gran necesidad de escucharlo, su voz adquiría una extremada vivacidad: era ágil y persuasiva. (...) Él hablaba con mucha más claridad y de una manera persuasiva sobre todo cuando tenía que analizar cuestiones de política combativa sus mejores fragmentos de oratoria deben ser los discursos que pronunció al comité central en vísperas de octubre”.

La segunda refiere a su personalidad. “Lenin no llegó al extranjero como un marxista ’en general’, tampoco para realizar una tarea de publicista revolucionario ’en general’, ni simplemente para continuar la tarea de 20 años (...) No. Llegó como un jefe en potencia, no como jefe en general, sino como el jefe de esta Revolución que iba en ascenso y que él sentía y percibía palpablemente. Él llegó para preparar, en el lapso de tiempo más corto posible, las ideas y el aparato organizativo de esta Revolución. Y cuando hablo sobre la atención que ponía hacia el objetivo, impetuosa y disciplinada al mismo tiempo, no me refiero a que se esforzaba por colaborar con el triunfo final –no, está sería una frase demasiado general y vacía– si no al sentido concreto directo e inmediato de perseguir un objetivo práctico: acelerar el comienzo de la Revolución y asegurar su victoria".

Lo que viene después, son recuerdos de batallas compartidas, contra el conservadurismo de la dirección del Partido Bolchevique en la víspera de Octubre, la lucha política con el resto de las tendencias, la toma del poder y las dificultades que vinieron luego. Los y las lectoras podrán encontrar muchas de estas referencias en otros libros de forma más detallada. Pero Trotsky decidió incluirlas porque muestran a Lenin en acción, lo muestran vivo, pensante, humano. Puede parecer un detalle pero es la pelea de León Trotsky por volcar en el papel recuerdos vívidos de lo que estalinistas de toda calaña intentaron falsificar, cambiar, mentir sobre Lenin y sobre aquel equipo que con audacia había dirigido a las masas rusas hacia la revolución.

Me gustaría terminar con esta frase, a modo de dedicatoria, al gran Lenin y también al gran Trotsky por ayudarnos a conocer “al Lenin que existió en la realidad”:

“La suerte de los trabajadores no depende de un individuo por singular que sea; esto no quiere decir que la personalidad en la historia de nuestro movimiento y del desarrollo de la clase obrera tenga poca importancia. Un solo hombre no puede modelar la clase obrera a imagen y semejanza e inclinar al proletariado conscientemente hacia tal o cual camino de desarrollo, pero puede ayudar a la realización de las tareas de los obreros y dirigirlos más rápidamente hacia la meta final”.

Podes bajarte el PDF del libro, ingresando acá


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