León Trotsky
30 de julio de 1935
Traducido especialmente para este boletín por Rossana Cortez de “L’exclusion des Jeunesses Socialistes de la Seine”, Œuvres N.º 6, junio-septiembre de 1935, París, Publication de L’Institut León Trotsky, 1979, p. 96-101. Las notas fueron preparadas para esta edición, salvo las que tengan aclaración en contrario.
Querido camarada Rous:
Recién hemos recibido un telegrama de Van[1] sobre la expulsión de la juventud. Fin de acto. Un nuevo capitulo comienza.
En mi última carta, yo le hablé al pasar de la posibilidad de crear un partido revolucionario independiente en un futuro muy próximo. Me expresé algo vagamente para explorar el terreno y para no provocar una discusión prematura. Ahora se ha roto el hielo, no por nosotros, pero está definitivamente roto. No debemos eludir la discusión. Está claro, se trata de un nuevo partido.
Ellos maniobraron la fecha del congreso de la Comintern, de modo de hacerlo coincidir con la expulsión de la juventud[2]. Ese debe ser el principal objetivo de este congreso, el desquite por las derrotas en China, Alemania, Austria, etc. Es la revancha de la unidad orgánica.
¿Por qué han comenzado por los jóvenes? La explicación es política: porque sus cabezas están en peligro. El complot Blum-Lebas-Cachin-Thorez-Stalin[3] tiene como objetivo vender a la juventud francesa al imperialismo francés. Se debe lanzar una campaña nacional sobre la base de esa explicación. La conferencia nacional debe ser llamada con este contenido.
Con esto no quiero decir que los adultos deben abandonar el partido ¡No! No debemos hacerles más fácil su[4] trabajo. Pero estamos todos de acuerdo en que la lucha contra las expulsiones, eventualmente, por la reincorporación de la juventud, debe tener un carácter extremadamente ofensivo: ¡Los acusamos! Podemos hacer un afiche con este título: “Acusamos a los dirigentes del partido francés de prepararse para traicionar a la juventud francesa”. No debemos impedir nuestro ataque en ningún caso por consideraciones de “legalidad” del partido. Para fortalecer a la izquierda del grupo La Bataille[5], para sembrar confusión en las filas de la mayoría, y especialmente, para reducir al mínimo las dudas entre nuestros propios simpatizantes, debemos hablar un lenguaje seguro, sólido y vehemente.
Evaluando la situación de conjunto, soy bastante optimista. El antimilitarismo y el antipatriotismo son tradiciones importantes de la clase obrera francesa. Basta recordar por un momento el sindicalismo revolucionario de la preguerra y el herveísmo[6] que lo completó. La consigna que predominaba era el antipatriotismo y el antimilitarismo. Jaurès tuvo que humillarse ante los sindicatos y prometer “no intervenir”, precisamente porque su partido estaba comprometido con el social-patriotismo[7]. Después de la guerra, Francia fue el único país en el que la Comintern ganó a la mayoría del PS al acusarlo de social-patriotismo[8]. Ahora los stalinistas están haciendo causa común con los reformistas sobre la base del patriotismo y Jouhaux se abraza con Monmousseau[9]. Nosotros somos los únicos representantes de la gran tradición del antipatriotismo revolucionario del proletariado francés. Con esta expulsión, los traidores nos han dado una excelente oportunidad. Todavía podemos transformarnos en una gran fuerza antes de que termine este año.
En la primera ocasión, la juventud expulsada debe presentar sus candidatos para todas las elecciones que haya, puede ser Fred Zeller[10], si él está decidido. La primera campaña electoral dirigida contra el imperialismo francés y sus lacayos radicales, y los lacayos de estos lacayos, los reformistas y los stalinistas, puede abrir oportunidades insospechadas para nosotros. Para esta iniciativa, no debemos esperar la expulsión de los adultos. Sobre todo, no se debe perder más tiempo.
Las discusiones con otros grupos, especialmente con los maestros[11], Nouvel Age y aún con Saint-Denis son inevitables. Pero no deben impedir nuestra acción ni por un instante. Solo a través de la acción seremos capaces de atraer a los militantes activos hacia nosotros. Las negociaciones eventuales con Saint-Denis, si existen, deben ser dirigidas contra el bloque Doriot[12]-Laval-Hitler[13]. Ningún trato con Doriot sobre esta cuestión –esto es de importancia capital.
Si Zeller está firme y listo para seguir con nosotros, es necesario, por ejemplo, no forzar la fusión. La mejor oportunidad es que la iniciativa de las negociaciones viene de él y no tomaremos parte abiertamente. Si el grupo Espartacus[14] momentáneamente está en duda, mucho mejor. Eso significaría un nuevo fermento[15].
Pero todas estas cuestiones son secundarias. Lo que es decisivo es nuestra propia actitud, cohesión interna y voluntad inquebrantable para vencer todos los obstáculos. Debemos hablar claramente: antes de las próximas elecciones legislativas, debemos aparecer, ante el país, como un partido independiente, como el único partido que no tiene patria.
Ellos, muy probablemente, comenzarán a expulsar a los adultos no en París, sino en las provincias: parece que están preparando las expulsiones en Isère[16]. En esta instancia, Alexis Bardin[17] será nuestro primer candidato. En cualquier caso, repito una vez más: ninguna artimaña, ninguna diplomacia: sobre la cuestión fundamental, ofensiva vigorosa.
PD: No está excluido que los stalinistas engañen a los socialistas después de haber obtenido de ellos la expulsión de nuestros camaradas así como la condición para la unidad orgánica; y que después de haber cortado así a las alas izquierdas del PS prolonguen el asunto indefinidamente, de modo que sus “hermanos socialistas” se desintegren y, finalmente, les vuelvan la espalda. Esta es también una variante posible.
1 de agosto de 1935
Nuestra cohabitación con los reformistas no podía durar eternamente. Son ellos los que han tomado la iniciativa de la ruptura. Bien, esto nos libera de la necesidad de elegir nosotros mismos el momento de romper[18]. Espero que la expulsión no intimide a nadie de nuestras filas, sino que al contrario, estimule las energías. Sería falso querer quejarse y hacerse el interesante con respecto al pasado[19]: “Con una actitud más razonable, más prudente, se podría quizás, etc.”. No, eso es falso, muy falso. Con una actitud menos combativa, nunca habríamos producido el efecto necesario. Nuestros éxitos sólo están asegurados por la fuerza de nuestra acción. Por otro lado, estos éxitos no podían no provocar la ruptura. Los reformistas no quieren que nosotros los devoremos. Eso es todo. Considero con mucho optimismo la situación y las perspectivas. He escrito lo que opino a París, y estoy seguro que estaremos de acuerdo en las conclusiones que hay que sacar y el trabajo que hay que hacer.
Los obreros que reflexionan –y los demás, por su intermedio- deben entender a partir de ahora que:
- para hacer alianza con los burgueses radicales, hay que separarse de los Bolcheviques-Leninistas.
- para hacer de la juventud una carne de cañón dócil, es necesario echar a los Bolcheviques-Leninistas.
- para que los stalinistas y los reformistas puedan engañar mejor a los obreros, es necesario alejar a estos testigos molestos, los Bolcheviques-Leninistas.
La unión nacional sólo tiene valor para los burgueses si conserva la propiedad privada de manera intangible. La unidad de la clase obrera sólo es aceptable para los reformistas si se mantiene en el límite de la defensa nacional.
Tales son las brutales verdades que, en el curso de los meses por venir, deben reagrupar alrededor de ustedes a la elite revolucionaria del proletariado francés.