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Clásicos de León Trotsky online

En París

En París

War and Revolution vol. 1, Moscú-Simbirsk, 18 de marzo de 1919
Moscú, 24 de abril de 1922

El partido socialista francés se encontraba totalmente desmoralizado. Jaurès había sido asesinado en vísperas de la guerra. Vaillant, antiguo antimilitarista, se había convertido a la tradición patriótica de Blanqui desde los primeros días de la ofensiva alemana y, cada día, redactaba a cuenta del órgano central del partido, l’Humanité, artículos prestados del chovinismo más desenfrenado. Jules Guesde, el líder del ala marxista, habiéndose agotado en una abrumadora lucha contra los fetiches de la democracia, y siguiendo el ejemplo de su amigo Plejánov, demostró ser únicamente capaz de llevar al ara del sacrificio de “la defensa nacional” lo que quedaba de sus pensamientos políticos y de su autoridad moral. El superficial periodista Marcel Sembat secundaba a Guesde en el gobierno Briand. Pierre Renaudel, apareciendo a plena luz tras haber actuado en las sombras y gran maestro de las pequeñas causas, devino jefe del partido en el lugar de Jaurès, del que, a costa de agotadores esfuerzos, intentaba imitar la gesticulación y las explosiones de voz. Longuet tomó partido a favor de Renaudel, pero con ciertas reservas. El sindicalismo oficial estaba representado por el presidente de la CGT, M. Jouhaux que, renegando de sus ideas, emprendió el mismo camino. Hervé (el autosatisfecho, bufón pseudorrevolucionario y ex antimilitarista encarnizado), le dio la vuelta a la chaqueta y siguió el mismo camino también. Diversos miembros separados de la oposición estaban diseminados por aquí y por allá, pero, por decirlo así, no presentaban ningún signo de vida. ¡Ninguna perspectiva de un futuro mejor!
Entre los emigrantes rusos residentes en París, particularmente entre los miembros de la intelectualidad socialista revolucionaria, el patriotismo se abría en flores dobles. Cuando París se encontró, precisamente, amenazada, un importante número de esos emigrados se alistaron en el ejército francés. Los otros asaltaban a los parlamentarios y a la prensa burguesa, demostrando por todos los medios que no eran simples emigrados, sino sinceros aliados. Los elementos proletarios, por el contrario, estaban desorientados e indecisos. Muchos de los que habían tenido la oportunidad de fundar una familia francesa, cedían a la corriente patriótica. Pero la mayoría resistían y se esforzaban en comprender dónde estaba el buen camino.