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Cuadernos 15 - Los trotskistas contra Stalin

El giro de 1932-33

El giro de 1932-33

La crisis que atravesaba el país, el hambre que arrasaba regiones enteras, la miseria y la subalimentación de los trabajadores de las ciudades, el endurecimiento de la represión contribuyeron, sin embargo, a aislar poco a poco a una dirección que ya nadie se atrevía, espontáneamente, a calificar de “genial”. El descontento, la desconfianza ganaron no solamente al Partido, sino también al mismo aparato. Una de las primeras consecuencias fue el comienzo de una reestructuración de la Oposición, la perspectiva de su reconstrucción como organización beneficiándose de la corriente general de oposición a Stalin. Desde este ángulo, los recientes descubrimientos hechos en los papeles de exilio de Harvard103 permiten dilucidar un capítulo muy nuevo en la historia de la Oposición de Izquierda en la URSS.
En efecto, desde 1932, las organizaciones o grupos de oposición, las iniciativas contra la política de Stalin no dejaban de multiplicarse en el seno mismo del aparato. En 1930, el comité del Partido de Transcaucasia, dirigido por V. V. Lominadzé104, hasta el momento uno de los favoritos de Stalin, votó una resolución muy dura contra la política económica del Partido, y denunció el abismo que se ensanchaba entre los burócratas del Partido y las masas. En el mismo sentido, el presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo de la URSS, Sergei I. Syrtsov105, elaboró un texto crítico. Estas no eran iniciativas individuales, y la GPU, alertada por las coincidencias que existían entre ellas, lo descubriría rápidamente. Efectivamente, Syrtsov y Lominadzé eran los organizadores de un grupo clandestino de oposición con extendidas ramificaciones, que incluía especialmente a intelectuales bolcheviques como Jan E. Sten, el filósofo, pero también a los cuadros de las juventudes comunistas de la época revolucionaria, Lazar Chatzkin, Nikolai Chaplin106. Por otra parte, se constituyeron otros grupos como, por ejemplo, en el Comisariado de la Agricultura, el que impulsaba el antiguo comisario A. P. Smirnov con el director de transportes y el de abastecimiento de la URSS, Nikolai Eismont y Tolmatchev107.
En 1932, estos hombres, a los que Trotsky con justa razón consideraba “capituladores”, hicieron el balance de su intento de reintegrarse al partido y de insertarse en su acción bajo la dirección de Stalin: fue un balance terriblemente negativo ya que su capitulación no había servido más que para desacreditarlos. Los zinovievistas se encontraban regularmente para discutir los problemas del momento, pero también los del pasado. La catastrófica política alemana de Stalin los movilizaba contra él tanto como la crisis económica que arrasaba al país. Zinoviev se arriesgó a plantear la concepción de Lenin sobre el frente único, en oposición al “frente único por la base” preconizado en Alemania por el discípulo de Stalin, Thalmann108.
En realidad, los dos dirigentes de la “nueva oposición” comenzaron a medir el alcance de la falta que habían cometido en 1927 al romper con Trotsky para intentar quedarse en actitud servil en ese partido donde, de todos modos, no eran más que rehenes impotentes. De conversación privada en conversación privada, Zinoviev y Kamenev comenzaron a tantear el terreno alrededor de ellos y a buscar aliados.
Del lado de los viejos trotskistas, Iván N. Smirnov parece haber sido el más activo, en el sentido de retomar una actividad clandestina, prudente pero decidida. A su alrededor estaban los que habían capitulado al mismo tiempo que él, el armenio Ter-vaganian, Ufimtsev109, y hasta Preobrajensky, precursor de la capitulación junto a Radek. Se reunían informaciones, se buscaban contactos. En el mes de junio de 1932, comenzaron las negociaciones con el grupo “izquierdista” de los ex estalinistas separados en 1930, por intermedio de Ter-Vaganian que desde hacía algunos años se había unido a Lominadzé. La idea de un “bloque” de las oposiciones de ex capituladores y ex estalinistas se puso al día.
Fue probablemente en la misma época cuando nació clandestinamente un grupo original de oposición, conocido bajo el nombre de grupo Riutin110. El punto de partida fue el desconcierto, luego la furia de los antiguos cuadros “derechistas” del partido ante la capitulación de sus dirigentes y en particular de Bujarin. No solamente el hecho de que los jefes de la derecha habían capitulado sin dar pelea, víctimas de un “régimen” del Partido que ellos mismos habían contribuido a crear, sino también los excesos insensatos de la colectivización parecían darles la razón en relación a las advertencias que habían lanzado vanamente. Degradados a partir de 1928-29, conservando no obstante puestos en el aparato de Moscú, los apparatchikis Riutin y Uglanov111, rompiendo con su fracción en sus formas tradicionales, lanzaron la idea de la conciliación de las oposiciones. Para ellos, Bujarin había tenido razón en el plano de la polémica económica y Trotsky en la del partido. Su plataforma de 165 páginas presentaba un programa de restauración de la democracia interna del Partido y desarrollaba la necesidad de “echar a Stalin”. El grueso de sus partidarios estaba constituido por derechistas como los “profesores rojos” Slepkov y Maretsky, los antiguos protegidos de Bujarin, pero ellos reclutaban también a izquierda, por ejemplo al viejo obrero bolchevique de Leningrado, Kaiurov112. La plataforma circuló en el Partido y aun en las fábricas. En el verano, Riutin fue detenido y encarcelado.
En esa época, las cuestiones ya habían avanzado mucho, hacia la izquierda. El grupo de Smirnov discutió con los zinovievistas, con los “izquierdistas” del grupo de Lominadzé y se acordó constituir un “bloque” al cual se llamó a adherir también a los trotskistas. Fue en el momento en que se desarrollaba esta discusión, en septiembre, cuando golpeó la represión: Zinoviev y Kamenev fueron expulsados del Partido al mismo tiempo que los principales dirigentes del grupo Riutin, todos acusados de haber formado una organización para restaurar “al capitalismo y al kulak”. Algunas semanas más tarde, le tocó el turno al grupo de Smirnov, seguido en algunas semanas por el grupo Eismont-Tolmatchev. El bloque no había vivido más que algunas semanas e incluso, no había tenido tiempo de darse una dirección, porque dos de los grupos que lo constituían habían sido decapitados ya en el otoño de 1932.
No es, sin embargo, la misma historia que recomienza. Primero porque no es del todo seguro que la existencia del bloque haya sido descubierta en esa época, como lo sugiere el hecho de que los miembros del grupo Sten-Lominadzé no habían tenido que sufrir la represión renovada más que en la forma de algunas medidas de deportación. Oficialmente, Zinoviev y Kamenev habían sido excluidos del Partido por haber estado en conocimiento de la plataforma de Riutin y no haberlo denunciado. Posiblemente, en efecto, la GPU no sabía más que eso. El principal militante trotskista detenido en este período, Andrei Konstantinov, por otra parte, no fue arrestado como tal en diciembre de 1932, sino solamente por emitir palabras imprudentes: cuatro años más tarde, a su salida de la URSS, Víctor Serge no lo ubicó en la categoría de detenidos trotskistas113.
Luego, la mayoría del buró político no siguió a Stalin, quien quería una represión acrecentada y reclamaba la cabeza de Riutin afirmando que su “plataforma” era un llamado a asesinarlo114.
Por otro lado, la carta en la que Sedov anunció a Trotsky el nacimiento del bloque115 mencionaba igualmente lo que él llamaba “el hundimiento de los viejos”, alusión sin duda a Karl Grunstein, a quien Trotsky, en su respuesta, calificó de “capitulador”. Pero Sedov precisaba que los lazos obreros habían sido preservados: la Oposición de Izquierda parecía salir de su aislamiento y ser capaz de realizar nuevos progresos. El informe de febrero de 1933 demuestra en efecto un sentimiento de optimismo y sugiere la imagen de un grupo que disponía al menos de numerosos canales de información116. Ahora bien, todo cambiaría bruscamente con la victoria en Alemania de las bandas hitlerianas.
Junto con el movimiento obrero y comunista alemán, desapareció la red de Sedov -obligado, además, a dejar Alemania-: las relaciones de la Oposición rusa con el exterior se quebraron definitivamente. Su aislamiento se consumó al fin. Stalin, por otra parte, se beneficiaría con la desmoralización provocada por el desastre, por la inquietud de todos los que dudaban en combatirlo a causa de la amenaza, desde entonces directa, de un enemigo mortal. La disminución relativa del terror durante los años 1933-1934, la mejora de la situación económica, con una buena cosecha y un abastecimiento mejorado, contribuyeron a volver factible esta suerte de unión sagrada que el peligro exterior parecía exigir. Desde el mes de marzo de 1933, Zinoviev y Kamenev, descendiendo un paso más hacia el abismo, capitularon de forma más vergonzosa aún con el fin de ganarse el derecho de volver a Moscú y de ser reintegrados al Partido. Los partidarios del “bloque” parecían haberse dispersado nuevamente, en un período en el que era posible creer que el “liberalismo” de Kirov y de sus aliados había hecho entrar en razón a Stalin.
Fue en el marco de este relativo repliegue y en una situación mundial marcada por el triunfo de la reacción y la marcha a la guerra que Stalin pondría en práctica el mecanismo que le permitirá liquidar a los viejos cuadros del Partido, comenzando por los miembros del bloque, destruir definitivamente a la Oposición de Izquierda y aterrorizar y llenar de estupor a las masas soviéticas por décadas.