Nache Slovo, 29 mayo de 1915
El 18 de mayo nuestro partido rumano festejó los cuarenta años de actividad revolucionaria de su fundador e inspirador espiritual, K. Gherea. En vísperas de la guerra ruso-turca se detuvo en Rumania haciendo camino; algunos años más tarde y bajo el nombre Gherea, nuestro colaborador había adquirido una enorme influencia, primero sobre la intelectualidad rumana, después, sobre los trabajadores avanzados. La crítica literaria de base socialista era el principal dominio en el Gherea, escritor “por la gracia de Dios”, formaba la conciencia de grupos avanzados de la intelectualidad rumana. A partir de cuestiones de estética y moral personal, Gherea llevaba al socialismo consciente. Es cierto que en Rumania la época de la intelectualidad socialista terminó en un crac más sangriento que en cualquier otra parte. Entre los ministros, diplomáticos, prefectos, se podía encontrar a muchos que habían aprendido de Gherea el abc del pensamiento político. Felizmente no eran los únicos. A partir de 1890, la escuela marxista de Gherea formaba a toda una generación de socialistas compuesta por trabajadores. Ellos fueron quienes, junto a Gherea y Rakovsky, crearon el nuevo partido socialista en la época de la revolución rusa.
En 1908, tras una violenta revuelta campesina, Gherea publicó La nueva servidumbre, un libro que es la obra capital de su vida.
Todas las contradicciones de la vida social y política rumana (el campesinado sometido a un yugo jurídicamente revocable, pero restablecido en la práctica por la lógica de las condiciones económicas; el régimen parlamentario, fundamentado en una base agraria de tipo asiático; las libertades “a la inglesa” para las ciudades; el viejo orden turco para el campo) están sometidas a un análisis magistral en la gran obra de Gherea. La simplicidad y la claridad refuerzan la profundidad marxista. La traducción de este libro al ruso hubiera sido una adquisición preciosa para nuestra literatura socialista.
En la época de la guerra de los Balcanes, igual que ahora, Gherea sostuvo una implacable lucha contra el imperialismo rumano, a favor de una federación democrática de los Balcanes. Forjó y afiló las armas con las que luchan los trabajadores rumanos contra los botafuegos patrióticos. Por la claridad y perspicacia de su espíritu, Gherea se mantiene como el teórico y consejero irreemplazable del proletariado rumano. Estrechando la mano de nuestro viejo amigo, le deseamos salud y fuerza para las luchas venideras. No hablamos de su dinamismo y fe en el futuro pues no le faltan ninguna de esas cualidades.
