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Cuadernos de Verjneuralsk: El golpe fascista en Alemania (1933)

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Cuadernos de Verjneuralsk: El golpe fascista en Alemania (1933)

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En estos meses se cumplen 90 años de la llegada de los nazis al poder. Publicamos aquí un documento que hace una de las primeras evaluaciones de este suceso, escrito en abril de 1933 dentro de una cárcel del Gulag estalinista por un grupo de trotskistas soviéticos presos, como material para ser discutido allí mismo por otros presos oposicionistas de izquierda. Un punto central de este documento es la discusión sobre la política que sostuvo el Partido Comunista alemán a instancias de la dirección estalinista de la Tercera Internacional frente al ascenso del fascismo en Alemania en el período 1928-1933. Esta estuvo caracterizada por el giro “ultraizquierdista” del estalinismo que abarcó esos años, luego del VI° Congreso de la Internacional Comunista, que combinó una retórica falsamente “revolucionaria” con una política pasiva frente al ascenso de los partidos fascistas en Europa y el sabotaje a toda política de unidad de las filas obreras para enfrentarlos, acusando a todas las fuerzas de izquierda por fuera de los PC, sobre todo a la socialdemocracia, como meras “variantes del fascismo”, “socialfascistas”, e incluso las declaró como sus enemigos principales, llegando en ocasiones a hacer causa común con los verdaderos fascistas contra ellas. Esta política llevó al desastre de dejar llegar al poder a los nazis sin lucha a comienzos de 1933 para, poco tiempo más tarde, empezar a dar un giro abrupto y pragmático radicalmente opuesto pero oportunista: la de la unidad entre el movimiento obrero, incluyendo a los partidos apenas meses antes llamados “socialfascistas”, junto a la llamada “burguesía democrática”, política que fue canonizada en el VII° y último congreso de la Internacional Comunista (1935) bajo el nombre de “Frente Popular”.

Este texto forma parte de la compilación publicada en Moscú en 2022, Cuadernos de la cárcel política de Verjneuralsk 1932-33, editada por los historiadores rusos Aleksei Gusev, Aleksandr Fokin, Aleksandr Reznik y Vladislav Shabalin, que contiene las publicaciones manuscritas de los trotskistas presos en esos años en ese establecimiento penal al pie de los montes Urales y que fueron encontradas por casualidad recién en 2018. Fue traducido del ruso especialmente para IdZ Semanario por Guillermo Iturbide, continuando con la publicación por entregas del libro, que comenzamos recientemente con el prólogo escrito por A. Gusev, como homenaje en el año en que se cumple el centenario de la formación de la Oposición de Izquierda soviética. Las notas al pie proceden de la edición rusa de 2022, salvo indicación contraria.

Recomendamos también los escritos de León Trotsky, La lucha contra el fascismo en Alemania, publicado por Ediciones IPS-CEIP.

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EL GOLPE FASCISTA EN ALEMANIA

Los partidarios de la revista El bolchevique-leninista, creyendo necesario disponer de un muestreo organizado de las distintas opiniones que hay sobre los acontecimientos de importancia histórica para todo el mundo que están teniendo lugar en Alemania, al publicar estas tesis llamamos a todos los bolcheviques-leninistas de esta cárcel a discutirlas y a expresar su actitud.

Redacción de “El bolchevique-leninista”.

El Bolchevique-leninista No. 2 [12], 1933 [1].

El golpe fascista en Alemania [2].

1. El golpe de Estado contrarrevolucionario que está teniendo lugar en Alemania –la contrarrevolución de marzo [3]– es un acontecimiento de la mayor importancia histórica. La guerra imperialista mundial no ha resuelto las contradicciones de la sociedad capitalista. Al contrario, las ha agudizado, las profundizó y las elevó a un nivel superior.

El auge económico de la posguerra (1920-1929) no se produjo sobre la base de un mercado mundial ampliado. La base de este repunte fue el mayor o menor restablecimiento de la demanda normal, grandes inversiones en las zonas devastadas por la guerra y una reconstrucción técnica de la industria que requirió grandes inversiones, especialmente en EE. UU. y Alemania.

La restricción de los mercados mundiales y el considerable estrechamiento del mercado de la URSS para los países capitalistas como consecuencia de la Revolución de Octubre, con un crecimiento simultáneo gigantesco del aparato productivo de EE. UU., Alemania y otros países capitalistas y sus colonias, ha determinado la relatividad y lo ilusorio del repunte económico de posguerra. El conjunto de la producción mundial durante los años de recuperación económica después de la guerra, si lo consideramos no a partir del tamaño absoluto de la producción, sino de la producción per cápita, no ha superado el nivel de preguerra.

La propia recuperación económica no se produjo de manera uniforme en todos los países. Como consecuencia de las distorsiones de la sociedad de posguerra, el auge económico de EE. UU. se vio impulsado por el desplazamiento de productos y capitales europeos, y el ascenso económico de Alemania, que ocupaba el segundo lugar después de EE. UU. en términos de exportaciones, se produjo principalmente a expensas de Inglaterra.

Este estancamiento de las fuerzas productivas de la sociedad capitalista determinó también la relatividad de la estabilización de posguerra, su fragilidad y su corta duración. El problema de la guerra entre los propios imperialistas, y con la URSS, por una nueva redistribución de los mercados, al igual que el problema de la revolución proletaria, se ha planteado siempre –y sigue planteándose– no como un problema para un plazo de décadas, sino como un problema planteado para cuestión de días, meses o años.

Pacificada y estabilizada tras la guerra con la ayuda de los capitales estadounidenses, Europa, que cuenta en su centro con una Alemania “versallizada” y “younguizada” [4], es de hecho vasalla de EE. UU. Hasta 1932, Alemania pagó la mayor parte de este tributo correspondiente a su avasallamiento, no solo por sí misma, sino también por toda Europa. Con ello se transformó, gracias a las enormes cargas que pesaban sobre los hombros de su población trabajadora, en un polvorín gigantesco que, más temprano o más tarde, explotaría en un descontento popular de masas, bajo la forma de una revolución proletaria o de una ola fascista de masas, boulangista [5], de nacionalismo y chovinismo, es decir, desembocaría en una oleada ya fuera revolucionaria o contrarrevolucionaria, y en una guerra. A esto se refería Trotsky cuando señalaba en 1926 que la labor de Estados Unidos de transformar a Europa en un nuevo tipo de territorio dependiente podría encontrar en un futuro próximo “la resistencia de los pueblos”, ya fuera por medio de la revolución o de la guerra [6]. Una explosión de masas en Alemania, ya fuera nacionalista o revolucionaria, implicaría que, en algún momento de la historia, la labor de Estados Unidos para convertir Europa, y principalmente a Alemania, en una dependencia sui generis de EE. UU., encontraría la resistencia de las masas populares del eslabón más sensible e inestable del capitalismo. Tal explosión sería el colapso del equilibrio europeo, del reformismo y de la socialdemocracia de Europa que, como sombra del capital estadounidense, comenzaría a perder rápidamente lo que queda de su influencia y a desaparecer de la escena al mismo tiempo que el colapso del equilibrio europeo. La escena histórica sería ocupada por una de las dos fuerzas polares dentro de la sociedad capitalista: el fascismo o el comunismo.

2. La crisis económica mundial [7] sacudió profundamente los cimientos de la sociedad capitalista. Incluso un leviatán imperialista, como los EE. UU., tiembla bajo sus golpes.

El capitalismo alemán mantenía su equilibrio antes de la crisis mediante la absorción ininterrumpida de capital extranjero y la enorme expansión de sus exportaciones industriales a costa de tensionar al máximo a todas las fuerzas del país. Esto le permitió, en los años de auge de la coyuntura económica, satisfacer las necesidades de las masas y pacificar sus ánimos políticos con la ayuda de la socialdemocracia.

Hasta la última crisis mundial, la burguesía alemana racionalizó, concentró y amplió su aparato productivo.

Las empresas de la industria química y metalúrgica se fusionaron intensamente durante los últimos quince años, bien mediante la fusión de varias empresas en una sola, bien mediante la participación conjunta en las ganancias, la “asociación de intereses” (p. ej. La “asociación de intereses de fábricas de pintura”, la “sociedad anónima de la unión de fábricas siderúrgicas”). El aparato productivo y la capacidad de producción del capitalismo alemán habían alcanzado, a pesar de las trabas de Versalles, niveles enormes en comparación con el periodo anterior a la guerra.

Toda esta gigantesca reorganización técnica y estructural se llevó a cabo predominantemente a costa de préstamos extranjeros. Más o menos el mismo camino siguió Austria, por supuesto, de acuerdo con la escala de ese país y con la diferencia de que el gobierno austríaco, a diferencia del alemán, se vio de hecho privado de su independencia en la dirección del país, cayendo en este asunto también bajo la tutela y el control de la Sociedad de Naciones.

Una gran parte del capital circulante de la economía alemana consiste también de créditos extranjeros, e incluso préstamos a corto plazo. De los aproximadamente 25.000 millones (1931) de capital circulante, entre 9.000 y 10.000 millones consistían en capital norteamericano, holandés, inglés y suizo. La prolongada crisis económica socavó las exportaciones alemanas y, en consecuencia, la economía nacional en su conjunto, ya agotada por los enormes pagos de los planes Dawes-Young [8]. Aparte de las habituales exportaciones de capital alemán al extranjero (de 1925 a 1932 unos 9 mil millones de marcos), durante la crisis se produjo una salida de capital extranjero de Alemania: hasta 1932 se retiraron entre 4.000 y 5.000 millones de marcos. A partir de 1931 comenzó una huida aterrorizada del capital alemán al extranjero, como consecuencia de la inestabilidad de la situación política interna, la crisis crediticia mundial y el colapso del patrón oro en Inglaterra donde, debido a las crisis monetarias y a los cambios en la política aduanera (aranceles preferenciales para los dominios y aranceles discriminatorios para los países capitalistas competidores y para la URSS), muchas plantas de producción alemanas empezaron a ser transferidas en su conjunto.

El estrechamiento del mercado mundial y del nacional, la fuga de capitales, la crisis crediticia, el cierre de empresas, el desempleo y el empobrecimiento de las masas, la ruina de la pequeñoburguesía urbana y del campesinado –todo esto se sucedía y dio lugar a los sucesivos decretos de emergencia de Brüning [9], que tenían un único objetivo: salvar a la Alemania capitalista del desastre mediante la imposición de impuestos a las masas y la preservación de los fundamentos del régimen político de una amplia democracia burguesa.

El equilibrio político interno ha empezado a deshacerse. Las causas del desastre empezaron a interpretarse cada vez más claramente en la mente de las masas como las consecuencias de la guerra perdida y del Tratado de Versalles, con la impotencia de Estados Unidos en cuanto a “ayudar” a Alemania en el futuro. Las jóvenes generaciones, que no habían experimentado los horrores inmediatos de la guerra, desde sus pensamientos y su voluntad empezaron a apuntar hacia la anulación del Tratado de Versalles y la liberación de la esclavitud a la que estaban sometidas por Francia (el papel de EE. UU. no era visible para las masas, ya que no se cobraba el tributo alemán en carácter de reparaciones en forma directa, sino a través de Francia). Así comenzó el crecimiento de la ola nacionalista y chovinista de la pequeñoburguesía, hábilmente dirigida en sentido fascista por el capital monopolista alemán. Lo que la revolución proletaria no ha logrado hasta ahora –la liberación nacional de Alemania– debido a la deriva de la dirección comunista en 1932, la pequeñoburguesía intenta realizarlo por el camino de la contrarrevolución.

3. El imperialismo francés, británico y norteamericano solo tenía un medio de preservar el equilibrio interno de “Weimar” y “Versalles” en Alemania y en Europa: anular o aplazar las deudas y conceder nuevos préstamos a Alemania. La primera parte de la tarea se cumplió casi por completo: se concedió el aplazamiento y se anularon condicionalmente las reparaciones. Pero esto resultó insuficiente y no tuvo ningún efecto en los procesos internos del país. Quedaba un último recurso: conceder a Alemania nuevos préstamos para revitalizar su industria. Pero la concesión de préstamos implica un aumento de la producción. ¿Y cómo resolver el problema de dónde colocar las mercancías alemanas mientras se agudiza la crisis en todo el mundo? Además, en la coyuntura actual, los especialistas británicos, franceses y estadounidenses son menos propensos que nunca a reforzar la industria alemana para que esta aumente su cuota del mercado mundial. Y además, ¿cómo se puede otorgar a Alemania nuevos capitales, cuando incluso la propia burguesía alemana no cree en la estabilidad de la posición política en Alemania y exporta apresuradamente sus capitales al extranjero? Además, en esta situación no puede haber un fortalecimiento del capitalismo alemán sin que al mismo tiempo se fortalezcan sus aspiraciones a romper con el Tratado de Versalles.

Sin embargo, se hizo tal intento. Salvar y preservar las colonias y los territorios europeos arrebatados a Alemania sería mucho más barato con un gobierno conciliador de los partidos intermedios que con una nueva guerra. En 1931, Francia intentó conceder a Alemania, junto con Gran Bretaña y Estados Unidos, un préstamo a largo plazo de 500 millones de dólares, pero a condición de establecer un control aduanero sobre Alemania, el control financiero de sus préstamos y gastos y de que se comprometiera a no solicitar ninguna modificación a su favor de los tratados de paz durante un período de 10 años; en otras palabras, a condición de que Alemania quedara reducida al status de China o de Austria por parte de las “grandes potencias”.

Es evidente que la aceptación de estas condiciones por el gobierno Brüning solo habría significado una aceleración extraordinaria del golpe fascista. Esta propuesta fue rechazada. Pero a falta de una dirección adecuada por parte de los comunistas, Alemania continuó caminando a pasos agigantados hacia el fascismo.

4. El rápido crecimiento del estado de ánimo fascista se debió, por tanto, al callejón económico sin salida económico en el que el capitalismo de posguerra había metido a Alemania, la profunda crisis económica y el sistema de Versalles, frente a la debilidad de la vanguardia proletaria. Y el rápido ascenso del fascismo, a su vez, intensificó el caos económico, imposibilitando que el mercado internacional ayudara a su economía con su capital. Se creó un círculo vicioso del que no había salida “normal”. La situación se encaminó hacia el estallido del equilibrio de posguerra y, sobre todo, de la cáscara política de Weimar, a manos de las masas, del “pueblo” bajo la dirección del capital financiero.

La contrarrevolución de marzo [10] fue la ruptura del primer eslabón del sistema de Versalles. Por eso, el golpe fascista encuentra tanto odio por parte de la burguesía de los países victoriosos y tanta esperanza y regocijo por parte de la burguesía de los países derrotados en la guerra imperialista y la de los países descontentos con el resultado de la guerra. De ahí la inesperada simpatía de la burguesía de los países vencedores por los obreros e incluso los comunistas de Alemania, cuya lucha contra el fascismo trata de explotar para reforzar los sistemas de Versalles y de Weimar, vinculados entre sí. También es comprensible el deseo de los gobiernos fascistas de Hungría y Alemania de ayudar a la burguesía austríaca en la fascistización de su país.

5. La contrarrevolución de marzo significa, por supuesto, la liquidación de los restos de la revolución del 9 de noviembre [11] y del sistema de Weimar. Pero, ¿significa simultáneamente el retorno al poder de las fuerzas sociales y políticas que habían gobernado Alemania antes de la Revolución de Noviembre, es decir, una restauración en sentido directo e inmediato? El régimen fascista en Alemania, independientemente de la forma de gobierno –si Alemania tendrá una monarquía fascista o una república fascista–, es un régimen de terror fascista, no es el renacimiento de la reacción bismarckiana, y es la dominación de la parte más dirigente y agresiva del poderoso capitalismo monopolista en Alemania, la supremacía del capital industrial y bancario, apoyado en mayor o menor medida también por el gran capital agrario –pero no la supremacía de los junker, apoyados en mayor o menor medida por el capital industrial y bancario antes de la revolución–.

¿Cómo era el régimen anterior a la Revolución de Noviembre en Alemania? Utilizando la breve y concisa formulación de Trotsky, se podría decir: Alemania era un país sin tradición revolucionaria antes del 9 de noviembre. La burguesía llegó demasiado tarde para competir seriamente con las fuerzas de la vieja sociedad. Tras la modesta experiencia de 1848 dejó en manos de Bismarck, con la ayuda del ejército prusiano, la unificación de la patria. La casta de los junker, puramente feudal, fue llamada a resolver los problemas del desarrollo capitalista y recibió en sus manos todos los recursos de la sociedad burguesa. Tras las guerras de 1864-1866-1870 [12], los señores feudales al Este del Elba [13] pasaron de tener las riendas de Prusia a tener las de todo el Imperio. La burguesía liberal no traspasó los límites de la oposición “responsable”, dejando de una vez por todas en manos de los junker la tarea de poner orden en la sociedad capitalista y de disponer de sus fuerzas militares. Finalmente, cuando el desarrollo capitalista planteó a la burguesía alemana nuevas tareas de carácter mundial, dejó que los junker, unidos en torno a la monarquía, dirigieran a la nación en armas.

La organización militar alemana estaba en plena consonancia con la estructura prerrevolucionaria del Estado alemán. Juntos formaban una torre feudal sobre cimientos capitalistas.

La Revolución de Noviembre cambió fundamentalmente los papeles de los grupos sociales dominantes: La “torre feudal” estalló políticamente, el poder directo fue transferido a la burguesía como clase en su conjunto, la burguesía liberal se transformó de oposición “responsable” en la dueña de casa, dominando en forma directa, mientras que los junker de conjunto, como sector social conservado en lo económico, pasó a ser la oposición “responsable”. En Alemania se estableció un régimen de democracia burguesa amplia, apoyándose directa o indirectamente en los reformistas.

El golpe de Estado fascista no cambia el carácter de clase o social del sistema. Significa simplemente la concentración de la totalidad del poder directo en manos de un estrecho estrato dirigente de la burguesía industrial y financiera. La democracia burguesa en Alemania, cuya amplitud solo podía compararse con la de Nueva Zelanda o Australia, está siendo aplastada sin piedad. En consonancia con los objetivos internos e internacionales del fascismo, se establece un régimen de terror blanco, frente al cual la reacción bismarckiana es una mera bagatela por comparación, habiendo condenado en total, en toda la época en que duró la Ley Antisocialista [14], al exilio de 900 personas y el encarcelamiento de 1.500, con penas de prisión que en conjunto sumaban 1.000 años (8 meses por persona).

6. La victoria del fascismo alemán supone el fin de la era del pacifismo democrático de posguerra y un duro golpe, posiblemente mortal, para la democracia burguesa como forma preponderante de dominación burguesa en los países capitalistas clave. Una reacción terrorista –el fascismo– pasa al primer plano de la escena histórica, quizás durante un número considerable de años.

A la luz de los grandes acontecimientos que se desarrollan en Alemania, los comunistas revolucionarios están obligados a pensar y comprender qué es lo nuevo que introduce este brusco giro de la historia en cuanto a los problemas mundiales más importantes. ¿Cuáles son los destinos inmediatos del capitalismo y del movimiento comunista mundial? ¿Cuáles son las perspectivas y los plazos de la revolución proletaria en Europa? ¿Cuáles son las perspectivas inmediatas de la URSS y los problemas asociados a ella? ¿Cuáles son las tareas inmediatas de la organización internacional de los bolcheviques-leninistas? Todas estas preguntas deben ser contestadas inmediatamente, aunque solo sea de la forma más esquemática y general.

7. En la contrarrevolución de marzo subyacen la intersección y el entrelazamiento de los siguientes factores objetivos.

a) la creciente voluntad de los círculos dirigentes del capitalismo monopolista de fortalecer la reacción y de eliminar gradualmente la democracia burguesa como consecuencia del desplazamiento de la libre competencia por los monopolios capitalistas;

b) la inclinación de las clases dominantes a la reacción frente a las tendencias revolucionarias de las masas que resultan de la crisis histórica de todo el sistema capitalista y de las conmociones revolucionarias experimentadas por él después de la guerra;

c) el fin del pacifismo democrático y de las ilusiones democrático-burguesas de las masas. El colapso final del baluarte mundial del reformismo –la socialdemocracia alemana– como consecuencia del cese de la afluencia de capital estadounidense hacia Alemania;

d) la colosal decepción de las masas alemanas con el régimen del parlamentarismo democrático-burgués bajo los golpes de la crisis económica mundial que sacudió toda la vida económica del país, frente a la impotencia del régimen de Weimar para salvarlas del hambre, la miseria y la ruina;

e) el alejamiento de los obreros organizados y de la pequeñoburguesía trabajadora de los comunistas por la decepción ante los resultados del “socialismo” estalinista y la impotencia de la dirección oportunista del Partido Comunista alemán para llegar al poder;

f) la transformación chovinista de la pequeñoburguesía, del lumpen proletariado y de ciertos sectores del proletariado debido a que los efectos del Tratado de Versalles cayeron sobre las espaldas de los trabajadores;

g) la imposibilidad para la burguesía alemana de seguir manteniendo el poder en sus manos con los métodos del podrido orden de Weimar y manteniendo los fundamentos del Tratado de Versalles.

Sobre la base de todo esto se produjo un poderoso crecimiento del fascismo alemán, crecimiento que, tras una crisis política de casi ocho meses, culminó en un golpe de Estado.

El problema planteado por L.D. Trotsky en 1922: Hacia el comunismo... o hacia el fascismo, se resuelve ahora en Alemania desde el lado fascista. Debemos ver esta cruel verdad hasta el final, para no perder nuestra orientación marxista, para comprender las tareas que tenemos ante nosotros.

8. El fascismo alemán no “crece” la República de Weimar, no se funde con ella, no se adapta “al marco y a las formas de la democracia burguesa”, sino que la derriba mediante un golpe de Estado, llevado a cabo en alianza con los junker del partido “nacional” dirigido por el presidente de la república [15].

No es casualidad que la contrarrevolución haya asestado un golpe decisivo a la clase obrera a comienzos de 1933. Al final del año pasado, 1932, el punto de concentración de masas de la contrarrevolución alcanzó su punto culminante y comenzó el reflujo de masas de los fascistas frente al continuo crecimiento de los votantes comunistas. Una mayor demora de la reacción en consumar la situación contrarrevolucionaria amenazaba con que se intensificara este reflujo de la contrarrevolución, ya entonces comenzado, de las masas frustradas por la lentitud del fascismo, y fortalecer el proceso de radicalización que había comenzado. El régimen de la Alemania de Weimar no podía oponer ningún obstáculo decisivo a este proceso. Como lo demostró la experiencia de 1932, el único obstáculo serio que el proletariado y la pequeñoburguesía que iba tras él encontrarían en su intento de derribar el Estado de Weimar sería la torpeza, la estupidez (o el oportunismo) de la dirección comunista. O se daba el golpe contrarrevolucionario en el momento más favorable para la cúpula del imperialismo alemán que haya existido en los últimos 14 años, o se corría el riesgo de dejar escapar la oportunidad y que se recreara en un año, dos, o incluso antes, otro año 1923 [16]. Así estaba planteado el problema a finales de 1932.

Esta situación consolidó a los círculos dirigentes del capitalismo monopolista alemán para llevar a cabo inmediatamente su tarea de asestar un golpe decisivo contra la clase obrera y contra la “revolución incompleta” del 9 de noviembre.

Se trata de una situación excepcionalmente clara que solo los ciegos o los que no tienen los ojos bien abiertos pueden dejar de ver. Esta situación imponía a los comunistas preparativos enérgicos, febriles, echando mano de todas las medidas posibles para impedir este golpe, para recuperar lo perdido en los años precedentes, para establecer inmediatamente un frente único obrero antifascista, para preparar inmediatamente la huelga general, para armar inmediatamente a los obreros, para hacer inmediatamente y a declarar en forma inmediata y generalizada su disposición y determinación a repeler por todos los medios y fuerzas los primeros intentos de golpe de Estado contrarrevolucionario.

9. Las fuerzas motrices de la contrarrevolución de marzo son los círculos más reaccionarios y chovinistas del capitalismo monopolista y el imperialismo alemanes que, a través de su partido fascista, ha convertido a la pequeñoburguesía y a los obreros desclasados en su apoyo social. A este conglomerado social lo une el odio a la República de Weimar y al comunismo, el odio a los partidos que dirigieron la Alemania de Weimar y concluyeron la Paz de Versalles, el deseo de romper como sea las cadenas de Versalles y de recrear un poderoso “imperio alemán”.

El partido nacionalista (el partido sobre todo de los grandes terratenientes y solo posteriormente de los grandes industriales) y el Partido Nacionalsocialista (el partido sobre todo, si no principalmente, de los grandes industriales por sus objetivos y tareas, pero no en su composición social) están unidos por un programa concreto de explotación del proletariado y agresión exterior, la creación de un poderoso imperio, por lo menos traspasando las cadenas de Versalles a la URSS. Lo que los separa es principalmente la cuestión de la forma futura del Estado. Los nacionalsocialistas pretenden instaurar la dictadura de su partido según el modelo italiano, establecer el dominio político del capital industrial; los nacionalistas pretenden restaurar la monarquía o instaurar una república conservadora y, en ambas circunstancias, recrear el rol político que tenía la nobleza terrateniente de preguerra.

A pesar de todas las diferencias políticas entre los dos partidos, e incluso cuando estas diferencias adoptan formas agudas, es necesario recordar su excepcional parentesco social y genético. El Partido Nacionalsocialista (“Partido Nacionalsocialista Obrero de Alemania”, NSDAP) no se escindió del antiguo partido nacional, sino que fue fundado con ese nombre, con su programa destinado a captar al pequeñoburgués y al obrero desclasado, dando forma a su descontento en una dirección reaccionaria, convirtiéndolos en herramientas de los magnates del capital financiero.

Este programa “radical”, tomado al pie de la letra, ha llevado incluso a algunos oposicionistas a juzgar erróneamente al fascismo como un movimiento radical de izquierda, lo que a su vez ha sido la fuente errores teóricos y tácticos en la situación alemana.

La pequeñoburguesía y los obreros desclasados esperan que el golpe de Estado que están realizando los lleve al País de Jauja [17]. Depositan en él sus esperanzas de un futuro mejor. Creen en él. Están dispuestos, como en los días del frenesí patriótico-militar de 1914-1915, a morir en la lucha por ese futuro. Por supuesto, tras el golpe se irán desilusionando poco a poco con el fascismo. Pero, en tanto que el gobierno fascista se consolida, la parte de izquierda de la pequeñoburguesía será sometida por un período determinado por un nuevo aparato de Estado, dotado de medios incomparablemente más poderosos para reprimir a las masas que el de Weimar, y esto le dificultará llevar a cabo un vínculo activo con el proletariado revolucionario.

10. Es difícil determinar hoy la relación exacta de las fuerzas de clase en Alemania. El golpe de Estado sigue su curso y, por tanto, la relación de fuerzas cambia de hora en hora. Una cosa es cierta. Al frente único consolidado de la reacción violenta se oponía antes del golpe y se le sigue oponiendo una clase obrera desorientada y dividida. Si los grupos nacionalistas se vieron obligados por el número y la conciencia del proletariado alemán a prepararse para el golpe de Estado durante catorce años, la facilidad con la que lograron asestarle los primeros golpes, y en tales casos por lo general esos golpes fueron decisivos, se debió en gran medida a su desorientación en los últimos años, especialmente en el momento más crítico de la lucha. Dividido en tres partes –socialdemócrata, comunista y “cristiana”– no fue unificado por nadie, nadie intentó unirlo ni ponerlo en pie de lucha ni siquiera ante la perspectiva inmediata del golpe fascista. Ninguno de estos grupos intentó individualmente impedir el golpe de Estado contrarrevolucionario. Como resultado, el golpe contrarrevolucionario no ha tenido que enfrentar hasta ahora ninguna oposición unificada o parcial por parte de la clase obrera.

Por supuesto, no se podía esperar una resistencia física al fascismo por parte de los partidos antifascistas (o no fascistas), puramente burgueses del régimen de Weimar: el Partido del Centro católico y el Partido del Estado (ex Partido Democrático). Al fin y al cabo, además, un golpe fascista clásico, puramente hitleriano, no supondría un ataque a la propiedad privada de los magnates católicos de la industria pesada o a la propiedad de la burguesía comercial democrática. El miedo a los experimentos capitalistas de Estado del nuevo régimen y la amenaza de ser apartados de la administración directa del país no podían ni pueden ser un incentivo para luchar contra el nuevo gobierno con otra forma o método que no sea la votación en el Parlamento y la publicación de columnas opositoras en la prensa, sobre todo teniendo en cuenta que estos partidos no están directamente al frente del gobierno.

Solo con la consigna de un frente único obrero antifascista los comunistas podían aprovechar la oposición existente a estos partidos por parte de los trabajadores bajo su influencia –como los de los sindicatos cristianos y de Hirsch-Duncker [18], es decir, los trabajadores con mentalidad democrática–, unirse a estos obreros, separarlos de sus partidos y oponerse activamente al fascismo. Pero no se hizo esto. Más aún: en las condiciones de total inactividad y pasividad de la dirección comunista antes del nombramiento de Hitler como Reichskanzler, durante el nombramiento (30/1/1933) y después, e incluso en el momento del propio golpe de Estado, es de lo más natural que toda esta importante fuerza de trabajadores con mentalidad democrática siguiera sin intervenir. Siguieron estando bajo la influencia total del Partido del Centro y del Partido del Estado, es decir, como testigos pasivos del golpe.

Los partidos del Centro y del Estado son los de la burguesía liberal. Son antifascistas en la misma medida que la democracia burguesa se opone a otra forma del Estado burgués: el Estado fascista. Pero un régimen de una democracia burguesa amplia es algo conquistado por las manos de los trabajadores, no las de la burguesía, y, en consecuencia, los que podrían impedir su liquidación fascista no es la burguesía, por muy liberal que sea, sino solo los trabajadores, para quienes se trata de un trampolín para la lucha por sus necesidades cotidianas y para la lucha por el establecimiento de su propia dictadura.

El Centro [19] no vota explícitamente por el fascismo. Pero si el resultado inmediato del golpe no llega a ser un régimen fascista clásico, sino un tipo de Estado algo suavizado, por así decirlo, semifascista, entonces el Centro lo apoyará en forma indudable y directa, al igual que en su día apoyó a la monarquía guillermina.

Detrás de la cabeza del golpe, es decir, de los destacamentos nacional-socialistas de la contrarrevolución, se encuentran una parte del aparato estatal central del imperio (con toda la policía o una parte), una red en rápida expansión de aparatos locales de gobierno y de poder –los Landtag [legislaturas regionales], municipios y comunas–, capturados por los nacionalsocialistas mediante enérgicos golpes de Estado locales, cientos de miles de tropas de asalto armadas, las gigantescas masas de la pequeñoburguesía, funcionarios, sirvientes y obreros atrasados y, finalmente, la determinación y la crueldad, el ímpetu y la fuerza– factores que desempeñan un enorme papel en las relaciones entre las clases–.

Detrás del grupo nacionalista de la contrarrevolución se sitúan los sectores decisivos del aparato del Estado imperial, la centenaria Reichswehr [20], una parte de la policía y la gendarmería, unos 200.000 combatientes de los “cascos de acero” [21], los cuadros principales de los generales y oficiales imperiales, la alta burguesía y los grandes terratenientes.

En caso de conflicto o crisis con los nacionalsocialistas respecto a qué forma de gobierno adoptar, la Reichswehr estaría sometida a una fuerte división, aunque del lado de los nacionalistas podrían ubicarse los socialdemócratas, que preferirían una monarquía o república semifascista como “mal menor” frente a la posibilidad de un régimen completamente fascista. No estando bajo el fuego directo de la crítica comunista, los líderes socialdemócratas tratarán sin duda de salvarse de una catástrofe colocando detrás de Hindenburg a toda la base de masas que les queda, tan pronto como quede claro, si acaso ocurre, que el Mariscal difiere de Hitler precisamente en este punto. En este momento apenas se puede especificar con certeza categórica las formas en que cristalizará el golpe en la siguiente fase, si será de tipo conservador anti-Weimar o si será fascista completo en forma inmediata, ya que no está suficientemente claro qué socio ostenta en este momento la hegemonía real en el bloque.

Por supuesto, ambas variantes de la evolución inmediata son igualmente peligrosas para la clase obrera, ya que acarrean los mismos desastres y el mismo régimen de terror contra ella.

La intensificación de las fricciones internas y las luchas entre aliados es inevitable. Esta lucha puede incluso adoptar a veces formas muy agudas, pues las contradicciones internas de clase entre el capital agrario y el industrial y las contradicciones entre las aspiraciones de la pequeñoburguesía y los objetivos de la oligarquía financiera quedarán cada vez más al descubierto, y a menudo de formas muy inesperadas. Pero el colapso del bloque antes de la consolidación del nuevo régimen como resultado de la explosión de las contradicciones internas es poco probable, los objetivos y tareas de los socios están demasiado alineados. Si el proletariado, representado por el partido comunista, debería haber utilizado, y pudo y puede explotar las contradicciones en el campo de la burguesía en su conjunto, entre sus componentes fascista y liberal-democrático no fascista, entonces las contradicciones dentro del bloque de Harzburg [22] son, desde este punto de vista, muy pequeñas. Por supuesto, esto no significa que el proletariado no deba estar atento siguiendo todas las vicisitudes de esta lucha y que no deba utilizarla para en su propio provecho.

El itinerario específico de la contrarrevolución no excluye la posibilidad de que, ya en el curso del golpe mismo, los nazis superen abrumadoramente a los nacionalistas, empujándolos definitivamente a un segundo plano. Pero también es posible que el paso del poder total a los fascistas se produzca mediante un nuevo golpe de Estado, relativamente pacífico, o mediante la fusión de ambos partidos en uno solo, con el Centro y los restos de los demás partidos burgueses diluidos –indistintamente, mediante una fase de coalición con ellos o prescindiendo de esa etapa–, que es lo más probable.

11. El fin de la Alemania de Weimar y el colapso del equilibrio europeo significan la muerte de la socialdemocracia alemana y el principio del fin del reformismo.

La contrarrevolución de marzo asestó un golpe decisivo a la socialdemocracia alemana. Su política de coalición con los partidos burgueses y su teoría de la evolución pacífica de la democracia burguesa hacia el socialismo, quedaron en bancarrota con total claridad a ojos de las masas en el país clásico de la democracia burguesa. Su política y su teoría no alumbraron al socialismo, sino al fascismo.

El colapso de la socialdemocracia alemana es, en lo sucesivo, inevitable. Se desintegrará en tres direcciones distintas. Las clases trabajadoras alimentarán el comunismo en la forma de un Partido Comunista alemán renacido, el aparato burocrático de rangos medios y altos en parte decantará hacia el fascismo, en parte hacia el filisteísmo. Ningún intento por parte de los socialdemócratas “ortodoxos” de salvar la organización mediante una adaptación legal, semi o ilegal a la situación podrá evitar estos procesos.

La socialdemocracia se desbarrancó tanto política como teóricamente. En marzo las masas recibieron una lección concentrada a escala histórica. Que hoy triunfe la reacción. El hundimiento de la socialdemocracia es el comienzo del triunfo decisivo de las ideas del comunismo y de la revolución proletaria entre los amplios cuadros del proletariado alemán.

En el ajuste de cuentas de la historia no será el fascismo, sino el comunismo el que se beneficiará del hundimiento de la socialdemocracia alemana.

La socialdemocracia no ofreció resistencia al golpe fascista. Los dirigentes del PC alemán emplearon las mismas tácticas socialdemócratas. El resultado fue la mayor victoria del fascismo, su incruento “Octubre”.

La no resistencia de la dirección del PC alemán y de la Internacional Comunista al golpe de Estado fascista es solo el eslabón decisivo y final de la cadena de cambios de la revolución mundial que el estalinismo internacional ha forjado en la larga serie de años que la preceden. La clase obrera alemana no está derrotada todavía. Pero su actividad está paralizada por la traición de sus dirigentes, que se entregaron a las cárceles fascistas sin disparar un solo tiro, sin el menor intento de preparar una respuesta oportuna, sin ningún intento de organizar la resistencia del proletariado en el momento del golpe.

Miles y miles de dirigentes, caudillos y activistas de la clase obrera llenan como rehenes las cárceles y campos de concentración de Alemania. A cada huelga, a cada acción armada de los trabajadores, responderá sin duda un fascismo furioso con fusilamientos o con la amenaza de la ejecución inmediata de estos cuadros, lo que en no poca medida paralizará aún más la actividad del proletariado en la lucha contra la contrarrevolución.

Ante la creciente amenaza de un golpe fascista la dirección revolucionaria de los comunistas tenía la obligación de:

A. fortalecer día a día el frente único antifascista de la clase obrera;

B. preparar a fondo la huelga general para su realización inmediata en respuesta al intento de golpe fascista;

C. preparar a fondo todo lo posible el armamento de los trabajadores para el momento en que la contrarrevolución interviniera;

D. movilizar las mejores fuerzas del movimiento comunista mundial en ayuda del proletariado alemán;

E. movilizar al Ejército Rojo de la URSS para apoyar activamente el ascenso antifascista de la clase obrera alemana;

F. declarar abierta y valientemente a la opinión pública proletaria de Alemania que no estaba sola en su heroica lucha contra el fascismo, que el proletariado de la URSS la ayudaría a aplastar la contrarrevolución con todos los recursos de su país, incluidas sus fuerzas armadas, esperando esta hora histórica en plena disposición de movilización, que el proletariado ruso cumplirá su deber para con sus hermanos alemanes con la misma determinación que estos últimos con respecto a Rusia en 1918.

Estos deberes revolucionarios internacionales elementales la dirección del PC alemán, de la IC y de todo el estalinismo internacional nunca intentó prepararlos ni cumplirlos, y no los llevó a cabo en el momento más decisivo y crítico de la situación, como lo señaló oportunamente la oposición leninista en la persona del camarada Trotsky.

Así es como el estalinismo internacional preparó y provocó la gigantesca derrota mundial del proletariado. Con esto ha completado su traición a la revolución mundial. Con ello la IC ha quedado excluida de la lista de factores revolucionarios, convirtiéndola en el furgón de cola, en el ala izquierda de la socialdemocracia.

Con esta decisiva traición del estalinismo se asestó un golpe aplastante al movimiento comunista mundial.

Pero la burocracia termidoriano-bonapartista es impotente para asestar al comunismo un golpe mortal. Y en Alemania, el movimiento comunista, renacido sobre nuevas bases, pronto se hará sentir, abriéndose paso hacia la clase obrera por caminos nuevos y más amplios. Las batallas que se desarrollarán contra el fascismo lo demostrarán claramente en el próximo período.

La Alemania de Weimar ha muerto. Sus estandartes ya no ondean sobre los ayuntamientos de Alemania. Varios años de giros a la derecha en la relación de fuerzas entre las clases, tres años de crecimiento del fascismo, la bancarrota y la capitulación de la socialdemocracia y de la dirección de la IC, todo esto se materializó victoriosamente con la contrarrevolución de marzo.

Las banderas imperiales y fascistas serán sustituidas en Alemania solamente por las banderas rojas de la revolución proletaria.

12. A lo largo de los últimos años, la oposición leninista ha seguido con preocupación cómo los acontecimientos se precipitaban en Alemania, explicando continuamente su magnitud y su enorme importancia histórica. Incansable e implacablemente señaló el peligro que para todo el movimiento obrero mundial estaba surgiendo en Alemania bajo la forma del fascismo.

A las falsas predicciones de la IC (1929) sobre el ascenso revolucionario y la situación revolucionaria inmediata en Alemania (1929-1932), la oposición leninista, ante los indicios de que estaba surgiendo una situación contrarrevolucionaria directa, se enfrentaba al peligro de que las tendencias defensivas en el proletariado no se acrecentaban de manera acorde, principalmente debido a la estridencia falsamente revolucionaria de su dirección, que le hacía bajar la guardia.

A las falsas afirmaciones de la IC de que el fascismo es la “radicalización izquierdista de las masas” y “un peldaño hacia el comunismo”, la oposición leninista contraatacó con la caracterización de que el fascismo es el movimiento más de derecha, nacionalista y chovinista, dirigido directamente por el capitalismo monopolista.

Frente a las afirmaciones desorientadoras de la Internacional Comunista (1930-32) de que los fascistas no pensaban dar ningún golpe de Estado, que ya había ocurrido un golpe fascista durante el período de Brüning como Reichskanzler, que los fascistas crecen dentro de la República de Weimar, que una dictadura del Partido Nacionalsocialista en Alemania solo es concebible en el marco y bajo la forma de la democracia burguesa, la oposición leninista contraatacó señalando la distinción entre fascismo y democracia burguesa, sobre la importancia de esta distinción precisamente para el proletariado, sobre el peligro excepcional y cada vez mayor del golpe fascista, de que el fascismo victorioso no crece dentro de la democracia burguesa de Weimar sino que la derriba, hace estallar sus formas y marcos, sin importar si llega al poder por la vía parlamentaria o extraparlamentaria.

A la táctica de la Internacional Comunista de un frente único con los fascistas, la oposición leninista le opuso la táctica del frente único contra los fascistas.

A la consigna de la Internacional Comunista de abrir fuego principalmente contra la socialdemocracia, la oposición leninista le contrapuso la consigna de abrir fuego principalmente contra los nacionalsocialistas, los fascistas.

Al concepto de “socialfascistas” esgrimido por la Internacional Comunista (entre julio de 1928 y febrero de 1933), que desorientaba a los obreros en su lucha contra los fascistas, la oposición leninista le contrapuso la tesis de que la socialdemocracia y el fascismo “constituyen dos polos del frente burgués”, que se unen solamente en el momento en que la sociedad burguesa está directamente amenazada por la revolución proletaria.

A la consigna de la Internacional Comunista de un “frente único solo desde abajo”, que significaba en la práctica el rechazo de todo frente único con los obreros socialdemócratas, la oposición leninista le opuso la consigna de un frente único sobre la base de las resoluciones del IV° Congreso de la Internacional Comunista, tanto desde abajo como desde arriba, especialmente en la lucha contra el fascismo.

La oposición leninista exigió en los últimos años la preparación y aplicación en la lucha contra el fascismo alemán de la táctica leninista que se empleó en la época de la lucha contra Kornílov [23]. En respuesta a esto, todo el estalinismo internacional acusó a la oposición y a Trotsky de esforzarse por realizar un “frente único con Brüning”, un “frente único desde Thälmann hasta Brüning”, un “frente único con los curas católicos”, con “el Papa de Roma”, y que estamos a favor de la teoría del “mal menor” de los socialdemócratas.

Los bolcheviques-leninistas defendimos la necesidad de aplicar la táctica del frente único sobre la base de los principios del IV Congreso, desde arriba y desde abajo. En respuesta a esto, los estalinistas nos calumniaron como si estuviéramos a favor de un frente único solo desde arriba, es decir, solo con los dirigentes socialdemócratas, pero no con las masas.

Los bolcheviques-leninistas exigíamos, a partir de 1930, que se tomaran todas las medidas para preparar, bajo la bandera del frente único, la huelga general y el armamento de los obreros socialdemócratas y comunistas. Para desbaratar estas consignas, el estalinismo nos calumniaba diciendo que sembrábamos ilusiones en que Brüning armaría a los obreros.

En vísperas de las últimas elecciones presidenciales [24], los bolcheviques-leninistas señalábamos que Hindenburg podía desertar fácilmente al campo fascista y que, por tanto, la tarea consistía en presentar una candidatura presidencial obrera antifascista por medio de un frente único, impuesto por el Partido Comunista a la socialdemocracia.

Sin embargo, la dirección del Partido Comunista, con todas sus tácticas, frustró esta tarea, asegurando así la victoria de Hindenburg, incluso con los votos de millones de votantes comunistas.

A partir del otoño de 1932, los bolcheviques-leninistas habíamos venido señalando implacablemente que el peligro de un golpe fascista por parte de las fuerzas mancomunadas de toda la reacción no solo se había vuelto prácticamente apremiante, sino que era un problema que se resolvería en semanas o unos pocos meses a lo sumo, es decir, que un golpe de Estado fascista extraparlamentario o parlamentario podía y debía esperarse en cualquier día u hora. Incluso aquí, a algunos miles de kilómetros de Alemania, la rápida transición de la crisis política a un golpe contrarrevolucionario se sentía con una claridad que no dejaba lugar a dudas. Pero justo en este momento, el estalinismo internacional gritó más fuerte que nunca que estaba madurando... una crisis revolucionaria en Alemania. En el artículo principal de Pravda del 30 de enero de 1933, esta camarilla se cubrió de una vergüenza indecible. En el mismo momento en que el Reichskanzler de la contrarrevolución había llegado finalmente al poder, este periodiquito de una burocracia estúpida todavía murmuraba: “La dictadura fascista en Alemania está en un callejón sin salida. Está haciendo agua, es incapaz de consolidar su posición”.

Trotsky advirtió que en el caso de que Hitler llegara al poder Hitler sus fuerzas se multiplicarían, que al día siguiente de la victoria el tanque fascista pasaría por encima de los cráneos y de la columna vertebral de los proletarios alemanes, que esto obligaba a la URSS a movilizar al Ejército Rojo para ayudar a la clase obrera de Alemania, que se levantaría (¡y la confianza en esa ayuda haría que se levantara en forma inmediata, espontáneamente!) para luchar contra el fascismo encaramado al poder. En respuesta a esto, el XII° Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista [25], por boca tanto de Thälmann [26] como de Manuilsky [27], declaró: “Trotsky está buscando provocar una guerra entre la URSS y Alemania”.

De esta manera se preparó la mayor traición a la revolución mundial por medio de la ceguera y el oportunismo, la traición y la calumnia.

13. Naturalmente, la burocracia de la IC va a explicar mañana la facilidad con que la contrarrevolución consumó el golpe por la “pasividad” del proletariado, que “no estaba dispuesto a dar” la batalla, y no por el hecho de que ni la IC ni la dirección del PC alemán (ni hablemos de la Segunda internacional y del Partido Socialdemócrata alemán) le opusieron ninguna resistencia, ni llamaron a la clase obrera a hacerlo. Esto explica ahora también las razones de la obstinada resistencia de la IC a la táctica leninista del frente único. ¿Por qué involucrar a la socialdemocracia en la lucha cuando ella misma [la Internacional Comunista] no lucha ni se prepara para luchar? (La socialdemocracia tampoco lo hace por su lado).

Durante los últimos años, varios millones de obreros alemanes sin duda se dijeron a sí mismos: si el Partido Comunista llama incesantemente a huelgas generales y barricadas cuando no hay una situación revolucionaria y Müller [28] y Brüning están al frente del gobierno, ¡cuán grande será, sin duda, su resistencia cuando quieran llegar al poder Hitler, Göring y Frick [29]! El palabrerío revolucionario de la Internacional Comunista ocultaba a los obreros su verdadero rostro, hasta el punto de que era difícil que muchos comunistas se atrevieran a expresar en voz alta su temor de que, precisamente cuando comenzara el golpe fascista, la masa comunista de seis millones de personas permaneciera como testigo pasivo de ese golpe. Pero eso es lo que ocurrió. La dirección de la internacional Comunista capituló ante el fascismo, paralizando así toda resistencia de la clase obrera.

Las ideas del comunismo y la fe en los comunistas han sido aplastadas por esta traición del estalinismo internacional. Esta traición a la revolución internacional, que superó a la capitulación ante Purcell [30], el Kuomintang [31] y la de 1923 [32], pasará a la historia junto a la fecha del 4 de agosto de 1914 [33].

14. Incluso nosotros, bolcheviques-leninistas de Rusia, hemos subestimado toda la profundidad de la degeneración de la dirección de la IC y de los partidos comunistas de los principales países capitalistas.

La castración de la capacidad revolucionaria de los partidos comunistas fue el resultado, por un lado, de su subordinación a las necesidades internas de una burocracia rusa degenerada y, por el otro, de su adaptación al régimen y al marco de la legalidad democrático-burguesa en el período de estabilización del capitalismo, y en tercer lugar, por la presión de su propio aparato con su inercia, con sus miles de puestos y escaños bien pagados y venerables de miembros del Reichstag, de los Landtag, de los municipios y de las comunas, de redactores, propagandistas, secretarios, etc., etc.

Todos estos gérmenes de osificación, burocratización y degeneración, señaladas todo el tiempo por la oposición leninista, operaron en forma gradual, inadvertidamente para las masas, y solo estallaron en forma catastrófica y repentina en los acontecimientos de 1933 en Alemania, mostrando la transición de cantidad en calidad de la degeneración.

15. La burocracia estalinista coqueteó con Hitler durante 3 años, contando con que posteriormente sería el amo de Alemania. Con todas sus acciones, y las de la IC, en Alemania, lo ayudó a llegar al poder. Apoyó los esfuerzos de Hitler como antes había apoyado a Chiang Kai-shek.

Entre 1929 y 1932, antes de la llegada de los radicales al poder, estuvo en el gobierno en Francia el ala izquierda del “Bloque Nacional” [34], verdadero centro dirigente de la burguesía francesa y el órgano político del Comité des Forges [35]. Las relaciones entre Francia y la URSS alcanzaron entonces una gran tensión. El punto culminante de esta tensión fueron los procesos contra el “partido industrial” y el “Buró nacional del POSDR” [36]. En esta época, el fascismo alemán, que se había convertido en un importante factor político, comenzó a amenazar a Francia con especial vehemencia, coqueteando al mismo tiempo con la URSS. Hitler repetía, a gran escala, la maniobra de Chiang Kai-shek.

Esta posición completamente falsa de Hitler fue tomada en serio por la burocracia estalinista. La importancia de su ascenso al poder fue, por lo tanto, cuidadosamente silenciada antes y después del 30 de enero [37] y solo después de que “inesperadamente” empezaron a revelarse sus verdaderas cartas en política exterior, que coincidían completamente con los proyectos, que causaron tanto escándalo, de G. Hervé [38] (la conversación de Göring con François-Poncet [39], las reuniones de Rosenberg, los propios discursos de Hitler...). Los dirigentes dan un giro de pánico, como lo atestiguan dos hechos vergonzosos: la asunción por parte de la URSS del papel de garante del Tratado de Versalles y el manifiesto del 5 de marzo del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista que manifiesta su decisión de capitular sin reservas ante la Segunda internacional [40].

Apelar a los sentimientos nacionales de Hitler no ayuda. Tampoco ayuda referirse al hecho de que incluso los conservadores ingleses del Morning Post entienden que la IC y sus secciones han sido convertidas por la burocracia en un factor de estabilización capitalista (editorial de Izvestia del 4/3/1933). El fascismo es inexorablemente hostil a la URSS, y la burocracia se echa en brazos del imperialismo francés y de la Segunda Internacional.

Habiéndose negado durante 3 años a organizar un frente único para luchar contra el fascismo, con su manifiesto los dirigentes convirtieron la táctica del frente único en una rendición incondicional a la socialdemocracia. Con este acto la burocracia busca la salvación a partir de la intervención tras bambalinas de los traidores.

La mutua “renuncia a los ataques” es una amnistía mutua. La IC se compromete a no denunciar la traición de la socialdemocracia, y a cambio de ello la Internacional Socialdemócrata calla ante la misma traición de los dirigentes de la Internacional Comunista.

Este es el sentido del manifiesto del Comité Ejecutivo de la IC del 5 de marzo.

16. ¿La victoria del fascismo da un respiro adicional al capitalismo?

A pesar de que nuestra época es y sigue siendo la época del proletariado y que la victoria del fascismo es la agravación suprema de las contradicciones de clase e interestatales, la victoria de Hitler, sin embargo, refuerza temporalmente la dominación política de la burguesía, retrasando por un tiempo el calendario de la revolución proletaria. Este es el sentido fundamental de la derrota del proletariado alemán.

Por supuesto, no hay que hablar de “décadas”. Que lo sueñen los ideólogos fascistas. Como escribió Lenin, si la victoria de la guardia blanca en Rusia hubiera significado 30-40 años de terror blanco desenfrenado, no se puede decir lo mismo en relación a Alemania.

Rusia es un país campesino. Los obreros son una ínfima minoría de la población. Una gran parte de ellos aún no ha roto los lazos con el campo. No ocurre lo mismo en Alemania. La clase obrera alemana es la mitad del país. Vivimos una época de guerras y revoluciones, en la que la experiencia política de las masas crece rápidamente, en la que todos los procesos de la vida social avanzan a pasos agigantados, en la que las clases no pueden permanecer por mucho tiempo en un estado de desconcierto y pasividad, por brutales que sean las derrotas sufridas. No queda lugar para los sueños capitalistas de décadas de respiro capitalista para Alemania.

Es claro que no hay desorientación mayor que aquella directiva que, en vez de apostar a la lucha, especula con que los vencedores aguantarán un mes y luego le despejarán el camino a los comunistas. Hay que ver las cosas como son. Por muy revolucionaria que sea la época, por mucho que el fascismo haya agravado todas las contradicciones, al proletariado le costará mucho más derrocarlo (manteniéndose todas las otras condiciones) que al régimen de Weimar. Empleando una represión sin misericordia contra la clase obrera, el capitalismo alemán habrá logrado un respiro, un tiempo de gracia, a pesar de que el país continúe atado a las cadenas de Versalles.

Las contradicciones internas y externas empujarán al gobierno de la Alemania fascista a la vía de la agresión exterior; en el plano histórico, contra la URSS, porque no hay ni puede haber otra vía de consolidación a largo plazo de la contrarrevolución que la guerra, por la guerra y mediante la guerra.

¡Pero la guerra está plagada de grandes explosiones revolucionarias!

Naturalmente, a la perspectiva de una guerra de Alemania contra la URSS no hay que entenderla como una previsión para los próximos meses, sino, con toda probabilidad, para los próximos años. Pero el golpe fascista precipita una guerra entre Japón y la URSS.

El terror contra los trabajadores y el intento fascista de rediseñar todas las organizaciones proletarias precederán, por supuesto, a la guerra.

La consigna de los desempleados italianos de “pan y guerra” es un indicador muy alarmante de una situación que no solo se da en Italia.

Estrangulando a las organizaciones obreras, la contrarrevolución alemana puede plantear así no solamente una forma de conseguir un respiro para el capitalismo, sino también cambiar lo que antes del golpe fascista era el itinerario más probable de la revolución mundial: el proletariado alemán podría ceder su lugar privilegiado al francés o al inglés.

17. ¿Qué reagrupamientos de fuerzas fuera de Alemania son más probables como consecuencia del golpe fascista?

El primero es un gran fortalecimiento del fascismo italiano y un debilitamiento de todas las fuerzas de la clase obrera que lo combaten.

Austria, con su población de 7-8 millones de alemanes, es una parte económicamente inseparable de Alemania. A pesar de su mayor dependencia, comparada con Alemania, de Francia y de la Sociedad de las Naciones, el golpe en Alemania casi que predeterminó la fascistización de Austria. No tardarán en producirse un reagrupamiento a la derecha en el campo burgués francés y la llegada al poder del bloque nacional. Es cierto que los grupos pacifistas-radicales ahora en el poder han aumentado considerablemente su credibilidad gracias al éxito de su política exterior, al convertir a la URSS en garante del Tratado de Versalles. También se han visto reforzados por el pasaje abierto del Partido Comunista francés al pacifismo burgués. Sin embargo, no son estos grupos pequeñoburgueses los amos de Francia, sino las fuerzas de la reacción que permanecen hasta ahora en las sombras y que ven como su tarea histórica (o estratégica) el aplastamiento de la URSS por el bloque franco-alemán.

Francia no tiene nada que ganar con una nueva guerra franco-alemana. Mantener el Tratado de Versalles la sigue colocando bajo amenaza de ser atacada desde el este. La crisis sacude su economía. El problema de conseguir nuevos mercados y zonas de influencia es cada vez más urgente. Naturalmente, por lo tanto, el pensamiento y la mirada de la reacción francesa y alemana se dirige hacia el cercano oriente, hacia la URSS. En tanto la base de la dictadura proletaria creada por la Revolución de Octubre no sea aniquilada, es decir, mientras no se restablezcan las relaciones burguesas de propiedad, la URSS se opondrá al capitalismo mundial como una fuerza socialmente hostil.

La burguesía ha sido incapaz hasta ahora de decidirse a ir a la guerra por miedo a desencadenar la revolución mundial. Pero la situación política interna de la Unión Soviética y Alemania alimenta sus esperanzas de un resultado favorable para el capitalismo a la salida de esa guerra.

Por supuesto, el proletariado puede llegar a defraudar pronto las esperanzas de la burguesía. Y bajo ciertas condiciones, la guerra puede incluso ser el impulso para el renacimiento de la dictadura del proletariado en la URSS. En ese caso, la guerra de los imperialistas contra la URSS sería el prólogo de la mayor tormenta revolucionaria mundial y del hundimiento del capitalismo europeo.

Lo más probable es que el golpe de Estado en Alemania agrave las relaciones franco-alemanas solo durante un corto período de tiempo. Las relaciones soviético-alemanas, en cambio, serán tensas por mucho tiempo, muy probablemente hasta que estallen, es decir, como una contradicción concentrada de todo el mundo capitalista con el único país que no forma parte directa e inmediata del sistema capitalista, y que, con sus vestigios de la herencia de la Revolución de Octubre, se le opone de manera hostil.

Un golpe fascista no es solo la perspectiva de un bloque franco-alemán contra la URSS, sino también la perspectiva inmediata de un bloque alemán con Italia, Austria, Hungría y Bulgaria. Podría unirse fácilmente Turquía. La proximidad de la guerra y la promesa de entregarle Batum y parte de las tierras soviéticas del Mar Negro la alejarán de la URSS.

La guerra contra la Unión Soviética la financiará Estados Unidos, su enemigo más poderoso, implacable y de principios, con la participación de Inglaterra y Francia.

Un bloque de la URSS con Francia contra Alemania, históricamente prolongado, es improbable. Pero también está plagado de grandes peligros para el desarrollo interno de la URSS.

La burocracia ya ha dado los primeros pasos para establecerla. La declaración de Litvinov de que la URSS estaba de acuerdo en garantizar el Tratado de Versalles [41] (Rusia fue liberada del Tratado de Brest, no por Francia, sino por Alemania) fue un paso importante para transformar a la URSS en un vasallo armado de Francia, ese gendarme europeo, en palabras del superpatriota francés Hervé. ¡A partir de entonces, la URSS asegura las fronteras orientales de la Francia imperialista y las fronteras occidentales de la Polonia semifascista!

El abrazo de hierro del imperialismo amigo francés estrangulará los últimos restos de la Revolución de Octubre. La burocracia, que hace pasar su propia conservación como si fuera lo mismo que la defensa de la revolución, sacrificará a partir de ahora con mayor rapidez a la segunda en nombre de la primera, entregando en cuotas el monopolio del comercio exterior a cambio de la contra-garantía de Francia de la inviolabilidad de las fronteras occidentales de la URSS. Por supuesto, la incorporación definitiva de la URSS al sistema capitalista presupone la liquidación de los restos de la Revolución de Octubre, lo que es imposible sin convulsiones internas y sin la derrota final del proletariado de la URSS. Pero todo esto se ve facilitado en considerablemente por la intensificación general de la reacción mundial como resultado de la victoria del fascismo alemán.

El golpe fascista reavivará las esperanzas y la actividad de todos los elementos contrarrevolucionarios en la URSS. Los elementos bonapartistas-termidorianos del aparato estatal, del partido, del Ejército Rojo, de la intelectualidad técnica y de cualquier otra índole, de los kulaks y de los nepman, amplias capas de campesinos arrojados al campo de la contrarrevolución por la política aventurera del estalinismo: todos estos elementos se activarán políticamente con la victoria de la contrarrevolución en Alemania. En estas condiciones, el peligro de un golpe bonapartista se vuelve particularmente amenazador.

18. El estalinismo ha debilitado y desorganizado mediante una cadena de traiciones al proletariado mundial, la clase con cuyo apoyo se mantienen hasta ahora los restos del orden de Octubre. Durante los últimos años se ha vanagloriado del supuesto fortalecimiento estatal de la URSS, pero en realidad solo se trata de su autoconservación y de su elevación por sobre el proletariado, al precio de abandonar el curso de la revolución internacional, estrangular la IC, paralizar la propaganda y las acciones revolucionarias de los partidos comunistas de los principales países capitalistas y colonias, luchar despiadadamente contra la oposición leninista y contra el camarada Trotsky. De ahí el silenciamiento, por parte de la IC, de los acontecimientos de 1930 en la India, de las huelgas en la flota inglesa, de ahí la prohibición a los obreros rusos de reaccionar ante estos acontecimientos e incluso ante el terror fascista en Alemania. (¡Y cuántos actos fueron celebrados por funcionarios venales para discutir contra el camarada Trotsky!).

Cuanto más sube la marea de la reacción mundial, más se acentúa el proceso de desviación y degeneración de la burocracia. Esta no lucha contra la reacción, sino que la refuerza sosteniendo una existencia SIN CONFLICTOS de la URSS en un entorno capitalista, mientras tira por la borda las conquistas y las tradiciones de la Revolución de Octubre.

La burocracia no ve la salvación de la URSS en la revolución mundial, sino en su rechazo, con el pretexto de construir una sociedad socialista en un único país y por medio de las fuerzas de ese país.

Sin embargo, mientras traiciona los intereses del proletariado mundial, en nombre de los supuestamente propios, los de la URSS, la burocracia recibe a cambio solo miserables papeles con la inscripción “pacto de no agresión” [42].

En lugar de fortalecer estatalmente a la URSS, más bien facilita su debacle, porque destruye aquellas bases sociales a nivel internacional que son las únicas sobre las que puede sustentarse el sistema de la dictadura en la URSS.

Al renunciar a la revolución permanente internacional, ella misma alimenta la contrarrevolución.

La burocracia de la URSS ha despejado continuamente el camino a la reacción mundial para derrotar al movimiento comunista.

La URSS se aísla del proletariado mundial, al igual que este se aísla del proletariado de la URSS.

La contrarrevolución alemana inunda Europa con una oleada de reacción negra.

El fascismo y el semifascismo mundiales organizan la ayuda estatal a los fascistas austríacos y alemanes. Solo el proletariado de estos países está abandonado a su suerte. La IC no ha tratado de reagruparlo y de llamarlo a enfrentar a la reacción, ni ha tratado de movilizar los recursos del movimiento comunista mundial para ayudarlo, así como no trató de movilizar los recursos del movimiento comunista mundial y los recursos estatales del proletariado de la URSS para ayudarlo, de la misma forma que cuando este último quedó aislado del proletariado alemán por el bloqueo de la monarquía guillermina hasta la revolución del 9 de noviembre.

El llamamiento de los “partidos comunistas hermanos” a romper los cristales de las embajadas alemanas en Barcelona y otras ciudades (pero no en Moscú, por supuesto) no es más que una forma de enmascarar “revolucionariamente” la traición que se ha cometido. Va acompañado del silencio total del estalinismo sobre la importancia histórica y mundial del golpe que está transcurriendo. ¡Ni un solo acto público en la URSS, ni una sola resolución obrera sobre el golpe fascista en Alemania!

El golpe contrarrevolucionario en Alemania es un duro golpe para el proletariado de la URSS, pues refuerza su aislamiento exterior respecto del proletariado de otros países.

Si la revolución en Alemania daría un poderoso impulso al movimiento revolucionario en la URSS, el peligro generado por la contrarrevolución en Alemania es tan fuerte porque, al reavivar los elementos de la contrarrevolución en nuestro país, al derechizar el equilibrio de las fuerzas de clase, puede dificultar fuertemente el renacimiento de la dictadura del proletariado y de su partido y acercar el peligro de la consumación de un golpe de Estado bonapartista.

La victoria del fascismo alemán significa que el proletariado de todo el mundo tendrá que superar, en el camino hacia su revolución victoriosa, una oleada nueva y enorme de reacción mundial.

19. La victoria del fascismo alemán no solo no significa la estabilización del capitalismo, sino que, por el contrario, eleva todas sus contradicciones a un nivel superior. Solo una debacle de la Unión Soviética le daría una nueva base de equilibrio durante algunos años. El respiro que compra el capitalismo alemán con la instauración de un régimen fascista no es más que una prolongación de la duración de su agonía. En el orden inmediato del día se encuentran nuevas guerras en Europa y Asia, nuevas conmociones sociales gigantescas.

La Alemania de Weimar ha caído sin encontrar en su campo un solo defensor dispuesto a sacrificar su pellejo por ella. Pero con la República de Weimar están enterradas no solo las ilusiones reformistas de las masas, sino también las conquistas reales de las últimas generaciones obreras.

La contrarrevolución consolida rápidamente su posición, y los Landtag, los municipios, las comunas, los comités de empresa, las organizaciones culturales y educativas del país son purgados de los cadáveres políticos de una democracia burguesa podrida e impotente y de los miembros del Partido Comunista.

La contrarrevolución ha conquistado las posiciones cumbres decisivas de la política sin lucha, como resultado de la capitulación de los dirigentes de la clase obrera. La resistencia ELEMENTAL de las masas es algo que queda completamente para los tiempos por venir. Las futuras batallas entre el proletariado y el fascismo comenzarán cuando este último abra un amplio frente de ofensiva contra las conquistas sociales y económicas de la clase obrera. Es precisamente para estas batallas que los bolcheviques-leninistas de Alemania deben ahora preparar escrupulosamente al proletariado. Una poderosa RESISTENCIA al fascismo en este frente puede, en condiciones favorables, convertirse en el punto de partida de las batallas ofensivas del proletariado contra el fascismo y luego contra todo el régimen capitalista en Alemania.

Llamar hoy a los obreros alemanes a implementar inmediatamente una huelga general es ridículo y criminal. Sería la peor manifestación de ultraizquierdismo. Proclamada hoy, estaría condenada a una derrota total e incondicional. LA HUELGA DEBERÍA Y PODRÍA HABERSE LLEVADO A CABO EL DÍA DE LA LLEGADA AL PODER DEL REICHSKANZLER NEGRO, es decir, el 30 de enero. El proletariado tenía entonces considerables posibilidades de victoria. Si el proletariado hubiera respondido ese día peleando, Hitler no habría recogido 17 millones de votos el 5 de marzo, al contrario, muchos de los vacilantes de su bando lo habrían abandonado. Esta lucha inmediatamente se hubiera convertido en una guerra civil, abriendo entonces enormes perspectivas revolucionarias. Pero el estalinismo y la socialdemocracia no habían preparado al proletariado para esta lucha. La IC ni siquiera propuso a los socialdemócratas que respondieran inmediatamente a la designación de Hitler con una huelga general. Se habría perdido el momento en que era posible llevar a cabo una huelga general. Fue entonces cuando se DESPERDICIÓ el momento en que era posible llevar a cabo una huelga VICTORIOSA contra los fascistas; esto predeterminó el gigantesco fortalecimiento de la contrarrevolución (17 millones de votos para los nacionalsocialistas el 5 de marzo) y su golpe de Estado.

20. El error del Comité Central del Partido Comunista búlgaro en 1923 (“neutralidad” durante el golpe de Tsánkov [43]) fue considerado en su momento por la IC como un error de carácter socialdemócrata. El camarada Trotsky evaluó de forma similar el comportamiento del Comité Central del Partido Comunista polaco durante el golpe de Piłsudski (por iniciativa del Comité Central de Warski, el PC polaco casi apoyó este golpe [44]). La táctica del Comité Central del Partido Comunista alemán en 1933 se llevó a cabo totalmente y sin reservas de acuerdo con las directivas de la IC, y no en contra de las directivas, como fue el caso en 1923 en Bulgaria. La coincidencia con la táctica de la socialdemocracia alemana no fue una casualidad.

El golpe fascista arrancó definitivamente la máscara ultraizquierdista de los dirigentes. A esta altura queda claro para cualquiera que toda la estridencia ultraizquierdista, desde finales de 1927 (Cantón) [45] hasta las barricadas, las manifestaciones interminables, los “días rojos” y peleas callejeras en Alemania tenían como objetivo evitar que las masas vieran la degeneración socialdemócrata de la dirección, alejarlas de la oposición, debilitar y paralizar el trabajo de la oposición leninista y del camarada Trotsky de desenmascaramiento de la dirección y de creación de una fracción internacional de auténticos comunistas-leninistas. Los dirigentes disfrazaron las limitaciones y adaptaciones de la actividad de los partidos comunistas y, en consecuencia, de las de las masas que los seguían, al marco y a las formas de los regímenes de los principales países capitalistas por medio de un aventurerismo ultraizquierdista que no amenazaba a la burguesía de conjunto. Habiendo convertido así a los partidos comunistas en pararrayos que atraían hacia ellos la carga eléctrica del descontento de las masas con el capitalismo, y conduciendo este descontento por líneas ultraizquierdistas, que eran superficialmente revolucionarias pero no amenazan los fundamentos del capitalismo, la dirección desvió así a las masas del camino de la oposición leninista.

Esta política reforzó las relaciones amistosas de la burocracia con las potencias imperialistas, a las que este tipo de pararrayos social, que sustituía a la desacreditada socialdemocracia, y disfrazado con la ropa de la Revolución de Octubre, era extremadamente útil.

Esta es la verdad descarnada, demostrada al mundo por los últimos acontecimientos en Alemania.

21. El reformismo floreció sobre la base de la democracia burguesa. La crisis de esta fue la crisis de la socialdemocracia. Se manifestó especialmente en Alemania, donde los socialdemócratas perdían partidarios año tras año. La bancarrota de la democracia burguesa es el fin del reformismo.

Fascismo o comunismo: esa es la cuestión que plantea la historia. Al fascismo alemán, la clase obrera solo podrá oponerle, en lo próximo, el comunismo.

La Internacional Comunista, fundada por Lenin pero liquidada por el estalinismo y transformada en un apéndice oportunista del Comisariado del Pueblo para Asuntos Externos, comenzará a partir de ahora a desintegrarse con escisiones y cismas en sus secciones más fuertes. Al fascismo no se opondrá la actual IC, sino una IC renacida sobre bases superiores, mediante la cristalización en torno a la izquierda comunista internacional y a L.D. Trotsky de los mejores elementos de los actuales partidos oficiales y de los proletarios revolucionarios sin partido, y de los obreros sindicalistas y socialdemócratas que han sido ganados en la lucha bajo las consignas del frente único obrero.

El colapso de los partidos comunistas oficiales es, en adelante, inevitable, no por el terror de Hitler, sino por la traición decisiva del estalinismo. Hitler liberará al movimiento comunista de sus elementos egoístas y parasitarios. La traición del estalinismo arrojará a todos aquellos sectores persistentes y devotos del comunismo a las filas de la izquierda comunista mundial.

A partir de ahora, es indudable el crecimiento y el fortalecimiento de la izquierda internacional como eje de cristalización no solo del comunismo, sino también de la clase obrera en su conjunto.

El 4 de agosto nació la Internacional Comunista [46]. El año 1933 será un poderoso prólogo para su renacimiento. Los bolcheviques-leninistas de Alemania están obligados a ponerse a la cabeza de la lucha inmediata de la clase obrera en todas sus formas. La lucha de la clase obrera en todas sus formas. Utilizando los restos de legalidad que haya y desde una profunda clandestinidad, deben movilizarla bajo la consigna de un frente único en la lucha contra el fascismo, para que la lucha parcial del proletariado se convierta cuanto antes en una lucha general, en huelga general y guerra civil.

22. El fascismo se consolida en el poder y se intensifica a cada hora. El terror de la Guardia Blanca ya ha comenzado. Se ha introducido ya oficialmente la pena de muerte. La capitulación de los dirigentes no salvará al proletariado del terror, solo facilitará que el fascismo haga su trabajo.

Mientras en Austria el fascismo aún no ha vencido; mientras en Francia los reaccionarios aún no han llegado al poder; mientras en Alemania el fascismo aún no se ha consolidado; mientras los procesos en la URSS aún no se han completado; mientras el proletariado alemán aún no ha sido derrotado –aún no se ha perdido la oportunidad de acabar con el fascismo alemán en esta etapa. Pero para ello solo queda un camino: el de la audacia y la determinación revolucionarias; el de ayudar al proletariado alemán resistente con las bayonetas del Ejército Rojo y de movilizar todas las fuerzas del comunismo internacional.

Pero este no es el camino de la burocracia, para la que el ejército y los partidos comunistas son un medio de asegurar el poder usurpado al proletariado, sino el camino de la propia clase obrera.

Solo un renacimiento de la dictadura y del partido haría que este camino fuera real.

23. El fascismo es un recodo histórico, una pausa histórica en el ascenso general de la lucha de clases y de la revolución proletaria mundial. Pero nuestra tarea es no consolar a las masas, no sembrar ilusiones optimistas. No adormecer a las masas, sino señalar el peligro, despertar la alarma, movilizarlas para la lucha –esta es nuestra tarea, así actuaron Lenin y Trotsky en los momentos más trágicos de nuestra revolución–.

Cuanto mayor sea el peligro, más fuerte debemos hacer sonar la alarma. Miles de comunistas alemanes están llenando los calabozos fascistas. Miles de obreros revolucionarios ya han sido asesinados y marcados por los fascistas. Sobre miles de comunistas pende la muerte a través de su brazo fascista.

Estas trágicas circunstancias no deben inducirnos en absoluto a silenciar la verdad sobre los acontecimientos y el papel de los socialdemócratas y de la dirección comunista en ellos.

Aquellos comunistas que, aún encontrándose en la cárcel, reflexionen sobre las razones que llevaron al fusilamiento y la prisión a los miembros del partido, y no a la toma del poder por el proletariado bajo la dirección del Partido Comunista; estos comunistas, aún estando en prisión, se aferrarán a nuestras ideas y consignas.

La revolución mundial entra en una de sus etapas más dramáticas. Explicar esto a los obreros de todo el mundo, movilizarlos, luchar para que la clase obrera entienda las razones que han llevado a esta etapa, para que comprenda que bajo el régimen estalinista no puede haber victoria del proletariado, no solo en nuestro país, sino que también esto se dificulta en Europa, que una de las barreras decisivas que la clase obrera debe derribar, superando el gigantesco eje de la reacción mundial, es el estalinismo internacional – esta es nuestra primera tarea.

Y estamos obligados a cumplirla con todas las posibilidades a nuestro alcance, en todas las formas de las que dispongamos.

1° de abril de 1933.

Lista de quienes suscriben las tesis “El golpe fascista en Alemania”:
Dingelshtedt F., Karyakin M., Papirmeister P., Shinberg B., Novikov P, Abramsky A., Portnoy M., Bodrov M., Papirmeister A., Feldman, Nevelson M., Kessel, Borzenko, Bloch, Kugelev, Kozhevnikov N., Zaraikin, Papirmeister S., Eltsin V.B.

Complementariamente se suman:
Danilovich L., Jugaev K., Brontman, Vashakidze, Gochelashvili, Topuria, Yefremov, Shpitalnik, Sasorov, Kolomenkin, Shvyrkov.

***

Original del texto: “Фашистский переворот в Германии”, en Тетради Верхне-Уральского политического изолятора. 1932-1933. Сборник документов Сост. А.В.Гусев, А.В.Резник, А.А.Фокин, В.В.Шабалин. – М.: Тровант, 2022, páginas 272-303.

Traducción: Guillermo Iturbide


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NOTAS AL PIE

[1Cuaderno de 52 páginas, cuadriculado, manuscrito en letra de imprenta en tinta violeta. Tiene adjunto una lista manuscrita de quienes suscriben las tesis, en tinta verde.

[2Publicado en: “Фашистский переворот в Германии” («Большевик-ленинец» N° 2 [12]. 1933 год). Ab Imperio. 2017. N° 4. pp. 195-229.

[3En marzo de 1933 se instauró la dictadura nazi en Alemania. Después de la provocación del incendio del Reichstag y las elecciones parlamentarias del 5 de marzo, en las que el partido nazi obtuvo una mayoría relativa (43,9 % de los votos), el gobierno de A. Hitler fue investido de poderes absolutos extraordinarios y legislativos. Se desató el terror contra los antifascistas y se establecieron los primeros campos de concentración. A finales de marzo, los nazis, utilizando tanto métodos legislativos como coercitivos, se hicieron con todo el poder.

[4El Tratado de Versalles de 1919, que puso fin formalmente a la Primera Guerra Mundial, además de reducir el territorio de la derrotada Alemania, privarla de sus colonias, abolir su armada, limitar el tamaño de sus fuerzas de combate terrestres y la producción de armamento, imponer reparaciones de guerra, la supresión de todas las restricciones a las importaciones procedentes de los países vencedores, el control internacional del tráfico fluvial en territorio alemán, etc. En 1930, en una conferencia internacional celebrada en La Haya, se aprueba un nuevo plan de reparaciones para Alemania, elaborado por un comité de expertos dirigido por O. Young, que reducía los pagos de reparación y debía durar 59 años. En 1932, durante la Gran Depresión, el Plan Young fue abrogado por una conferencia internacional en Lausana.

[5El boulangismo es un movimiento reaccionario, nacionalista y populista surgido en Francia a finales de la década de 1880 bajo el lema de una guerra de revancha contra Alemania y una revisión de la Constitución republicana de 1875. El movimiento estaba dirigido por el general J. Boulanger.

[6Véase: Trotsky L.D. Европа и Америка. Мoscú, 1926. ("Europa y América").

[7La crisis económica de 1929-1932 en los EE. UU. y en los países de Europa Occidental (la Gran Depresión) provocó un fuerte descenso de la producción industrial y agrícola, quiebras masivas, el crecimiento del desempleo y una disminución del nivel de vida de la población.

[8Los planes de indemnizaciones por reparaciones de guerra impuestos a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. El Plan Dawes, elaborado por un comité internacional de expertos bajo la dirección de C.G. Dawes y aprobado en 1924 en la Conferencia Internacional de Londres, fue diseñado para garantizar que Alemania pudiera seguir pagando las reparaciones en el marco del Tratado de Versalles. Contemplaba la concesión de préstamos a Alemania para el desarrollo de la industria bajo control internacional y amplias inversiones extranjeras en la economía alemana. Sobre el Plan Young véase la nota 3.

[9Brüning, Heinrich (1885-1970)– Reichskanzler de Alemania en 1930-32. Como presidente de la fracción parlamentaria del Partido del Centro, fue nombrado para este cargo por el presidente Hindenburg de acuerdo con la Constitución y, por lo tanto, encabezó un gabinete basado no en la confianza del Reichstag sino en la confianza del presidente. Él gobernó el país a través de decretos de emergencia, eludiendo al Parlamento.

[10De 1933, es decir, la llegada de Hitler al gobierno, N. del T.

[11La Revolución de Noviembre de 1918 abolió la monarquía en Alemania. El 9 de noviembre de 1918 se declaró la república.

[12Fechas que marcan el proceso político que concluyó con la unificación alemana en 1871. Durante los años 1864-70, Prusia llevó a cabo una serie de operaciones militares exitosas contra Dinamarca, Austria y Francia.

[13Es decir, los prusianos, que poseían las tierras al este del río Elba.

[14La “Ley contra las aspiraciones nocivas y peligrosas de la socialdemocracia” fue aprobada el 19 de octubre de 1878 por la mayoría del Parlamento. La validez de la ley se prorrogó y permaneció en vigor hasta el 30 de septiembre de 1890.

[15El conservador Partido Nacional Popular Alemán actuó como aliado de los nazis a principios de la década de 1930. Paul von Hindenburg, presidente de Alemania desde 1925, contribuyó al ascenso de los nazis al poder al encargar a A. Hitler que formara gobierno en enero de 1933.

[16Se refiere a una situación revolucionaria. En 1923, Alemania atravesaba una grave crisis económica y sociopolítica que, siguiendo las directrices de la Internacional Comunista, el PC planeaba utilizar para hacerse con el poder. Sin embargo, el levantamiento planificado a escala alemana no pudo llevarse a cabo, con la salvedad de la insurrección de los comunistas en Hamburgo en octubre de 1923, que fue aplastada.

[17N. del T: El equivalente en castellano de la frase en ruso: “Молочные реки в кисельных берегах”.

[18Los sindicatos cristianos de Alemania se orientaron hacia el Partido del Centro; los sindicatos Hirsch-Duncker, fundados por las figuras del Partido Progresista, M. Hirsch y F. Duncker, tenían una orientación liberal-democrática.

[19Se refiere al Partido del Centro Católico (Zentrumspartei).

[20Así se llamaban las fuerzas armadas alemanas entre 1919 y 1935.

[21El Stahlhelm (“Casco de acero”), organización paramilitar de derecha formada por veteranos de la Primera Guerra Mundial en 1918. Políticamente cercana al Partido Nacional Popular Alemán.

[22El Frente de Harzburgo (Harzburger Front) fue un bloque político de derecha de nacionalistas y nacionalsocialistas alemanes a principios de la década de 1930.

[23En agosto de 1917, el Partido Bolchevique, junto con los mencheviques y los socialrevolucionarios, organizó la oposición a la rebelión militar del general L.G. Kornílov contra el Gobierno Provisional; representantes del Partido Bolchevique fueron miembros del Comité de coalición de lucha contra la contrarrevolución.

[24Elecciones presidenciales alemanas celebradas en la primavera de 1932. Paul von Hindenburg resultó vencedor, con el 53,1 % de los votos.

[25El XII Pleno del Comité Ejecutivo de la IC se celebró del 27 de agosto al 15 de septiembre de 1932.

[26N. del T: Principal dirigente del PC alemán a partir de la etapa de su plena estalinización hasta su secuestro y asesinato por los nazis en la década de 1930.

[27Manuilsky, Dmitri Zájarovich (1883-1959): secretario del Comité Ejecutivo de la IC de 1928 a 1943.

[28Müller, Heinrich (1876-1931): figura del Partido Socialdemócrata alemán, Reichskanzler de Alemania en 1920, y entre 1928 y 1930.

[29Figuras destacadas del partido nazi.

[30Purcell, Albert Arthur (1872-1935) fue un sindicalista laborista británico y a nivel internacional. En 1924-1928 fue Presidente de la Federación Sindical Internacional. En 1925 fue uno de los fundadores del Comité de Unidad Sindical Anglo-Ruso, órgano de cooperación entre los dirigentes sindicales soviéticos y británicos. Tras la derrota de la huelga general en Gran Bretaña en 1926, la oposición bolchevique-leninista criticó duramente a la dirección del PCUS por mantener este “bloque político con Purcell”, viendo las actividades del Comité Anglo-Ruso como una adaptación a la línea oportunista de los dirigentes de los sindicatos británicos. Véase: Trotsky L.D. Коммунистический Интернационал после Ленина. pp. 155-162. (Stalin, el gran organizador de derrotas, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2011).

[31Se refiere a la política de cooperación entre los comunistas y el partido nacionalista chino, el Kuomintang, entre 1924 y 1927. La oposición bolchevique-leninista criticó la táctica aprobada por la dirección de la IC de unir al PC chino con el Kuomintang, exigiendo la independencia plena del Partido Comunista. Cuando, en abril de 1927, la dirección del Kuomintang encabezada por Chiang Kai-shek rompió su alianza con el Partido Comunista y lo sometió a la represión, la oposición culpó de esta derrota a los dirigentes de la IC y del PCUS.

[32L.D. Trotsky y sus partidarios sostenían que la situación revolucionaria de 1923 no había conducido a una revolución en Alemania principalmente por los errores y la pasividad de la dirección de la IC y del Partido Comunista. Véase: Trotsky, L. D. Коммунистический Интернационал после Ленина. М., 1993. pp. 130-136. (Stalin, el gran organizador de derrotas).

[33Ese día, la fracción socialdemócrata del Reichstag alemán votó unánimemente a favor de los créditos de guerra del gobierno para pelear en la Primera Guerra Mundial. La fecha marcó simbólicamente la disolución de la Segunda Internacional.

[34La afirmación no es del todo exacta. El bloque nacional fue una coalición electoral formada en 1919 por la Federación Republicana de derecha y la Alianza Democrática de centro. En las elecciones parlamentarias de 1928 en Francia, la derecha volvió a ganar, y junto con las alas de centro y de derecha del partido de izquierda radical y radical socialista formaron la coalición de “unidad nacional”, que es a lo que se refiere este pasaje.

[35El Comité des Forges era una organización de empresarios franceses creada en 1864. Más tarde se le unieron representantes de la oligarquía financiera, especialmente de la banca. Tuvo una gran influencia en la vida política francesa. Disuelta formalmente en 1940, siguió funcionando bajo otro nombre.

[36En los juicios amañados de la “Organización contrarrevolucionaria de la Unión de Organizaciones de Ingenieros (Partido Industrial)” (1930) y del “Buró nacional del Comité Central del POSDR (menchevique)” (1931), los acusados fueron imputados, entre otras cosas, de colaboración con la inteligencia francesa y de preparar las condiciones para una intervención militar antisoviética dirigida por Francia.

[37El 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado Reichskanzler de Alemania.

[38Hervé, Gustave (1871-1944) fue un político y periodista francés, originalmente socialista, que durante la Primera Guerra Mundial se pasó al chovinismo y luego se hizo fascista; de 1929 a 1935, abogó por el acercamiento de Francia a la Alemania nazi.

[39François-Poncet, André (1887-1978) fue un diplomático francés, embajador de Francia en Alemania de 1931 a 1938. No está claro a qué conversación con Göring se refiere el texto.

[40Se refiere a la proclama del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista “¡A los trabajadores de todos los países!” del 5 de marzo de 1933, en la que se solicitaba a los partidos comunistas “que se abstengan de atacar a las organizaciones socialdemócratas durante la lucha conjunta contra la ofensiva capitalista y fascista” (véase: Pravda. 6/3/1933).

[41Al parecer, se trata del proyecto de declaración sobre la definición de agresión, presentado por la delegación soviética encabezada por el comisario del pueblo para asuntos exteriores, M. M. Litvinov, en la Conferencia internacional de desarme en Ginebra en febrero de 1933.

[42Se refiere principalmente al tratado de no agresión soviético-francés firmado en París el 29 de noviembre de 1932.

[43El golpe de Estado del 9 de junio de 1923 en Bulgaria, organizado por la coalición derechista “Concordia Democrática” con la participación de los militares, derrocó al gobierno de izquierda de la Unión Popular Agrícola Búlgara, encabezado por A. Stamboliiski, e instauró un régimen autoritario. La dirección del Partido Comunista búlgaro adoptó una postura neutral ante estos acontecimientos, considerándolos una lucha entre la burguesía urbana y la rural.

[44El golpe militar en Polonia organizado por el mariscal J. Piłsudski en 1926 introdujo un régimen autoritario de “saneamiento” que impuso restricciones a los derechos y libertades democráticos. La dirección del Partido Comunista polaco, encabezada por Adolf Warski, apoyó el golpe por considerarlo un paso hacia una “dictadura democrático-revolucionaria”.

[45El infructuoso levantamiento armado contra las autoridades del Kuomintang en Guǎngzhōu (Cantón) en diciembre de 1927, organizado por comunistas chinos con asesores soviéticos.

[46Se refiere a los acontecimientos del 4 de agosto de 1914 en Alemania (el voto de los socialdemócratas en el Reichstag a favor de los créditos de guerra), que fueron el punto de partida de la escisión de la Segunda Internacional. En realidad, la Internacional Comunista se fundó el 2 de marzo de 1919.
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