Logo
Logo
Logo

Teoría de la revolución permanente (compilación)

Carta a Alsky

Carta a Alsky

29 de marzo de 1927

Traducción inédita del inglés para esta edición de la versión electrónica publicada en Marxist Internet Archive (MIA).

Estimado Camarada Alsky*:

Gracias por enviarme el libro. Lo leí hoy, siendo de todo mi interés y beneficio. Pienso que usted tiene razón cuando objeta calificar al gobierno nacionalista del sur como “obrero y campesino.” Definirlo de tal manera es, por supuesto, un error serio que debería ser especialmente obvio ahora, tras la ocupación de Shanghai[1] con las poderosas contradicciones de clase que esto trae consigo. Pero esto es precisamente el por qué yo creo que usted ha cometido un error, expresado con claridad particular en la página 141, donde usted dice que en China han surgido “dos campos terriblemente enfrentados”: en uno están los imperialistas y militaristas y ciertas capas de la burguesía china; y en el otro están “los obreros, artesanos, la pequeñoburguesía, los estudiantes, la intelectualidad, y ciertos grupos de la burguesía media con una orientación nacionalista...” De hecho, hay tres campos en China -los reaccionarios, la burguesía liberal, y el proletariado- luchando por la hegemonía sobre los estratos más bajos de la pequeñoburguesía y el campesinado. Es verdad que antes de 1926 esta división era menos obvia que ahora, pero incluso entonces era un hecho. Pero su libro se publicó en 1927, y era de suma importancia describir esta situación específicamente. Si no, su reseña del libro de Mif, y su evaluación en varios lugares, y sobre todo en la página 141, podría -en mi opinión- servir de base para conclusiones groseramente incorrectas y peligrosas. El Kuomintang en su forma presente crea la ilusión de que existen dos campos, llevando más allá el disfraz nacional-revolucionario de la burguesía, y por consiguiente, facilitando su traición. La entrada del Partido Comunista en el Kuomintang, por otro lado, hace imposible una política proletaria independiente. Sería la más pura charlatanería y traición al marxismo -coincidiría usted, por supuesto- señalar al heroísmo revolucionario del proletariado y los éxitos de las fuerzas de Cantón[2] como prueba que en la esfera de política proletaria todo va favorablemente. Que los obreros y los soldados revolucionarios hayan reconquistado Shanghai es magnífico. Pero la pregunta todavía permanece: ¿Para quién lo recuperaron? Si uno piensa que “existen dos campos tremendamente enfrentados en China”, está claro que Shanghai ha pasado de las manos de un campo a las manos del otro. Pero si uno tiene presente que hay tres campos en China, entonces la pregunta formulada arriba muestra su total significado.

El problema de la lucha por un gobierno obrero y campesino en ningún caso debe identificarse con el problema de caminos “no capitalistas” de desarrollo para China. Esto último sólo puede proponerse sí y sólo sí dentro de la perspectiva del desarrollo de revolución mundial. Sólo un ignorante de la variedad socialista-reaccionaria podría pensar que la China actual, con sus actuales cimientos tecnológicos y económicos, pueda a través de su propio esfuerzo saltar por encima de la fase capitalista. Una concepción de este tipo sería la peor caricatura de la teoría del socialismo en un solo país, y llevar esta concepción al absurdo ayudaría a la Comintern, y depurando su accionar de esta basura de una vez por todas de allí en más. Si, de esta manera, el problema de que la revolución china se transforme en una revolución socialista en este momento es meramente una opción a largo plazo totalmente dependiente del desarrollo de la revolución proletaria mundial, el problema de la lucha por un gobierno obrero y campesino tiene la importancia más inmediata para el curso de la revolución china así como para la educación en la revolución del proletariado y su partido.

Nosotros conocemos cuán complejo y contradictorio es el curso de la revolución, sobre todo en un país tan inmenso y atrasado en una magnitud aplastante como China. La revolución todavía puede atravesar una serie de flujos y reflujos. Lo que nosotros debemos salvaguardar en el curso de la revolución es ante todo el partido independiente del proletariado que constantemente está evaluando la revolución desde el punto de vista de tres campos, y es capaz de luchar por la hegemonía en el tercer campo y, a través de esto, en toda la revolución.

Debo decir que no logro comprender en absoluto por qué no se está levantando la consigna de soviets en China. Precisamente es a través de los soviets que la cristalización de las fuerzas de la clase pueden marchar al paso de la nueva fase de la revolución en lugar de amoldarse a las tradiciones orgánico-políticas de un día pasado, del tipo de las que ofrece el Kuomintang actual. Cómo se reorganizará el Kuomintang después de que el Partido Comunista se retire de él; esta pregunta en particular es de importancia secundaria para nosotros. La condición indispensable es un partido proletario independiente. La forma para su colaboración más íntima con la pequeñoburguesía rural y urbana son los soviets como órganos de la lucha por el poder o como órganos de poder.

Grandes sectores del Ejército Nacional Revolucionario chino todavía son inmaduros y los hijos de los terratenientes burgueses tienen gran influencia dentro de las filas del personal dirigente. Debido a esto, el futuro de la revolución está en peligro. Una vez más, yo no veo otra manera de oponerse a este peligro que los diputados de los soldados se unan a los diputados obreros, y así sucesivamente.

Va de suyo que los medios para seleccionar a los diputados deberían ser adaptados muy cuidadosamente para satisfacer las condiciones y los rasgos particulares de una ciudad, un pueblo de un área dada, el ejército, etc., para no dar una ventaja accidental a los elementos reaccionarios o provocar la desorganización de las fuerzas revolucionarias, y así sucesivamente. Pero repito: yo no veo ningún otro medio para probar y organizar el movimiento revolucionario y el poder revolucionario que surge de él que un sistema de soviets. ¿Por qué no se dice nada sobre eso? ¡Explíquenmelo, por favor! Esto es lo que no puedo entender de ninguna manera.

En lugar de proponer clara y concisamente la cuestión de la lucha por un soviet de diputados obreros y campesinos (y artesanos y soldados) ellos están dedicándose a la perpetuación artificial y, por consiguiente, reaccionaria, de una organización del pasado -el Kuomintang- forzando el Partido Comunista a someterse a la disciplina de una organización burguesa, al mismo tiempo que consolando al partido con frases sobre “vías no capitalistas” de desarrollo.

En su discurso, el camarada Rafes* declaró que el Kuomintang actual debe conservarse “como una correa de transmisión.” Cuando las personas se alejan del marxismo, sustituyen invariablemente una comprensión de clase por todo tipo de imágenes sin sentido. Una correa de transmisión es un dispositivo excelente. Uno sólo necesita saber lo que está recibiendo y lo que está transmitiendo. Mientras aleja al Partido Comunista de una posición organizativa estrictamente definida y sujetándolo a la disciplina ideológica del sunyatsenismo, el Kuomintang necesaria e inevitablemente transferirá poder a los elementos más influyentes, de peso, y organizados del campo nacional “unido”, es decir, bruscamente hablando, a la burguesía liberal. Así, el Kuomintang bajo las condiciones presentes es un “correa de transmisión” para entregar las masas populares revolucionarias en las manos de la burguesía, para subyugarlos políticamente a ella. Cualquier otra interpretación es estupidez o charlatanería.

Los miembros del Kuomintang (aquéllos que tienen cerebro) no sólo exigen que los comunistas respeten incondicionalmente la “disciplina revolucionaria” sino que al hacerlo, ellos se refieren a la experiencia de la revolución de Octubre con su dictadura de un sólo partido. Nosotros, por nuestra parte, estamos apoyando semejante manera de formular el problema en la medida en que empujamos al Partido Comunista chino -contra su voluntad- a ser parte de un Kuomintang unido y someterse a su disciplina. Actuando de esta manera nosotros no tomamos en cuenta el “pequeño detalle” de que lo que está teniendo lugar en China no es un cambio socialista sino una revolución nacional-burguesa, cuya “realización” no significa la dictadura de un sólo partido sino una garantía de máxima democracia; entonces, desde nuestro punto de vista significa sobre todo la libertad total para el partido del proletariado. Ahora, cuando la ola está subiendo, no hay nada más fácil que calentar nuestras voces cantantes con “las vías no capitalistas de desarrollo.” Pero con la primera calma revolucionaria grande, o especialmente con un reflujo completo, puede volverse inmediatamente obvio que a China le falta el instrumento fundamental para la lucha revolucionaria y el éxito revolucionario, un Partido Comunista independiente que adquiría experiencia y entendía la situación.

 [ Posdata, 29 de marzo de 1927]

PD: En su libro dice que el Comité de Huelga de Hong Kong-Cantón representó “la versión china del soviet de diputados obreros.” Esto es completamente verdad si la “versión china” no se entiende en el sentido de alguna clase de peculiaridad nacional decisiva, sino en el sentido del carácter de una fase del desarrollo del sistema de soviets: era un soviet de diputados del tipo que existió por el verano de 1905 en Ivanovo Voznesensk. ¿Por qué no puede desarrollarse este sistema más allá? ¿Qué se le interpone en el camino? Yo afirmo que es el hecho de que el Partido Comunista ha sido atado de pies y manos. Si se lo llama para luchar abiertamente por la influencia sobre los obreros y -a través de los obreros- sobre el campesinado bajo el estandarte del marxismo, y no del sunyatsenismo, y en lucha directa contra la aplicación reaccionaria del sunyatsenismo, colaborando simultáneamente con todos los elementos revolucionarios, grupos y capas de la pequeñoburguesía en la ciudad y en el campo; entonces es imposible crear una forma mejor para semejante lucha y para tal colaboración que los soviets.

PD: Yo no concedería tanta importancia a sus palabras sobre los “dos campos” si al principio de su libro no hubiera una dedicatoria al Kuomintang y el Partido Comunista. Yo creo que semejante dedicatoria es un error serio. El Kuomintang y el Partido Comunista son partidos que representan dos clases contrarias. No es posible dedicar simultáneamente el mismo libro a ambos. Es permisible estar en una alianza con el Kuomintang, pero semejante aliado debe ser cuidadosamente vigilado como un enemigo. Sin embargo, ser sentimental sobre semejante aliado es impermisible.

 L. Trotsky


[1] Ocupación de Shanghai: en Shanghai, donde se concentraba la mitad del proletariado industrial, la clase obrera trató infructuosamente de tomar el gobierno de la ciudad en dos oportunidades. Una, en octubre de 1926, que fracasa. La segunda rebelión fue mejor organizada. El 19 de febrero de 1927, el Comité de Huelga de Shanghai ordenó un paro general: cientos de miles de obreros, artesanos y comerciantes fueron a la huelga y piquetes de obreros armados iniciaron una heroica lucha. El ejército abandonó Shanghai dejando la ciudad en manos de los insurgentes. Sin embargo, la decisión de la Internacional Comunista fue mantener la alianza con el Kuomintang y entregar Shanghai a los ejércitos nacionalistas que entraron en la ciudad el 26 de marzo. Chiang Kai-shek, todavía miembro honorario de la I.C. inició una masacre contra los comunistas y obreros de Shanghai.

[2] Cantón: 1925 fue en China un año de grandes luchas obreras y populares. Los obreros de las fábricas textiles japonesas de Shanghai y Ching-tao realizaron paros contra los despidos y los azotamientos a que eran sometidos. El 30 de mayo miles de manifestantes cubrieron las calles de Shangai al grito de “¡Muera el imperialismo!”. El movimiento se generalizó a otras ciudades. A las huelgas masivas se agregó un boicot total a las mercaderías inglesas. En Cantón los sindicatos organizaron piquetes armados para controlar el boicot: el comité de huelga formó un tribunal especial para juzgar a los que violaran esa decisión. El PC jugó un papel relevante en estos acontecimientos: los 900 activistas que tenían a comienzos de año, pasaron a 10.000 en noviembre de 1925. Pocos meses después, a 30.000 y en abril de 1927 a 100.000.