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Siqueiros y el primer atentado contra Trotsky en México

Raúl Dosta

TROTSKY

Siqueiros y el primer atentado contra Trotsky en México

Raúl Dosta

Ideas de Izquierda

[Desde México] En la madrugada del 24 de mayo de 1940, una veintena de hombres armados irrumpieron en la casa de Trotsky en Coyoacán ametrallando las habitaciones pero sin lograr el resultado esperado. Era la primera acción de uno de los tres equipos preparados para acabar con el líder de la Revolución de Octubre.

El 9 de enero de 1937, León Trotsky llegaba a México, escabulléndose de los intentos de Stalin para eliminarlo en el marco de los sangrientos juicios de Moscú. En ese sentido llegaba a un nuevo mundo que le permitiría un respiro del acoso del stalinismo por toda Europa, mismo que había presionado diplomáticamente para mantenerlo en arresto domiciliario en Noruega los últimos cuatro meses, con la intención de una posterior extradición a la URSS. Por eso, declararía Trotsky al llegar a Tampico:

“Stalin tiene mucho en juego. Sus cálculos primitivos basados en la sorpresa y la rapidez sólo se cumplieron a medias. Mi traslado a México altera súbitamente la relación de fuerzas en detrimento del Kremlin. Obtuve la posibilidad de apelar a la opinión pública mundial. ¿A dónde llegará esto?” [1].

Ese “cambio en la relación de fuerzas” le permitiría al viejo líder revolucionario, lanzar una contraofensiva democrática, apelando a la opinión pública, con Comités de Defensa en varios países (EE. UU., Inglaterra, Francia, Checoslovaquia) que desembocarían en la constitución de la Comisión Dewey y su declaración de inocencia.

Ser asilado en México hizo que en la campaña contra Trotsky fueran involucrados por la Comintern los militantes mexicanos, tanto el PCM como el líder de la Confederación de Trabajadores de México y astuto político de izquierda, Lombardo Toledano. Avisados del pedido de asilo, los stalinistas y lombardistas llevaron una intensa campaña tanto en sus periódicos como en la prensa burguesa, por la expulsión del líder revolucionario. Pero, ante los malos resultados, los próximos ataques ordenados desde Moscú incluirían el ataque físico, como escribe Olivia Gall,

"De ahí que desde el mes de marzo de 1937 se empezara a elaborar un plan en el cual el Partido Comunista Mexicano (PCM) sería llamado a colaborar en lo que se denominaría, a partir agosto de 1938, la "acción directa" contra Trotsky, plan en el que Lombardo Toledano se vería voluntariamente implicado" [2].

Una estela de muerte empujada por Stalin había alcanzado a casi toda su familia, su primera mujer, sus hijas, su hijo Sergei detenido y posteriormente fusilado, su yerno y distinguido militante de la Oposición de Izquierda Platón Volkov, padre del querido Esteban (Sieva) Volkov. Sus grandes amigos y compañeros muy estimados por él como Joffé, orillado al suicidio, el recuerdo de Rakovski (su "último vínculo con la vieja generación revolucionaria" obligado a capitular y fusilado en 1941, sus secretarios Erwin Wolf, Rudolf Klement, simpatizantes como Ignace Reiss, ex miembro de la NKVD y, finalmente su hijo y lugarteniente León Sedov.

Sin embargo, sobreponiéndose a esa carga anímica negativa Trotsky acompañado de su tenaz mujer, Natalia, continuaría luchando "hasta el día en que Stalin los dejara vivir" como solía decir. Natalia escribió al respecto:

Ha cumplido sesenta años. Está solo. Se siente el último combatiente de una legión aniquilada. Para muchos se ha transformado en símbolo, y él lo sabe. Su deber consiste en mantener recta, clara, una doctrina, una verdad histórica, una tensa espera. Por todos estos motivos está condenado" [3].

Lejos de abandonarse al distanciamiento de las tierras de su vieja militancia, dedicaba su esfuerzos a conocer México y Latinoamérica, por su cultura y su historia y también al pujante partido estadounidense y la lucha de clases en el nuevo centro imperialista en ciernes. Para "el Viejo", había que seguir en la pelea por la estrategia de la revolución socialista mundial y eso significaba monitorear desde lejos y día a día el pulso de la decadente Europa y prepararse programáticamente ante la proximidad de una nueva guerra -se celebraría en Nueva York a fines de mayo del ’40 una Conferencia de Extraordinaria de la IV Internacional que aprobó un amplio manifiesto redactado por Trotsky- de alcance mundial y las implicaciones políticas para defender al estado obrero en medio de la barbarie capitalista.

Contra el enemigo imperialista defendemos a la URSS con todas nuestras fuerzas, las conquistas de la revolución de octubre sólo servirán al pueblo si éste se demuestra capaz de acabar con la burocracia stalinista, así como en su momento acabó con la burocracia zarista [4].

Al mismo tiempo que preparaba junto a sus leales camaradas, secretarios y dirigentes de pequeños pero firmes grupos revolucionarios, la organización y tácticas para la constitución de una nueva organización internacional revolucionaria, que se habían convertido para él su centro de gravedad, como escribió en su diario del exilio:

El hundimiento de las dos Internacionales ha planteado un problema [...] Las particularidades de mi destino personal me han ubicado frente a este problema completamente armado de una experiencia seria. Dotar de un método revolucionario a la nueva generación por encima de los jefes de la II y de la III Internacional es una tarea que, fuera de mí, no hay hombre capaz de llevarla adelante [5].

Y con esta convicción y responsabilidad trabajaba arduamente en Coyoacán. Pero, mientras la casa de Trotsky efervecía de trabajo y optimismo revolucionario, las calles de la ciudad de México se veían infestadas por una pléyade de sicarios que se preparaban para llevar a cabo las órdenes dictadas desde Moscú. Dos de ellos eran Roland Abiatte y Charles Martignat quienes se esfumaron al ser identificados como asesinos de Ignace Reiss, pero también se andaban por ahí, los Vidali, Codovilla, Eitingon, Griguliev, entre otros.

Diálogo de sicarios

"Aparte de Trotsky, no hay ninguna otra figura importante en el movimiento trotskista. Si eliminamos a Trotsky, todo peligro desaparecerá”. Stalin, relatado por Sudoplatov.

Pavel Sudoplatov era uno de los más sanguinarios miembros del aparato stalinista en los 30’s, fue responsable de la planeación de cientos de asesinatos organizados por la GPU (luego NKVD). A finales de los 80’s publicó sus memorias entre las cuales describe el día en que Stalin y Beria lo pusieron como director adjunto del Departamento Exterior de la NKVD:

Trotsky y sus partidarios representaban un grave peligro para la Unión Soviética, porque rivalizaban con nosotros para volverse la vanguardia de la revolución comunista … [Por ello] Beria propuso confiarme la responsabilidad de todas las operaciones antitrotskistas del NKVD para golpear de manera definitiva la cabeza del movimiento... tendría como misión la de movilizar todos los recursos del NKVD para eliminar a Trotsky, el enemigo del pueblo número uno.

Stalin, luego de expresar su enojo porque en el transcurso de 1937, Spielglass, el antecesor de Sudoplatov, había fracasado en eliminar al dirigente de la Oposición de Izquierda Internacional, asentía mientras escuchaba el nuevo plan de Beria y pontificaba:

Aparte de Trotsky, no hay ninguna otra figura importante en el movimiento trotskista. Si eliminamos a Trotsky, todo peligro desaparecerá... hay que acabar con Trotsky este año, antes del principio de la guerra, que es inevitable. Si no se hace esto, cuando los imperialistas ataquen a la Unión Soviética, ya no podremos tener confianza en nuestros aliados del movimiento comunista internacional, tal como lo demostró el antecedente español. Les costará mucho trabajo desestabilizar la retaguardia del enemigo con operativos de sabotaje y guerrilla, y además defenderse de las infiltraciones trotskistas.

"Stalin acabó su breve análisis de la situación en el mundo dándome la orden de encabezar el equipo de “boieviki” (tropa de choque), encargado de llevar a cabo la acción en contra de Trotsky, exiliado en México”; concluye así Sudoplatov su relato.

Así comenzaban los preparativos para asesinar a Trotsky. Sudoplatov pidió la autorización de reclutar a excombatientes que habían participado en operaciones de guerrilla en la guerra civil española. Stalin le ordenó:

Es su trabajo y el deber del Partido encontrar la manera de seleccionar a un personal calificado, capaz de llevar a cabo esa tarea. Se le dará la ayuda y el apoyo necesarios. Usted dependerá directamente del camarada Beria y de nadie más, pero usted tiene la plena responsabilidad de esa misión. Usted debe tomar personalmente las disposiciones necesarias para enviar a un equipo que saldrá de Europa y viajará a México. Usted escribirá sus informes a mano.

Tres equipos de matones

Pero no fue un equipo sino tres, actuando cada uno por su lado y sin conocerse entre sí. Sudoplatov integró como principal colaborador a Eitingon, agente de alto nivel en la filas de la GPU que actuó en la guerra civil española, conocido como el general “Kotov”. Buen conocedor de los esbirros stalinistas reclutados en España, Eintingon proporcionó una larga lista de prospectos encabezados por David Alfaro Siqueiros, quien había participado en la revolución mexicana muy joven (combatiendo a villistas y zapatistas en el bando del reaccionario Venustiano Carranza) y, habiendo militado en el PCM, se había enrolado con los republicanos como Teniente Coronel en la revolución española donde conoció a Eitingon y otras gentes del aparato de espionaje y represión stalinista.

Sudoplatov dice en sus memorias:

Tuvimos que formar un equipo que pusimos bajo la dirección de David Alfaro Siqueiros, un pintor mexicano que Stalin conocía personalmente. Después de haber combatido durante la guerra de España, él se había regresado a México, donde se había convertido en uno de los organizadores del Partido Comunista mexicano.

Pero también habían decidido armar otro equipo encabezado por una mujer española de origen aristocrático que en el curso de la guerra civil española se integró a los combatientes anarcosindicalistas y de ahí fue coptada al stalinismo. Caridad Mercader tenía dos hijos combatiendo, uno de ellos murió y el otro, Ramón, fue reclutado por Eitingon por ser totalmente desconocido para los trotskistas, y fue enviado a París, desde donde comenzaría su derrotero rumbo a Coyoacán, luego de conocer en dicha ciudad a Silvia Ageloff, futura secretaria de Trotsky.

El otro equipo que se formaría sería encabezado, a propuesta de Beria, por Iosif Grigulevich, responsable del secuestro y asesinato de Andreu Nin, con agentes itinerantes entre la ciudad de México y California. Su equipo no tuvo que intervenir pero este personaje apoyaría el asalto de Siqueiros debido a que había logrado obtener la colaboración de Robert Sheldon Harte, uno de los guardias de la casa de Trotsky.

Ataque al amanecer

El grupo de Siqueiros conocía perfectamente la casa de Trotsky gracias a la obtención de un plano obtenido por otra agente stalinista. Así, por la madrugada, los hombres de Siqueiros sometieron a la partida de policías que se encontraba afuera de la casa mientras Grigulevich llamaba a Sheldon Harte, quien custodiaba la puerta de la casa, para así facilitar que los pistoleros stalinistas penetraran y ametrallaran los dormitorios de Trotsky y Natalia y el de su nieto, Sieva (Esteban) Volkov. Dispararon dos centenares de balas y al retirarse tiraron bombas incendiarias y se llevaron a Harte para asesinarlo y así prevenir que éste pudiera delatar a Grigulevich. De acuerdo con el relato de Trotsky:

El ataque fue de madrugada, alrededor de las cuatro. Yo estaba profundamente dormido, ya que había tomado un somnífero después de un día de trabajo duro. Me despertó el tableteo de una ametralladora. Pero me sentía muy soñoliento: primero pensé que estaban prendiendo fuegos artificiales frente a mi casa, celebrando alguna fiesta nacional. Pero las explosiones estaban muy cerca, las sentía dentro de la habitación al lado y por encima mío. El olor de la pólvora se hizo más fuerte, más penetrante. Era evidente; sucedía lo que habíamos esperado siempre; nos atacaban.

Continúa Trotsky:

¿Cómo nos salvamos? Obviamente gracias a una afortunada casualidad. Las camas estaban bajo un fuego cruzado [...] Es posible también que mi esposa y yo hayamos ayudado a la casualidad al no perder la cabeza y quedarnos quietos en el suelo pretendiendo estar muertos en lugar de correr por la pieza, gritar pidiendo auxilio cuando era inútil hacerlo, o al no tirar (disparar) puesto que no tenía sentido.

El adolescente nieto de Trotsky, Esteban, además del enorme susto se llevaría un rozón en el dedo de un pie. La suerte estuvo de su lado.

El atentado encabezado por el pintor y militante stalinista David Alfaro Siqueiros, había fracasado a pesar de la facilidad con la que penetraron la casa del líder revolucionario ruso. Siqueiros huyó a esconderse en Michoacán antes de ser arropado por su correligionario stalinista chileno, Pablo Neruda, quien fungía como cónsul en México y por ello le consiguió un visado para autoexiliarse a Chile. En cambio, Pavel Sudoplatov, el jefe principal de la operación, tenía que rendir cuentas ante Beria, el brazo derecho de Stalin, y como era el encargado de planear la eliminación de Trotsky así justificaba su primer tropiezo:

El grupo de asalto de Siqueiros no estaba integrado por asesinos profesionales acostumbrados a lanzar ataques contra personas [...] En el grupo de Siqueiros nadie sabía requisar una casa o un apartamento. Eran campesinos o mineros con una escasa formación de guerrilla.

Stalin quiere mi muerte

El alcance mediático en México y el mundo del atentado fallido de Siqueiros obligó a Trotsky a dar un sinnúmero de explicaciones a las autoridades judiciales y periódicos nacionales. Del texto “Stalin quiere mi muerte” [6] rescatamos lo siguiente:

[Stalin] pensó que Trotsky, aislado de la URSS, privado de un aparato y recursos materiales sería impotente para emprender nada. Además Stalin calculó que después de haber tenido éxito en denigrarme ante los ojos del país podría obtener sin dificultad del gobierno turco amigo mi vuelta a Moscú para el ajuste final de cuentas. Los hechos mostraron, sin embargo, que es posible participar en la vida política sin aparato y recursos materiales. Con la ayuda de jóvenes amigos eché los cimientos de la Cuarta Internacional que está avanzando sin prisa pero sin pausa. [...]
El movimiento al que pertenezco es un movimiento joven, que desde que surgió sufre una persecución sin precedentes de parte de la oligarquía de Moscú y sus agentes en todos los países del mundo. Hablando en general, es difícil encontrar en toda la historia un movimiento que haya padecido tantas víctimas en un lapso tan breve como la Cuarta Internacional. [...]
Por esta razón las personas que se unieron a la Cuarta Internacional son generosas, están convencidas y dispuestas a renunciar no sólo a los bienes materiales sino, si es necesario, a sacrificar sus vidas.

En una breve "autobiografía" que hacía frente a la Comisión Dewey, decía Trotsky:

Durante mis años de exilio participé del movimiento obrero de Austria, Suiza, Francia y los Estados Unidos. Recuerdo con gran gratitud mis años en el exilio; me dieron la oportunidad de acercarme a la vida de la clase obrera mundial y de hacer que el internacionalismo pase de ser un concepto abstracto para convertirse en la fuerza motora de mi vida [7].


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NOTAS AL PIE

[1“En México”, (9 de enero de 1937), Escritos Latinoamericanos, Buenos Aires, CEIP “León Trotsky” Ediciones, 1999, p.31.

[2Gall, Olivia, Trotsky en México 2a. ed., México, CEIICH-UNAM, 2012, p.110.

[3Serge, Victor, Vida y muerte de Trotsky, Buenos Aires, Editorial Indoamericana, 1954, pp. 160-161.

[4Trotsky, León, "Carta a los obreros de la URSS" consultado en: https://www.marxists.org/espanol//trotsky/ceip/escritos/libro6/TXIV134.htm.

[5Trotsky, León, ¿Adónde va Francia?/Diario del exilio, Obras Escogidas de León Trotsky Vol. 5, Buenos Aires, CEIP "León Trotsky", 2013, p. 243.

[6El texto completo está disponible aquí.

[7El caso León Trotsky, Buenos Aires, Ediciones CEIP "León Trotsky", 2010.
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