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Boletines y Cuadernos

¿Qué estudian los que estudian la acumulación y las crisis capitalistas actuales?

¿Qué estudian los que estudian la acumulación y las crisis capitalistas actuales?

por Paula Bach

 

 

Señalo en el prólogo a “El capitalismo y sus crisis” (compilación de escritos de León Trotsky, editado por CEIP) que “Pecaría de oscuro dogmatismo quien pretendiera hallar en estos escritos la solución de los enigmas de nuestro tiempo, pero sólo un pensamiento fatalmente renegado podría darle la espalda a las herramientas analíticas que estos escritos aportan”. Rolando Astarita, en una crítica publicada en Ñ, recorta mis palabras y busca apuntar los errores de predicción y falta de actualidad del pensamiento de Trotsky. Llama la atención que no comprenda (o no quiera comprender) sus conceptos, encerrándolos en una suerte de “tesis de la crisis por desequilibrios”. Trotsky no formuló una teoría sistemática de las crisis. Una clave de su reflexión consiste en definir, en concordancia con Lenin, que desde fines del siglo XIX, principios del XX (momento que hasta Keynes describió como el fin del laissez faire), la dinámica del capitalismo no puede comprenderse sólo teniendo en cuenta los ciclos económicos. Su concepto de “equilibrio capitalista” tiene el mérito de considerar que la dinámica del capital ya no puede apreciarse sin tener en cuenta la acción de los Estados sobre la economía, las relaciones interestatales y la lucha de clases.

¿Puede dudarse que en 1914 con la Gran Guerra, el capitalismo entrara en un período de turbulencias sin precedentes? ¿Puede negarse que la toma del poder en Rusia fuera una amenaza para el capitalismo mundial? ¿Puede cuestionarse que tanto el keynesianismo rooseveltiano como el fascismo fueran respuestas del capital a una crisis que no lograba superarse por los mecanismos semiautomáticos de la ley del valor o, si se quiere, del ciclo económico? En todo caso Trotsky nunca predijo que el capitalismo no pudiera alcanzar un nuevo equilibrio, sólo dijo que la Iª guerra no había resuelto las contradicciones que la habían generado y que por el contrario las había amplificado. Lo que sí advirtió tempranamente en 1933, fue que EEUU se abriría “camino a lo largo y a lo ancho de nuestro planeta” con todos los métodos, incluida la guerra. Advirtió que el advenimiento de otra guerra exigía derrotas en la lucha de clases, y que de darse (como se dieron), la propia guerra sería partera del ascenso de la revolución, como sucedió. Trotsky no descartó que un nuevo tipo de equilibrio capitalista pudiera restaurarse sobre los huesos de millones de seres humanos “si el proletariado no resiste de una forma más audaz e irreconciliable (...)”. Y el equilibrio se restableció tras la IIª Guerra (no sin grandes contradicciones) sobre los huesos de unas 60 millones de personas pero no por falta de resistencia sino, ahora sí, por algo que Trotsky no previó: que sus asesinos (Stalin y compañía) contribuirían (parafraseando a Trotsky), “más al mantenimiento, estabilización y salvación del capitalismo” y al establecimiento de la hegemonía norteamericana “que todos los estadistas del mundo”.

Pero el pronóstico de la IIª Guerra como resultado de las contradicciones entre los Estados y la división mundial del trabajo, la revolución y la contrarrevolución, a Astarita no le parece de filo económico ni de utilidad para quienes como dice “estudiamos la acumulación y las crisis capitalistas actuales”. Pero entonces ¿qué estudian los que estudian la acumulación y las crisis capitalistas actuales?

Lamentablemente quien deshistoriza al capitalismo contribuye a naturalizarlo. Astarita busca encerrar al marxismo en el sótano contiguo al que habita la teoría económica oficial que ¡vaya si se equivoca en sus predicciones! Las teorías muertas vegetan en los períodos de paz relativa, pero los viejos postulados se revuelven ante períodos convulsivos como el actual. Es lo que le sucedió a la antigua versión de la teoría neoclásica cuando Keynes (en los mismos años que Trotsky producía estos trabajos), intentó revivirla como instrumento para rescatar al capitalismo. Precisamente, el marxismo de El Capital no devino una teoría muerta porque se puso a prueba en un período donde todo parecía ponerse de cabeza.

El marxismo de Marx siguió vivo porque enfrentó infinidad de problemas que no habitaban su letra escrita. Para los revolucionarios eran cuestiones enteramente nuevas que había que abordar continuando, recreando las elaboraciones de Marx, encarando nuevos peligros y desafíos.

El valor de estos textos no reside en que encierren la solución a los enigmas actuales sino en que aportan una metodología para andar el arduo camino hacia su comprensión.


Reseña de Rolando Astarita


Revista Ñ de Clarín
Derecho a réplica

El día 19 de septiembre del corriente salió publicada una crítica del libro “El Capitalismo y sus crisis”, en la Revista Ñ, firmada por Rolando Astarita. En dicha crítica se exponía una cita del prólogo al mismo libro, recortada de forma arbitraria. Hemos solicitado ante la mencionada revista, el correspondiente derecho a réplica que en principio nos habría sido otorgado. Tras el envío del artículo a Ñ (que publicamos completo en esta página), su director, el Sr. Jorge Aulicino nos agradeció avisándonos que creía que el artículo no iba a poder ser publicado en el pasado número de Ñ y que esperaba fuera publicado en el próximo. Sin embargo, para nuestra sorpresa, la nota fue publicada en correo de lectores del último número de Ñ, con fecha 3 de octubre del corriente, recortada de forma inconsulta y arbitraria y con el título cambiado en su totalidad. De este modo, el mismo error se comete dos veces, cortando arbitrariamente los textos en aspectos que modifican de manera central su contenido. En el “derecho a réplica” no se nos permite replicar sustrayendo del texto casualmente la parte en la que se pone de manifiesto la actualidad del pensamiento de Trotsky y se critica tanto lo que consideramos una operación de deshistorización del marxismo como a la teoría económica oficial. El derecho a réplica no nos fue otorgado resultando nuestra opinión doblemente tergiversada. Solicitamos a la mencionada revista, la publicación del artículo completo, tal como les fue enviado. El director de Ñ denegó este pedido elemental mediante una carta en la que reconoce haber cortado la nota en forma inconsulta aunque defendiendo esa metodología. Enviamos la versión completa del artículo enviado a Ñ para su difusión.

P. B.