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Boletin Especial (Noviembre 2002)

Los trotskistas de la URSS, ¿alternativa al stalinismo?

Los trotskistas de la URSS, ¿alternativa al stalinismo?

 

Por Pierre Broué*

 

Acabo de terminar un libro que aparecerá en Francia a fin de año. Se refiere a la lucha de aquellos que bautizados por sus adversarios “los trotskystas”, llevaron a cabo dentro del partido y luego fuera de él. Al principio del libro, son hombres libres, trabajadores, militantes comunistas; al final, son presidiarios, calificados de “terroristas”. De 1923 a 1938, han combatido políticamente, como militantes, y todos han sido asesinados, combatidos a muerte, de una bala en la nuca o fusilados con ametralladora, para “terminar con ellos” más rápido.

 

 

Aprendí mucho al hacer este trabajo. Desde hace años, había estudiado la Oposición en la URSS, sus análisis, sus posiciones, su línea de acción, las batallas que había elegido dar, sus derrotas y sus éxitos, y el precio que debió pagar. También estudié a sus hombres, los oppositsionneri, como se los llamaba, los “bolcheviques-leninistas”, como se hacían llamar con orgullo ellos mismos. Hice los necesarios estudios estadísticos de la Oposición sobre su composición social, por edad, por nacionalidad, durante este período.

Ya había empezado y dado para un congreso mundial de historiadores, un estudio analítico sobre la Oposición en la ciudad de Kharkov en 1927, cuyas conclusiones fueron publicadas en los Cahiers Léon Trotsky.

También había retomado y resumido el conjunto de lo que había descubierto recientemente en lo concerniente a la historia de la URSS, por ende, de la Oposición en este período para una revista argentina, en un artículo en el que se han permitido cambiar el título sin consultarme, lo que es inaceptable, y me prohibe citarla. El artículo así decapitado y privado de su carácter personal en su traducción española se llamaba en el original “Carta a Carolina”.

Para tratar de demostrar la alternativa que constituía la Oposición de Izquierda, debo indicar los nuevos elementos que es necesario tomar en cuenta a partir de ahora.

La Oposición de Izquierda es la única tendencia que había agrupada en el partido durante esos años, con miles de miembros activos.

Aunque probablemente haya tenido la mayoría, no ganó las elecciones de 1923 en el partido a causa de un fraude gigantesco organizado por el aparato del partido a partir del secretariado de Stalin. En la batalla de 1927, la Oposición fue dejada afuera por la prohibición de publicar su plataforma y las mutaciones y arrestos arbitrarios de sus miembros.

Estas informaciones, no solamente nos permiten sino de hecho nos obligan a escribir de nuevo completamente, para fines de los años ´20 y comienzos de los ´30, una historia con la cual hasta el momento están ampliamente en deuda los propagandistas y la versión stalinista, la que finalmente durante largo tiempo fue la única acreditada en los medios de comunicación y en las escuelas.

La mayor parte del tiempo, la Oposición es presentada como formada por un puñado de viejos bolcheviques que se fisura rápidamente y aseguran que no quedan más que algunos ancianos. En realidad, el grueso de los oppositsionneri, trabajadores y jóvenes, la “generación de Octubre” luego la de después de Octubre que entran en combate, tienen muchas menos ilusiones en el “partido” y soportan mejor el conflicto que los ancianos (sin contar la fatiga) frente a la siniestra realidad.

Las cifras demuestran que la Oposición es la organización de la juventud obrera, alrededor de la bandera de las conquistas de Octubre. Está formada por jóvenes y se renueva con la llegada de nuevas generaciones. El fenómeno está bien engranado ya que en 1934–1935 llegaron jóvenes que no tenían aun 20 años y hacen agitación en las fábricas. Los que tenían 20 años en 1917 están considerados como ancianos y son los menores de 20 años los que llevan el compás en varias grandes empresas del Donets o de Ucrania.

La Oposición de Izquierda es la única fuerza susceptible de organizarse y de desarrollarse en el transcurso del primer lustro de los años ´30.

La historiografía tradicional indica que aquí se produce una “crisis del partido” marcada por intentos de revoluciones de palacio (sic) y los comentaristas que llegaron hasta a hojear los textos de Trotsky se sorprenden que este hombre bien informado crea todavía en la existencia de un “núcleo proletario” que los oposicionistas deben encontrar para operar en conjunto. Es este razonamiento el que conduce a Rakovsky a capitular para alcanzar a estos elementos y romper su aislamiento. La realidad le da la razón a Trotsky y a su amigo Rakovsky.

Es un acontecimiento capital, aun no admitido por los “historiadores” que prefieren las rentas fáciles a los derechos adquiridos duramente por la investigación, que el regreso del grupo Smirnov (más de 200 viejos cuadros del partido) a la actividad oposicionista y el contacto retomado por él con Sedov, la Oposición Internacional y Trotsky en persona.

El inicio de los años ´30 ve estallar de forma espectacular la crisis social, a través de la huelga de Ivanovo – Voznessensk, uno de estos movimientos tan brutales como repentinos que revelan a plena luz el odio de los trabajadores contra los policías y los burócratas, y sobre todo, en todas partes, con o sin consignas de los jefes cercanos a la base, el papel de vanguardia y de organizador de la Juventud Comunista, que tiene un aparato muy útil cuando se hace necesario salir a las calles.

En una escala más elevada, existe la iniciativa de Ivan Nikititch Smirnov, aprobada por Trotsky, de constituir un Bloque de las Oposiciones con la primera tarea de intercambio de informaciones. Adhieren a esto el grupo zinovievista disidente de Safarov, el de la Juventud Comunista con Lazar Chatskin, Lominadze, Ian Sten. Tuvieron el tiempo justo para decir sí.

Por el contrario, el grupo de historiadores de Fridlyand, Vanag, no tuvo tiempo para decir sí, pero sabemos que estaban dispuestos.

Pero a mí me parece que el momento más sensible, el de todos los posibles considerables entrelazamientos en este período ha sido el del acercamiento entre Lominadze, entonces primer secretario de Magnitogorsk y el ucraniano Lipa Volfson, ¡simple exiliado que ha hecho de jefe de los trabajos de Magnit! Este último, miembro de la Oposición desde hace años, se dedicó a la protección y a la ruptura del aislamiento de Rakovsky, con quien tenía relaciones estrechas. Una simple ojeada sobre los lazos de hombre a hombre basta para darnos una idea de lo que ocurre. Olga Smirnova ha conectado a Smirnov y a Rakovsky. Volfson está entre Rakovsky y Lominadze, etc. En realidad, las cosas no son tan simples porque el tiempo pasa, y cada tanto, se cortan los circuitos. El corte definitivo ocurre cuando Stalin da la orden de arrestar a Lominadze, y cuando este último corta el circuito, al suicidarse.

En realidad, todo demuestra la debilidad del poder stalinista que, en ciertos momentos, pendía de un hilo, y cuyos sabuesos fueron engañados por algunas de sus víctimas, lo que explica la fragilidad de la mentira del “Proceso de Moscú”

¿Son esos años la demostración del dominio absoluto de Stalin sobre los acontecimientos y las fuerzas que se enfrentan en la URSS? Por el contrario, todo se le escapa, y solo por el terror se hace obedecer. Como quiere mantenerse, mata. Mata para que no se discutan sus órdenes. Mata porque mata, mata para que se lo obedezca perinde ac cadaver.

Sería interesante, en un taller como este, hacer estudios de textos emanados no solamente de Trotsky, sino de otros miembros de la Oposición de Izquierda, escritos en la URSS por hombres como Iakovin, Dingelstedt, Solntsev, Gevorkian, y es probable que se descubriría la existencia y el desarrollo de un intelectual colectivo funcionando de manera prácticamente idéntica, independientemente de las condiciones materiales, con un método de pensamiento, métodos de trabajo y de razonamiento extraños al catecismo de ignorantes de las escuelas del partido. Un fechado cuidadoso permitiría comprender los caminos seguidos por los hombres y sus ideas y como se construye una organización dotada de un pensamiento.

Son necesarios hombres para vehiculizar las ideas. Y Stalin sabía que era más fácil matar hombres que ideas, pero también que había que matar a muchos hombres para asesinar una sola idea. No escatimaba en las listas de ejecución que firmaba. Pero él era más sanguinario aun para golpear a los hombres a los que era incapaz de dominar en una discusión.

Los militantes trotskystas del tiempo de Trotsky eran los campeones de la democracia en el partido y sus obsesiones en este punto les valían a menudo ser ridiculizados ya que uno de los temas favoritos de celebración de los bolcheviques por ellos mismos y de los bolcheviques por los stalinistas era su sumisión permanente a una disciplina de hierro. Stalin ponía el acento sobre este punto, oponiéndose frontalmente a la tradición bolchevique con la certeza que aquí residía la apuesta esencial:

“De dos cosas, una. Supongamos que restablecemos a los jefes de la Oposición en los derechos de miembros del partido bolchevique y creamos un partido de coalición. ¡O bien hacia atrás, o bien hacia delante!”. Una gran discusión comienza entre los exiliados durante el primer año de exilio a un nivel intelectual netamente superior, Rakovsky se opone a aquellos que sostienen que el fin justifica los medios y asegura que, para Lenin, “el aparato, con sus métodos antiproletarios, transforma una línea correcta en su contrario”.

Aquel que ha seguido de cerca el desarrollo político en la Oposición de Izquierda no debería sorprenderse frente a este debate. Allí, las discusiones son políticas y son los problemas de ese tipo los que naturalmente se le planteaban a los bolcheviques, profundamente divididos por su posición en el nuevo régimen.

Todo esto tiene una enorme importancia. Estoy convencido, que el resto de los trabajos demostrará no sólo, como creo haberlo indicado aquí mismo, que no existía una oposición política seria a los stalinistas salvo por parte de los “trotskystas”, sino también que estos últimos eran por cierto los únicos a la altura de aportar una respuesta global en cuanto a la orientación general del país, y proposiciones reflexionadas sobre problemas específicos importantes.

Esto es precisamente lo que los condenó a muerte. Ser una alternativa era el crimen que los stalinistas no podían perdonar.

* Pierre Broué es historiador del movimiento trotskista y director del Instituto León Trotsky de Francia, uno de los centros más importantes de difusión de su obra y del trotskismo a nivel mundial. Entre sus publicaciones se destacan los “Cahiers León Trotsky”, con más de 70 volúmenes editados, y las “Ouvres”, un compendio sistemático del pensamiento del revolucionario ruso. Es autor del libro “Historia del Partido Bolchevique” y ha contribuido a difundir la historia de la Oposición de Izquierda en Rusia, gran parte de ella contenida en los archivos de la KGB recién abiertos tras la caída del régimen stalinista.