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Boletín de Novedades (Agosto 2012)

Historia de una autobiografía

Historia de una autobiografía

Gabriel García Higueras*

Trotsky exiliado en Turquía

En el invierno de 1929, un nuevo capítulo de la biografía política de Lev Davidovich Trotsky comenzaba a escribirse. El 18 de enero, la GPU –la policía secreta del gobierno de Stalin– había decretado su expulsión del territorio de la Unión Soviética con vistas a conseguir su aislamiento político y privar a la Oposición de Izquierda de su dirección. El país que acogió al desterrado fue la República turca, presidida a la sazón por el general Kemal Pashá. De suerte que uno de los arquitectos de la República de los Soviets y jefe de la oposición revolucionaria a la conducción burocrática del Estado soviético se veía obligado, por la fuerza de los acontecimientos, a afincarse en Turquía, país donde residiría desde febrero de 1929 hasta julio de 1933.

Entre las principales finalidades políticas que Trotsky perseguía al comenzar su tercer exilio, destacaba la cohesión de los grupos dispersos de la oposición comunista en una fracción internacional de la Komintern, objetivo que se plasmaría con la creación de la Oposición de Izquierda Internacional; a un tiempo, buscaba divulgar su versión acerca de la lucha desenvuelta en el Partido Comunista de la Unión Soviética y en la Internacional Comunista entre los años 1923 y 1928.

A este último propósito sirvieron los primeros documentos que publicó en1929, contenidos en sus libros: La situación real de Rusia, La Tercera Internacional después de Lenin (publicada también con el título de Stalin, el gran organizador de derrotas) y La Revolución desfigurada. Asimismo, dio término a La revolución permanente, libro en el que defiende su teoría revolucionaria y rebate la crítica formulada por Karl Radek.

A través de estos materiales, Trotsky expuso documental y argumentadamente el apartamiento del Partido Comunista de su contenido revolucionario primordial con la adopción de políticas reaccionarias que cercenaban su democracia interna y frenaban la extensión de la revolución obrera hacia otros países. También refería hechos de la historia de la Revolución y del Partido que eran obliterados y desvirtuados por la nueva clase dirigente. Al propio tiempo, tales escritos revelaban la coherencia y la continuidad política de la Oposición de Izquierda con respecto al espíritu y el programa del bolchevismo puestos de manifiesto hasta 1923.

La actividad literaria

El accionar político de Trotsky se veía limitado por causa de su aislamiento y por disponer de insuficientes medios materiales para la realización de su proyecto. De hecho, los recursos humanos y económicos eran exiguos. En las condiciones limitadas en que se hallaba, Trotsky encontró la fuente de sustento en su actividad literaria. De este modo, volvería a ejercer el oficio de escritor, labor que desempeñó en los años de preguerra y durante la Primera Guerra Mundial en calidad de colaborador y director de distintos órganos de la prensa socialista en Europa. Como se recordará, uno los primeros seudónimos de Trotsky en el movimiento revolucionario fue el de ‘Pluma’, en virtud de su atractivo y eficaz estilo literario1.

Los primeros trabajos producidos en el exilio fueron una serie de artículos en los que narraba las circunstancias en que se produjo su expulsión de la URSS, textos que alcanzaron una amplia difusión en la prensa occidental y que le representaron significativos ingresos2.

En otro ámbito, por motivos de seguridad, Trotsky, al lado de sus familiares y una pequeña comitiva de colaboradores, se estableció en la isla de Prinkipo o Büyük Ada (su nombre turco), enclavada en el Mar de Mármara, a unos treinta kilómetros de la costa occidental de Estambul. La isla contaba con una población poco numerosa y estaba privada de ciertos elementos de la moderna vida urbana. El clima benigno, el ambiente de paz y sosiego y el paisaje inspirador configuraban las condiciones propicias para la creación intelectual3.

A decir de uno de los principales biógrafos de Trotsky, pese a las adversidades que hubo de sobrellevar en el tiempo de Prinkipo, aquellos años “fueron los más tranquilos, los más creadores y los menos desdichados de su exilio.”4

Aquél sería un período muy fecundo en la actividad literaria, teórica y política del dirigente revolucionario. Efectivamente, en esta isla escribió páginas notables y, en rigor, las más logradas literariamente de su extensa obra5.

En cuanto al método de trabajo, conforme al testimonio de Sara Weber, quien fue secretaria de Trotsky en 1933-1934, él dictaba sus textos en ruso mientras ella los mecanografiaba. Relata que Trotsky dictaba frases encadenadas uniformemente, sin hacer pausas y sin requerir de ninguna nota. Después de algún receso, él tenía la capacidad de poder repetir con exactitud el último pasaje que había dictado. Al concluir, Trotsky procedía de acuerdo a un curioso hábito: pegaba los folios escritos a máquina en una larga tira de papel y comenzaba su lectura. En general, introducía pocas correcciones. Cuando decidía hacer cambios en el orden de los parágrafos, “L.D. cortaba pasajes enteros y los pegaba en otra parte. Con la gran tira desenrollada delante de él, a veces en el escritorio y la silla de al lado, cortaba y pegaba, pegaba y cortaba – y esto le proporcionaba alguna satisfacción particular.”6

Si bien éste era el procedimiento que ordinariamente empleaba, es congruente anotar que debió hacer ciertas variaciones a este sistema cuando abordaba trabajos históricos, en los que era imprescindible la consulta de fuentes de variado contenido, su compulsa, la verificación de datos y, tras una selección de textos, la inserción de los pasajes que serían citados y comentados.

La autobiografía: proyecto y realización

El primer libro que Trotsky acometió en el exilio fue su autobiografía7. El proyecto de escribir sus memorias había sido concebido durante su estancia en la ciudad soviética de Alma-Ata, en 1928. Su amigo y correligionario, Evgeni Preobrazhenski, le había sugerido que escribiera sus recuerdos personales8 y, en abril de ese año, empezó a esbozarlos y a reunir la información requerida para tal emprendimiento9.

En una carta a su primera esposa, Aleksandra Lvovna Sokolovskaia, fechada a mediados de mayo de 1928, Trotsky le informa que se encuentra en vías de trabajar en sus memorias y que quisiera abordarlas lo más extensamente posible, situando los hechos en su contexto. Refiere que ha comenzado con la evocación de los años de su infancia y juventud y que ha hurgado en viejos periódicos que datan de la década de 1870, material que ha usado abundantemente. Le expresa su voluntad de proseguir con la exploración hemerográfica; de manera particular, manifiesta interés por acceder a los periódicos de Odesa del período 1888-1898 y de Nikolaiev, correspondientes a los años 1895-1898, aunque estima que será difícil su localización.

De otra parte, esta misiva resulta de interés histórico por la relación que presenta de las fuentes auxiliares que consultará (las guías de Odesa y Nikolaiev, las publicaciones de los zemstvos de Jerson y de su provincia, las memorias de los narodniki y de miembros del partido Voluntad del Pueblo, los documentos de la primera fase del marxismo ruso, las memorias de funcionarios, las estadísticas del desarrollo industrial en el sur de Rusia, etcétera). Y aclara:

“No tengo, en absoluto, la intención de escribir un «trabajo académico». Lo que quiero, ante todo, es dar, o mejor aún, mantener un sentido de la perspectiva, porque la guerra y la revolución han dejado de lado el pasado, incluso lo han ignorado, a tal punto que las nuevas generaciones no buscan ninguna explicación de los acontecimientos a largo plazo. Esto provoca particularmente vulgares distorsiones del período que precede a la guerra.”10

Por otro lado, Trotsky afirma que la segunda parte de sus memorias versará sobre la Unión Obrera del Sur de Rusia, las prisiones que habitó y, en general, todo el período del exilio siberiano. También comunica que ha redactado párrafos extensos de la primera parte y que, si bien aún no se ha adentrado en el trabajo de la segunda, viene reuniendo los materiales para su realización. Por último, le manifiesta que la colaboración que ella pueda prestar a su trabajo sería de una “importancia irreemplazable”, tanto por el envío de la bibliografía pertinente cuanto por sus recuerdos personales11.

Transcurridas algunas semanas, la redacción de sus memorias se vio interrumpida por causa de los sucesos políticos en la Unión Soviética. El “viraje a la izquierda” de Stalin –que impulsaría la campaña contra los kulaks, la colectivización de la agricultura y la industrialización acelerada– había producido la capitulación de no pocos miembros de la Oposición de Izquierda ante el Gobierno soviético, situación que Trotsky buscará atenuar; además el VI Congreso Mundial de la Internacional Comunista había adoptado un nuevo programa e introducido el rumbo izquierdista del denominado “tercer período”, que conllevó una reorientación de su estrategia política. Estos asuntos merecieron la mayor atención de Trotsky, expresada en sesudos análisis políticos, en su abundante correspondencia y en otros documentos.

Ya establecido en Turquía, Trotsky recibió la visita del editor alemán Harry Schumann, director de la casa editorial Reissner, quien lo persuadió de publicar su autobiografía12. Acordado el convenio, Trotsky reanudó su trabajo en el manuscrito del que llevaba escritos los capítulos iniciales.

En una declaración a la prensa formulada en Constantinopla el 15 de abril de 1929, Trotsky cita su autobiografía entre los libros que venía preparando para su publicación internacional13.

En las semanas subsiguientes, Trotsky laboró febrilmente en su redacción y, en poco tiempo, ya tenía el manuscrito muy avanzado14. Considerando la escala de su obra autobiográfica, la escribió en un período breve15.

De acuerdo con lo relatado por Trotsky, el proyecto original consistía en el trazo de algunos bosquejos de su vida, pero durante su gestación fue ahondando más en la materia y la obra alcanzó una envergadura mayor16.

En una carta a su amiga Anna Konstantinovna Kliatchko, fechada el 1 de junio de 1929, Trotsky le expresaba:

“Todavía estoy completamente inmerso en esta autobiografía, y no sé cómo salirme de ella. Podría haberla terminado virtualmente hace mucho, pero una maldita minuciosidad no me permite concluirla. Sigo buscando referencias, cotejando fechas, tachando una cosa e insertando otra. Más de una vez me he sentido tentado de arrojarlo todo al fuego de la chimenea y dedicarme a un trabajo más serio. Pero, qué se le va hacer, estamos en verano y no hay fuego en la chimenea, y, de paso sea dicho, tampoco hay chimeneas aquí.”17

A pesar de no disponer de las facilidades para explorar en bibliotecas y archivos, Trotsky, en su tarea de indagación histórica, espigó en diversidad de documentos. Además de las fuentes citadas precedentemente, abrevó de las Obras Completas de Lenin, de sus propios trabajos que vieron la luz en Moscú por las Ediciones del Estado, así como de su correspondencia personal y de las piezas documentales que obraban en sus voluminosos archivos. Además, consultó una miríada de libros de memorias; entre aquéllos se encuentra el diario de Natalia Sedova, cuyas páginas transcribe in extenso en los capítulos finales de su autobiografía.

Una vez concluidos, los capítulos se remitían al extranjero para su traducción. Este trabajo lo cumplió con diligencia Alexandra Ramm, en Alemania. Por su parte, Maurice Parijanine tuvo a su cuidado la traducción al francés18.

Trotsky fechó el prólogo el 14 de septiembre de 1929. El original completo de la autobiografía fue despechado de Prinkipo a comienzos del otoño de 192919.

La vida y la historia

En el prólogo de sus memorias, Trotsky expone una relación sumaria de los sucesos que jalonaron su vida; ésta, desde su temprano curso, quedó íntima e inseparablemente vinculada a la Revolución. La publicación de su obra halla justificación para el autor en la época de transición en que su actividad transcurrió y en los hechos revolucionarios de los que fuera actor y testigo. Escribe a este propósito:

“Los sucesos de mi vida personal están de tal manera insertos en la trama de los hechos históricos, que es casi imposible arrancarlos de ella.”20

Trotsky anota que su autobiografía no es propiamente un estudio de historia por cuanto no se aproxima a los hechos de acuerdo a su significado objetivo, sino conforme a la manera en que éstos se conectan con los sucesos de su vida. Más bien presenta los hechos históricos a guisa de “punto de apoyo” a su trayectoria vital. Empero, también es verdad que a través de su registro autobiográfico esboza la historia de un período y de una formación social. La información histórica que consigna de manera concienzuda constituye un cuadro de la sociedad rusa y de sus instituciones bajo el zarismo, del movimiento revolucionario en la alborada del siglo vigésimo y del nacimiento del poder soviético y de sus vicisitudes.

Entre sus principales aportes en el dominio de la historia destacan las informaciones que, con su minuciosidad de historiador, provee acerca de la vida social en el sur de Ucrania en las postrimerías del siglo XIX. Entre ellas pueden indicarse: las condiciones de vida y de trabajo de terratenientes y labriegos (contiene descripciones vívidas de las relaciones sociales en su aldea natal, Ianovka), la cultura urbana en Odesa, las organizaciones populistas y socialdemócratas en Nikolaiev, etcétera. Asimismo, expone en sus páginas recuerdos personales de sus compañeros de lides políticas y de los principales dirigentes de la socialdemocracia europea; de igual modo describe el ambiente revolucionario reinante en la capital de Rusia en 1905 y 1917, el movimiento ascensional de los soviets, los episodios militares de la cruenta Guerra Civil y el período de transición que comienza con la muerte de Lenin, etapa caracterizada por la “reacción termidoriana” y la decadencia política del régimen soviético.

En su estudio fundamental sobre el pensamiento de Trotsky, Baruch Knei-Paz destaca de Mi vida la articulación de la historia personal con las curvas de ascenso y descenso del movimiento revolucionario21. Éste es un genuino componente en el despliegue de la obra: Trotsky enhebra la trama del curso de su vida con los hechos históricos en una interacción dialéctica entre lo singular y lo general. Mediante este enfoque ofrece una lectura marxista de la historia rusa a través de su biografía.

Por otra parte, conviene agregar que sus memorias sirvieron de vehículo al esclarecimiento de la historia de la Revolución y del rol que le cupo a Trotsky en sus hechos centrales. La colosal operación de silenciamiento y denigración y el artilugio de mitos que oficialmente se fraguaron en la historia de la Unión Soviética fueron el ápice del torrente de calumnias que se vertieron sobre su persona en los años treinta. En ese sentido, su narración fue también un alegato de defensa de su misión política y de las ideas que preconizó, en comunión con Lenin, para sentar los pilares del socialismo en Rusia y promover la revolución proletaria mundial.

A este respecto, manifiesta:

“Es probable que si escribiese estas Memorias en otras condiciones –aunque en otras condiciones es probable también que no las escribiese– suprimiese mucho de lo que aquí digo. Pero tal como están las cosas, no puedo ignorar ese falseamiento del pasado que es la principal preocupación de los epígonos y que tan bien saben organizar. Mis amigos están en las cárceles o en el destierro. No tengo más remedio que decir de mí mismo cosas que en otras condiciones no tendría por qué contar. No se trata tanto, en lo que a mí respecta, de la verdad histórica como de seguir librando una batalla que aún no ha terminado…”22

Publicación e influencia

En el otoño de 1929 las memorias de Trotsky se dieron a la estampa bajo el título de Mi vida: Ensayo autobiográfico23. Su publicación tuvo resonancia en Occidente24.

El título reflejó el criterio del editor; no el de Trotsky. De acuerdo con su autor, el rótulo original era Medio siglo, que aludía a su cincuenta aniversario de vida. En una misiva a Gérard Rosenthal, Trotsky precisa el título primigenio, además de expresar su disconformidad con el subtítulo de Memorias asignado por la editorial francesa:

“Rieder, en contra de mi propuesta, eligió como subtítulo «Memorias» en lugar de «Ensayo autobiográfico», aduciendo que autobiografía no es una palabra francesa. No acepto el subtítulo «Memorias» que, con el título Medio siglo, significaría que yo relato todas las cosas posibles sobre el medio siglo y no sobre mi vida, lo cual sería inducir al lector a error.” 25

De parejo modo, en una carta dirigida a Franz Pfemfert, fechada el 5 de octubre de 1929, declara que el título de Mi vida no es adecuado. Y le recuerda que recientemente se publicaron las memorias de Isadora Duncan con el mismo epígrafe, a lo que añade: “¿Cómo podría yo competir con la desafortunada difunta?”26.

Antes de su salida editorial, se habían publicado adelantos de Mi vida en periódicos. Trotsky aclara que estos artículos, una vez publicados, fueron ampliados; de ahí que sean diferentes al contenido de su libro27.

La obra en mención fue un éxito editorial, prueba de lo cual fueron sus innumerables ediciones, encontrando un amplio espectro de lectores. No obstante, Deutscher observa que en tanto obra política, Mi vida no logró cumplir su objetivo inmediato, ya que no impresionó al público comunista, educado en el catecismo estalinista. En cuanto al público burgués, que acogió su publicación, admiró sus méritos literarios pero no se interesó en su mensaje político28. Este juicio debe ser matizado en razón de que la autobiografía de Trotsky tuvo una buena recepción en Europa y América, considerablemente entre los sectores socialistas. Incluso, no pocos de sus futuros partidarios se iniciaron en el conocimiento de sus ideas a través de esta lectura. Sin embargo, su influencia política rebasó los márgenes de los círculos partidistas. De ahí que Víctor Serge sostuviera que Mi vida, junto a Historia de la Revolución Rusa y La revolución traicionada son obras que integran el patrimonio socialista.

Debemos añadir que, después de la publicación de sus memorias, Trotsky consagraría páginas autobiográficas insertas en sus libros: Diario en el exilio, Los crímenes de Stalin y, sobre todo, en sus informes orales ante la Comisión Dewey en 1937, que constan en las actas publicadas bajo el título de El caso León Trotsky.

Significación y valor

Eminentes biógrafos de Trotsky han puesto de relieve la importancia de tal obra en cuanto testimonio de vida. De tal modo, Deutscher y Broué concuerdan en destacar que, a la luz de sus investigaciones, los hechos relatados en Mi vida han sido abordados por su autor de manera veraz y con honestidad.

Entre sus principales aportaciones en la esfera política, dicho trabajo establece con meridiana claridad la continuidad del marxismo revolucionario y el programa que la Oposición de Izquierda postuló en la década de 1920. Éste perseguía regenerar al Partido Comunista de sus excrecencias burocráticas y autoritarias y reconducirlo por las vías de la democracia obrera. Estas formulaciones constituirían los fundamentos del naciente trotskismo.

En lo que concierne a la dimensión literaria, Trotsky consiguió un adecuado equilibrio entre la riqueza de información y la belleza de la expresión narrativa. Con un sentido de la estética y del ritmo, escribió páginas vigorosas de evocaciones históricas, de finos análisis políticos, sociales y psicológicos en una prosa diáfana y elegante.

En mérito a sus cualidades literarias, el biógrafo alemán Emil Ludwig lo calificó como “uno de los más brillantes autores de nuestra época”29. Su magistral estilo literario también fue resaltado por François Mauriac, novelista francés de confesión católica y Premio Nobel de Literatura en 1952, quien al sumergirse en la lectura de Mi vida, descubrió una “obra maestra y a un “gran escritor”. Al respecto, escribe:

“Hay en Trotsky una seducción evidente. En primer término el lector burgués siempre se sorprende de que un revolucionario conserve algún parecido con el común de los mortales. Me sentí arrebatado desde las primeras páginas como me habían arrebatado Tolstoi y Gorki. Si Trotsky no hubiera sido el militante de la revolución marxista habría ocupado su sitio entre esos maestros.”30

Mi vida representa un testimonio irremplazable para conocer el ethos revolucionario de una época. Al objeto de establecer las conexiones objetivas con las coordenadas de su tiempo, Trotsky sitúa su trayectoria dentro de un amplio escenario histórico describiendo su acción en la fluencia de la corriente revolucionaria. Por tal razón, su relato se ha convertido en una fuente de lectura imprescindible para el conocimiento y la comprensión del hecho revolucionario que gravitó de forma preponderante en el siglo XX. Por añadidura, su enfoque metodológico elevó las posibilidades de realización del género autobiográfico en la literatura histórica.

Esta renovada edición del clásico marxista encontrará a una nueva generación de lectores, quienes descubrirán en el relato de vida del revolucionario León Trotsky uno de los documentos políticos más memorables y acabados de la historia contemporánea.


* Gabriel García Higueras. Historiador peruano. Docente en la Universidad de Lima. Es autor del libro Trotsky en el espejo de la historia (2005) y de numerosos artículos sobre Trotsky y la historia soviética publicados en libros y revistas.

1 En correspondencia con su vocación literaria, escribió en 1929: “Mi sueño, desde mi más temprana juventud, ya desde mi niñez, era llegar a ser escritor. Más tarde, sometí mis trabajos de escritor y todo lo demás a la labor revolucionaria.” (León Trotsky, Mi vida, Bogotá, Editorial Pluma, 1979, p. 262).

2 Los artículos fueron publicados en el New York Times, el Daily Express y otros periódicos entre febrero y marzo de 1929. Estos textos están reproducidos en León Trotsky, Escritos tomo I (1929-1930) volumen 1, Bogotá, Editorial Pluma, 1977.

3 Antes de abandonar Prinkipo, en julio de 1933, Trotsky dedicó algunas páginas al entorno local en el que permaneció por tres años y medio, describiendo lo que había representado en su actividad cotidiana: “Prinkipo es un buen lugar para trabajar con la pluma, sobre todo en el otoño y el invierno, cuando la isla queda desierta y aparecen las perdices en el bosque. No hay teatros ni cinematógrafos. Los automóviles están prohibidos. ¿Hay muchos lugares como éste en el mundo? Nuestra casa no tiene teléfono. El rebuzno del asno es un sedante para los nervios. Ni por un instante se puede olvidar que Prinkipo es una isla, porque el mar se ve desde la ventana y no hay lugar desde donde no se le vea.” (León Trotsky, “Adiós a Prinkipo. Páginas de un diario” 15 de julio de 1933, en Escritos tomo IV (1932-1933) volumen 2, Bogotá, Editorial Pluma, 1979, p. 465).

4 Isaac Deutscher, Trotsky. El profeta desterrado [1929-1940], México, Ediciones Era, 1975, p. 205.

5 Trotsky expuso su visión sobre la naturaleza del trabajo de creación en un pasaje digno de atención:

“Todo verdadero escritor tiene momentos de creación en que alguien más fuerte que él mismo guía su mano. Todo verdadero orador tiene momentos en que por su boca habla algo más poderoso que lo que brota de ella en sus horas normales. Es la ‘inspiración’, producto de la más alta tensión creadora de todas las fuerzas. Lo inconsciente surge de las hondas simas en que vive y se subordina a la labor consciente del pensamiento, se enlaza con ella en una unidad superior.” (León Trotsky, Mi vida, Bogotá, Editorial Pluma, 1979, p. 259).

6 Sara Weber, “Souvenirs sur Trotsky”, en Cahiers Léon Trotsky 5, janvier-mars 1980, p. 41.

7 Cabe recordar que en 1918, a instancias de los servicios administrativos del Comité Central del Partido Bolchevique, Trotsky había escrito un primer y sucinto texto autobiográfico que abarcaba desde sus primeros pasos en la vida hasta su regreso a Rusia en 1917. Esta nota fue publicada en el número 3 de la revista Proletarskaia Revoliutsia, en 1922.

8 León Trotzki, “Mi vida. Capítulo I: Aclaración preliminar”, en el magazín de La Nación, Buenos Aires, 6 de abril de 1930, p. 5.

9 Véase Isaac Deutscher, Trotsky. El profeta desarmado [1921-1929], México, Ediciones Era, 1976, p. 367.

10 Léon Trotsky, “[La Recherche pour l’autobiographie] (mi-mai 1928)”, en Oeuvres janvier 1928-juillet 1928, volume I 2e série, [París], Institut Léon Trotsky, 1988, pp.150-151.

11 Ibídem, p. 151.

12 Posteriormente, Trotsky se informó de que tal casa editora había publicado las memorias de Aleksandr Kerenski, que contenían juicios hostiles a Lenin y Trotsky. Por este hecho decidió anular el contrato de edición. La editorial S. Fischer Verlag, de Berlín, obtendría los derechos de publicación. Véase Pierre Broué, Trotsky, París, Fayard, 1988, pp. 669-670.

13 León Trotsky, “Declaración a la prensa” 15 de abril de 1929, en Escritos tomo I (1929-1930) volumen 1, Bogotá, Editorial Pluma, 1977, p. 133.

14 Isaac Deutscher, Trotsky. El profeta desterrado [1929-1940], México, Ediciones Era, 1975, p. 34.

15 Natalia Ivanovna Sedova, esposa de Trotsky, recordó años después que estas memorias fueron escritas “en algunos meses, de un solo tirón.” (Víctor Serge, Vida y muerte de Trotsky, Buenos Aires, Editorial Indoamérica, 1954, p. 177).

16 Véase León Trotsky, Mi vida, p. 7.

17 Citado en Isaac Deutscher, op. cit., p. 34. Este pasaje también aparece reproducido en Pierre Broué, op. cit., p. 657.

18 A la publicación francesa de Les Éditions Rieder, Trotsky expuso serias objeciones; en primer término, por el hecho de que su autobiografía se publicaría en tres tomos, que serían vendidos por separado. Trotsky calificó de “procedimiento arbitrario” la “desmembración” que se había hecho de su trabajo, argumentando que la autobiografía de un político no es una novela o una serie por entregas. Además, cuestionó del trabajo del traductor que se hubiera atribuido el derecho de agregar, de forma inconsulta, abundantes notas explicativas y comentarios personales que a veces contradecían al autor. Consideraba que las notas al primer volumen eran en su mayor parte “completamente superfluas”, además de incluir información errónea, sobre todo las del segundo y tercer tomo. Por estas razones, Trotsky decidió llevar el asunto a los tribunales de Francia, donde fue representado por su abogado Gérard Rosenthal, a fin de que la edición fuera embargada. Las observaciones y comentarios agrios de Trotsky a las anotaciones de Parijanine pueden leerse en el capítulo “Un procès littèraire” del libro de Rosenthal, Avocat de Trotsky. En éste se publica la siguiente nota de Trotsky dirigida a sus lectores:

“Estoy obligado a dirigirme a los lectores de mi libro (Mi vida) siguiendo el consejo insistente de no leer (¿utilizar? ¿tener en cuenta?) las numerosas notas que acompañan el texto en contra de mi voluntad. Estas notas son, con muy pocas excepciones, totalmente erróneas y ridículas. Desfiguran el texto y lo rebajan a un nivel lamentable.

Me dirijo simultáneamente a la justicia para recuperar la libertad de presentar al lector francés mi libro tal cual yo lo escribí…” (Citado en Gérard Rosenthal, Avocat de Trotsky, París, Éditions Robert Laffont, 1975, p.112).

Finalmente, las ediciones Rieder accedieron a suprimir las notas del segundo y tercer tomo. Con ello desapareció la causa del litigio. No obstante, el tribunal francés no falló a favor del embargo de los ejemplares del primer tomo que ya estaban en circulación, fallo judicial que Trotsky calificó de “derrota”.

19 Véase Isaac Deutscher, op. cit., p. 34.

20 León Trotsky, op. cit., p. 9.

21 Véase Baruch Knei-Paz, The social and political thought of Leon Trotsky, Oxford, Oxford University Press, 1979, p. 520.

22 León Trotsky, op. cit. p. 243.

23 La primera edición fue publicada en alemán: Mein Leben: Versuch einer Autobiographie (Berlín, S. Fischer Verlag, 1929). Al año siguiente, se divulgó en varios idiomas: la versión en ruso comprendió dos tomos: Moia Zhizn: Opyt autobiografii (Berlín, Granit, 1930); en Francia se publicó en tres tomos: Ma Vie: Essai autobiographique (Paris, Rieder, 1930); en lengua inglesa tuvo dos ediciones: My Life: An Attempt at an Autobiography (Nueva York, Charles Scribner’s Sons, 1930) y My Life: The Rise and Fall of a Dictator (Londres, Thornton Butterworth, 1930); la traducción al español de Wenceslao Roces se hizo a partir del texto alemán: Mi vida: Ensayo autobiográfico (Madrid, Cenit, 1930).

24 Una muestra a nivel publicitario correspondió a la editorial Charles Scribner’s Sons de Nueva York que publicó el siguiente aviso en la primavera de 1930:

“La asombrosa historia de vida de un revolucionario eterno, exjefe del ejército de Rusia soviética y líder junto con Lenin en el levantamiento que derribó un imperio y dejó sorprendido al mundo. Emil Ludwig dice de él: ‘Un gran escritor ha expuesto aquí su fantástica vida de tal manera que hace que me pregunte por qué las gentes continúan leyendo novelas o las escriben incluso. El libro comienza como Hamsun, y termina como un tercer acto.’”

25 Citado en Gérard Rosenthal, op. cit., p. 90. También Alfred Rosmer hace referencia al título que Trotsky había querido darle a sus memorias. Véase Alfred Rosmer, “Introduction”, en Léon Trotsky, Ma vie, París, Gallimard, 1970, p. 7.

26 Léon Trotsky, “Lettre à Pfemfert” 5 octobre 1929, en Les Oeuvres, Marxists Internet Archive (Consulta: 10 de junio de 2012). <http://www.marxists.org/francais/tr...>

27 A modo de ejemplo, en abril de 1930 se publicó en el magazín de La Nación de Buenos Aires un primer adelanto bajo el título de “Mi vida. Capítulo I: Aclaración preliminar”. Éste incluye algunos párrafos del prólogo, pero el conjunto del texto es diferente. Aquí Trotsky comienza manifestando que acerca de su vida han circulado leyendas en varios países; informa sobre algunos de estos relatos y aclara que son fruto de la imaginación.

Es rotundo cuando afirma que no por el hecho de hallarse en la emigración forzosa se considera un derrotado y, del mismo modo, asegura que no le invade el desánimo en las circunstancias que vive. Y declara:

“Los exploradores que quieren alcanzar las cimas vírgenes de los Alpes no lo consiguen al primer ensayo, sino que han de intentarlo una y otra vez hasta abrir la senda. Y la empresa en cuya solución estoy empeñado es inconmensurablemente más difícil.” (León Trotzki, art. cit., p. 5).

28 Isaac Deutscher, op. cit., p. 216.

29 Emil Ludwig, Tres dictadores: Hitler, Mussolini y Stalin. Y un cuarto: Prusia, Barcelona, Acantilado, 2011, p. 111.

30 François Mauriac, “Memoria interior”, en André Malraux et al., El verdadero Trotsky, México, Extemporáneos, 1975, p. 248.