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Boletín Nº 12 (julio/agosto 2009)

El "trotskismo" y el Partido Socialista Obrero y Campesino

El "trotskismo" y el Partido Socialista Obrero y Campesino

León Trotsky

25 de julio de 1939

Traducción especial para este boletín de Rossana Cortez “Le ‘trotskysme’ et le Parti Socialiste Ouvrier et Paysan” (PSOP), Œuvres N.° 21, abril-septiembre de 1939, París, Publication de L’Institut León Trotsky, 1979, p. 267-291. Las notas fueron preparadas para esta edición, salvo las que tengan aclaración en contrario.

 

“Pretensiones de hegemonía”–“Métodos fraccionales”–Organización de “células”–“Comandado desde el exterior”-Un ejemplo de tono de “camaradería”–El bolchevismo y las fracciones–La disciplina de la acción–La fracción Pivert–La IV Internacional y las fracciones–La táctica verificada sobre un problema concreto–El Partido-Jefe–Solamente el bolchevismo ha formado un partido revolucionario–Rosa Luxemburgo–El trotskismo en 1904–Promesas “libertarias”–Exigencia unilateral–Ruptura con la socialdemocracia–La francmasonería–El social-pacifismo–Sneevliet–El POUM–Los “resultados prácticos”–La reacción y el “trotskismo”–La fuerza interna de la IV Internacional–Los criterios de un diletante–Nuestra sección en Estados Unidos–En Bélgica–Una voz desde Saigón–En Inglaterra y Francia–El “dogma”–Sombras chinescas–Por la hegemonía del pensamiento científico–Bolchevismo o menchevismo–El programa de la IV Internacional

Con vivo interés he abierto el periódico del Partido Socialista Obrero y Campesino[1] del 9 de junio de 1930 que contiene un artículo de Marceau Pivert[2]: El PSOP y el “trotskismo”. Suponía que Pivert se había decidido al fin a analizar concretamente las divergencias que lo separan de la IV Internacional. Pero, desde las primeras líneas, leí decepcionado: Pivert ni siquiera trata de ubicarse en el terreno de la teoría marxista y de la política de clase. Toda su crítica al “trotskismo” permanece en el plano de la psicología, de la moralidad y de las recetas de buen tono.
Pivert elude manifiestamente una discusión seria sobre las cuestiones fundamentales del movimiento obrero. Voy a esforzarme en demostrarlo, analizando pacientemente las ideas, incluso los menores matices de idea que se encuentran en el artículo-programa de Pivert.

“Pretensiones de hegemonía”

Pivert acepta colaborar con el “trotskismo”, pero con la condición de que este último abandone sus “pretensiones de hegemonía” e inicie un camino de “una colaboración segura entre todos los elementos que han roto valientemente con el social-patriotismo y el nacional-comunismo”. El hecho de oponer colaboración a las “pretensiones de hegemonía” enseguida genera desconfianza. La afluencia de diversas tendencias en un solo partido supone indudablemente la confianza de poder convencerse o esclarecerse unos a otros. En caso de divergencias, cada tendencia, que tiene fe en sus concepciones, busca obtener la mayoría: en esto reside precisamente el mecanismo de la democracia del partido ¿Qué otra hegemonía puede existir en un partido democrático por fuera de la conquista de la mayoría de las ideas que se defienden? En el último congreso del PSOP, ¿Pivert y sus amigos no se esforzaron por quedarse con la mayoría? ¿No se quedaron con ella? De este modo, ¿no establecieron su “hegemonía” en el partido? ¿Podemos reprocharle esto? La argumentación de Pivert muestra que él juzga que la “hegemonía” de su tendencia está de acuerdo con la regla y con la ley, pero que los esfuerzos de la otra tendencia para asegurarse la mayoría transgreden la regla, son un crimen, y peor aún: un crimen del trotskismo ¿En dónde está, entonces, la democracia?

“Métodos fraccionales”

Decretando así que él tiene el monopolio de la “hegemonía” en el partido, Pivert exige que los trotskistas “abandonen sus métodos fraccionales”. Esta exigencia, que se reitera varias veces, es muy inoportuna en la pluma de un hombre político, que subraya insistentemente el carácter democrático de su organización. ¿Qué es una fracción? Una asociación momentánea, no estatutaria, dentro del partido, de partidarios de una misma tendencia en vías de convencer a este último de la justeza de sus concepciones. El nacimiento de una fracción puede volverse inevitable, incluso en el seno del partido que tenga la mayor madurez y cohesión, por la extensión de la influencia de este a nuevas capas sociales, por la aparición de nuevos problemas, por un cambio radical de la coyuntura, por errores de dirección, etc. Visto bajo el ángulo del monolitismo, la lucha fraccional es un “mal”; pero es un mal inevitable y en todo caso, incomparablemente menor que la prohibición de las fracciones. Por cierto, frecuentemente, sobre todo en los partidos jóvenes, se ven intentos de formar fracciones sin bases de principios, intentos que se deben a una falta de madurez política, a la ambición personal, al arribismo, etc. En estos diferentes casos, la tarea de la dirección del partido consiste en denunciar tales emprendimientos y desacreditarlos ante los ojos del partido, sin recurrir a medidas policiales. Sólo de esta manera se puede suscitar una fidelidad profunda al partido, cuando los conflictos momentáneos, incluso muy serios, no ponen en peligro su unidad. La existencia de fracciones entraña fatalmente fricciones y pérdidas de energía, pero este es el precio de la democracia interna del partido. Una dirección que tenga habilidad y autoridad se esforzará por reducir al mínimo las fricciones de las fracciones. Logrará esto con una política correcta, apoyándose en la experiencia colectiva, con una actitud leal con respecto a la oposición, con la creciente autoridad que se ejercerá, pero para nada mediante la prohibición de fracciones, lo que no hará más que envenenar la lucha y le dará una forma hipócrita. Quien prohíbe las fracciones, proscribe por eso mismo la democracia del partido y da el primer paso hacia un régimen totalitario.

Organización de las “células”

Más adelante, Pivert exige a los “trotskistas” que renuncien al “entrismo comandado desde el exterior”. El hecho mismo de esta “exigencia” se apoya en una confusión manifiesta de nociones. Pivert estima, sin ninguna duda, que todo miembro del Partido Socialista Obrero y Campesino (PSOP) tiene el deber de organizar núcleos dentro de los sindicatos para ganar la mayoría de los trabajadores. En la medida en que estos núcleos estén amenazados por la camarilla de Jouhaux[3], por espías de Stalin y de la Sûreté[4] nacional, están forzados a una existencia clandestina. El Partido Socialista Obrero y Campesino, espero, conserva en sus manos el modo de dirigir estos núcleos “desde el exterior”. Si renunciara a estos métodos de trabajo dentro de los sindicatos, dentro del partido de Blum, dentro del partido de Stalin, renunciaría por eso a la lucha por la “hegemonía” en la clase obrera, es decir, a su misión revolucionaria. Espero que no haga nada de esto ¿dónde está el desacuerdo, entonces? Pivert simplemente teme, para él y su partido, los horrores de la bolchevización por los “núcleos”, sin reflexionar para nada en el fondo del problema.
Quizás no se trate de esto, pero ¿núcleos “trotskistas” dentro del PSOP? Entonces tendríamos allí un simple eufemismo de la acusación de fraccionalismo. Sin embargo, en este caso, sería totalmente erróneo hablar de la organización de esos núcleos, porque se trata de una colaboración política concedida y de una lucha política no menos acordada entre las dos tendencias. Va de suyo que, si la lucha ideológica iba a ser reemplazada por la represión burocrática, los “trotskistas” tendrían no solamente el derecho sino también el deber de recurrir a los métodos de núcleos clandestinos. ¡A la guerra como en la guerra! Pero en esta eventualidad, la burocracia totalitaria soportaría la responsabilidad de esos grupos.

“Comandado desde el exterior”

¿Cómo tenemos que entender “comandado desde el exterior”? Aquí también Pivert no cita ni personas, ni organizaciones, ni hechos (aparentemente, cuidando el “buen tono”). Sin embargo se puede suponer que quiere decir: “comandado por Trotsky”. Muchos son los que, a falta de argumentos serios, se dedican a esta insinuación. Pero en ese caso ¿qué significa propiamente “comandado”? La burocracia stalinista comanda gracias al poder y al dinero. El aparato de Blum comanda gracias a sus lazos con la república burguesa. Los trotskistas no tienen ni dinero, ni GPU, ni lazos con la burguesía ¿de qué manera pueden “comandar”? Simplemente se trata de una cuestión de solidaridad sobre problemas fundamentales. ¿Qué vienen a hacer aquí las insinuaciones?
El empleo de la palabra “desde el exterior” no mejora la cosa. ¿Es una alusión a terceros? ¿A extranjeros? ¿En qué consiste el crimen de estos últimos? ¿En que expresan sus puntos de vista, dan sus consejos? Cuando, en un partido revolucionario, hay una lucha seria en curso, esto tiene ecos en el plano internacional. Los representantes de una u otra tendencia en los diferentes países buscan apoyarse mutuamente ¿Qué tiene eso de criminal? Al contrario, hay allí una manifestación de internacionalismo. Y no se debe fustigar a los “trotskistas”, sino más bien tomar lecciones de ellos.

Un ejemplo de tono de “camaradería”

Pivert exige también de los trotskistas que renuncien a los “medios de presión o de corrupción o de denigración sistemáticos”. ¿Qué significa “medios de presión”? El aparato del partido está en manos de Pivert, y este no es ajeno a los medios de presión de aquel. La Oposición no tiene nada, fuera de sus ideas. ¿Pivert quiere decir presión ideológica? La palabra “corrupción” tiene un sentido muy preciso en el lenguaje político: venalidad, arribismo, etc. Pienso que la IV Internacional es la última de las organizaciones a la que se pueden hacer esos reproches. Queda la “denigración sistemática”. La experiencia demuestra que cuando a las concepciones de un militante les falta claridad, él acepta menos las críticas, más injurioso le parece el argumento decisivo. El exceso de sensibilidad expresa una falta de seguridad en sí mismo. En su calidad de líder del partido, Pivert debería dar el ejemplo de una “colaboración segura”, mientras que se permite hablar de “corrupción”. Queremos creer que la pluma de Pivert tuvo un lapsus en el mal sentido y que encontrará la ocasión de corregirse a sí mismo.

El bolchevismo y las fracciones

Mientras niega a la oposición el derecho de combatir para conquistar la mayoría (la “hegemonía”) del partido y prohíbe por eso las fracciones, es decir, despreciando los principios elementales de la democracia interna, Pivert tiene la imprudencia de oponer la democracia del PSOP al centralismo bolchevique. Oposición temeraria. Toda la historia del bolchevismo ha sido la de un libre combate de tendencias y fracciones. Los diferentes períodos del bolchevismo vieron la lucha de los partidarios del boicot (a las elecciones de la Duma) y sus adversarios, de los partidarios del llamado (de los diputados), de los partidarios del ultimátum (al gobierno provisional), de los partidarios y adversarios de la insurrección de Octubre, partidarios y adversarios de la paz de Brest-Litovsk[5], de los comunistas de izquierda, partidarios y adversarios de una política oficial de guerra[6], etc. Nunca estuvo en el ánimo del Comité Central bolchevique exigir a sus adversarios a que “renuncien a los métodos propios de las fracciones”, si estos estimaban que su política era incorrecta. La tolerancia y la lealtad con respecto a la oposición ha sido uno de los rasgos más característicos de la dirección leninista.
El partido bolchevique, es verdad, prohibió las fracciones en el X Congreso (1921), en un momento de peligro mortal. Se puede discutir la cuestión de saber si esto fue correcto o no. El curso posterior de la evolución ha demostrado, en todo caso, que esa prohibición ha sido uno de los puntos de partida de la degeneración del partido. La burocracia se ha apresurado en crear un espanto de la idea de “fracción” para no permitir al partido ni pensar ni respirar. Es así como se ha formado el régimen totalitario que ha asesinado al bolchevismo. ¿No es singular que Pivert, que gusta hablar de democracia, de libre crítica, etc., no tome prestado del bolchevismo juvenil su democracia viva, actuante y creadora, sino que tome prestado al bolchevismo decadente
[7] su temor burocrático ante las fracciones?

La disciplina de la acción

La disciplina de la acción es el correctivo de la lucha de fracciones. El partido no es un club, sino una asociación de combate. Si Pivert pedía que los “trotskistas” desobedezcan la disciplina de la acción, el argumento sería serio. Pero Pivert no lo pide, lo que quiere decir que no es nada de eso.

La fracción Pivert

Exigir “el abandono de los métodos fraccionales” es tanto menos admisible cuanto que el propio Pivert, que detenta la “hegemonía”, tiene, sin ninguna duda, su fracción, sus asambleas secretas (sobre todo para combatir al trotskismo), etc. La diferencia reside solamente en que el “trotskismo” aseste sus golpes a la derecha, y que Pivert haga los suyos a la izquierda.

La IV Internacional y las fracciones

En contradicción absoluta con la realidad, Pivert ve en el régimen de la IV Internacional un régimen de monolitismo y de obediencia ciega. Difícilmente pueda imaginarse una caricatura más fantasiosa y con tan poca buena fe. La IV Internacional nunca ha prohibido las fracciones y no se dispone a hacerlo. En nuestro medio, ha habido y hay fracciones. El debate siempre se refiere al contenido de las ideas de cada fracción, y no a su derecho de existencia. Desde el punto de vista de las concepciones bolcheviques sobre la democracia del partido, me parecería más escandaloso acusar a un adversario, que forma parte de la minoría, de emplear métodos “fraccionales” en lugar de entrar en una discusión con él hasta el final. Si las divergencias son profundas, los métodos propios de las fracciones estarán justificados. Si las divergencias no son serias, el adversario perderá crédito. La lucha de fracción puede tener como efecto un acuerdo de principios más claro, o una escisión.
Nadie ha encontrado otras salidas, haciendo abstracción del régimen totalitario.

La táctica verificada sobre un problema concreto

Con respecto a la adhesión al Partido Socialista Obrero y Campesino, el “monolitismo” o la “sumisión ciega” era lo que menos pudo descubrir en el ambiente trotskista. Nuestros camaradas franceses discutieron apasionadamente durante mucho tiempo esta cuestión, y finalmente se dividieron. ¿Cuál fue mi actitud respecto a este problema? Lo confieso francamente: estuve vacilante. Algunos meses antes, en una carta personal, me había pronunciado en un sentido más bien negativo. Eso no impidió que un grupo influyente de camaradas franceses, que dirigía Rous[8], adhiriera al Partido Socialista Obrero y Campesino. Según creo, tenían razón.
Una parte de nuestra sección francesa demostró manifiestamente, en el plano de la organización, un espíritu conservador y sectario. Hubiera sido sorprendente que en el seno de la extrema izquierda, expuesta a persecuciones, tales tendencias no asomaran en las actuales condiciones políticas. Que la IV Internacional combate el sectarismo, por otra parte con un éxito que se va acentuando, es lo que muestran hechos indiscutibles. La escisión es evidentemente un episodio lamentable, pero no es más que un episodio. Si el PSOP va a desarrollarse en sentido revolucionario (y lo deseamos de todo corazón) atraerá hacia sus filas al grupo escisionista de “trotskistas”. Si, por la presión de la burguesía, de los social-patriotas, de los stalinistas, este partido se dedica a echar a los “trotskistas”, la unidad se reconstituirá por fuera de él.

El “Partido-jefe”

Generalizando sus concepciones del partido, Pivert escribe: “… A la concepción de un Partido-jefe, suerte de estado mayor centralizado, que prepara, en el secreto de las conspiraciones, la acción revolucionaria, preferimos la concepción de un partido ampliamente abierto en el movimiento real de las masas y procurando a la vanguardia revolucionaria todas las posibilidades de contacto directo con las más amplias capas del proletariado obrero y campesino”. Como de costumbre, Pivert se atrinchera en abstracciones y en nebulosas circunlocuciones ¿De qué “partido-jefe” se trata? ¿Del viejo partido bolchevique? Si es este ¿por qué no lo dice francamente? ¿Podemos educar a los trabajadores con alusiones veladas? Además, en el fondo, estas alusiones son falsas. La historia no conoce partido que, con una profunda democracia interna, haya estado caracterizado, como el partido bolchevique, por semejante habilidad, semejante audacia y semejante flexibilidad en la manera de abordar a las masas. Pivert no hace más que prometer establecer el contacto con “las más amplias capas”, mientras que el partido bolchevique, agrupó a millones de trabajadores para llevarlos a la victoria. A propósito ¿a qué conspiraciones secretas alude Pivert en términos tan despreciativos? ¿No es a la preparación de la insurrección de Octubre? Pero entonces, no hace otra cosa que repetir lo que los liberales, mencheviques y socialistas revolucionarios han dicho siempre.

Sólo el bolchevismo ha formado un partido revolucionario

Los puntos de vista en materia de organización, evidentemente, no tienen carácter propio. Pero en ellos, y solamente en ellos, se refleja a fondo la posición que se adopta con respecto al programa y a la táctica. Para los diletantes de la ex revista Masses[9] y sus equivalentes, las cuestiones de organización se reducen a defender su “hegemonía” en una minúscula revista y a cuidarse de las críticas desagradables: no van más allá. La organización de la socialdemocracia fue y sigue siendo totalmente apropiada para las tareas electorales. Hasta el momento, sólo el bolchevismo ha sabido encontrar las formas de organización que exige la lucha revolucionaria por el poder. Dar la espalda al bolchevismo entregándose a generalidades, sin tener tras de sí ninguna otra experiencia revolucionaria, es una manera de actuar inadmisible, irreflexiva e indigna de sí. Así no educarán a los trabajadores.

Rosa Luxemburgo

En apoyo a sus opiniones sobre las cuestiones de organización (o más exactamente: en ausencia de opiniones de este tipo), Pivert cita, por supuesto, a Luxemburgo. Pero esto no nos hace avanzar mucho. Hay mucho que aprender de Rosa; pero sus concepciones en materia de organización eran el punto más débil de su posición, porque en ellas se resumían sus errores en el terreno político y teórico. En Alemania, Rosa no logró crear un partido o una fracción revolucionaria, y esa fue una de las causas del fracaso de la revolución de 1918-1919 (ver sobre este tema: Walter Held en Unser Wort[10]). En cuanto al partido polaco de Rosa Luxemburgo, por efecto de los acontecimientos revolucionarios, tuvo que organizarse sobre el modelo bolchevique. Estos son los puntos de la historia que tienen mucha más importancia que las citas.

El trotskismo en 1904

En 1904, escribí un folleto, Nuestras tareas políticas[11] que, en el plano de la organización, desarrollaba puntos de vista muy próximos a los de Rosa Luxemburgo (Souvarine[12] cita complaciente este folleto en su biografía de Stalin). Sin embargo, toda mi experiencia posterior me ha demostrado que, en esta cuestión, Lenin tenía razón contra Rosa Luxemburgo y contra mí. Marceau Pivert opone el “trotskismo” de 1939 al trotskismo de 1904. Pero desde esta época, nada más que en Rusia, hubo tres revoluciones ¿Será posible que en el curso de treinta y cinco años no hayamos aprendido nada?

Promesas “libertarias”

Para presentar su democratismo con una apariencia más favorable, Pivert promete que su “método de construcción del socialismo no será autoritario, sino libertario”. No podemos evitar sonreír, no sin un dejo amargo, ante esta frase pomposa y nebulosa. La expresión socialismo libertario ¿tiene el sentido de anarquía, es decir, de repudio a la dictadura del proletariado? Ahora bien, Pivert se dice marxista, y no proudhoniano o bakuninista[13]. Por su naturaleza, la dictadura del proletariado es “autoritaria”, si no, no sería una dictadura. Por supuesto, existen límites al “autoritarismo”, dicho de otro modo, diferentes regímenes internos de la dictadura. Si Pivert quiere decir que buscará obtener que los soviets, como órganos de la dictadura, conserven la más amplia democracia interna posible, no hace más que retomar un principio por el que los “trotskistas” combaten desde 1923. Sin embargo, para que su promesa suene más convincente, Pivert habría hecho mejor en no pisotear inmediatamente la democracia interna del partido a la manera de L. Blum y de P. Faure[14], al negarle a la minoría los más legítimos derechos, al prohibir las fracciones de oposicionistas y al conservar el “monopolio” para su fracción; en otros términos, hubiera sido necesario instalar aunque sea una décima parte de la democracia que caracterizaba al partido bolchevique en la clandestinidad bajo el zarismo y en los primeros años del régimen soviético. En tanto no sea así, las promesas de bienes “libertarios” en un futuro indeterminado no tienen gran valor. Un poco hacen acordar a una recompensa en el más allá para los sufrimientos de aquí.
Estas son las opiniones de Pivert en materia de organización. Significan prácticamente la ruptura con la democracia del partido y el reemplazo del centralismo democrático por el centralismo burocrático, es decir, por la hegemonía del aparato sobre la de las ideas. Veremos pronto que en lo que concierne a la doctrina, el programa y la política, las cosas no van mejor.

Exigencia unilateral

Pivert exige, como ya sabemos, una colaboración “confiable” con todos los elementos que han roto “valientemente” con el social-patriotismo y el nacional-comunismo. En principio, estamos dispuestos a aceptar esta exigencia. Desgraciadamente, el propio Pivert la ataca de manera evidente. El bolchevismo ha roto con todas las formas de patriotismo un cuarto de siglo antes que el Partido Socialista Obrero y Campesino. Ahora bien, Pivert no manifiesta para nada una “colaboración confiable” con respecto al bolchevismo. Los trotskistas, que han dado muestras del carácter revolucionario de su internacionalismo con una larga lista de innumerables sacrificios, están obligados a creer en Pivert; pero Pivert no está para nada obligado a creer en los trotskistas. Pivert tiene como regla: confianza en la derecha y represión a la izquierda. Ahora bien, esto es también lo que hace León Blum, pero con unos grados más avanzados.

Ruptura con la socialdemocracia

El internacionalismo es, indudablemente, la condición necesaria de la colaboración. Nuestros camaradas franceses se han tomado en serio la ruptura del Partido Socialista Obrero y Campesino con el partido socialdemócrata de Blum, sino no habrían adherido al PSOP. Pero presentar las cosas como si el hecho de separarse de un partido corrupto resolviese automáticamente todos los problemas no es correcto. Después de la ruptura, hay que elaborar un programa revolucionario, definir amigos y enemigos sin cometer errores. La dirección del Partido Socialista Obrero y Campesino no lo hace: todavía está lejos de haber cortado su antiguo cordón umbilical.

La francmasonería

Lo malo es que los líderes del Partido Socialista Obrero y Campesino no han roto “valientemente” con el social-patriotismo, porque no han roto con la francmasonería, ese reservorio de primer orden del patriotismo imperialista. En estos días, he recibido un excelente folleto de Pierre Bailly[15], Sí, la masonería es un peligro. Después de haber arrojado una confusión psicológica y filosófica que no tiene el menor valor, porque a lo largo de su evolución, la masonería no ha contribuido ni a la ciencia ni a la filosofía, el autor aborda la cuestión en términos marxistas, es decir, desde el punto de vista social. Basándose en documentos propios de la masonería, demuestra su rol imperialista, reaccionario y desmoralizante.
El folleto de Bailly es, dicho sea al pasar, la mejor prueba de que, a diferencia de todos los otros grupos y fracciones, nuestros camaradas saben abordar los problemas importantes como revolucionarios proletarios. Incluso el simple hecho de que el folleto sentimentaloide burgués y vacío de Nicolitch esté muy bien editado
[16], mientras que la obra seria de Bailly esté impresa con esténcil, es una buena ilustración de la condición social de las ideas centristas y de las ideas revolucionarias.

El social-pacifismo

No, Pivert no ha roto para nada “valientemente” con el social-patriotismo y su variante, el social-pacifismo, si no, no habría hecho una alianza en contra nuestro con Maxton, el líder del Independent Labor Party[17]. Entre el marxismo revolucionario y el pacifismo imperialista de Maxton, hay un abismo. Fenner Brockway[18] está un poco más a la izquierda que Maxton, pero como lo prueba toda la historia del ILP, Maxton, en todas las situaciones críticas, amenaza con dimitir y Fenner Brockway se pone de rodillas ante él[19]. Se puede cerrar los ojos ante esto. Pero los hechos permanecen. Que Pivert quiera explicar a los obreros lo que lo liga a Maxton contra la IV Internacional. “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

Sneevliet[20]

Pivert camina de la mano con Sneevliet quien, estos últimos años, construyó toda su política de manera de no molestar –¡Dios nos libre y nos guarde!- al gobierno holandés y a no privar la organización sindical sectaria[21] de los subsidios del Estado. Pedimos decenas de veces que el partido de Sneevliet organice una plataforma, con el fin de que él, en su calidad de diputado, pueda levantar consignas de combate, y que la agitación en las masas se haga en un espíritu revolucionario. Sneevliet declinó sistemáticamente la oferta para no romper con el gobierno conservador. En qué “tono” este demócrata le habló a los jóvenes camaradas, es mejor no recordarlo. Cuando la conferencia de la IV Internacional finalmente se aprestó a plantear claramente la cuestión de la sección holandesa, Sneevliet dejó nuestra organización y por supuesto, se quejó de nuestros malos “métodos”. Evidentemente son preferibles los de Pivert: al mismo tiempo que este omite deliberadamente la política capituladora de Sneevliet, fulmina a los trotskistas.

El POUM

Pivert se esfuerza en defender la memoria de Andrés Nin contra odiosas calumnias, y por supuesto, eso está muy bien. Pero cuando presenta la política de Nin como un ejemplo revolucionario, esto no se puede calificar de otra manera que como un crimen hacia el proletariado. En plena guerra revolucionaria entre las clases, Nin entró en un gobierno burgués cuyo objetivo era abolir los comités obreros, pilares del gobierno proletario[22]. Después de esto, en vez de reconocer la magnitud del error cometido, el partido de Nin reclamó el regreso a la coalición con la burguesía ¿Pivert se atreverá a discutirlo? No son las palabras las que deciden, sino los hechos. La política del POUM está caracterizada por su capitulación ante la burguesía en todos los momentos críticos, y no por tal o cual cita de discursos o artículos de Nin. De una manera general, no podría haber mayor crimen que el de aliarse con la burguesía en tiempos de revolución socialista.
En lugar de denunciar despiadadamente esta política nefasta, Pivert reproduce para justificar los artículos de Kurt Landau. Como Nin, Landau cayó, víctima de la GPU
[23]. Pero la más calurosa compasión por las víctimas de los verdugos stalinistas no libera de la obligación de decir la verdad a los trabajadores. Landau, tanto como Nin, ha sido una variedad de menchevismo de izquierda, un discípulo de Martov[24], y no de Lenin. Al apoyar los errores de Nin y no la crítica que hacemos, Landau, como Victor Serge[25], como Sneevliet, como Pivert, han desempeñado un triste papel con respecto a la revolución española. En el seno del POUM, la Oposición de Izquierda (José Rebull y sus amigos[26]) levanta cabeza. El deber de los marxistas es plantear la crítica a fondo. Ahora bien, Pivert sostiene a los peores conservadores del POUM del tipo Gorkin[27]. No, ¡Pivert no ha sacado conclusiones de su ruptura con Blum!

Los “resultados prácticos”

Con una presunción muy inoportuna, Pivert declara que los “resultados prácticos” obtenidos por el trotskismo son demasiado insignificantes para llevarlo a cambiar su manera de pensar. Sin embargo, ¿de qué manera, en esta época de reacción general, un partido revolucionario puede convertirse en un partido de masas? Hoy, a causa de la bancarrota demostrada por las dos viejas internacionales, la situación está en tren de evolucionar favorablemente para los revolucionarios. Uno de los signos anunciadores: el Partido Socialista Obrero y Campesino se ha separado del partido de Blum. Desde un amplio punto de vista histórico, el Partido Socialista Obrero y Campesino no es más que un subproducto del trotskismo ¿Pivert estima que ese “resultado” también es insignificante?

La reacción y el “trotskismo”

El hecho de que los stalinistas, al igual que la policía burguesa, denominen trotskismo a toda tendencia de izquierda, muestra bien que todas las fuerzas de la reacción mundial se han dirigido, al fin de cuentas, contra la IV Internacional.
La GPU tiene un número considerable de agentes, por un lado para la vigilancia, la fabricación de hechos y los asesinatos y por otro lado, para los conflictos y las escisiones que quiere causar en nuestras filas. No hubo en toda la historia un movimiento político tan perseguido como el nuestro. La reacción comprende muy bien que el peligro es la IV Internacional. Sólo por el efecto de su crítica intransigente y su propaganda, los centristas comienzan a moverse, los centristas de izquierda a separarse de los de derecha, los derechistas a separarse de los social patriotas confesos. Hace algunos años, Pivert ha dicho muy correctamente que la lucha contra el trotskismo era un índice cierto de la reacción. Sin embargo, es una pena que la propia reacción lo arrastre a sí mismo a sus filas.

La fuerza interna de la IV Internacional

La organización internacional de Brandler, Lovestone[28] y consortes, que parecía mucho más fuerte que la nuestra se redujo a polvo. La alianza de Walcher[29], del Partido Obrero Noruego (DNA) y del propio Pivert se hizo pedazos. El Buró de Londres[30] está acabado. Pero la IV Internacional, a pesar de sus dificultades y de sus crisis, está en pleno crecimiento: tiene organizaciones en varias decenas de países; llegó a convocar en condiciones críticas, bajo el terror de la GPU (asesinato de Klement[31]), un congreso internacional y a poner a punto un programa al que, hasta el momento, nadie pudo oponer otro de igual valor. Que Pivert trate de citar publicaciones marxistas que, por su nivel teórico, puedan ser comparadas con New International, Clave, Unser Wort[32] y otros órganos de la IV Internacional.
Todos los agrupamientos de izquierda que gravitan alrededor del Buró de Londres no son más que fragmentos dispersos del pasado, sin programa común, afligidos por las viejas manías y por enfermedades incurables. La IV Internacional se desarrolla como organización agrupando nuevos elementos, frescos y dispuestos, sobre la base de un programa común basado en toda la experiencia del pasado, y constantemente revisado y afinado. Para seleccionar sus cuadros, la IV Internacional tiene inmensas ventajas sobre la III. Estas se derivan, precisamente, de las condiciones extremadamente difíciles de la lucha bajo la reacción. La III Internacional se formó rápidamente, porque muchos “elementos de izquierda” adhirieron espontáneamente a la revolución victoriosa. La IV Internacional reúne sus efectivos bajo los reiterados golpes de las derrotas y las persecuciones. El lazo ideológico tejido en semejantes condiciones es singularmente más sólido. Pero el ritmo del crecimiento, al menos en el primer período, es forzosamente lento.

Los criterios de un diletante

Victor Serge proclama: “Uno no puede construir a su gusto una Internacional digna de ese nombre”. ¡Qué frase llena de vanidad y al mismo tiempo, vacía de sentido! Se supone que Serge tiene en el bolsillo todas las medidas de una Internacional, como para un pantalón. Pero un partido nacional “digno de ese nombre”, uno puede construirlo “a su gusto”. Por ejemplo, ¿el Partido Socialista Obrero y Campesino corresponde a las medidas de Serge? Las personas que abordan el tema con criterios tan superficiales muestran simplemente que, para ellas, una Internacional es una institución victoriosa y fastuosa, una suerte de templo. Cuando el suntuoso edificio esté terminado (¿para qué?, ¿cómo?), entonces pasarán bajo sus arcos. Nosotros vemos la cuestión de otra manera. Para nosotros, la Internacional es un instrumento del que necesita el proletariado, como también necesita un partido nacional. Hay que crear ese instrumento, mejorarlo, afinarlo. Esto es lo que hacemos nosotros. No esperamos que alguien lo haga por nosotros. Invitamos a todos los revolucionarios a meter mano en esta obra a partir de ahora, inmediatamente, sin perder un minuto. Cuando la IV Internacional se vuelva “digna de ese nombre” para los señores literatos, diletantes, escépticos, no será difícil adherir a ella. Entonces Victor Serge (él u otro) escribirá un libro en el que demostrará (¡con lirismo y lágrimas en los ojos!) que la época más bella y la más heroica de la IV Internacional ha sido aquella en la que, sin fuerzas y sin recursos, peleaba contra innumerables enemigos, incluidos los escépticos pequeño burgueses.

Nuestra sección en Estados Unidos

Que Pivert no se apresure a sacar conclusiones. El Partido Socialista Obrero y Campesino todavía está muy lejos de ser un partido de masas y no tuvo tiempo de demostrar su fuerza de resistencia a la presión del imperialismo. Por otra parte, algunas de nuestras secciones han demostrado no solamente su vitalidad, sino también que empezaban a entrar en la arena de la lucha de clases. En el país capitalista más poderoso, en Estados Unidos, el Socialist Workers Party está por transformarse, de una asociación propagandística como lo fue durante años, en un arma de combate de la política obrera. La sección norteamericana de la IV Internacional tomó la delantera de la lucha contra el fascismo y contra la guerra. El principal agitador fascista, el Padre Coughlin, tuvo que dedicarse, en uno de sus discursos radiofónicos, a nuestra sección norteamericana y a la lucha que ella lleva adelante para crear un movimiento de autodefensa obrera. El SWP combate activamente en los sindicatos, publica un excelente periódico que aparece dos veces por semana, una importante revista mensual, un periódico para la juventud (bimensual) y acude a ayudar activamente, en el plano ideológico y material, a las demás secciones.

En Bélgica

Nuestra sección belga, cuyos efectivos son casi todos proletarios, obtuvo cerca de 7.000 votos en las elecciones[33]. En la atmósfera de reacción y de chauvinismo que castiga, cada uno de estos sufragios vale por centenas de votos otorgados a los partidos reformistas. Que Pivert no se apure a sacar conclusiones. Que lea atentamente la declaración de nuestros camaradas belgas en Flénu. En lugar de buscar anudar lazos con el Partido Socialista Revolucionario de Bélgica, Pivert le pone la oreja a los sectarios y a los quebrados. Seguramente no son Vereeken[34], flanqueado por Sneevliet y Victor Serge, quienes abrirán el camino que lleva a las masas.

Una voz de Saigón

Con respecto a las elecciones a la Asamblea territorial de la colonia que tuvieron lugar el pasado 30 de abril, me han escrito de Saigón: “A pesar de la vergonzosa coalición de los burgueses de todo pelaje con los stalinistas, hemos obtenido una victoria brillante. Esta fue tanto más difícil cuanto que la conciencia de los electores había sido perturbada durante meses por la confusa propaganda del grupo centrista Octubre […] Fuimos al combate con la bandera de la IV Internacional totalmente desplegada […] Hoy más que nunca -continúa la carta- entendemos el alcance no solamente del programa de la IV Internacional, sino también de la lucha de 1925, 1926, 1927 y 1928 contra la teoría y la práctica del socialismo en un solo país, de la lucha contra la Liga Antiimperialista[35] y otros comités de adorno, como los de Amsterdam, de Pleyel[36], etcétera.”
Esta voz de los obreros revolucionarios de Saigón tiene mucha más importancia que la voz de todos los Buró de Londres y de los pseudo “centros marxistas”. Los trabajadores de vanguardia de un país oprimido se unen a la Internacional perseguida. La experiencia de su propia lucha le hizo comprender lo que significa nuestro programa y sabrán defenderla. Su declaración, a saber, que los trabajadores de vanguardia de Saigón han entendido el sentido de la lucha que la Oposición de Izquierda ha llevado adelante de 1925 a 1928, es muy preciada y muy significativa. Solamente la continuidad de las ideas crea la tradición revolucionaria, sin la cual un partido político es tan inestable como una veleta.

En Inglaterra y en Francia

En los viejos países colonialistas, como Inglaterra y Francia, la burocracia obrera, directamente interesada en la ganancia colonial, es más poderosa y más conservadora que en cualquier otro país y le es muy difícil levantar cabeza a las masas revolucionarias. Así se explica el ritmo especialmente lento del desarrollo de las secciones de la IV Internacional en estos países. En gran medida, depende del Partido Socialista Obrero y Campesino que los revolucionarios puedan, en los meses próximos, hacer una brecha en el muro de la infamia y la traición. Pero sea cual fuera la situación desde este punto de vista, el sentido general de la evolución no deja lugar a dudas. Cuando las masas más oprimidas de Inglaterra y Francia entren en acción, no se detendrán a mitad de camino y adoptarán el programa que corresponda a la profundidad y a la agudeza de los antagonismos sociales de hoy.

El “dogma”

Pivert no puede o no quiere entender que nuestra fuerza invencible reside en nuestra continuidad teórica y nuestra intransigencia. “Trotsky no puede admitir en su organización, escribe, más que a los afiliados que acepten como un dogma (¿?), es decir, sin discusión (¿?), la referencia sistemática a los principios elaborados por los cuatro primeros congresos de la IC. Nuestra concepción de partido es totalmente diferente”. Soportando todo tipo de dudosas influencias, Pivert trata de reducir el movimiento de la IV Internacional a una sola individualidad: “Trotsky sólo admite en su organización….” Pivert no puede no saber que la Oposición de Izquierda ha reunido, desde el principio, a la flor y nata del partido bolchevique: a los revolucionarios templados en la acción clandestina, a los héroes de la guerra civil, a los mejores representantes de la joven generación, a miles y miles de marxistas cultivados que le hicieron honor a cualquier partido. Decenas de miles de “trotskistas” fueron muertos por los tormentos ¿Esto simplemente porque “Trotsky admite” o no admite? Tales banalidades se las dejamos a Brandler[37], Walcher, Lovestone[38], Sneevliet y demás cínicos de esa calaña. […] Pero regresemos al “dogma”. Las disidencias se desarrollaron en el partido bolchevique después de los cuatro primeros congresos de la Comintern, cuyas resoluciones fueron redactadas con la estrecha colaboración de los futuros dirigentes de la “oposición de izquierda”. El giro decisivo hacia el oportunismo fue sancionado por el V Congreso. Sin abandonar la tradición revolucionaria, la mayor que conoce la historia de la humanidad, sin embargo, hemos tomado los cuatro primeros congresos únicamente como punto de partida, pero no nos limitamos a ellos; hemos observado, estudiado, discutido, criticado, formulado consignas, hemos ido hacia delante. Puedo ofrecer como prueba nuestras revistas teóricas, nuestros boletines internos, decenas de libros y de folletos-programas publicados durante estos últimos quince años. ¿Puede citar Pivert una obra crítica seria de nuestros adversarios que hayamos dejado sin respuesta? ¿Pivert y sus amigos tienen conocimiento de las resoluciones de los cuatro primeros congresos de la Comintern que no habríamos sometido a la crítica? ¿En dónde están esas resoluciones?
En este mismo artículo, Pivert exige que los “trotskistas” en el PSOP “acepten sus estatutos, su estructura, sus reglas, sus decisiones de mayoría y se comprometan a aplicarlos sin reticencias”. En el fondo, esta exigencia es legítima. ¿Pero esto significa que la carta del Partido Socialista Obrero y Campesino, sus estructuras, sus estatutos, etc. son un “dogma”? ¿O bien sólo las resoluciones-programas de los cuatro primeros congresos lo son?

Sombras chinas

Pivert razona así: es necesario descubrir, desenmascarar y rechazar todos los rasgos, todas las particularidades, todos los recorridos del bolchevismo clásico a los que el stalinismo se aferró en el siguiente período. Este es un razonamiento formalista y desligado de la vida. El stalinismo no se aferró forzosamente a los peores rasgos del bolchevismo. La abnegación es una muy buena cualidad revolucionaria. Algunos de los acusados en los juicios de Moscú estuvieron guiados indiscutiblemente por un espíritu de sacrificio: dar su vida, e incluso su reputación, en nombre de la “defensa de la URSS”. ¿De esto se deriva que, en lugar de la abnegación, se debe cultivar el egoísmo? Se podría responder: es necesario desarrollar el espíritu crítico. Pero ese es un lugar común. Los bolcheviques no estaban menos animados de ese espíritu que sus censuradores de hoy. Pero las condiciones históricas objetivas son más fuertes que las condiciones subjetivas. Cuando, en un país aislado y atrasado, las nuevas capas burocráticas toman la delantera sobre la clase revolucionaria y ahogan a su vanguardia, necesariamente utilizan las fórmulas y las tradiciones del bolchevismo, las cualidades y los métodos que él les ha enseñado, introduciendo, sin embargo un contenido social contrario al suyo. Lenin, después de Marx, pensó que, en la primera fase del socialismo, los aspectos de desigualdad social siguen existiendo fatalmente. La burocracia stalinista saca argumentos de allí para justificar sus privilegios de rapiña. Por este abuso ¿hay que rechazar absolutamente la correcta idea de Marx?
A lo largo de la historia, la disciplina de la lucha de clases ha operado conversiones, mutaciones, giros de este tipo: esa fue la suerte del cristianismo, del protestantismo, de la democracia, etc. En especial, fue la de la francmasonería. Nació en el siglo XII, como reacción de la pequeño burguesía contra la mentalidad disolvente que engendraba el individualismo capitalista e intentó hacer revivir la moral idealista de la “cofradía” por oficio. En el transcurso de la lucha de clases, se convirtió en un instrumento de la gran burguesía para disciplinar a la pequeño burguesía y someterla a los objetivos que aquella se había fijado. Los principios no pueden tomarse por fuera de la realidad social, por fuera de las clases, que son sus vectores.
La crítica al bolchevismo a la que se dedica Pivert, después de Victor Serge, no contiene ni un gramo de marxismo. Al análisis materialista lo sustituye por el juego de las sombras chinas.

Por la hegemonía del pensamiento científico

Un revolucionario serio, que prevé la gravedad de las decisiones a tomar en los momentos críticos, siente intensamente la responsabilidad que le incumbe en el período preparatorio; analiza con cuidado, minuciosamente, cada hecho, cada idea, cada tendencia. Bajo este enfoque, el revolucionario se parece a un cirujano que no puede conformarse con generalidades sobre la anatomía, sino que debe conocer exactamente la disposición de los huesos, de los músculos, de los nervios, de los tendones y su contextura para no hacer un movimiento en falso con su bisturí. Un arquitecto, un médico, un químico se indignarían si se les propusiera no precisar las nociones o las fórmulas científicas, no pretender “la hegemonía” de las leyes de la mecánica, de la fisiología o de la química e inclinarse a otras maneras de pensar, aunque sean erróneas. Ahora bien, esa es precisamente la posición de Pivert. Sin entrar en la naturaleza de las divergencias de programa, repite generalidades, a saber, que ninguna tendencia “puede pretender encerrar en su seno toda la claridad”. ¿Y por qué? Porque uno debe vivir y dejar vivir a los demás. No se puede enseñar nada bueno al trabajador de vanguardia con aforismos de ese tipo: en lugar del coraje y del sentimiento de responsabilidad, están listos a engendrar la indiferencia y la postración. La IV Internacional ha iniciado la lucha contra la charlatanería y por un comportamiento científico con respecto a los problemas de la política proletaria. La pasión revolucionaria en la lucha por el socialismo es inseparable de la pasión intelectual en el combate por la verdad.

Bolchevismo o menchevismo

Pivert cree que nosotros representamos el dogmatismo y la rutina y que él representa el pensamiento crítico. En realidad, al criticar al “trotskismo”, Pivert repite las viejas fórmulas mencheviques sin agregarles ni una palabra. Ahora bien, el menchevismo también fue puesto a prueba, y fue una prueba seria. El Partido Bolchevique ha dirigido una gran revolución victoriosamente; al permanecer aislado, no pudo resistir a la presión de las fuerzas históricas hostiles. Dicho de otro modo: el bolchevismo ruso no tuvo la fuerza de sustituirse a la clase obrera mundial. En cuanto al menchevismo, no ha aportado nada a la revolución, salvo la postración y la traición. El menchevismo de izquierda representado por Martov sólo arribó a una honesta confusión y a la impotencia. La tarea histórica asignada por la revolución de Octubre no fue cumplida. Las fuerzas fundamentales que tomaron parte en la lucha siguen siendo las mismas. La elección que hay que hacer no es entre el “trotskismo” y el Partido Obrero y Campesino, sino entre el bolchevismo y el menchevismo. Estamos dispuestos a avanzar partiendo del bolchevismo. No aceptamos retroceder.

El programa de la IV Internacional

Pivert creyó necesario volver sobre los “cuatro primeros congresos” en junio de 1939, mientras que nosotros ya habíamos logrado dar un gran paso adelante. En nuestra última conferencia internacional del otoño pasado, se adoptó un programa de reivindicaciones transitorias que responde a los problemas de la época actual. ¿Pivert conoce ese programa? ¿Cuál es su posición respecto a él? Por nuestra parte, no hay nada que deseemos más que la crítica. ¡No importa en que “tono”, pero sí el contenido!
Esta es concretamente la propuesta que me permito hacer “desde afuera”: emprender inmediatamente el examen y la puesta a punto de un programa internacional del proletariado y editar una revista que, en el plano internacional, estará especialmente consagrada a la discusión de esta cuestión. Propongo que se ponga como base de esta discusión el programa de la IV Internacional: “La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional”. Pero va de suyo que nuestra internacional está dispuesta a aceptar como base de discusión otro proyecto, si es presentado ¿Pivert y sus amigos aceptarán esta propuesta? Sin ninguna duda, nos permitiría avanzar.
He analizado el artículo de Pivert con un cuidado que a algunos les parecerá redundante o cansador. Otros juzgarán que el tono es demasiado áspero. Pero creo, sin embargo, que una explicación clara, neta y detallada afirma mucho más un deseo de colaboración que equívocos diplomáticos acompañados con amenazas o insinuaciones. Quisiera que no solo reflexione Marceau Pivert, sino también Daniel Guérin[39]. Es necesario dejar de alimentarse con las fórmulas vacías de ayer. Hay que emprender la discusión del programa y la estrategia de la Nueva Internacional seria y honestamente. 



[1] Partido Socialista Obrero y Campesino, en francés Parti Socialiste Ouvrier et Paysan, PSOP por su sigla en ese idioma.

[2] Marceau Pivert (1895-1958), profesor, se había unido a la SFIO luego de la ruptura de Tours. Había sido, junto con Zyromski, el dirigente de la tendencia “unitaria” Batalla Socialista, y uno de los dirigentes de la Federación del Sena. Después de romper con Zyromski, fundó en septiembre de 1935 la Izquierda Revolucionaria de la SFIO (GR). Trotsky, en ese momento, le dirige todos los golpes que le reserva en general a los “centristas”.

[3] León Jouhaux (1870-1954). Secretario general de la CGT, la principal federación sindical de Francia, que en 1934 tenía alrededor de un millón de afiliados. Era reformista, social-patriota y practicaba la colaboración de clases.

[4] Policía francesa.

[5] La paz de Brest-Litovsk (1918) puso fin a la guerra entre la Rusia revolucionaria y la Alemania imperialista. Rusia debió conceder grandes indemnizaciones y abandonar gran parte de su territorio. Trotsky aprovechó las negociaciones, demorándolas todo lo posible, para desarrollar las posiciones revolucionarias y permitir al proletariado alemán que saliera de los vapores creados por la guerra. En las circunstancias por las que atravesaba Rusia, señaló Lenin, era imposible llevar adelante una guerra revolucionaria. La revolución necesi­taba un período de paz para consolidarse y crear sus propias fuerzas armadas. 

[6] Trotsky pasa revista a grandes rasgos al conjunto de cuestiones que dividieron a los bolcheviques entre 1906 y 1918. (Nota de la versión francesa).

[7] Destaquemos que, aunque Trotsky solamente haya indicado que “se podía discutir” sobre la justeza de la prohibición de las fracciones, da a entender aquí que el origen del “bolchevismo decadente” hay que buscarlo alrededor de la decisión de 1921. (Nota de la versión francesa).

[8] Jean Rous (1908-1985) dirigía una de las tres fracciones del GBL. En 1936 fue delegado del SI en España. El Congreso de fundación de la IV lo eligió para el Comité Ejecutivo Internacional. En 1939 se llevó a una minoría del partido francés al PSOP (Partido Socialista Obrero y Campesino). Rompió con la IV en 1940, a principios de la Segunda Guerra Mundial y se unió al Partido Socialista en 1972.

[9] Masses, inicialmente “revista mensual de acción proletaria”, luego “boletín mensual de información”, había aparecido primero de 1931 a 1934 por impulso de René Lefeuvre, con la colaboración de oposicionistas comunistas como Etchebehere, viejos trotskistas como Rosmer, Prader, el miembro del SAP Boris Goldenberg. Reapareció a partir de 1935 por impulso del equipo de Spartacus –cercano al SAP- como cobertura pública de la Izquierda Revolucionaria de la SFIO, y en 1939 cumplía el rol de “revista teórica” del PSOP. (Nota de la versión francesa).

[10] Unser Wort era el órgano de la sección alemana en el exilio. Heinz Epe, apodado Walter Held (1910-1942) había publicado allí una serie de artículos sobre la revolución alemana que iban a ser traducidos en New International. (Nota de la versión francesa).

[11] Nuestras tareas políticas fue publicado por primera vez en Ginebra en agosto de 1904. Contiene una viva polémica con Lenin y la fracción bolchevique. (Nota de la versión francesa).

[12] Boris Lifshitz, apodado Boris Souvarine (1893-1984) era un emigrado ruso que había sido uno de los pioneros del movimiento comunista en Francia y partidario de Trotsky, expulsado de la IC y del PC en 1924. Rompió con Trotsky en 1929.

[13] Un “proudhoniano” es un discípulo de Pierre Proudhon (1809-1865) y un “bakuninista”, un discípulo de Mijail Bakunin (1814-1876). Tanto uno como otro son considerados como los antecesores del anarquismo y ambos han polemizado contra Marx, en un determinado momento. (Nota de la versión francesa).

[14] León Blum era el cerebro pensante de la SFIO. Después de Tours, había sido presidente del consejo –el primer socialista- del primer gobierno de Frente Popular en 1936. Paul Faure (1878-1960), uno de los jefes de la minoría pacifista durante la guerra, había sido el dirigente del aparato de la SFIO después de Tours. (Nota de la versión francesa).

[15] Pierre Bailly (1912-1945), miembro del GBL en 1934, se quedó en fracción en la GR, luego el PSOP. Fue él quien lanzó la batalla contra la francmasonería en el seno del PSOP y era contra informante en el congreso sobre este tema. (Nota de la versión francesa).

[16] Suzanne Alamercery, casada con Nicolitch, que ejercía sobre Pivert una gran influencia, era una joven profesora. Ella había publicado este folleto en octubre de 1938 con el título Frente Popular, socialismo, francmasonería. Historia de una crisis. (Nota de la versión francesa).

[17] James Maxton, diputado de Glasgow, que era su “feudo”, era el dirigente más conservador del ILP. (Nota de la versión francesa).

[18] Archibald Fenner Brockway era el secretario general del ILP. El ILP era elemento más preciado del “buró de Londres” al que el PSOP había adherido poco después de su constitución y que era una suerte de “bestia negra” de Trotsky. (Nota de la versión francesa).

[19] Nueva alusión al congreso del ILP en 1936 en Keighton. (Nota de la versión francesa).

[20] Henricus Sneevliet (1883-1942): fundador del movimiento marxista de Indonesia y del PC Holandés, fue expulsado de la Comintern en 1929 y fundó el Partido Socialista Revolucionario. En 1933 el grupo de Sneevliet se afilió a la Oposición de Izquierda Internacional, pero rompió en 1938 cuando se formó la Cuarta Internacional. Los nazis lo ejecutaron durante la segunda Guerra Mundial.

[21] Sneevliet no solamente era el dirigente del RSAP sino también de un pequeño “sindicato rojo”, el NAS (Nacionaal Arbeids-Secretariaat). (Nota de la versión francesa).

[22] Nin había entrado como Consejero de Justicia en el Consejo de la Generalitat de Cataluña, constituido por el presidente Companys bajo la presidencia de Tarradellas –lo que era también el decreto de muerte del “poder revolucionario”, el Comité Central de las Milicias Antifascistas de Cataluña. (Nota de la versión francesa).

[23] Kurt Landau (1903-1937), ex dirigente del PC austriaco, luego de la Oposición de Izquierda, había sido uno de los organizadores de la Oposición de Izquierda en Alemania. Rompió con Trotsky y la organización internacional en 1931. Emigrado a París en 1933, se había unido al grupo organizado por André Ferrat alrededor de la revista ¿Qué hacer? En noviembre de 1936, fue a España en donde se unió al POUM y colaboró con La Batalla. Arrestado el 23 de septiembre de 1937, posteriormente “desapareció”, asesinado por la GPU. (Nota de la versión francesa).

[24] Iuli Cederbaum, apodado Martov (1873-1923), médico, había sido uno de los fundadores de la Iskra, junto con Lenin, luego líder de los mencheviques; internacionalista durante la guerra, había colaborado con Trotsky. Había emigrado después de la revolución.

[25] Victor Serge (1890-1947) Militante belga, de padres rusos, fue anarquista en su juventud, lo que le valió cinco años de cárcel. Después de la revolución fue atraído por el bolchevismo; emigró a la URSS y trabajó para la Comintern. Como militante de la Oposición, fue arrestado en 1928, posteriormente liberado, y arrestado nuevamente en 1933. Gracias a una campana de los intelectuales franceses se le puso en libertad y se le permitió abandonar la URSS en 1936. Poco después rompió con la Cuarta Internacional a raíz de sus diferencias políticas. Es autor de varios trabajos históricos importantes: El año uno de la revolución rusa, De Lenin a Stalin, Memorias de un revolucionario, además de una biografía de Trotsky y de varias novelas.

[26] José Rebull Cabré (1906-1999), ex partidario del Bloque Obrero y Campesino de Maurín, había dirigido dentro del POUM una tendencia de izquierda (la célula 72 de la que era portavoz) en 1936-1937, que sobre todo, había criticado la política de la dirección durante las “jornadas de mayo de 1937”. En la emigración en 1939, había dirigido el “comité de defensa del congreso del POUM” y en algunos puntos estuvo cerca de los trotskistas. (Nota de la versión francesa).

[27] Julián García Gómez. Llamado Gorkin (1902-1987), ex responsable del PC español pasó un breve momento en la Oposición de Izquierda, y luego se había unido al POUM, vía la organización de Maurín. Era su secretario internacional, y sin dudas, uno de los más determinados anti trotkistas. (Nota de la versión francesa).

[28] La Oposición de Derecha estaba dirigida en la URSS por Bujarin, Rikov y Tomsky, en Alemania por Brandler y Thalheimer y en EEUU por Lovestone.

[29] Jakob Walcher (1887-1970), antiguo dirigente del KPD y de la Oposición de derecha, líder del SAP que en 1933 había flirteado con la idea de la IV Internacional, se había unido al Buró de Londres. El DNA (Partido Laborista Noruego) de Tranmael había roto con ese Buró a partir de 1935. Las tensiones habían sido grandes en España entre el sapista Willy Brandt y los pivertistas. (Nota de la versión francesa).

[30] El Buró de Londres (también conocido como Internacional de Amsterdam) se organizó en 1932 con partidos no afiliados ni a la II ni a la III Internacional como el ILP de Gran Bretaña, el SAP alemán y el POUM español (que será su sección más importante).

[31] Recordemos que Klement, ex secretario de Trotsky, y actual secretario del SI había sido secuestrado en pleno julio en Paris, y su cadáver apareció cortado en pedazos. (Nota de la versión francesa).

[32] New International era la revista teórica mensual del SWP, Clave, la revista para América latina del PAC en lengua española, Unser Wort, el órgano del IKD transportado de París a Nueva York. (Nota de la versión francesa).

[33] Se trata de las recientes elecciones municipales en Flénu en el Borinage, en donde la lista del PRS fue conducida por su dirigente nacional, oriundo de Flénu, Walter Dauge. (Nota de la versión francesa).

[34] George Vereecken (1896-1978) Representante de una tendencia sectaria dentro de la sección belga del Movimiento pro Cuarta Internacional. Rompió con Trotsky cuando la sección belga ingresó al Partido Obrero Belga, más tarde se reconcilió con él, para separarse definitivamente en vísperas del congreso de fundación y formar su propio grupo.

[35] La Liga Antiimperialista, un proyecto de la Comintern, celebró su primer congreso mundial en Bruselas en febrero de 1927 y su segundo y último congreso mundial en Frankfurt, en julio de 1929.

[36] El Comité Amsterdam-Pleyel: una de las típicas organizaciones "antibélicas" y "antifascistas" que fomentaba el stalinismo en colabo­ración con conocidos pacifistas y liberales, en remplazo del frente único obrero para la acción. Los principales congresos de estos grupos fueron el de Amsterdam en agosto de 1932 y el del teatro Pleyel de París en junio de 1933.

[37] Heinrich Brandler (1877-1967) Fundador del PC Alemán y su principal dirigente en el momento en que éste no supo aprovechar la crisis revolucionaria de 1923. El Kremlin lo convirtió en su chivo expiatorio y lo removió de la dirección del partido en 1924. El y August Thalheimer (1884-1948) formaron una fracción, la Oposición del Partido Comunista (KPO), que se alió con la Oposición de Derecha dirigida por Bujarin en la URSS; en 1929 fue expulsado del partido alemán y de la Comintern. Los brandleristas continuaron como organización independiente hasta la Segunda Guerra Mundial.

[38] Jay Lovestone (1897-1990) Dirigente del PC norteamericano expulsado por orden de Moscú en 1929, poco después de la caída de su aliado soviético Bujarin. El grupo Lovestone permaneció como organización independiente hasta la Segunda Guerra Mundial. El mismo Lovestone luego fue el consejero en asuntos extranjeros del presidente de la AFL-CIO.

[39] Trotsky mantenía correspondencia con Daniel Guérin que, de todo el equipo dirigente del PSOP era sin duda el más cercano. Sobre todas estas cuestiones, se encontrará el punto de vista de Guérin en Frente Popular, revolución fallida. Daniel Guérin (1904-1988), militante de la SFIO en 1930, también estaba ligado al núcleo de Revolución Proletaria. A partir de 1935, había sido uno de los dirigentes de la Gauche Révolutionnaire. Miembro del PSOP desde su formación, dirigía su “izquierda” y Trotsky lo juzgaba “cercano”. Daniel Guérin y Lucien Weitz, ex dirigente de la JS excluido en tiempo de Clichy, hicieron un bloque con Rous esperaba ganar a la fracción “haciendo entrismo”. Por otra parte, la exclusión de los militantes molinieristas, luego del congreso, había permitido influir a los jóvenes de la ex JSR, Henri Kunstlinger, apodado Henryk o Henri Roger (1917-1944), devenido secretario de la JSOP y Louis Bonnel, apodado Labord (1914-?), un joven metalúrgico encargado del trabajo de fábrica. Pero la JSOP no era más que una cáscara vacía y era la derecha la que estaba a la ofensiva dentro del PSOP. (Nota de la versión francesa).



La Oposición de Izquierda en Francia