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Boletín Anual (2008)

Construcción de nuevos partidos y una nueva Internacional. Francia 1934-1936 - Parte 1

Construcción de nuevos partidos y una nueva Internacional. Francia 1934-1936 - Parte 1

Alicia Rojo 

 

Como vimos en anteriores entregas, tras la derrota del proletariado alemán en 1933 la Oposición de Izquierda cambió su política hacia la Tercera: “Es hora de construir nuevos partidos y una nueva Internacional”, será la política que guiará a la Oposición, ahora Liga Comunista Internacional, LCI. La LCI discutió apasionadamente las vías para la construcción de nuevos partidos revolucionarios frente a los procesos de lucha de clases que se dieron en la Europa de los años 30 y que ofrecieron las oportunidades para llevarlas a la práctica. La Revolución Española fue uno de ellos. Aquí nos concentraremos en Francia, que vivió entre 1934 y 1936 un agudo enfrentamiento de clases, el surgimiento de fenómenos centristas de masas y el Frente Popular. Trotsky dará aquí una gran batalla por la transformación de la sección francesa de la LCI, la Liga Comunista, en un partido con influencia de masas y por dar impulso a la construcción de la Cuarta Internacional.

 

Francia 1934-1935 - El “Giro Francés” 1934: La acción de las bandas fascistas y la respuesta obrera. El Frente Unico.

Francia sufría, como el resto del mundo capitalista, los efectos de la depresión de la década del 30, la burguesía necesitaba descargar sobre el pueblo francés el peso de la crisis. Las necesidades del gran capital comenzaron a engendrar las bandas fascistas y la desesperación de la pequeña burguesía les dio sus bases. Tras el triunfo de Hitler en Alemania, estas bandas pasaron a la acción sin que el gobierno pudiera ponerles coto. El 6 de febrero de 1934 una enorme manifestación de la derecha francesa pretendió avanzar sobre la sede del Parlamento. Aunque el intento fracasó, se abrió una crisis política en el país: el presidente del gabinete, el radical1 Daladier debió renunciar y fue reemplazado por Doumergue.

A las acciones de la derecha respondieron los trabajadores. Huelgas y manifestaciones exigían al gobierno la disolución de las bandas fascistas, con su punto culminante en la huelga general del 12 de febrero. Este estado de ánimo obrero se expresó en junio en dos grandes concentraciones del Partido Socialista -la SFIO- y del Partido Comunista Francés.

La SFIO llamó entonces al PC a unir fuerzas contra el fascismo. Todavía en el marco del “Tercer Período” el PC respondía denunciando a la dirección de la SFIO como “servidores de la burguesía”. No duraría mucho más esta política y el PC dará un brusco viraje.

En “¿A dónde va Francia?” Trotsky analiza magistralmente los acontecimientos que transcurrían en el país en el cual residía por aquellos meses, como parte de su exilio, hasta mediados de 1935. A sus análisis sobre el fascismo2 Trotsky incorpora la caracterización del régimen político, bonapartista, surgido en Francia “el movimiento de la democracia hacia el fascismo aún está en su primera etapa… Muerta de miedo, la mayoría del Parlamento ha recurrido después del 6 de febrero, al poder Doumergue, el salvador, el árbitro. Su gobierno se coloca por encima del Parlamento… La esencia del bonapartismo consiste en esto: apoyándose en la lucha de dos campos, ‘salva’ a la ‘nación’, con el auxilio de una dictadura burocrático-militar”3

A partir de esta definición sobre el régimen, Trotsky analiza la base social del fascismo, similar a la que constituía la base del partido radical, las clases medias, sostén del régimen bonapartista. El fascismo crecería a expensas del partido radical y su base. De aquí la importancia de la política del proletariado hacia las clases medias para arrancárselas al fascismo. “¿Quién presentará primero, más ampliamente y con mayor fuerza, a las clases medias el programa más convincente, y -lo más importante- conquistará su confianza, mostrando con palabras y hechos que es capaz de eliminar todos los obstáculos en el camino de un porvenir mejor: el socialismo revolucionario o la reacción fascista? De esta cuestión depende la suerte de Francia por muchos años. No sólo de Francia: de Europa. No sólo de Europa: del mundo entero.”4

Las principales fuerzas sociales se disponían en el escenario francés: se abría el enfrentamiento entre las fuerzas del proletariado y la reacción, el papel de las direcciones de la clase obrera se tornaba clave.

La Liga Comunista francesa, planteó desde el comienzo la necesidad de afianzar el frente único de las organizaciones de la clase obrera. La demanda de unidad que planteaban los trabajadores franceses impulsó a sus direcciones a constituir ese frente único. Sin embargo, en manos del PC (y el PS) esta herramienta se transformaba en una política de sostenimiento de la democracia burguesa y de freno de las acciones de las masas.

La Internacional Comunista irá definiendo el giro hacia la alianza con los partidos reformistas y las burguesías “democráticas” en función de priorizar los intereses de defensa de la URSS por sobre la movilización revolucionaria de las masas.

Trotsky discutirá el contenido del frente único, confrontando el programa5 de la LCI para Francia con la política del PC. La situación política francesa, las acciones de masas y el frente único debían plantear la perspectiva de la revolución proletaria. Trotsky pondrá el acento entonces, en la necesidad de dotar al frente único de un programa transicional hacia la toma del poder, en contra del programa de “reivindicaciones mínimas” del PC, y en esta perspectiva la necesidad de la formación de milicias obreras que a la vez que hagan efectiva la defensa de la clase obrera frente al fascismo, planteé abiertamente el problema del armamento del proletariado. “¿Qué quiere el frente único? Hasta ahora, no lo ha dicho a las masas. ¿La lucha contra el fascismo? Pero, hasta ahora no ha explicado siquiera cómo piensa luchar contra el fascismo… Si el frente único se toma a sí mismo en serio -y esta es la condición necesaria para que lo tomen en serio las masas populares- no puede escapar a la consigna de conquista del poder… La campaña del frente único debe apoyarse sobre un programa de transición bien elaborado, es decir sobre un sistema de medidas que -con un gobierno obrero y campesino- deben asegurar la transición del capitalismo al socialismo!” 6

El “Giro Francés”: la táctica del “entrismo”

Como había sucedido en España, en Francia los acontecimientos de 1934 impactaron sobre el partido socialista7. Ya a fines de 1933 un grupo de derecha, los Neos o Neo-socialistas, habían abandonado la SFIO, mientras su izquierda ganaba peso.

Este fenómeno no era ajeno a las tendencias más profundas que se operaban en las masas. Como planteamos en anteriores artículos, Trotsky analizó la aparición de un nuevo fenómeno político: el centrismo de masas. Los partidos de la II Internacional que agrupaban a miles de obreros crujirían frente al impacto de la crisis capitalista, el ascenso del fascismo, la disposición de las masas a combatir por la defensa de las conquistas en peligro y amplios sectores afluirían a ellos.

Por otro lado, Trotsky evaluaba la situación del SFIO, partiendo de los efectos de la crisis de la democracia burguesa sobre un partido que había sido su sostén. La crisis de la democracia y la del partido socialdemócrata se desarrollaban en direcciones paralelas pero opuestas: el agotamiento de la democracia parlamentaria abría una crisis en el PS que reavivaba su democracia interna8 debilitando sus mecanismos de control: “Naturalmente, sería un gran error afirmar que después de la ruptura en el partido no quedó ‘nada’ de reformismo y patriotismo. Pero no es menor el error de referirse a él como socialdemocracia en el viejo sentido de la palabra. La imposibilidad de dar aquí una definición simple, habitual, establecida, es precisamente la expresión más evidente de que estamos frente a un partido centrista que, en virtud de una evolución del país largamente postergada, todavía alberga contradicciones extremadamente polarizadas.”9

Las tendencias de las masas y la crisis del régimen democrático, junto con la expresión de ambas en la crisis del PS, en el marco de las tendencias unitarias entre el PS y el PC, planteaban para la Liga la necesidad de intervenir en este proceso para superar su debilidad y vincularse con las masas, dando un “giro decisivo”. En esta coyuntura política, la vía para lograr estos objetivos era la entrada de la Liga francesa en la SFIO disputando sus alas izquierdas ganándolas para la tarea de formar un nuevo partido revolucionario e incluso, ocupando un lugar dentro del frente único, establecer un diálogo con los militantes comunistas.

Para fines de agosto la Liga planeó la reunión de un congreso para decidir la táctica del “entrismo” y superar las diferencias internas que esta propuesta produjo10.

En esta discusión intervino activamente Trotsky planteando que quienes se oponían a la entrada en la SFIO lo hacían repitiendo generalidades sobre la “independencia”, “parece que para ellos lo fundamental fuera permanecer independiente de la clase obrera, de las masas, de los cambios en la situación, de la realidad toda. Estos camaradas sustituyen por el monólogo el trabajo real entre las masas. Su política sigue la línea de la menor resistencia; es la política de la autocomplacencia disfrazada tras fórmulas de imaginaría intransigencia.”11

La entrada a la SFIO implicaba no abandonar la crítica de la política del PS y luchar por las propias ideas aprovechando la democracia interna del partido, a diferencia del PC que había renunciado a hacer cualquier crítica a su aliado; al mismo tiempo los bolcheviques debían mantener activos todos los mecanismos de control de la organización internacional sobre el grupo francés.

Los miembros de la Liga Comunista Francesa ingresaron en la SFIO constituyendo el Grupo Bolchevique Leninista, GBL.

Poco menos de un mes después de este ingreso, Trotsky evaluaba: “la Liga se orientó hacia las masas, quedaron al desnudo los prejuicios de un sectarismo autocomplaciente y estéril, se estableció contacto con los mejores elementos socialistas, nuestras publicaciones aumentaron su circulación en cantidad sin precedentes y penetraron en círculos enteramente nuevos. Más aún, dentro del socialismo nuestros jóvenes tuvieron por primera vez la oportunidad de acercarse a los stalinistas para discutir con ellos ‘como camarada’.”12

1935: Una nueva traición de la III Internacional. El fin del entrismo

Mientras el descontento de las masas por la crisis se mantenía y continuaban también los choques con las bandas fascistas, la perspectiva de la guerra se hacía cada vez más cercana y la oposición de las amplias masas a ella crecía.

En 1934 ya Trotsky había alertado sobre esta perspectiva y llamado a los revolucionarios a posicionarse frente a ella (ver La guerra y la Cuarta Internacional, junio de 1934). Las direcciones mayoritarias de la clase obrera también tomaron posición y consumaron una nueva traición.

La firma del Pacto Franco-Soviético en mayo de 1935 significaba el abandono del internacionalismo proletario y la culminación de la política de la burocracia de establecer alianzas con los países imperialistas para defender a la URSS.

Desarrollaremos este tema en la próxima entrega, pero hace falta señalar aquí algunos puntos que tuvieron implicancias en el nuevo giro en la política de la Liga Comunista francesa.

“¿Qué actitud toman los partidos obreros, el frente único, en esta situación en que se marcha hacia la guerra, se refuerza el aparato represivo y se estimula la agitación fascista?... Los dirigentes socialistas Blum, Paul Fauré y de hecho todos los parlamentarios ya aseguraron que están dispuestos a consolidar la ‘sagrada alianza ‘en el caso de un decidido ataque por parte de la Alemania de Hitler’. Blum lo declaró en las cámaras en nombre de los socialistas y los comunis­tas, sin que estos últimos lo desautorizaran. La SFIO y el PC apoyan la misma política internacional, pactos de ayuda mutua, defensa… Nuestra conclusión es que la combinación de las dos direcciones sólo puede producir derrotas, a menos que les gane de mano el tercer factor que juega en el proceso de selección que acompaña a la lucha, es decir, la vanguardia que se está nucleando alrededor de nues­tra tendencia bolchevique leninista.” 13

Para Trotsky, la “decisiva traición de Stalin y su pandilla de la Comintern”, abría posibilidades para el trabajo de los revolucionarios en las organizaciones obreras, particularmente en los sindicatos: “El grupo bolchevique leninista tiene que saber efectuar un nuevo giro, consecuencia lógica de la etapa anterior. Sin hacer, por supuesto, ninguna concesión, hay que concentrar las nueve décimas partes de las fuerzas en denunciar la traición stalinista.”14

Para Trotsky esto implicaba retirarse de la SFIO.15 No todos los dirigentes del Grupo Bolchevique Leninista dentro del partido socialista compartían la visión de Trotsky, opinaban que permanecer dentro les permitiría ganar algunos militantes más. Pero para Trotsky la duración del entrismo estaba determinada por la acción de las direcciones reformistas y por las posibilidades de aprovechar las tendencias de las bases hacia la izquierda en contra de su dirección, con el objetivo de convencer a las alas izquierda en las filas de los partidos reformistas de la necesidad de construir un verdadero partido revolucionario. Si el centrismo no es ganado para la revolución, vuelve a ser ganado para el reformismo o se desmoraliza, si los revolucionarios continúan dentro de los partidos reformistas, inevitablemente terminarán transformándose en consejeros de izquierda de los mismos.16 Tal cual previó Trotsky el Congreso de la SFIO que se realizó en junio de 1935 confirmó el afianzamiento de las tendencias reformistas que expresaba la dirección del partido socialista, que poco después comenzaría la expulsión de los miembros del GBL.

Las diferencias planteadas a la hora de adoptar el giro hacia el entrismo, así como las que se produjeron al momento de la retirada, provocaron una importante crisis en la sección francesa.

Sin embargo, la experiencia francesa así como la pelea dada por Trotsky y los principales dirigentes de la LCI, constituyen un ejemplo magistral de análisis e intervención en los fenómenos de masas y de esfuerzos de ligazón con la clase obrera en la vía de construir verdaderos partidos revolucionarios.

 

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1 El partido radical era el partido tradicional de la burguesía francesa.

2 Ver artículos sobre Alemania en esta sección.

3 León Trotsky, ¿A dónde va Francia?, Ediciones Pluma, Bs. As. 1974, págs. 13-14.

4 Idem, pág. 18

5 Ver además de ¿A dónde va Francia?, Un programa de acción para Francia, Escritos de León Trotsky, junio de 1934.

6 ¿A dónde va Francia?, op. cit. pág 43-44.

7 La SFIO tenía alrededor de ciento veinte mil afilia­dos, mientras que el PC, según algunas estimaciones, tenia entre veinte y treinta mil, y según otras no pasaba de los doce mil. La CGT, influida por el PS, reunía un millón de obreros; la CGTU, dirigida por el PC, unos setenta mil.

8 La SFIO permitía por ejemplo, formación de fracciones que podían tener sus propias publicaciones para expresar sus posiciones.

9 La Liga frente a un giro decisivo, Escritos, julio de 1934.

10 Las opiniones de los dirigentes de la liga acerca de la propuesta de ingreso a la SFIO estaban divididas; algunos, como Pierre Naville, se oponían vigorosamente.

11 Resumen de la discusión, Escritos, 6 de agosto de 1934.

12 Un llamado a tomar posición sobre la situación francesa, Escritos, 22 de septiembre de 1934,

13 La situación en Francia y las tareas del Grupo Bolchevique Leninista de la SFIO, Escritos, 15 de abril de 1935.

14 Es necesario un nuevo giro, Escritos, 10 de junio de 1935

15 “Este partido nos abrió algunas posibilidades, y fue correcto formularlas y utilizarlas. Pero son posibi­lidades limitadas. El Congreso de Mulhouse y su consiguiente repercusión limitará materialmente, aun más, estas posibilidades. El prestigio ganado por el grupo bolchevique leninista tiene que transformarse esclareciendo a los obreros. Pero éstos están fundamentalmente fuera del PS, en el PC, en las organizaciones sindicales o en ninguna organización.”Es necesario un nuevo giro”, op. cit.

16 Ver sobre el tema “La táctica de entrismo en Trotsky y la construcción del partido revolucionario”, Andrea Robles, Cuadernos del Ceip, en Sección Estudios e Investigaciones.



La década del 30: Revolución, fascismo y guerra