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Cuadernos del CEIP N°3 (Agosto 2002)

Balance y perspectivas

Balance y perspectivas

Después de un mes de actividad

Desde hace un mes, el movimiento reivindicativo de las masas laboriosas de Indochina toma una importancia creciente. Es un formidable mar de fondo que sacude todas las capas de la población, las llama a la vida consciente, las organiza y las impulsa a la acción. La vanguardia de la clase obrera, los elementos avanzados del campesinado no son los únicos en descender a la arena. Se puede observar sin dificultad que detrás, y no lejos de ellos, marchan las capas más atrasadas, las peores pagas, las más maltratadas de la población. ¡Dichosa muestra de los tiempos!
Pero es fundamental ilustrar a las masas sobre las trampas puestas en su camino. Es necesario, sobre la base de un análisis objetivo de la situación, hacer pronósticos sobre la táctica de las diferentes fuerzas sociales y políticas que entran en juego.

La represión

En primer lugar, todo el mundo es dominado por el hecho de la represión. Represión bajo todas las formas, yendo de la intimidación hasta el empleo de la violencia arbitraria. Represión en Tonkín, en Anam y en varios rincones de Cochinchina. Reconozcamos con toda objetividad que la región Saigón-Cholón es provisoriamente la menos golpeada; esto no significa de ninguna manera que aún lo será por mucho tiempo. Hay que decir que esta situación provisoriamente ventajosa, proviene precisamente de la fuerza y de la organización de la clase obrera y de las capas más amplias de la población en estas ciudades. Para luchar eficazmente contra la represión, es necesaria la fuerza, la organización y la disciplina de las masas. Tal es la primera lección que hace falta retener. ¿Y cómo se organiza esta represión? En los lugares donde el movimiento de masas toma amplitud, los gobernantes permanecen a la expectativa, esperando que la relación de fuerzas les sea favorable, preparando cuadros especializados en la represión. Allí donde el movimiento de masas es todavía débil, se emplea la intimidación. En todas partes se esfuerzan en matar el ímpetu de las masas. Particularmente, el campo es muy golpeado por la arbitrariedad de los delegados y de los notables.
¿Cuál es el objetivo táctico de esta represión? Parece que el gobierno busca explotar sabiamente la insuficiencia de nuestros cuadros: tenemos aún pocos hombres capaces de hacer frente a los hechos. Intimidando a los campesinos que recurrirán a nosotros constantemente, se busca visiblemente dispersar nuestras fuerzas; y el movimiento obrero, falto de militantes, tomaría un ritmo menos acelerado, y el movimiento de masas en su conjunto progresaría más lentamente. Sólo se espera el efecto psicológico en las masas de la lentitud del movimiento para dar el golpe decisivo en las ciudades.
Para descubrir esta táctica, el mejor método es el siguiente: concentrar nuestras fuerzas en las ciudades, preparar un numeroso cuadro de militantes capaces de dar al movimiento obrero un dinamismo vigoroso, una fuerza más decisiva. En un plazo bastante breve, tendremos primero un movimiento urbano muy fuerte, capaz de tomar en sus manos la defensa de otras capas de la población; tendremos luego bastantes hombres para hacer frente a los hechos; y las masas del campo tomarán un ímpetu nuevo. ¡Que la ciudad sea la vanguardia del vasto movimiento popular!

Las maniobras políticas

Por otro lado, se emplean todas las maniobras políticas para aislar al proletariado de las otras clases. Pham-huy-Luc en Tonkín, que intenta organizar un congreso de las únicas clases poseedoras, y los representantes del pueblo de Anam, que son los «únicos encargados» de transmitir los «deseos populares» a la Comisión de Investigación, son los ejecutores de la misma maniobra política destinada a aislar los agrupamientos políticos de Cochinchina, que prácticamente concertaron organizar un congreso indochino popular.
Además, debemos esperar una maniobra de división en el mismo seno del bloque entre las tendencias políticas representadas en el Comité de Convocatoria.
Es claro que si se llegase a aislar al Comité de Convocatoria del Congreso Indochino que trabaja actualmente en Cochinchina, se sofocaría fácilmente al movimiento de masas en Tonkin y en Anam. Sin congreso popular, ningún comité de acción de masas es posible, tal es el razonamiento de nuestros amos. Aún más. Si la maniobra de división saliese bien en el Comité de Convocatoria, el gobierno «legalizaría» el congreso de las clases poseedoras y tomaría «medidas» contra los comités de acción de masas, presentados entonces como «promotores de desorden».
Pero la maniobra más importante es la de aislarnos de nuestros mejores apoyos, las masas laboriosas de Francia. Los diarios imperialistas del lugar, desde L’Imparcial del héroe de Thai-Nguyen, el Populaire de la Cruz de fuego, hasta La Presse del político de «izquierda» Neumann, súbitamente reconciliados, presentan al movimiento reivindicativo de las masas populares como «una vasta revuelta» que hay que reprimir a toda costa, y a bombazos como en 1930-31. ¿Quién sabe si estos informes mentirosos, los telegramas de falsa alarma, no son enviados en masa a París para «crear la atmósfera», para «crear la psicosis» necesarias para una «vigorosa» represión?
Frente a todas estas maniobras, es necesario que el proletariado tenga una actitud clara, neta. Hay que proclamar bien alto que nuestro movimiento obrero sólo está en sus inicios, que actualmente sólo aspira a la conquista de las bases democráticas para su desarrollo, a formas de organización que le permitan luchar por la defensa de sus intereses inmediatos y a conquistar las amplias capas de la población. Sólo estamos aún en el estadio donde nos asignamos como objetivo: partido obrero, sindicatos obreros, libertades democráticas: debemos gritar en la cara de estos imperialistas que no hay que hacer confundir un movimiento reivindicativo con un movimiento insurreccional. ¡Los marxistas no son anarquistas para jugar con la violencia!
Pero hace falta sobre todo un movimiento obrero fuerte capaz de imponer su punto de vista, organizado, disciplinado, sobre todo un movimiento político de la clase obrera capaz de descubrir todas estas maniobras de división y de falsa alarma. Hay que salir claramente del estadio de la propaganda y entrar en el de la organización de masas y de lucha por la conquista de la legalidad. Si un vasto movimiento obrero lucha por la libertad sindical, las libertades democráticas, la legislación obrera, la limitación de las horas de trabajo... ya no se podrá mentir desvergonzadamente para presentarnos como los complotadores y llamar a que las bombas nos caigan sobre la cabeza.

¿Y nuestra burguesía?

En Cochinchina, la burguesía marchó con el pueblo por un congreso popular. En Tonkín y en Anam, intenta organizar con sus propias fuerzas un congreso de las clases poseedoras. No es porque la burguesía de Cochinchina tenga mayor «buena voluntad», sea más progresista que la de Tonkín y la de Anam, sino porque aquí el movimiento obrero es bastante fuerte mientras que allí las masas populares permanecen a pesar de su voluntad de lucha, aún políticamente débiles.
Todo depende, no «de hombres de buena voluntad», como ciertos teóricos idealistas nos hacen creer, sino de relación de las fuerzas de clases.
Si la burguesía de Tonkín y de Anam, ayudada por el gobierno, logra su proyecto, la de Cochinchina no dejará de tomar partido. Para descubrir esta táctica, es necesario justamente, impedir a los Pham-huy-Luc continuar su manejo, llamando a las masas de Tonkín y de Anam a organizarse en Comités de Acción como en Cochinchina. Hace falta también y sobretodo que el movimiento popular de Cochinchina sea consciente de su futuro para desde hora prepararse para toda eventualidad. La burguesía sólo será obligada a marchar con el pueblo, cuando vea claramente que no puede marchar contra el pueblo, cuando vea hundirse el terreno bajo sus pies si se aísla del pueblo.

La próxima etapa

¿Cuál será la próxima etapa de nuestro movimiento? Aquí sólo se pueden hacer conjeturas. Sobretodo, siendo la historia hecha por los hombres, el futuro depende en gran parte del carácter y de la amplitud que va a tomar el movimiento obrero en el próximo período. Si llegamos a cristalizar un movimiento obrero de masas en poco tiempo, es claro que seremos capaces de luchar seriamente contra la represión, de descubrir todas las maniobras políticas. La burguesía, sintiendo perder el terreno bajo sus pies, deberá «marchar» con el pueblo y el movimiento tomará un nuevo vuelo.
Si la clase obrera no logra salir de su desorganización y de su apoliticismo, hay que prever serios golpes. En este caso, que la vanguardia, ya puesta en movimiento, no se aparte demasiado de la clase, que se aferre a toda la clase. Para esto, una sola consigna: comités de acción de fábrica, muchos comités de acción de fábrica. Entonces tendremos a las masas disciplinadas permitiendo, en el caso de una represión sin precedente, tanto efectuar una retirada en las mejores condiciones y casi sin pérdida, como también lanzarnos en una lucha ofensiva por nuestras reivindicaciones con más facilidad y posibilidades.
Y concentrando nuestras fuerzas en las fábricas, llamaremos a la vida política de los obreros más conscientes y más devotos a la clase, les inculcaremos las nociones de organización. ¡Marcharán entonces al frente con un paso seguro! Tenemos fe en que estos obreros de vanguardia son capaces de prodigios de iniciativa y de organización, de olfato político y de sentido real de la acción. Y en el más próximo plazo, los cuadros serán centuplicados y el movimiento obrero, desde los primeros pasos en la vía de la legalidad, será un movimiento sano y vigoroso.
¡Hay que llamar a los prodigios de iniciativa y de organización de las masas obreras! ¡Hay que tener confianza en la capacidad de la clase obrera! Nuestro futuro está allí.

El Militante