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Boletin Especial (Noviembre 2002)

Apuntes sobre Mariátegui y Trotsky

Apuntes sobre Mariátegui y Trotsky

 

Sebastian Quijano*

Entre los orígenes del marxismo latinoamericano y la Revolución Permanente

Introducción

El caso de Mariátegui resulta significativo de un tipo de revolucionario difícil de encuadrar bajo las clásicas banderas de las grandes corrientes políticas del movimiento obrero. No es una figura que este cómoda bajo los nombres de anarquista, socialista, stalinista, trotskista, etc. Nuestra intención no es, como se acostumbra, forzar su encuadramiento en ninguna de estas corrientes.
Desde su temprana muerte en 1930 hasta hoy, el pensamiento de Mariátegui ha sido objeto de numerosos intentos de deformación y falsificación. Tanto socialdemócratas como comunistas oficiales (stalinistas) hicieron del peruano su objeto de amor y odio durante diferentes períodos, ocultando todos ellos, la verdadera significación de su pensamiento original.
Las corrientes e intelectuales socialdemócratas nos presentan a un Mariátegui intelectual; romántico defensor de los humildes y ante todo, el constructor junto a Haya de la Torre del APRA peruano. La revolución cubana y la ruptura político y teórica que esta significaba en relación a la tradición comunista latinoamericana, rompió el manto de silencio que los viejos lideres comunistas como Victorio Codovilla había tendido sobre el peruano para ocultar sus choques con la estrategia etapista de Moscú.
Este tipo de análisis malintencionados, que únicamente tratan de “traficar ideas” ajenas, para ocultar sus propias bancarrotas, solo aportan a la confusión y empobrecimiento de los grandes aportes de muchos revolucionarios.
Nosotros, por el contrario, creemos que la figura teórico-política de Mariátegui, lejos de ser la de un “traficante” fue la un verdadero creador y creemos que se vale a sí misma por su propio peso específico dentro del movimiento revolucionario. La obra del peruano muestra que desde sus orígenes, el marxismo latinoamericano fue impulsado por el “mito” de la revolución social, demostrando cuan lejos estaba el espíritu de éste de las posteriores falsificaciones stalinistas.
La intención del siguiente ensayo o ponencia trata de aportar a la re valorización del pensamiento del revolucionario peruano al calor de una lectura crítica de sus más importantes escritos. Este intento se debe a la creencia del que suscribe, en la necesidad de la actualización de las armas de la crítica marxista. Para ello debemos partir de lo más avanzado que nos dejó la intelectualidad revolucionaria de los siglos pasados, no para repetir o copiar, sino interpretar y transformar nuestra realidad actual con las viejas herramientas desempolvadas y con las nuevas que deberemos forjar al calor de los nuevos acontecimientos que recorren Latinoamérica y el mundo.
Trataremos entonces de establecer un diálogo entre el pensamiento de Mariátegui y el de León Trotsky, por ser este último el que a nuestro entender aportó más a la teoría de la revolución después de la muerte de Lenin; y por su relación directa con la problemática Latinoamericana. La superioridad de la teoría-programa de la revolución permanente como teoría de la revolución internacional, frente a cualquier otra nos plantea su re discusión y enriquecimiento para las tareas de los revolucionarios actuales.

Los inicios

José Carlos Mariátegui (1895-1930) exilado en Europa entre 1920 y 1923, abraza el marxismo, al igual que León Trotsky, al entrar en contacto con los escritos de Antonio Labriola. Mariátegui recibe además la influencia de Antonio Gramsci y otros teóricos ajenos al marxismo como Sorel y Croce.
Durante su estadía forzada en Europa puede interiorizarse de lo grandes problemas del momento. La situación económica y la situación del proletariado europeo y en especial el italiano, la revolución rusa y el fenómeno del fascismo italiano.
A su regreso en 1923 a Perú comienza a dar clases en la universidad y entabla relación con Haya de la Torre y el resto de los intelectuales que influenciaban al movimiento reformista universitario. Para comprender el conjunto de los escritos de Mariátegui creemos necesario afirmar que en ellos podemos encontrar diferentes hegemonías conceptuales. Durante el período que va desde comienzos de 1923 hasta fines de 1924 centraría su desarrollo teórico y político en los problemas centrales del socialismo y la clase obrera internacional. A partir del 1925, su discurso político se desplazara a la problemática nacional del Perú, pero esto no será en detrimento de una constante visión internacionalista del peruano. Es durante este segundo período que el peruano produjo sus más significativos escritos: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (19XX), Peruanicemos al Perú (1924/27), Escritos políticos y sindicales (1924/28), Defensa del marxismo (1928), y Punto de vista antiimperialista (1929).
Es en estos escritos en los cuales Mariátegui cobra su verdadera dimensión, no sólo de pionero sino de verdadero pensador de la realidad concreta latinoamericana desde una perspectiva revolucionaria. Estas riquísimas elaboraciones teórico políticas son a su vez las que nos podrán permitir rastrear al peruano en el mapa político y entender sus encuentros y desencuentros con las grandes corrientes internacionales en el seno de la III Internacional: el stalinismo y el trotskismo.

Desarrollo desigual y combinado
En sus intensos estudios sobre la realidad peruana Mariátegui logra entregarnos una visión totalizadora de la estructuración económica y social del Perú y su relación con la penetración imperialista en el país. Esta aplicación concreta del materialismo histórico y dialéctico le permitió al peruano tener una comprensión mucho más profunda de la realidad latinoamericana que la de los personeros oficiales de Moscú.
En estos estudios, Mariátegui dio cuenta de la forma contradictoria en que se estructuró la economía peruana, combinando o yuxtaponiendo aspectos de las sociedades precapitalistas o feudales, con aspectos claramente capitalistas como la industria. Este tipo de formaciones se generan debido fundamentalmente a la ingerencia imperialista en los destinos de las naciones de desarrollo capitalista atrasado, que “importan” los aspectos más avanzados de los países capitalistas y obliga a los países atrasados “avanzar a saltos”. Esto da a los países atrasados el carácter de semicoloniales 1. A su vez, este tipo de análisis, no lo redujo al Perú o las semicolonias, sino que también lo utilizó para analizar, en su libro Defensa del marxismo como en Inglaterra se combinaban una economías capitalistas más avanzadas con un régimen monárquico precapitalista.
Este complejo análisis del Perú, permite encontrar lazos de fuerte parentesco con la teoría del desarrollo desigual y combinado desarrollada por Trotsky. Ambos revolucionarios parten de la totalidad de la economía capitalista mundial en su fase imperialista como una unidad, para luego poder dar cuenta de las especificidades nacionales. Esta concepción profundamente dialéctica parte de entender al sistema capitalista mundial como una unidad diferenciada 2.
Mariátegui utiliza este análisis para demostrar como la colonización europea primero y la guerra de la independencia que implementaría el sistema “demo-burgués” después, no habían solucionado los problemas históricos que le correspondían resolver a la burguesía: liquidar el latifundio y la formación de una Nación independiente. La conclusión que el peruano saca de esto es un gran punto de lejanía con la Komintern: “congruentemente con mi posición ideológica, yo pienso que la hora de ensayar en el Perú el método liberal; la forma liberal, ha pasado ya" 3. La tarea del momento es la lucha por el socialismo. Gracias a esta compresión de la realidad internacional se borra de un plumazo la vieja diferenciación entre países maduros y no maduros para la revolución sobre la que el stalinismo edificara su teoría etapista de la revolución.

La Teoría de la Revolución Permanente

Ahora bien; si bien es cierto que en su análisis sobre los países de desarrollo capitalista rezagado, tanto el peruano como el ruso tienen fuertes lazos de contacto 4, debemos analizar qué conclusiones políticas sacaron ambos para la acción revolucionaria. Aquí entramos de lleno al debate con Trotsky y su teoría-programa de la revolución permanente.
En el Programa del Partido Socialista del Perú de 1929, Mariátegui en su 5º punto sentencia:
“5.-La economía pre-capitalista del Perú republicano que, por la ausencia de una clase burguesa vigorosa y por las condiciones nacionales e internacionales que han determinado el lento avance del país por la vía capitalista no puede liberarse bajo el régimen burgués, enfeudado a los intereses capitalistas, coludido con la feudalidad gamonalista y clerical, de las taras y rezagos de la feudalidad colonial. El destino colonial del país reanuda su proceso. La emancipación de la economía del país es posible únicamente por la acción de las masas proletarias, solidarias con la lucha antiimperialista mundial. Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democráticoburguesa que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir." 5.
Aquí son evidentes los aspectos “permanentistas” del peruano. En los países capitalistas avanzados la burguesía revolucionaria fue la clase dirigente que fundó la nación moderna que representaba plenamente sus intereses de clase capitalista. Al calor del desarrollo capitalista se fue gestando la clase obrera que vendría a ser la clase que mediante la revolución social construiría el socialismo. En cambio, para Mariátegui, el Perú es aún una Nación inconclusa y su formación dependerá de la realización efectiva del socialismo, ya que la burguesía peruana demostró su “ineptitud de clase” por no haber resuelto las tareas sociales que le correspondían. Por lo tanto la mecánica de la revolución en estos países atrasados sería: Clase Obrera y Campesinado, Nación, Socialismo.
Las semicolonias que aún tenían tareas propias de la revolución burguesa inconclusas, no sólo podrían llegar a la revolución antes que viejas naciones industrializadas, sino que para conquistar esas tareas inconclusas, la revolución socialista era una condición necesaria.
Pero al mismo tiempo que decimos esto, no podemos menos que distanciarnos de quienes, a nuestro entender de modo exagerado, vieron en este y otros escritos similares como Punto de vista antiimperialista, “el hecho de que en la misma época, y sin duda independientemente de Trotsky, el comunista peruano Mariátegui había llegado a conclusiones análogas a la teoría de la revolución permanente" 6.
Para fundamentar esto último debemos analizar en que consiste el carácter permanente de la concepción de Trotsky. En sus tesis sobre la revolución permanente podemos diferenciar tres niveles:
La dictadura del proletariado que asume el poder para resolver las tareas democrático burguesas se encuentra necesariamente ante la obligación de realizar transformaciones del derecho de propiedad burguesa como ser la expropiación de los latifundios y el reparto de las tierras a los campesinos pobres. Por lo tanto, “La revolución democrática se transforma directamente en socialista, convirtiéndose con ello en permanente”. (Tesis 8)
La concepción internacionalista de Trotsky lo lleva a sostener que la lucha por la edificación socialista, en el terreno nacional cobra la forma de “guerra civil” y en el terreno internacional de carácter revolucionaria. “En esto consiste el carácter permanente de la revolución socialista como tal”. (Tesis 9)
La etapa imperialista demuestra que el desarrollo de las fuerzas productivas no pueden mantenerse en los límites de los Estados nacionales, por lo tanto, “la revolución socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y más amplio de la palabra: en el sentido de que sólo se consuma con la victoria definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta” (Tesis 10)
Mariátegui, en cambio, sólo logra concebir el carácter permanente de la revolución en su aspecto primario: el transcrecimiento de las tareas de la revolución democrática en revolución socialista mediante la alianza con el campesinado dirigida por la clase obrera. Pero como acabamos de ver, la teoría-programa de la Revolución Permanente es una teoría de la revolución socialista internacional y, por ende, la única que “se opone de un modo consecuente y definitivo” a la teoría del “socialismo en un solo país”.
Aunque esto último nunca lo hace explícito, es llamativo que en el Programa del Partido Socialista del Perú Mariátegui, intercale tras el 5º punto antes citado el problema de la tierra y el problema de la educación, para solo después mencionar:
“8.-Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene, en sus objetivos y su doctrina, revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden socialista.
“9.-El Partido socialista del Perú es la vanguardia del proletariado, la fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la lucha por la realización de sus ideales de clase." 7.

Es notoria la falta de definición sobre qué régimen político y con que clase como dirección se llevaría adelante el socialismo. Es llamativo también el comienzo del octavo punto del programa: “Cumplida su etapa democrático-burguesa,...”. Esta ambigüedad o generalidad, deja lugar a las interpretaciones que sostienen que las tareas democrático-burguesas necesitan de una etapa independiente que debería resolver plenamente los problemas de la tierra y la educación;0 y solo entonces, y ahora sí, el partido del proletariado podrá encabezar las tareas propias de la revolución proletaria.
Creemos que aquí se muestra un claro límite en el pensamiento de Mariátegui ya que en la tensión nacionalismo-internacionalismo, y aunque como mencionamos antes, nunca pierde una visión de la totalidad del sistema capitalista mundial, su pensamiento político estratégico se desplaza sensiblemente hacia la problemática nacional del Perú.
Pero a su vez, la última cita, nos obliga a dar un salto lógico en el análisis de la mecánica interna de la teoría de la revolución permanente de Trotsky.
Los orígenes de su teoría de la revolución datan de 1905-1906 en su trabajo Balances y perspectivas sobre la experiencia de la primer revolución rusa y el surgimiento de la base organizativa sobre la cual se sustentaría el futuro Estado Obrero: los soviets.
En el seno de la socialdemocracia rusa, que de conjunto defendía la tesis de que la revolución rusa por venir sería una revolución democrático-burguesa, se expresaron diferencias acerca de las fuerzas motoras sociales y políticas que podrían realizar ese contenido históricamente determinado de la revolución rusa. Los mencheviques sostenían que el carácter históricamente burgués determinaba automáticamente que esta revolución sólo podría triunfar bajo la dirección política de la burguesía liberal. Los bolcheviques, apoyándose en los escritos de Marx y Engels sobre la revolución de 1848 y en especial en el Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas de 1850, rechazaron toda idea de un bloque político con la burguesía liberal aunque no dejaron ninguna duda de que el contenido socioeconómico de la revolución seguía siendo burgués.
Hasta aquí, existe plena coincidencia entre Lenin, Trotsky y Mariátegui. Pero Trotsky también rechazó lo que consideró como una triple contradicción en la posición de Lenin expresada en la consigna “algebraica” de “dictadura democrática de trabajadores y campesinos”.
Como primer contradicción, esta consigna supone la posibilidad que el campesinado sea una clase independiente y construya un partido que lo represente. En base a la experiencia histórica Trotsky asegura, que pese a la importancia decisiva que puede tener en algunos países la lucha del campesinado, “por su dispersión geográfica y sus oscilaciones sociales, su heterogeneidad intrínseca, el campesinado es incapaz, en la época capitalista y de las revoluciones contemporáneas, de formar una fuerza políticamente independiente" 8. El campesino sigue al obrero o sigue al burgués, las únicas dos clases urbanas propias del sistema capitalista. Por lo tanto, la única forma posible de una “dictadura democrática de obreros y campesinos” sería bajo la forma de dictadura del proletariado.
Como segunda contradicción, Trotsky destacó el contexto internacional. A diferencia del siglo XVIII y XIX donde el capitalismo se encontraba en su etapa de desarrollo, el siglo XX, con la era del imperialismo, marca los inicios de la declinación del capitalismo en tanto que sistema mundial. El carácter imperialista de la etapa actual impone que para la emancipación nacional con relación al capital extranjero, debía realizarse una ruptura radical con el poder político de la burguesía y con el capitalismo internacional.
Y en tercer lugar, desde el punto de vista político-ideológico, una vez que el proletariado conquistase el poder, con todo lo que ello significa (alto grado de conciencia y organización; soviets u otros organismos democráticos de frente único de masas; milicias obreras; etc.), lo más probable era que el proletariado pase casi sin demora a la realización de las primeras tareas propiamente socialistas, ya que sería casi inimaginable que tras esas grandes conquistas como la independencia política de clase, el proletariado se vuelva a someter mansamente al látigo de la explotación capitalista en las fábricas.
Lenin, en sus famosas Tesis de Abril terminaría adoptando, y con el todo el partido bolchevique, la consigna de “todo el poder a los soviets” y “dictadura del proletariado”. A partir de entonces, las viejas diferencias entre Lenin y Trotsky habían sido superadas por la historia de la lucha de clases
Este extenso análisis de la estructura interna de la teoría de la revolución permanente en Trotsky nos permite ver que ella es una síntesis superadora de la teoría del imperialismo y de la organización de Lenin, junto “al carácter, el nexo interno y los métodos de la revolución internacional en general" 9. Pero a su vez nos permite ver algunas lagunas importantes que dejan las elaboraciones de Mariátegui.
Aunque jamás adoptó la formula del “dictadura democrática de trabajadores y campesino” en respuesta a cual sería el régimen político de transición al comunismo, tampoco adoptó la consigna de “dictadura del proletariado” que al entender de Trotsky expresaba “unidades aritméticas más concretas en el proceso de la experiencia histórica” clarificando la relación interna en la alianza de las clases explotadas 10. En este sentido, las formulaciones de Mariátegui son más cercanas a la ambigüedad del Lenin previo a las Tesis de Abril que a Trotsky.
Es necesario remarcar que en Mariátegui lo que existe es un intento radical, no por conquistar el poder político, sino por hacer conciente la necesidad de organización de los campesinos y proletarios; no hay preocupación por el poder sino por las demandas inmediatas de las masas. Estas son garantizables mediante el sindicato. El centro educador para otorgar a las clases subalternas una conciencia de clase es el sindicato y no el Partido: “el proletariado ensancha y educa su conciencia en el sindicato mejor que en el partido”.
Las tareas más importantes que le corresponden realizar al sindicato son las referidas a la pedagogía y a la propaganda “Precisa, pues una gran labor, en las comunidades y ayllus, etc. donde deben establecerse bibliotecas; comisiones de enseñanza que luchen contra el analfabetismo (el analfabetismo se puede decir que es una lacra social de la raza indígena), secciones de deportes; etc, que estando a cargo de compañeros preparados, desarrollen una enseñanza activa que tienda a capacitarlos en su rol de clase, explicándoles su condición de explotado, sus derechos y los medios de reivindicarlos. De esta manera, el indio será un militante del movimiento sindical; esto es, un soldado que luche por la liberación social de su clase" 11.
Vemos pues no solo subestimado el rol del partido revolucionario, sino que no existe en el peruano una preocupación por las organizaciones de tipo soviéticas, verdaderas organizaciones de democracia directa y frente único de masas donde el proletariado puede ganarse la confianza de los diferentas sectores explotados. Al mismo tiempo muestra cierta confusión, o al menos ambigüedad, acerca del problema de la conciencia. La conciencia de clase vendría desde afuera y se adquiriría de forma pedagógica en los sindicatos. La relación entre la conciencia de clase y la teoría de los mitos de Sorel merecería un estudio más detallado que no podemos realizar en el presente borrador 12.

Mariátegui y la Komintern
Todo lo antedicho nos obliga a observar, la ubicación del peruano ante los violentos choques de tendencias en el seno de la III Internacional demostraron cierto carácter abstencionista y centrista. Se conformó con guardar cierto carácter independiente, expresado incluso en el nombre que adquiriría el partido como Socialista y no Comunista 13.
Tras la bancarrota de la política del comunismo oficial en China de subordinación a la burguesía nacional, y ante el fortalecimiento de los kulaks al interior de la Rusia soviética, se consolida como dirección el ala de Bujarin y se da inicio en el VI Congreso de la IC en 1928 a la etapa conocida como “tercer período”. Durante este período, según los dirigentes oficiales, una nueva crisis capitalista internacional pondría a la orden del día el enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado (“clase contra clase”), en la cual los sectores medios jugarían un papel reaccionario. Tanto la socialdemocracia europea como el radicalismo argentino y el aprismo peruano eran considerados como contrarevolucionarios 14.
En el marco de estos grandes debates en el seno de la III internacional, de una magnitud histórica para el proletariado internacional solamente comparable al debate Bernstein desatado en la II Internacional, Mariátegui no sostuvo una lucha pública a favor de ningún bando 15. En realidad, en referencia a la expulsión de Trotsky, por el que guardaba confesas simpatías, llegó a reducir su lucha hacia el interior del partido a un problema de democracia partidaria, y no escatimo halagos hacia Stalin por saber comprender las necesidades que imponían las particularidades nacionales y adecuar a ellas la teoría marxista.
Con esto no queremos decir que Mariátegui haya sido partidario de la teoría del “socialismo en un sólo país” o que adhiriese a las políticas del bloque Bujarin- Stalin (“campesinos enriqueceos”; evolución “pacífica” del kulak al socialismo; etc.) aplicada desde el 24 hasta 28. Simplemente queremos marcar que su ubicación era, preeminentemente, desde la revolución nacional y centrista; y remarcar el decir de Trotsky de que la teoría de la revolución permanente es la única que se opone de un modo consecuente y definitivo a la teoría del “socialismo en un solo país”
Hasta la Conferencia Comunista Latinoamericana realizada en Buenos Aires en 1929, el peruano jamás se enfrentó decididamente con la línea oficial de la Internacional. En dicha Conferencia, y pese a su ausencia en el por problemas de enfermedad, los delegados peruanos presentaron dos tesis del amauta: El problema de las razas en América Latina y Punto de vista antiimperialista. Ninguna de las dos tesis fueron aprobadas por la Conferencia y la delegación peruana fue atacada por “heterodoxa” y “aprista” (¡!) con especial virulencia del italo-argentino Victorio Codovilla que incluso hizo diligencias para desplazar del modo que fuese necesario a Mariátegui de la dirección del grupo peruano.
“La Conferencia de Buenos Aires clausuró sus sesiones e! 12 de junio de 1929. Ha­bía conseguido su objetivo, pues realizó, por primera vez, según palabras de Codovi­lia, "un estudio serio de América Latina, aplicando el marxismo-leninismo" y además "jugó un gran papel en la consolidación ideológica y orgánica del movimiento comu­nista latinoamericano" (González Alberdi, 1985: 95). Esta política de homogeneización ideológica y organizacional de los partidos comunistas latinoamericanos termi­nará por ejercer una fuerte presión sobre el partido peruano y el grupo mariateguista, en un proceso que concluirá con la muerte de MariáteguÍ (I6-IV-1930) y la transfor­mación del PSP, apenas un mes después (20-V-1930), en Partido Comunista del Perú.”
“Sin embargo, [antes de morir] Mariátegui delega el cargo de secretario general del PSP en Ravines [hombre enviado por Morcú – Nota nuestra]. ¿Por qué? En primer lugar, "el viaje a Buenos Aires era una decisión tomada, se trataba de una partida definitiva o por un período prolongado, con la finalidad de ini­ciar un nuevo proyecto, la edición de Amauta a escala continental". En segundo lu­gar, "había perdido todo sustento dentro del grupo, su posición era notoriamente mi­noritaria, incluso había sido abandonado por sus colaboradores más próximos, era un hecho que cualquier elemental realismo político obligaba a admitir" (Flores Galindo, 1982: 108), Fracasado su proyecto político, Mariátegui se ve obligado a elegir (a pe­sar de que se resiste a ello), entre las figuras del "intelectual" y el "político", entre Amauta y el partido. Queda claro que, ante la disyuntiva, escoge por el primer término (relanzar Amauta desde Buenos Aires), y si es difícil imaginar que abandona­ría definitivamente la acción política directa, es todavía más difícil conjeturar cómo se hubiera reposicionado en este sentido en la Argentina." 16

Conclusión
Podemos concluir afirmando que José Carlos Mariátegui, no sólo fue el pionero, el primer marxista propiamente latinoamericano, sino que como él mismo proclamase, no fue copia o réplica sino que pudo ser “creación heroica” de un marxismo vivo, en movimiento; y tal vez sea este aspecto el que más lo aleja de del estalinismo, ya que como Gramsci o Lukács pertenece a una generación de marxistas que reaccionó contra todo intento de vulgarizar y reducir el marxismo a una simple teoría económica; a un mecanicismo estéril; o a una herramienta de análisis histórico.
Podemos afirmar que el peruano se ganó un lugar propio junto a los grandes marxistas del siglo XX por sus fundamentales aportes para la comprensión de la situación de nuestra América y la revalorización de las potencialidades ocultadas por la colonia y el eurocentrismo.
Militantes y teóricos de la clase obrera, Mariátegui y Trotsky, ambos periodistas, junto a su preocupación por el arte o el psicoanálisis, compartieron la preocupación por la liberación de los pueblos de América y el mundo.
Pero también debemos afirmar que pese a sus grandiosos aportes, la Teoría-Programa de la Revolución Permanente de León Trotsky, no solo contenía los grandes avances del peruano sino que a su vez significaron una superación dialéctica de este. No solo por su nivel de teorización sobre el desarrollo desigual y combinado o la teoría de la revolución permanente misma, sino porque además aportó categorías esenciales para la interpretación de los regímenes semicoloniales con la categoría de “bonapartismos sui-generies”.

“En conclusión, somos anti-imperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialismo extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias de Europa”

José Carlos Mariátegui,
Punto de vista antiimperialista,
Lima, 21 de mayo de 1929

* Estudiante de la Escuela de Filosofía de la Universidad Nacional de Rosario - Argentina, 10 de noviembre de 2002.

1. Debemos señalar que al rededor de la caracterización de los países de desarrollo capitalista atrasado, Mariátegui no tenía la claridad de Trotsky. Para mayor especificidad ver: Gabriel Lanese , Seis Tesis sobre José Carlos Mariátegui y León Trotsky, en http://www.rebelion.org/

2. “La ley del desarrollo desigual, que es la ley más general del proceso histórico, no se nos revela, en parte alguna con la evidencia y la complejidad con que la patentiza el destino de los países atrasados. Azotados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados vense obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la confusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible comprender la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera que sea su grado.” León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, tomo I, pgs 33, Madrid 1985, Ed Sarpe.

3. José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, en José Carlos Mariátegui. Obras, Tomo 1, pag 77, Colección Pensamiento de Nuestra América, Ed. Casa de las Américas Siete ensayos.

4. Recordemos que sus inicios en el marxismo emanan de la misma fuente: Antonio Labriola, uno de los pocos dialécticos de la segunda generación de marxistas.

5. José Carlos Mariátegui, Programa del Partido Socialista del Perú, en La organización del proletariado, Comisión Política del Comité Central del Partido Comunista Peruano (eds.). Lima: Ediciones Bandera Roja, 1967.

6. Ernest Mandel, Trotsky: teoría y práctica de la revolución permanente, pag 23, Ed. Siglo XXI, 1983.

7. José Carlos Mariátegui, Programa del Partido Socialista del Perú, en La organización del proletariado, Comisión Política del Comité Central del Partido Comunista Peruano (eds.). Lima: Ediciones Bandera Roja, 1967.

8. Ernest Mandel, Trotsky: teoría y práctica de la revolución permanente, pag 10, Ed. Siglo XXI, 1983.

9. “La Revolución Permanente”, “¿Qué es la Revolución Permanente? (Tesis fundamentales)”, tesis 1, pag 519 en “La Teoría de la Revolución Permanente. Compilación”, de L. Trotsky, Ed. CEIP.

10. Idem, tesis 5, pag 520.

11. José Carlos Mariátegui, Manifiesto de la “Confederación General de Trabajadores del Perú” a la clase trabajadora del país, en José Carlos Mariátegui. Obras, Tomo 2, Colección Pensamiento de Nuestra América, Ed. Casa de las Américas

12. “Lo que más neta y claramente diferencia en esta época a la burguesía y al proletariado es el mito, la burguesía no tiene ya mito alguno. El proletariado tiene un mito: la revolución social” en José Carlos Mariátegui, El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy. Empresa editorial Amauta, Lima, 1959, pg 22.

13. Otro intento de mantener cierta autonomía de la “línea de Moscú” y que tiene un doble carácter de importancia para nuestro pequeño ensayo, fue la negativa de los delegados del PSP en el IV Congreso de la Profintern (Internacional Sindical Roja) a firmar un documento de condena contra el oposicionista catalán Andreu Nin.

14. Increíblemente, los líderes oficiales no daban ninguna explicación de por qué, tan solo unos meses antes, habían mantenido una alianza con dicha corriente de Perú.

15. Inclusive, una muestra de ello, es que en su libro Defensa del Marxismo redactado en 1928, el debate que establece el peruano es en realidad anacrónico en relación a los debates en el seno de la III Internacional y concordaba más con el “debate Bernstein”, ya que en dicho libro se encarga, con una eficacia increíble, de destruir las posiciones políticas del “lasallano” socialdemócrata belga Henri de Man.

16. Horacio Tarcus, Mariátegui en la Argentina o las políticas culturales de Samuel Glusberg, pag 71 y 73 respectivamente, Ed. El Cielo por Asalto.